Papá, ¿dónde estás?

Texto: Marcos Vizcarra/ Revista Espejo

Foto: HANNACRV

26 de junio de 2024


En Sinaloa han sido desaparecidas hasta 13 mil 653 personas, 8 de cada 10 de todas esas víctimas de desaparición forzada son hombres.


Óscar Osvaldo Niebla Aguilar tiene cuatro niños que lo esperan. El mayor ahora tiene 13 años, pero a sus 9 tuvo que pasar por el trauma de saber que su papá había sido desaparecido, que lo sacaron a la fuerza de su casa en la Privada Condesa, un lugar cercano al Centro de Culiacán. Ya pasaron cuatro de ese trágico suceso, pero ese niño sigue en ese mismo lugar, en el momento preciso que pasó todo eso.

El trauma le carcome lentamente, lo priva de convivir con más niños y niñas de su edad o menores que él. Carga con el peso de ser el hermano mayor de cuatro y de ser el acompañante de mamá para buscarlo como sea necesario, incluso muerto.

No juega, no platica, no trata con los demás, solo lo necesario. Come apenas, no se motiva. Es un niño que extraña a su papá.

El 30 de abril estuvo en una fiesta con más niños y niñas. Era una celebración de organizaciones civiles para celebrar la niñez a quienes tienen un familiar desaparecido. Fue un intento de cambiar el dolor por un momento de diversión. Pero para el hijo de Óscar Osvaldo no fue nada sencillo.

“Lo veías lejos, se iba, no jugaba, se quedaba solo y lloraba”, cuenta Eva Luz Llanes, madre de Martín Guadalupe Camacho Llanes, joven desaparecido desde el 6 de junio de 2013 en Culiacán. Ella estuvo presente el día de la fiesta y formó parte de los juegos para las niñas y niños.

Lo que pasa ese niño de 13 años es una depresión, como lo explica Patricia Beltrán, especialista en psicología ubicada en Culiacán.

“Los niños no saben manejar sus emociones, muchas veces no saben expresar lo que sienten. Otra de las cosas que funcionan en su interior es que su imaginación los lleva a crear escenarios que ellos se construyen y al no tener la información clara o al ver escenarios que ellos perciben a su forma, puede generar emociones, emociones que a lo mejor los lleva a la depresión y tenemos que estar atentos los adultos”, dijo la terapeuta.

Lo que vive ese niño es la ausencia de alguien importante, crucial en su vida. Tiene, además, una carga heredada sobre cuidados, ahora ve por sus hermanos de 9, 6 y 4 años.

Las organizaciones que vieron a ese niño con dolor pudieron llevarlo con una especialista, ahora ya trabaja en ese dolor que se ha quedado en algo llamado “duelo suspendido”, descrito por Guadalupe Medina Hernández, de la Coordinación de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

“Aunque la muerte del ser querido sea una posibilidad, persiste la esperanza de que siga vivo. Los familiares no se permiten considerar que su ser querido murió, porque sería como matarlo y la familia no puede hacer eso”, señaló la académica.

Las organizaciones que vieron a ese niño son Espacios para la Paz, Parques Alegres y SUMA, que de manera solidaria se unieron a madres buscadoras de Culiacán para trabajar en proteger a las infancias. Esas organizaciones ahora creen que debe ampliarse la conversación para que se les trate.

“Hay muchos niños dañados, preguntando cuándo va a volver su mamá o papá”, dijo la hermana de Miguel Ángel Rojo Medina, quien fue desaparecido el 4 de julio de 2009 de 2009 en Estación Obispo, al sur de Culiacán.

“En mi caso, mis hijos que conocieron a mi hermano, ellos ya no quieren ir a la casa, porque lo extrañan, sienten su ausencia, era el tío que más los procuraba y ahora ya no está su tío”.

Las madres buscadoras dicen que necesitan asistir a las escuelas, hablar con niñas y niños para iniciar a tratar el trauma que ha heredado toda una generación que ha visto desaparecer a por lo menos 13 mil familiares en los últimos 18 años.

Las organizaciones que ahora acompañan solidariamente creen lo mismo, pero antes ir por aquella niñez que forma parte de los colectivos con un sentido de voluntariedad, una que es un tanto forzada al ver a mamá buscar sin descansar.

Se preparan para un campamento de verano a mediados de julio con la franca intención de verlos reír, cantar, jugar y convivir, darle un descanso a por lo menos 60 niños y niñas de Culiacán.

Este texto es original de Revista Espejo y es reproducido por Amapola Periodismo como parte de una alianza de medios. Puedes leer la nota original aquí.

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