La maestra Marla fue en 2019 a hacer un trámite a Acapulco y ya no regresó; un año antes desaparecieron a su esposo y padre de sus tres hijos
Texto y foto: Andrea Mendoza
21 de marzo del 2024
Chilpancingo
Marla Jiménez Carachure había comprado un coche nuevo unos meses antes de su desaparición. Ese día, 21 de julio del 2019, viajaría a Acapulco con un compañero de trabajo para entregar documentación de la escuela de educación básica donde laboraban como maestros.
Su hijo Brayan Maximiliano Ángel Jiménez, en ese entonces tenía 22 años. Un día antes él le pidió a su madre ir con ella, pero no accedió porque él y sus dos hermanos adolescentes, uno de 17 años con autismo y la niña de 16, tenían escuela.
Su madre le pidió que los cuidara y salió a la mañana siguiente de su casa; dijo que llegaría más tarde.
Brayan le marcó varias veces a su celular para saber si ya estaba en Acapulco; el celular sonaba pero no contestaba. Al paso de unas horas, el celular enviaba directo al buzón. No había noticias de su madre ni de su compañero con el que viajaba.
A los dos días, Brayan levantó una denuncia en la Fiscalía General del Estado (FGE) y en los cuatro años siguientes nunca le proporcionaron un indicio, respuesta o hallazgo de datos.
Lo único que supo es que Marla Carachure no viajaba sólo con un compañero, iban dos personas más con ellos.
Para Brayan y sus hermanos era su segundo pérdida. Su padre desapareció un año antes; los tres hermanos se quedaron solos.
Un año después de la desaparición de su madre, Brayan conoció a integrantes del Colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera, de Chilpancingo. Gema Antúnez Flores, la representante del colectivo, y otras madres de desaparecidos auxiliaron a Bryan y a sus hermanos para comenzar la búsqueda de su madre por vías externas a las dependencias oficiales.
Brayan dejó la Universidad, estudiaba Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro); al desaparecer su madre dejó los papeles de hijo y estudiante para convertirse en proveedor del hogar y mantener a sus dos hermanos. Comenzó a trabajar en la construcción, actualmente es albañil y sus amigos de la carrera, quienes finalizaron sus estudios, le dan espacio en sus obras.
Sus hermanos también dejaron la escuela, al llegar a la mayoría de edad empezaron a trabajar. Tienen en la actualidad una beca federal. De la escuela donde laboraba su madre nunca les dieron ningún apoyo, porque Marla estaba desaparecida, no fallecida.
Brayan y sus hermanos tienen unos tíos que les ayudan y están atentos de ellos, pero desde hace cuatro años se cuidan solos.
Gema Antúnez dio a conocer hoy el hallazgo de cuatro cadáveres en una fosa, en Acapulco. Hasta el martes pasado las autoridades dieron aviso sobre la fosa y los cadáveres; uno de ellos es muy probable sea el de Marla.
Hace un año recibió la noticia de que hallaron la cartera de Marla Carachure cerca de una fosa reportada en Acapulco.
Las autoridades no le han confirmado a Brayan que el cadáver sea el de su madre, pero las pruebas de ADN, la vestimenta y algunas cicatrices lo confirman, según la representante del colectivo.
Bryan comenta que estaba esperanzado de hallar a su madre con vida, después se le corta la voz y comienza a llorar. Él ni la activista aún no saben cuándo le darán el cadáver de su madre.
El joven recuerda a su madre como una mujer alegre; sólo tiene buenos recuerdos de ella.
Gema Antúnez, por su parte, pide la aclaración del hallazgo de la fosa, porque el colectivo la reportó desde junio del 2023, pero apenas el martes pasado hallaron los cadáveres de manera oficial.
Porque este hallazgo es resultado de la Jornada Nacional de Búsquedas en Vida en la que participan varios colectivos de búsqueda de familiares de personas desaparecidas, entre ellos el María Herrera.
La jornada tuvo éxito para tres familias de diferentes partes del país; hallaron a seis personas, tres de ellas sin vida: Marla Jiménez Carachure, de Chilpancingo; Goyita Ortiz Garnica, de Guadalajara y el hijo de Sonia Povedeno, integrante del colectivo Una Luz en el Camino, de la Ciudad de México.
Las personas que hallaron con vida son tres que ubicaron en el Centro de Readaptación Social (Cereso), de Acapulco. Uno de ellos es un hombre de 34 años, hijo de Luisa Romo, integrante del Colectivo Voz, de Coahuila. Estuvo cuatro años desaparecido; perdió la memoria de muchas fases de su vida, como su infancia y del momento de la privación ilegal, comparte la representante del colectivo.
Al encontrarse con su madre, cuenta, se abrazaron, pero él sólo pudo cantar una canción de cuna; es lo único que recuerda de su infancia. La madre le dijo a Gema Antúnez que era la canción de cuna que ella le cantaba cuando estaba pequeño.
Otro localizado en el Cereso es Valentín Santibáñez Ramírez, originario de la Ciudad se México.
El tercer localizado con vida es José Manuel Ramos Catalán, también de Ciudad de México.
Al día de hoy Gema Antúnez tiene 96 casos activos de desaparición, de los cuales 22 se han unido en lo que va de este año.