Extracción de musgo impacta en los ecosistemas naturales y termina en la basura

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Texto y foto: Alberto Ramírez Santos

Chilpancingo

23 de diciembre del 2023

Con diciembre inició la venta del heno y musgo, plantas que se utilizan para elaborar los nacimientos del niño Dios en las casas de muchos mexicanos que profesan la religión católica.

El musgo se clasifica como briofitas, plantas que no tienen raíces y que crecen en las rocas.

El heno es una planta epifita, es decir que crece de manera natural (no se puede sembrar) en las ramas de los árboles, principalmente de los pinos y encinos en lugares fríos, para ser específicos, en la Sierra.

De acuerdo con el naturalista y conferencista Javier Mera Rangel, egresado del Instituto Tecnológico de Zacatepec (ITZ), los musgos tienen una función muy importante en el ecosistema, como mantener la humedad y la retención del agua.

Al igual que en las plantas hay distintas especies de musgos, algunos pueden crecer rápido, pero otros no.

La extracción masiva de los musgos en estas fechas que se celebra la navidad es preocupante, indicó el naturalista.

Además al final de la temporada decembrina, las plantas terminan en la basura.

“Los musgos son como bosques a escala pequeña, son un elemento muy importante en la naturaleza, cumplen un papel fundamental en los ecosistemas, son vitales para muchos organismos. Sus características forman un hábitat para muchas especies de organismos pequeños, desde bacterias hasta invertebrados», mencionó.

Los musgos, indicó, pueden funcionar como semillero natural para plantas de tipo suculento, por lo que si las semillas caen en ellos existe una amplia posibilidad de que dichas plantas puedan crecer con mayor facilidad.

El heno sirve para darle hogar a muchos animales, principalmente a las aves, porque ahí hacen sus nidos o lo ocupan como protección; también ayuda a captar la humedad de la lluvia y del aire.

Mera Rangel explicó que la extracción de esta planta tiene un impacto menor al ecosistema comparándolo con el musgo.

Aclaró que el heno no es un parásito y tampoco se alimenta de los árboles donde crece, pero se expande demasiado y no permite que la luz del sol llegue a las hojas de los árboles, lo que evita el proceso de fotosíntesis y, por consecuencia, se enferman o mueren.

El heno es una de las plantas más utilizadas para hacer la representación del nacimiento de Jesús, y dar paso a la celebración de la navidad, según la religión católica, “pero afortunadamente su propagación es más acelerada que la de los musgos”, agregó Mera Rangel.

En redes sociales, expertos hacen la invitación a la población a hacer conciencia y a no ignorar el daño que causa a la flora y fauna la extracción de esta planta y, en consecuencia, a no comprarlo más.

 

El impacto mayor es en los microsistemas

Sergio Barrientos Matías, coordinador del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), explicó que la recolección de heno y del musgo hasta ahora no es tan considerable al ecosistema porque su recolección y «saqueo» es sólo en diciembre.

El heno, específicamente, crece en lugares de difícil acceso para las personas, lo que beneficia a que no haya una extracción masiva, pero a la larga, precisó, la práctica puede degradar la zona y disminuir su humedad.

«Cuando arrancan el heno queda un cachito de la planta en las ramas y cuando llueve se vuelve a regenerar, es por eso que no afecta su crecimiento».

Pero, aclaró, no hay un control por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), a diferencia de otras especies, como la orquídea que, de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana, está en peligro de extinción, porque el heno y el musgo no están en ese riesgo

El impacto mayor, aclaró, es en el microecosistema que se desarrolla en el heno y el musgo, como los pequeños insectos, quienes se quedan sin hábitat.

Para Barrientos Matías son un problema mayor los incendios forestales en los meses de sequía, porque impactan de manera negativa el crecimiento y reproducción, no sólo del heno y musgo, sino de todas las especies que vivan en el campo, y la fauna.

De cualquier manera planteó que las autoridades controlen el acceso de las personas a estas plantas, porque aun cuando el impacto sea mínimo en el ecosistema llegaría un momento en que sea irremediable, como ha ocurrido con otras plantas, que están en peligro de extinción.

 

 

Venta del heno en la capital

En la calle Abasolo, a un costado del mercado Baltasar R Leyva Mancilla de Chilpancingo, está el puesto de Gelacia, una persona mayor que vende diferentes productos, entre ellos frutas y verduras.

Originaria de Chautla, municipio de Chilapa, Gelacia viaja diario para vender y llevar el sustento a su casa. Por la temporada, su puesto está lleno de heno para los nacimientos; lo venden por montoncitos.

Comentó que compra el heno en esta misma ciudad; son otras personas las que se dedican a traerlo desde diferentes partes de la Sierra del estado, principalmente de Tlacotepec.

Los proveedores de Gelacia ya la conocen bien; lleva unos 20 años vendiéndolo en el mismo puesto y en el mismo lugar.

El precio lo ha elevado porque, según su testimonio, cada vez es más complicado conseguirlo y hay menos personas que se dedican a la comercialización.

En esta temporada un montón del tamaño de una pelota de fútbol costaba hasta 70 pesos. Para un nacimiento pequeño suelen usarse unos cinco montones, un equivalente a 350 pesos.

La vecina de Gelacia, al otro extremo de la calle Abasolo, quien prefirió no dar su nombre, agregó que la venta de heno es un buen negocio siempre y cuando las personas que lo compran no regateen.

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