La adolescente de 15 años fue la única egresada de su generación (2022-2025) en la telesencundaria de Plan de Guerrero, una comunidad nahua de Tixtla, de quien Amapola, periodismo transgresor publicó su historia como un hito desde las comunidades rurales ante la deserción escolar. Su desempeño como estudiante la llevó a visitar el mar después de 11 años
Texto: Margena de la O
Foto: Art.M.
Chilpancingo
Miércoles 10 de septiembre del 2025
Jaqui apenas cumplió una semana de clases de bachillerato en la cabecera de Tixtla y ya cambió de planes sobre su futuro profesional, ahora piensa ser profesora, en lugar de astrónoma, como planeaba hace un par de meses, antes de graduarse de la telesecundaria de su pueblo, Plan de Guerrero, municipio de Tixtla. Hay razones de peso detrás de su cambio de planes, lo que su madre y su padre podrían costear.
“Pienso en mi familia, cuánto va a gastar”, dice después de considerar que por mucho que logre una beca no será suficiente para lo que le demandaría la astronomía. Eso no le hace perder su gusto por las estrellas, donde cree que tiene un lugar su abuelo fallecido.
Este giro intempestivo, pero aterrizado, no despojan a Jaqui de su determinación principal, continuar formándose y superarse. “Llegar a ser alguien en la vida”, menciona sin titubeos la tarde del viernes 5 de septiembre, después de completar la prueba de fuego para estudiantes de nuevo ingreso.
Jaqueline Simón Arribales es la única egresada de la generación 2022-2025 de la Escuela Telesencundaria Mi Patria es Primero. Amapola, periodismo transgresor publicó su historia poco antes de la clausura, celebrada el 11 de julio pasado, como una muestra de que, aún con la deserción escolar en el estado, hay casos que marcan un hito en las comunidades y deben ser contados. En ella hablaba de sus deseos de convertirse en una estudiosa de los cuerpos celestes.
Plan de Guerrero es una comunidad nahua a orilla de la carretera estatal que conecta a Chilpancingo con Chilapa, con unas cuantas viviendas donde viven menos de 500 personas. Está cerca de la cabecera municipal de Tixtla, pero su condición rural le aísla de algún modo.
Aun con las complicaciones por un transporte público escaso, un número importante de niñas, niños y adolescentes estudian en la cabecera municipal de Tixtla. Jaqui permaneció en su escuela hasta terminar su educación básica para cuidar los ingresos familiares y con ello garantizó la permanencia de la telesencudaria, que tambaleó por la baja matrícula.
Este 1 de septiembre inició su bachillerato fuera de su pueblo, porque en Plan de Guerrero no hay oferta de bachillerato. Ingresó al plantel 11 del Colegio de Bachilleres (Cobach), ubicado en la cabecera de Tixtla. La adolescente de 15 años es una del millón 100 mil 26 estudiantes de todos los niveles que ese día comenzó clases en el estado, de acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG).
Su semana de fuego… y cambios
Jaqui terminó su primera semana de clases cansada por todo lo que significa comenzar el bachillerato, pero contenta porque le resulta fácil comprender a sus profesores. Aumentaron sus materias, las tareas y el estrés, pero está adaptándose, dice con claridad, consciente de que es un proceso normal.
Atraviesa por muchos cambios. Jaqui ahora se levanta a las 4:50 de la madrugada, aun si vaya a dormir a las once de la noche. Lo primero que hace es atizar la lumbre en las hornillas de la cocina y poner el café que llevará a la escuela.
A las 5:55 sale de casa y pasa por una vecina que le aventaja dos años escolares, porque a las seis de la mañana esperan la camioneta urvan del transporte público que sale de Omeapa y recoge a todos los estudiantes del pueblo que estudian en la cabecera municipal. Omeapa es comunidad cercana que también pertenece a Tixtla.
De camino a la escuela hace unos 40 minutos o un poco más, aun cuando el trayecto es corto, porque la camioneta pasajera invierte tiempo en recoger a todos los estudiantes. A casa puede regresar hasta después de las dos de la tarde, según como esté organizado el horario escolar en el día.
Durante los tres años de secundaria, Jaqui entró a las ocho de la mañana, la escuela estaba cerca de casa y podían tener un desayuno caliente hecho por su madre. Además, tenía la atención especial de dos profesoras–una era practicante– en una aula solo para ella, donde nunca tuvo la necesidad de hablar alto para que la escucharan. Ahora comparte un espacio similar con otros 44 adolescentes.
Jaqui recibió bien todos los cambios, porque para el viernes pasado ya tenía dos amigas con las que suele pasar el receso o los descansos entre clases. Tampoco es que le costara, posee la habilidad de ser amigable. “A pesar de que yo estaba sola (en secundaria) me gustaba ser sociable y ya conocía a varias personas de otras escuelas (…). Mi hobby (pasatiempo) ha sido ser sociable siempre”, explica.
También es dedicada. “Comprendo las cosas rápido, lo entiendo rápido”, dice después de preguntarle cómo estuvieron sus clases de la primera semana.
La afabilidad, el esmero y la habilidad se le nota de muchas maneras, en esta entrevista fue en el tono de voz y en la claridad con la que comparte sus ideas, al grado de que parece mayor. Dijo con mucha determinación que se replanteó estudiar y dedicarse a algo distinto a la astronomía, la ciencia natural que le apasiona.
“Mi familia es de bajos recursos”, suelta como el principal de sus argumentos para su reconsideración y comienza a enumerar las ventajas que analizó en ser una maestra, la principal, tendría vacaciones para pasar más tiempo con su familia y cierta seguridad laboral.
Las reflexiones de Jaqui a los primeros días de ingresar al bachillerato también demuestra su grado de madurez y consciencia, aun cuando hace unos meses era una niña. Eso no la hace perder sus sueños y sus pasiones, porque sigue interesada en indagar y en buscar libros sobre los planetas, estrellas, galaxias y otros objetos cósmicos. “No lo puedo dejar, es realmente lo que me gusta”, agrega.
Esta pasión quizá, solo sea aplazada, porque la determinación de Jaqui por superarse, es grande. Por ahora estar en bachillerato le significa otro paso en su formación, que la mantiene en el camino de la meta.
Volvió a ver el mar
Lo que para muchos adolescentes puede ser un proceso con cierto tedio para Jaqui son sus primeras conquistas. Este verano, después de 11 años, volvió a visitar el mar. Obtuvo la beca Un viaje que inspira 2025, a convocatoria de la agencia de viajes Quality de Chilpancingo para estudiantes con alguna de estas tres cualidades: excelencia académica, esfuerzo admirable e inspiración comunitaria. La adolescente es poseedora de todas y ganó su espacio al compartir su historia y la boleta de calificaciones.
El 13 de agosto pasado visitó Puerto Vicente Guerrero, una playa de agua mansa en Tecpan de Galeana, una de las más conocidas en la Costa Grande del estado, donde se bañó durante todo el día, aun con la lluvia, y comió ceviche de pescado. “Me dieron la oportunidad de viajar y conocer un nuevo lugar, un paisaje bonito. Me la pasé muy bien”, comparte.
La acompañó su exmaestra América Núñez Basilio, quien la inscribió en la convocatoria.
La última vez que Jaqui estuvo antes en la playa fue a los cuatro años que su madre y su padre la llevaron a Acapulco por un viaje familiar. Con 15 años ahora, sonríe al preguntarle si disfrutó el viaje que ganó producto de esfuerzo en la escuela. “ Muy bonito todo”, suelta.