USA: detenciones de estadounidenses se disparan en México 457 % por delitos vinculados al crimen organizado

Las detenciones de estadounidenses subieron en el primer año del sexenio de AMLO, pero a partir de 2020, con la pandemia, los cárteles usaron a más ciudadanos de EU para cruzar “legalmente”, pero con drogas, armas, balas y personas.


Texto: Alfredo Maza/Manu Ureste / Animal Político 

Foto: Andrea Paredes/Nadia Núñez/Manu Ureste

Chilpancingo

Lunes 10 de febrero del 2025


Los estadounidenses son los nuevos reclutas extranjeros del narcotráfico en México. Cifras oficiales recabadas por Animal Político revelan que las detenciones de ciudadanos de Estados Unidos por delitos vinculados al crimen organizado, especialmente el tráfico de drogas sintéticas hacia la Unión Americana, así como el envío de vuelta a México de dinero en efectivo y armas, se han disparado exponencialmente en los últimos 6 años.

Entre el sexenio de López Obrador y el inicio del gobierno de Sheinbaum, las autoridades mexicanas, especialmente el Ejército, han detenido a más de 2 mil 600 estadounidenses por esos delitos. Este dato refleja un aumento del 457 % en comparación con el periodo de Peña Nieto, y hasta de mil 195 % si se compara con el de Calderón. Es decir, los estadounidenses detenidos se han multiplicado por 6, y si la comparativa es con el periodo calderonista la multiplicación es por 10.

Con Claudia Sheinbaum la tendencia continúa al alza: en los primeros dos meses de su gobierno se han detenido, vía la Sedena, a 185 estadounidenses; un promedio de 3 cada 24 horas, cuando con López Obrador el promedio fue de 1.1 por día durante todo su sexenio.

Estos nuevos reclutas del narco en México cargan, trasladan y descargan ‘material’ entre un país y otro de manera ilegal. Pueden ser armas, dinero, drogas o personas. Muchos lo saben, muchos otros no. Otros, incluso, son forzados a hacerlo. Debido a su nacionalidad pueden cruzar fácilmente la frontera, los cárteles pusieron la mira en ellos como sus nuevos ‘reclutas’ para que formen parte del ‘engranaje’ de la maquinaria delictiva.

Foto: Manu Ureste | Animal Político

Pero, por otro lado, las y los estadounidenses no solo se han convertido en los principales extranjeros presuntamente perpetradores de delitos relacionados al crimen organizado, sino también como víctimas directas o indirectas de la pesadilla que representa enfrentarse al sistema de justicia nacional.

Además, son las principales víctimas extranjeras de asesinato y desapariciones en México. Según datos recabados para esta investigación, las denuncias por desaparición de estadounidenses aumentó 120 % en tres años, entre 2019 y 2023. Solo en en el sexenio de López Obrador hubieron casi 800 ciudadanos de Estados Unidos desaparecidos. Mientras que en dos años, entre 2022 y 2023, hasta 307 estadounidenses fueron asesinados en el país, siendo, por mucho, las principales víctimas extranjeras.

Animal Político en esta investigación –cuya información se obtuvo mediante solicitudes de información, consulta de fuentes abiertas, entrevistas con autoridades, y reporteo en la frontera norte– revela no sólo nuevas formas de operar del narcotráfico, sino también que la principal institución que combate estos ilícitos en México no es una autoridad civil, sino el Ejército, que sólo en el pasado sexenio detuvo a casi el 90 % de todos los estadounidenses presuntamente involucrados en delitos de crimen organizado.


Imagen: Nadia Núñez @naddnuk

“Son estadounidenses que necesitan dinero rápido y fácil”: fiscal

A Mike –a petición de su abogado, Keith Rutman, no se menciona su verdadero nombre–, lo contactaron unos desconocidos por Facebook para ofrecerle un trabajo fácil y rápido: le darían en efectivo mil dólares, unos 20 mil pesos mexicanos, por recibir un paquete en la frontera con 3 libras de cocaína –algo menos de dos kilos– y cruzar a Estados Unidos con esa droga oculta en el compartimento que hay entre el tanque de gas y el radiador de la motocicleta.

Mike vive en Tijuana porque la vida es más barata, pero es estadounidense, así que a diario cruza la frontera hacia el condado de San Diego para regresar en la noche a Tijuana. Tiene, por lo tanto, un historial de cruce diario amplio y ‘limpio’, lo cual, aunado a su nacionalidad, lo hace por un lado menos ‘candidato’ a revisiones en la aduana, y por el otro, lo vuelve un objetivo muy atractivo para el crimen organizado, que busca aprovechar ese tipo de perfil.

No obstante, la suerte no estuvo ese día del lado de Mike. A pesar de que, según datos de la Patrulla Fronteriza, las autoridades aduanales en el cruce entre Tijuana y San Ysidro, en el condado de San Diego, solo alcanzan a revisar a un 8 % de los miles de vehículos y de personas que cruzan a diario por ese lugar, el estadounidense fue detenido y enviado a prisión, donde enfrenta una pena relativamente baja que puede ir de meses a unos pocos años de prisión, debido a que la cantidad de cocaína que transportaba en la moto era baja.

El caso de Mike es solo una pequeña muestra, un botón, de un fenómeno mucho más amplio, que tanto las cifras documentadas para esta investigación, como los testimonios recabados, corroboran que va en aumento.

Cuando se le plantea a Tara McGrath, la fiscal del Distrito Sur de California, la pregunta de por qué los cárteles mexicanos están reclutando a ciudadanos estadounidenses, la respuesta es inmediata: “porque pueden cruzar la frontera mucho más fácil que las personas extranjeras”.

“Son estadounidenses que, además, necesitan dinero rápido en efectivo y su criterio no es bueno. Por eso, los cárteles utilizan y explotan a estas personas”, detalla McGrath desde su oficina en San Diego, California, para agregar que los grupos delictivos los están reclutando, principalmente, para introducir al país metanfetaminas, a pesar de que en la agenda política a uno y otro lado de la frontera es el fentanilo lo que está generando una mayor atención y preocupación.

“El fentanilo es único por su impacto letal en la comunidad. Pero la cantidad de metanfetaminas que detenemos al cruzar la frontera excede por mucho la de fentanilo”, recalca la fiscal, cuyo dicho queda corroborado con otros datos de la Patrulla Fronteriza: en 2024, las incautaciones de metanfetamina superaron por 6 las de fentanilo, al alcanzar en la frontera sur de Estados Unidos un total de 71 mil 468 kilos decomisados, contra 9 mil 637 kilos de fentanilo.

No obstante, en el caso del fentanilo, David J. Bier, director del Instituto Cato, un think tank estadounidense, destacó en un ensayo que también la gran mayoría de traficantes detenidos y condenados por introducirlo al país son estadounidenses: un 89 %; hasta 12 veces más que las condenas de extranjeros indocumentados por el mismo delito.


Imagen: Nadia Núñez @naddnuk

“Muchos políticos que quieren poner fin a la ley de asilo estadounidense afirman que son los migrantes indocumentados quienes cruzan esta droga ilegalmente por la frontera. Sin embargo, el fentanilo es contrabandeado abrumadoramente por ciudadanos estadounidenses”, subraya Bier, que en la misma dirección que la fiscal McGrath, señala que “como máximo solo el 0.009 % de las personas arrestadas por la Patrulla Fronteriza por cruzar ilegalmente poseían fentanilo”.

En San Diego, ciudad a la que se llega por una autopista donde abundan los letreros que recuerdan a los estadounidenses que se dirigen hacia Tijuana que el consumo de marihuana y la posesión de armas de fuego es “illegal” en México, tiene también su bufete el penalista Keith Rutman, el abogado de Mike.

En entrevista en su oficina, donde hay un escritorio grande, estanterías, y suelo de alfombra que está repleto de carpetas y hojas esparcidas por todas partes, Rutman desmonta otro mito alimentado por la narrativa anti-inmigrante y recalca que quienes están cruzando droga mayoritariamente de México a Estados Unidos son estadounidenses, no mexicanos, ni extranjeros indocumentados.

“Este mito de migrantes que cruzan el desierto con droga es solo eso, un mito político alimentado por la narrativa que los poderes quieren que la ciudadanía se crea”. Rutman argumenta que ya bastante difícil es cruzar el desierto de Sonora cargado con galones de agua, comida, y bolsas con pertenencias, como para, además, transportar kilos de droga. “Siempre se van a deshacer de la droga antes que del agua o la comida. Por eso, nunca se ha reportado el hallazgo de grandes cantidades de narcóticos abandonados en el desierto”.

“Además –añade–, no es algo interesante económicamente para los cárteles, que ven mucho más viable pasar grandes cantidades de droga en vehículos, o tráileres, que dárselo a un migrante para que cruce por el desierto, cuando los estadounidenses pueden hacerlo legalmente y sin levantar sospechas”.


Foto: Manu Ureste | Animal Político

En cuanto a los modus operandi de los cárteles para reclutar o cooptar a estadounidenses, los hay muy variados. Por ejemplo, hay quienes no saben que están transportando drogas; las ‘mulas ciegas’. Aunque Rutman coincide con la fiscal McGrath al señalar que, en muchas ocasiones, se trata de gente que necesita o quiere dinero rápido y le entra al negocio, pues las ‘tarifas’ por cruce puede ir desde los mil dólares, a los 3 mil, o incluso los 5 o 10 mil, dependiendo del tipo de droga y la cantidad.

“La mayoría tienden a ser jóvenes, yo diría que algunos de ellos perdieron su trabajo, o tenían cuentas médicas por pagar, aunque no hay un perfil único de persona”, explica Rutman.

Mike Vigil, exjefe de operaciones de la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas de Estados Unidos, subraya en entrevista desde Albuquerque, Nuevo México, que “la mayoría no son reclutados a la fuerza por los cárteles, sino voluntariamente”. “También hay involucrados pandilleros o gente que ya estaba metida en el tráfico de drogas”, apunta.

En el lado de México, Animal Político buscó a la Fiscalía General de la República (FGR) para preguntarle por este nuevo fenómeno, pero no respondió a la solicitud enviada por correo electrónico.


Imagen: Nadia Núñez @naddnuk

Quien sí concedió una entrevista, aunque off the récord, es un funcionario de investigación en Baja California que expone que han detectado muchos casos de “morros”, principalmente, que en las ‘smoke shops’ del lado del condado de San Diego los cooptan ofreciéndoles ir a fiestas en Tijuana y Mexicali.

“Les dicen, ¡anda, vete para tal sitio que hay una fiesta con chupe, drogas y mujeres! Les ofrecen ir en bola y hasta viajes organizados, y cuando llegan a Mexicali, por ejemplo, los captan porque son gente con nacionalidad estadounidense que cruza todos los días. Les ofrecen dinero rápido y según que de bajo riesgo porque tienen documentos para cruzar rápido”.

El agente de investigación explica que los cárteles mandan a diario por la frontera a cientos de personas con estas características, aprovechando que los pasos fronterizos entre Tijuana y San Diego son de los más transitados del mundo y las aduanas no se dan abasto a registrarlos a todos.

“Lo que hemos platicado con los narcotraficantes es: ‘¿oye, pero tienen arreglos (con autoridades) para cruzar a tantas personas con droga?’. Y te dicen que no. Lo que hacen es mandar, por ejemplo, 20 vehículos por un lado y quizá les ‘ganan’ uno, pero los otros 19 ya entraron con la droga. Ellos juegan a eso”.

“Entonces –agrega el agente para finalizar-, si cruzan a una persona a diario con 500 gramos de cocaína, en algo más de una semana ya tienes 5 kilos, y 5 kilos en Estados Unidos pues ya estás hablando de más de 100 mil dólares de ganancia con una sola persona. Ahora imagínate con cientos al día, o miles. Es un gran negocio”.


Foto: Manu Ureste | Animal Político

Se militariza detención de estadounidenses: tres ciudadanos detenidos cada día por la Sedena

Como se expuso, el caso de Mike no es un hecho aislado. Ni tampoco el de estadounidenses que fueron detenidos cargados con drogas, o incluso personas, antes de cruzar a suelo estadounidense, en México, y encarcelados y procesados en nuestro país.

Cifras recabadas para esta investigación revelan que en los últimos seis años, autoridades federales han detenido en México a 3 mil 957 extranjeros por presuntamente haber cometido delitos relacionados al crimen organizado, de los cuales 2 mil 685 eran de nacionalidad estadounidense (67.86 %).

Es decir, 7 de cada 10 extranjeros detenidos en México relacionados a actividades del narcotráfico hoy por hoy provienen de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, ha hecho política desde 2016 -y ahora que ha regresado al poder- asegurando que los migrantes latinoamericanos que cruzan la frontera son “bad hombres” que llevan drogas y cometen delitos.

Las primeras cifras oficiales que dan cuenta de la detención de personas extranjeras en México relacionados a actividades del crimen organizado datan del año 2006, cuando el expresidente Felipe Calderón comenzó la llamada “guerra contra las drogas”, en el que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) reportó la detención de 83 personas extranjeras.

Desde ese año este fenómeno ha ido en incremento, pero se potenció a partir del 2011, cuando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) publicó un informe a raíz de las matanzas de San Fernando, Tamaulipas, de migrantes que fueron asesinados tras negarse a ser reclutados como sicarios.

Pero ahora, lo inédito es la detención y procesamiento a gran escala de extranjeros de nacionalidad estadounidense, quienes se han convertido en los nuevos y principales reclutas y mulas del narco en México.


Imagen: Nadia Núñez @naddnuk

En el sexenio de Felipe Calderón (2007-2012), autoridades como la Sedena y la Semar reportaron la detención de 193 estadounidenses; en la administración de Enrique Peña Nieto (2013-2018) reportaron la detención de 449, mientras que solo en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (2019-2024) se reportó la detención de 2 mil 500 ciudadanos de EU.

En otras palabras, la detención de estadounidenses en el sexenio de AMLO aumentó 1,195 % en comparación con el de Calderón y un 457 % en comparación con Peña Nieto.

Las cifras indican que a partir del 2019, primer año de la administración de López Obrador y de la creación de la Guardia Nacional (86 % de todos los extranjeros detenidos por la GN son estadounidenses, prácticamente 9 de cada 10), comenzó el incremento de extranjeros detenidos en el país, pero a partir de 2020, con la pandemia, los cárteles comenzaron a utilizar a ciudadanos estadounidenses para cruzar la frontera “legalmente”, pero cargados con drogas, armas, municiones y hasta personas.

Pero, por mucho, quien más detenciones ha realizado es la Sedena, institución del Estado mexicano que del 2019 a 2024 ha reportado la detención de 2 mil 284 estadounidenses. Esto sin contar a los 151 estadounidenses que fueron detenidos por la GN en los años 2022 y 2023.

No obstante, la detención de ciudadanos de la Unión Americana no solo se ha limitado al sexenio obradorista, sino que además ha trascendido al actual sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum, en el que durante los primeros dos meses de su administración, del 1 de octubre al 1 de diciembre de 2024, ha detenido vía la Sedena a 185 estadounidenses.

Un promedio de 3 cada 24 horas, cuando el promedio con López Obrador fue de 1.1 ciudadanos americanos por día durante todo su sexenio.

Las detenciones de estadounidenses, tanto las de AMLO como las de Sheinbaum, se concentran en estados del norte como Baja California (718), Sonora (547), Tamaulipas (487), Baja California Sur (218), Chihuahua (192) y Coahuila (85); mientras que en el sur solo destaca Quintana Roo (376), estado que en los últimos años ha incrementado sus niveles de violencia.

Finalmente, aunque la Sedena no desagregó sus detenciones por tipo de delito, de los datos proporcionados por la Secretaría de la Marina (Semar) y de la GN se puede establecer que los principales delitos por los que son detenidos los estadounidenses en el país son por delitos contra la salud y portación y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) reportó la detención de 393 extranjeros detenidos “en flagrancia” y la Fiscalía General de la República (FGR) reportó la detención de solo 13 extranjeros en los últimos 3 sexenios. Sin embargo, la primera no desagregó los datos ni por tipo de delito ni por nacionalidad, mientras que la FGR señaló no tener registro de estadounidenses detenidos, pese a que es esta la autoridad encargada de investigar la comisión de este tipo de delitos.


Foto: Manu Ureste | Animal Político

Posdata: el caso de ‘Melanie’

“¡Hija!… ¿pero qué andas haciendo? ¡¿A qué estás jugando?!”, gritó desconcertado el agente mexicano de aduanas.

Era la mañana del 28 de octubre de 2020, en el Puente Internacional entre Reynosa, Tamaulipas, y el condado texano de Hidalgo.

Melanie, ciudadana estadounidense que pide se le modifique su nombre real por seguridad, cruzó la frontera a bordo de su vehículo, cuando, al llegar a la aduana del lado de México, el oficial del Servicio de Administración Tributaria (SAT) al que ya conocía de vista y saludaba amistosamente cada vez que cruzaba a diario para viajar a Reynosa, le hizo el alto para una inspección de rutina.

“¡A qué juegas!”, la volvió a increpar el agente con los ojos muy abiertos y la cara desencajada, de acuerdo con el testimonio de Melanie en entrevista.

Asustada al ver que el agente comenzó a grabar con el celular el interior de su camioneta, la estadounidense balbuceaba que no entendía nada.

No era la primera vez que la revisaban en la aduana, ni tampoco que llevaba cajas con mercancías de uno a otro lado de la frontera. De hecho, semanas antes, su pareja, un hombre mexicano de 28 años, le había pedido varias veces “el favor” de que le trajera comida y ropa de México a Estados Unidos metidas en cajas. Incluso, recientemente le había pedido que le llevara desde este país un rifle de caza, con toda su documentación, para venderlo en Reynosa. Y una noche antes de ser detenida en la aduana, también le había pedido que pasara por la casa de su hermano, quien le entregó otro par de cajas “del tamaño de un balón” para que las llevara de nuevo de Estados Unidos hacia Reynosa, México.

–Yo tenía una Caravan blanca, de esas que tienen un compartimento para poner cosas debajo de los asientos –explica la mujer con un español con acento estadounidense–. Y pues, mientras cambiaba el pañal a mi niña, el hermano de mi pareja me dijo que iba a poner ahí las cajas, para que no las vayan a pisar los niños. Yo le dije que sí, pero no vi qué tenían las cajas. En ese momento, no tenía ninguna desconfianza, pues tanto mi pareja, como su hermano, eran personas que iban conmigo a la escuela desde que éramos chiquitos.

De vuelta a la escena de la aduana el 28 de octubre de 2020, el agente le ordenó a Melanie que se hiciera a un lado, en lo que llegaban más agentes a inspeccionar las dos cajas. Minutos después, a la estadounidense le enseñaron el contenido, y se quedó sin palabras.

–En una había muchas balas. Y en la otra, dos ‘cuernos de chivo’ desarmados. Unos AK-47.

Melanie fue detenida por elementos de la Fiscalía General de la República (FGR), pero antes de ser trasladada a unas oficinas, debido a que el uso y la posesión de armas y cartuchos de uso exclusivo del Ejército es un delito federal en México, le pidió al agente aduanal hacer una llamada a su novio para pedirle explicaciones.

–¿Qué me hiciste? –cuenta Melanie que le gritó.

–¿Qué? –respondió su pareja.

–Me tienen detenida los del SAT, ¡qué me hiciste…!

Pero del otro lado del celular ya no se escuchaba a nadie. Su pareja, a la que conocía desde hacía décadas, le había colgado y bloqueado.

Al día siguiente, la estadounidense cuenta que recibió la visita de un personaje extraño. Era un hombre alto, corpulento, de mediana edad, que vestía un traje impoluto. Se presentó como abogado, aunque ni ella, que se dedicaba a los cuidados del hogar, ni su familia, tenían dinero para pagar uno privado.

–Yo lo veía muy nervioso, como impaciente. Solo me preguntó: ‘¿para quién trabajas?’ Y me empezó a decir varios nombres y apodos (…). Cuando le dije que no sabía nada, solo me respondió: ‘ok, voy a hacer unos trámites y regreso’. Pero nunca volvió.

Pasado el tiempo, Melanie dice que “atando cabos” llegó a la conclusión de que, “muy probablemente”, su ya expareja pertenecía a algún cártel del crimen organizado: “nunca me dijo a qué se dedicaba. Solo sé que trabajaba de noche y cuando llegaba el que decía que era su jefe a su departamento me pedía que saliera y regresara en una hora”. También cree que el abogado, que buscaba sacarle qué tanto sabía de las actividades de su expareja, podría “formar parte de ellos”.

Sin saberlo, Melanie, que durante varias veces cruzó cajas que a ciencia cierta nunca supo qué contenían hasta que la detuvieron, era una ‘recluta’ de un ‘ejército’ sin nombre ni rostro, ni organización ni rangos. De un ‘ejército’ invisible de estadounidenses que, muchos de manera voluntaria y a cambio de jugosas cantidades de dinero, otros involuntariamente, a veces incluso sin saberlo, como ella, ‘trabajan’ para el narco mexicano, que los utiliza como ‘mulas’ para introducir sigilosamente a diario por la frontera toneladas de droga, y para traer de regreso a México maletas repletas de dinero en efectivo para las arcas de los cárteles, y también armas para su arsenal.

Sin saberlo, Melanie era una ‘mula’.

Una recluta estadounidense más del narco.


Este trabajo fue elaborado por Animal Político y es publicado con su autorización.



 

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