El cadáver de Cándido es reconocido siete años después de su desaparición

Aspectos del momento en que integrantes del colectivo Siempre vivos ingresa al Semefo para acompañar a los familiares de las víctimas que hoy fueron identificados.

Texto y foto: Margena de la O

Viernes 14 de junio del 2024

Chilpancingo

 

Cándido Santiago Portillo ya estaba en casa, listo para cenar. Eran alrededor de las ocho de la noche del 15 de octubre del 2017, en la cabecera de Chilapa. Había terminado su jornada del día como ayudante en la venta de tortillas, pero salió a la tienda de la esquina a conseguir una pastilla, y ya no volvió.

En ese entonces Cándido sólo se esfumó, tenía 36 años, desde entonces fue parte de la estadística de desaparecidos del colectivo Siempre vivos. Su familia volvió a saber de él hasta el 13 de mayo pasado, cuando por enésima vez fueron a una diligencia a la Fiscalía Especial en Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada (FEIDDF), con otros miembros del colectivo, a la Ciudad de México, y les dijeron que las pruebas genéticas que les aplicaron hace tiempo, coincidían con uno de los cadáveres hallados.

Pero fue hasta este viernes 14 de junio del 2024, casi siete años después de su desaparición, que sus familiares lo volvieron a ver, no como quisieran, porque les tocó reconocer su cadáver en el Servicio Médico Forense (Semefo) de Chilpancingo. Cándido ahora tendría 43 años.

Al igual que la familia de Cándido, en el Semefo estaba la de Miguel Ángel González Abarca, un jovencito que desapareció en la cabecera municipal de Chilapa el 13 de mayo del 2019. Su ficha de búsqueda indica que tenía 22 años. Pero su cadáver fue localizado en Chilpancingo.

La identificación de hoy, expone José Díaz Navarro, director del colectivo Siempre vivos, por la persistencia que han tenido las familias de buscar a los suyos, porque, dijo, en las instancias en la Ciudad de México les exponen que el día que ellos dejen de insistir, las autoridades dejarán de actuar.

Aspectos del momento en que integrantes del colectivo Siempre vivos ingresa al Semefo para acompañar a los familiares de las víctimas que hoy fueron identificados.

Díaz Navarro conoce de cerca la desaparición y el asesinato de familiares, por el caso de dos de sus hermanos, lo que le impulsó a organizarse junto a otros familiares de víctimas. De la desaparición y asesinato de sus hermanos y de gran parte de la violencia criminal que ocurre en la Montaña baja de Guerrero, siempre señaló como responsable, y continua haciéndolo, al grupo criminal de Los Ardillos. También le atribuyó los crímenes de las víctimas que hoy fueron reconocidas.

Alertó, además, que el poder de este grupos criminal aumentó, al tener el control político, en particular de Chilapa. “Chilapa es un caso muy especial, desafortunadamente las autoridades están de brazos caídos, ahí dejaron todo el control a la delincuencia. No vienen cosas buenas para Chilapa, porque el control no lo tienen las autoridades, no lo tiende Guardia Nacional, no lo tiene el Ejército (…)”, mencionó en entrevista.

Sólo salió por un paracetamol

Cándido sólo fue a conseguir un paracetamol para su hijo de siete años, porque de repente se le disparó la temperatura y debía sentirse mal. El más pequeño de sus tres hijos, no podía expresárselo, porque tiene una discapacidad; no escucha ni habla.

Una media hora después de que Cándido salió de casa, su esposa comenzó a llamarle por teléfono para saber por qué no llegaba. No debía tardar, la tienda estaba a unos cuantos metros. Pero ya no supo de él.

La Montaña baja tiene un antecedente de violencia criminal al menos desde hace una década. Los casos de desaparición y asesinatos comenzaron a brotar a partir del 9 mayo del 2015, documentado en la prensa local como el momento en que ingresan civiles armados a la cabecera municipal de Chilapa, quienes fueron identificados afines al grupo criminal de Los Ardillos. Ese momento representa el inicio de desplazamiento de Los Rojos, otro grupo criminal local, de la principal cabecera municipal de Montaña baja.

Cándido apareció después calcinado en la cajuela de un vehículo, hallado en Acazacatla, la salida de Atzacoaloya, ambos pueblos de Chilapa, de acuerdo con Díaz Navarro, donde, expuso, solían abandonar varios cadáveres. “Los Ardillos tenían una gran actividad en cuanto a los homicidios. Yo tuve información de que los dejaron ahí, no uno, sino muchos cuerpos en esa área. Para mí los responsables son Los Ardillos, Celso Ortega Jiménez, que ha sido el líder delincuencial”, denunció.

Pero la confirmación de que era Cándido ocurrió hasta hoy. Lo identificó su esposa, de quien se reserva el nombre por su seguridad, pero también porque tiene miedo. Esa sensación la acompaña desde que Cándido desapareció; tardó siete días para interponer una denuncia formal, lo hizo el 22 de octubre del 2017.

El miedo no es figurado. Díaz Navarro informó que de 2012 a 2019 llegaron a documentar 500 desapariciones y más 1,000 homicidios sólo en Chilapa. Dejó de hacerlo por todas las complicaciones físicas y emocionales que le acarreó.

Aspectos del momento en que integrantes del colectivo Siempre vivos ingresa al Semefo para acompañar a los familiares de las víctimas que hoy fueron identificados.

La esposa estuvo en el Semefo hasta que le entregaron el cadáver de Cándido para llevarlo a Zitlaltepec, un pueblo ñu savi de Metlatónoc, ubicado en la región Montaña, para cumplirle su promesa. Durante las diligencias compartió que cuando estaba vivo, Cándido le pidió que si algo llegara a pasarle en una carretera, por ejemplo, lo llevara a sepultar hasta su pueblo, por mucho tiempo que llevaran en Chilapa.

Su promesa es un hecho y se quedará allá hasta el novenario religioso.

Las carrozas con los cadáveres comenzaron a salir del Semefo a las 12:45 horas.