“La Maroma”: El cine como herramienta de acompañamiento social

Por Naomi Greene Ortiz, Escritora invitada en Maroma: Observatorio de Niñeces, Adolescencias y Juventudes


Texto: Maroma

Foto: ZonaDocs

Sábado 6 de junio del 2024

 

¿Cómo enseñar cine a niños y adolescentes? ¿Qué impactos puede tener sobre ellos?

En julio del 2021, guiada por éstas y otras preguntas, arrancó el piloto del Taller de Cine Participativo en MAMA A.C.(Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados). Así, niñas, niños y adolescentes de diversos contextos y una particularidad compartida, el trabajo en las calles, comenzaron explorar el lenguaje audiovisual para crear desde su visión infantil.

La misión: compartir las herramientas audiovisuales para que niños y adolescentes se las (re)apropien a través de un enfoque participativo y lúdico. Una misión compleja ante un escenario de incertidumbre y desafíos contextuales, emprendida de forma independiente durante la pandemia y motivada por mejorar las condiciones de vida de unos cuantos chiquillos.

Después de 3 días de taller con participantes entre 5 y 11 años, la prueba piloto arrojó suficientes evidencias de que las cámaras sí generaban interés y, unas semanas más tarde comencé el trabajo de campo en el centro de día de la asociación, primero como espectadora de las rutinas diarias y luego con la cámara en mano para documentar.

Primeros días de contacto con los niños de MAMA A.C.

Poco a poco, la curiosidad de los niños los fue acercando a mí, a preguntarme cómo se toman fotos, por qué se veía borroso, o simplemente por qué estaba ahí. No tardó mucho para que el primer inscrito llegara: Jorge, un entusiasta de 10 años que disfrutaba mucho usar la cámara y, a quien conocí durante el taller piloto. Al cabo de unas semanas, se sumaron unos cuántos más y, para cuando me di cuenta, ya tenía un grupo de niños y otro de adolescentes.

Las semanas transcurrieron y, con ellas, las complicaciones de una metodología participativa diseñada bajo estándares adultocentristas, la deserción infantil, la pérdida de interés y unos que otros malentendidos con la asociación; “problemas” que a simple vista desmotivan, pero que invitaron a reconfigurar las aproximaciones con los chicos. En medio de ese pequeño caos, me detuve a observar mis fallas técnicas y la absurda romatización sobre cómo deben suceder las cosas, tomé distancia de mi perspectiva adulta y privilegiada para recordar qué me llevó al cine: contar historias.

¿Qué historias les he contado a estos niños? ¿Son las que a ellos les interesan, o a mí? La realización de aquello apuntó a dejar que jugaran con las cámaras y registraran sus imaginarios bajo sus propios términos, mientras observaba y aprendía de ellos, más allá de que realizaran proyectos de calidad técnica; una estrategia osada dentro de los estándares académicos, pero que aportó matices interesantes a la investigación en curso.

Confiando en que tenían suficientes conocimientos básicos sobre el manejo del equipo, las y los niños del taller fueron definiendo nuevos ejercicios según sus intereses, asumiendo responsabilidades cada vez más complejas según iban completando las obras que entre todos creaban. A la par, mi rol como guía consistió en observar, mediar y apoyar durante las sesiones, así como replantear la ruta de investigación y actividades para adaptarlas a un sector infantil y adolescente que pudiera desenvolverse con autonomía y sin los prejuicios adultos.

Con esta reestructuración metodológica, el taller se fue haciendo más dinámico conforme sus participantes aportaron con ejercicios e ideas. Sin embargo, el cambio más representativo fue la incorporación de una claqueta, que desde la visión infantil fue un descubrimiento capaz de transformar su entorno, de convertir el patio de juegos en un set de películas, o a quien la sostuviera en un verdadero director de cine. Así, como la claqueta que marca el inicio de una escena, la nuestra marcó el inicio del Taller de Cine Participativo “La Maroma”.

Actividades del Taller de Cine Participativo en MAMA A.C. (2021-2022).

Películas de luchadores y fantasmas, entrevistas en las calles del centro y documentales sobre MAMA A.C., fueron algunas de las obras realizadas por los participantes, que cada vez más desenvueltos en materia audiovisual, se desarrollaron como “pequeños grandes cineastas”. Entre sus logros, dos guiones escritos por Erika, una chica sensible y crítica de 14 años, titulados “El Desamor” y “Consecuencias de las drogas”; la actividad “Cámara en casa”, en la que por una semana alguien pudo llevarse una cámara para documentar libremente; y, una exposición fotográfica y concurso en la que 50 fotografías realizadas por niños y adolescentes del taller fueron exhibidas y premiadas.

 

Todo esto, más la complicidad gestada a lo largo de 15 meses de trabajo de campo, hicieron que la semilla floreciera en cada uno de los que formamos parte de esta aventura, que con todo y sus dificultades permitió la creación de un lugar de encuentro y experimentación desde lo audiovisual, en donde jugando a hacer cine, niñas y niños hicieron cine.

Esta primera parada del Taller de Cine Participativo “La Maroma”, enriquecedora en muchos sentidos, es el cimiento de un proyecto que sigue vigente y, taller con taller se adapta para mejorar las habilidades sociales y creativas de más niñas, niños y adolescentes. Los más de veinte niños del taller en MAMA A.C. son co-creadores de esta experiencia, por su talento y perseverancia para seguir explorando un lenguaje de expresión como el audiovisual, testimonio vivo que el arte es capaz de transformar, así sea por un día o un momento y, que los niños tienen mucho que decir y aportar, además de lograr conmover con una fotografía o video.

En materia de infancias, no hay enfoque metodológico ni corriente más acertada, pues cada cabeza es un mundo que requiere de un acercamiento integral y honesto; en mi trayectoria compartiendo las artes con niñas y niños, lo que más atesoran es el mero acto de dedicarles tiempo para convivir, escucharlos y hacerles ver que son capaces y valiosos. La investigación sobre infancias y adolescencias sigue abriéndose a los retos del campo, quienes llevamos estas líneas de estudio, no sólo hemos de salir del escritorio, también debemos separarnos, momentáneamente, de nuestros conceptos diseñados bajo una lógica adulta que poco tiene que ver con cómo se vive la infancia. Los niños son el ahora y el futuro, sólo poniéndonos a su altura, podremos comprender y ver un mundo diferente.

A las y los niños de MAMA A.C., gracias por confiar; el mundo es suyo.