Pese a la prevalencia de 50% del hígado graso y sus riesgos, México carece de política para detectarlo y prevenirlo

El peligro de esta condición radica en que puede evolucionar hacia la cirrosis y después hacia el cáncer de hígado, advierten especialistas.


Texto: Andrea Vega / Animal Político 

Fotografía: José Luis de la Cruz (Archivo)

15 de noviembre del 2022

 

La obesidad, el sobrepeso, la diabetes, el colesterol y los triglicéridos altos que aquejan a buena parte de la población mexicana han hecho que la prevalencia del hígado graso (el número de personas que tienen el padecimiento) sea de más de 50%. Y pese a que este es un factor de riesgo para desarrollar cáncer de hígado, el sistema de salud público no tiene una política para hacer estudios para detectarlo a tiempo y revertir esta condición.

El hígado graso se produce por la acumulación de grasa en este órgano. Puede evolucionar hacia la cirrosis (cicatrización o fibrosis del hígado que no solo se produce por consumo excesivo de alcohol) y después al cáncer, o bien, una persona puede pasar directo de tener hígado graso a desarrollar cáncer.

La prevalencia de 50% del hígado graso la estableció el Consenso Mexicano de la Enfermedad por Hígado Graso No Alcohólico, un grupo que se formó a iniciativa de la Asociación Mexicana de Gastroenterología y de la Asociación Mexicana de Hepatología para hacer una revisión actualizada y a fondo de temas como epidemiología, fisiopatología, formas clínicas, diagnóstico y tratamiento de esta condición en el país.

No hay cifras oficiales de este trastorno. La expansión del hígado graso no se mide en la Encuesta de Salud y Nutrición (Ensanut) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), ni tampoco en las encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), como sí se hace con la obesidad y el sobrepeso, la diabetes o la hipertensión.

“No hay un reporte oficial sobre la prevalencia y la incidencia (nuevos casos) de hígado graso, para poder ver cada corto periodo de tiempo cómo vamos. Pero lo que sí sabemos, además del dato del 50% del consenso, es que de las personas que tienen obesidad hasta 90% de ellas pueden tener hígado graso; de quienes tienen diabetes, hasta 70% pueden tenerlo”, dice Nayeli Cointa Flores, especialista adscrita al departamento de gastroenterología y miembro de la clínica del hígado del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).

Es por eso que —de acuerdo con especialistas— desde el primer nivel de atención de las instituciones de salud se deberían hacer estudios a las personas con obesidad, sobrepeso, diabetes, colesterol o triglicéridos elevados o a quienes tienen hipertensión, que son quienes están en mayor riesgo de padecer esta condición.

Cointa Flores explica también que en la población mexicana existe un rasgo llamado polimorfismo o una variedad genética llamada PNPLA3, que favorece la presencia del hígado graso incluso en personas delgadas. “Claro, no todas las personas tienen que ir a hacerse estudios, pero sí quienes tienen los factores de riesgo mencionados o consumo excesivo de alcohol”, dice.

Los estudios que se hacen incluyen un ultrasonido y pruebas de función del hígado, que se realizan a partir de muestras de sangre. “No son complicados los estudios, y la mayoría de las veces no se hacen en primer nivel para prevenir. Llega al consultorio alguien con obesidad o diabetes y no le hacen los estudios para descartar que tenga hígado graso”, alerta Cointa Flores.

Detección que da vida

Como no se detecta el hígado graso y el cáncer de hígado no da síntomas en sus fases iniciales, el 85% de los pacientes llega a tratamiento ya en las fases avanzadas de la enfermedad, cuando solo queda ofrecerles tratamientos paliativos, explica Luis Enrique Gómez Quiroz, investigador y miembro de la Alianza a Favor de los Pacientes con Hígado Graso.

En cambio, cuando alguien tiene hígado graso y este se detecta a tiempo, dicha condición se revierte con dieta y ejercicio. “El hígado es tan noble —afirma Gómez Quiroz— que con un programa de alimentación y con ejercicio se recupera. Si una persona pierde el 5% de su peso corporal, el hígado graso empieza a sanar”.

Ambos especialistas señalan que es importante que, en el primer nivel de atención, los médicos busquen de forma intencionada a las personas que tienen hígado graso y les den las recomendaciones adecuadas para revertir esta condición.

También aseguran que es importante que la población conozca sobre este problema para que pueda exigir los estudios pertinentes. De hecho, María Eugenia Hernández Pérez, secretaria de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados, presentó una iniciativa para que el 30 de octubre se designe como el Día Nacional de la Concientización del Cáncer de Hígado.

“A pesar de que el cáncer de hígado es uno de los cánceres que más afecta a la población mexicana, al día de hoy todavía no contamos con una fecha conmemorativa nacional para sumar esfuerzos en dar visibilidad y mayor información sobre las características, impacto y prevención de este padecimiento, como la detección de quienes tienen hígado graso”, señala la diputada.

En la imagen, el Hospital General Dr. Raymundo Abarca Alarcón. Foto: José Luis de la Cruz (Archivo)

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