La violencia de género en Latinoamérica es un motivo de desplazamiento forzado, sin embargo no termina cuando una mujer migra, sino que se enfrenta a diferentes formas de violencia a lo largo del camino
Texto y foto: Alicia Fernández / La Verdad
5 de febrero 2024
A sus 46 años Miroslava no conocía el mar, lo conoció en Coatzacoalcos, Veracruz, en su trayecto por México rumbo a Estados Unidos, luego de instalarse en una casa habilitada como albergue cerca de la playa. Ella huye de Honduras temerosa de que su expareja la encuentre y cumpla su promesa de hacerle daño.
No contemplaba dejar su país, dice, viaja con muy poco presupuesto para proteger a su hija de 10 años. Miroslava no es su nombre real, ella pidió no ser identificada por seguridad.
“A mi hija el propio papá me la quiso violar y por eso yo lo denuncié a él y él se dio cuenta… Entonces me mandó amenazar a mi casa, me fue a destruir mi casa y me mandó a decir que me iba a matar y por eso mejor me vine huyendo porque como él es marero”, dicen de su expareja que pertenece a una pandilla criminal.
Vivió ocho años con él hasta que ella se embarazó de su hija, luego de nueve meses de nacida la niña, empezaron a tener fuertes peleas y él se fue con otra mujer y ahí empezó a consumir drogas y tuvo un cambio radical de personalidad según menciona Miroslava.
Luego de nueve años, el papá de la niña regresó, Miroslava pensaba que quería acercarse a su hija para ganarse su cariño, pero pronto se dio cuenta de que sus intenciones eran abusar de la niña.
“Un día yo fui a hacer un mandado cerquita y en lo que regresé mire que la niña estaba en el cuarto luchando con él y él me la tenía desnuda… Yo me le lancé a él y fue cuando lo agarré y lo tiré y agarré mi hija y me encerré en un cuarto y ahí los vecinos escucharon la bulla, entonces llamaron a la policía, vino la policía, pero él ya no estaba… Y no lo han podido atrapar”, cuenta.
Desde ese momento tomó la decisión de salir de su país, lleva seis meses desde que huyó, vive de la caridad de las personas que ha encontrado en el camino y avanza caminando lo único que le importa es irse lejos.
De su camino por México menciona: “Uno viene con miedo, arriesgándose, si hay bastante violencia, hay de todo en el camino, yo dije voy a seguir adelante protegiendo a mi hija, yo doy mi vida por mi hija”.
Sin embargo, al salir de su país no dejan la violencia. Durante su travesía y estancia en México, las mujeres enfrentan violencia de género, extorsiones, secuestros, falta de acceso a derechos de salud sexual y reproductiva, como aborto y control prenatal, falta de acceso a la educación, falta de información e inseguridad en las rutas de tránsito, falta de espacios de acogida adecuados para mujeres adolescentes con familias, falta de programas de cuidados para primera infancia con el fin de que las mujeres puedan salir a trabajar, y falta de programas que promuevan el acceso al trabajo para madres solas.
En el camino Miroslava conoció a Yeimi quien también huye de los maltratos de su expareja con quien vivía en su país de origen, Honduras.
“Yo le dije que me ayudara, porque estaba embarazada y él me dijo que mejor lo abortara que no era de él, me lo negó”, recordó.
Yeimi debía aguantar que su pareja le llamara perra, que le gritara y que le ofendiera constantemente. Sus hermanas le buscaron un trabajo pero la violencia era constante por lo que decidió huir y ahora con ocho meses de embarazo transita por México rumbo a Estados Unidos, acompañada de su padre.
Estos no son casos aislados, de acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que el 60 por ciento de las mujeres solicitantes de asilo en México provenientes de Honduras, Guatemala y El Salvador huyó de sus países por violencia de género.
Aparte de las violencias de género, las mujeres huyen de otras violencias como las institucionales y gubernamentales: “Si hay muchas mujeres viajando solas… De Venezuela huyen de una violencia por parte de instancias gubernamentales, de persecuciones políticas en el caso de las mujeres de Honduras o en el caso de las mujeres de Haití de la violencia generalizada en sus países”, menciona Angeles Roque de Alternativas Pacíficas en Matamoros, Tamaulipas.
Agrega que huyen de las violencias y encuentran lo mismo en el camino en su tránsito por México: “Mujeres que son jefas de familia que tienen un negocio que tienen una vida hecha y entonces empiezan a recibir agresiones por parte de diferentes grupos de la delincuencia en sus propios países y que justo huyendo de eso vienen a encontrar en su tránsito, un poco más de lo mismo”.
En México las mujeres migrantes sufren persecución más allá de las fronteras, se enfrentan a discriminación y “abusos por parte de policías municipales, elementos de la Guardia Nacional, agentes del INM y la población en general”, se lee en el informe ‘La situación de las mujeres y las niñas en contextos de movilidad 2023 ante el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres.’
De acuerdo a información compilada por el Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI), en 2022 en México se otorgaron a mujeres migrantes 52 mil 586 Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias siendo una de las causas de expedición el haber sido víctima o testigo de un delito en el 21 por ciento de casos, los principales países de origen de las solicitantes fueron Honduras, Nicaragua, Cuba, Haití y Venezuela.
De enero a abril de 2023 se han expedido 20 mil 082 de estos documentos, prevalece como una de las causas el haber sido víctima o testigo de un delito con un 10 por ciento de frecuencia y los países de origen han sido Guatemala, El Salvador, Honduras, Haití y Venezuela.
En cuanto a solicitudes de asilo por razones de género varias organizaciones de la sociedad civil que trabajan con mujeres migrantes han registrado que muchas víctimas de violencia de género solicitantes de asilo no reciben el reconocimiento.
Estas organizaciones señalan que las limitaciones durante los procesos de asilo de las mujeres son: ‘Falta de capacitación de autoridades en primeros auxilios psicológicos, nulos espacios privados y confidenciales para revelar hechos victimizantes, poco acceso a entrevistas de elegibilidad realizadas por personas del mismo sexo, investigaciones poco profundas para la documentación de las violencias, entre otras que influyen negativamente en la resolución”.
Refieren también que los largos tiempos de espera mientras se lleva a cabo el procedimiento ante la COMAR impactan de ‘manera determinante’ en las solicitudes de mujeres víctimas. Pese a que el plazo máximo es de 30 días, se ha documentado que el procedimiento puede durar más de seis meses.
Mientras tanto la salud y la economía de las mujeres se deteriora al tener poco acceso a atención médica y psicológica además de ser víctimas de todas las violencias posibles.
En espera de estos procesos muchas mujeres se refugian en instancias provisionales y estaciones migratorias en donde no cuentan con condiciones adecuadas de sanidad, El Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura ha documentado carencias en productos básicos para la menstruación en estancias migratorias en el centro y sur del país lo que obliga a las mujeres a usar compresas de ropa.
En el norte de México, los campamentos improvisados carentes de seguridad pública y de servicios sanitarios son un foco de infecciones y enfermedades para las mujeres.
Fatima, nicaragüense de 39 años, desde Matamoros, Tamaulipas, instalada sobre una hamaca en un campamento improvisado a un lado del Río Bravo cerca del cruce fronterizo entre Brownsville y Matamoros en donde conviven miles de migrantes menciona que ha tenido múltiples enfermedades y que ha perdido la regla por tanto estrés.
Lleva ocho kilos menos luego de una infección en el estómago con la que tiene más de 10 días de la cuál se encuentra en recuperación y todos los días busca obtener una cita para solicitar asilo en Estados Unidos.
“No ha pasado todavía que nos salga la cita y con el estrés de la cita a uno se le corta el periodo, se pone a pensar en otras cosas, no tiene paz aquí uno, se siente como encarcelado prácticamente porque no tienes vida social, no tienes nada”.