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Temen que terreno para escuela sea para un cuartel

Saúl Cruz Nava imparte su clase a niñas y niños a pesar de las condiciones desfavorables. Foto: Andrea Mendoza
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Por eso, aún con las condiciones en las que trabajan y que ya iniciaron las obras de construcción, docentes, madres, padres y estudiantes no se mueven de La Bloquera, el espacio que consiguieron con marchas, bloqueos y tomas de edificio


Texto: Marlén Castro

Foto: Andrea Mendoza

Chilpancingo

02 de febrero del 2024

 

Génesis y Pedro no están hoy en clases en la Escuela Primaria Rafael Ramírez Castañeda, al norte de Chilpancingo. Ambos enfermaron.

Génesis ya no regresará. Su salud se deterioró por las condiciones en las que recibe clases. Su mamá buscó otra escuela para no arriesgarla. Su nariz sangra por el polvo. Tiene sinusitis.

Pedro lleva dos semanas en las que asiste un día y falta dos o tres, también por problemas en las vías respiratorias.

En la Escuela Primaria No hay aulas. No hay baños. No hay agua. Es una galera para carros arruinados y materiales en desuso.

Hay ruido y mucho polvo.

Las butacas rojas tienen polvo, las paredes improvisadas con lonas tienen polvo.

El profesor de cuarto grado, Saúl Cruz Nava, al concluir el recreo, intenta retomar la clase pero no puede. Los carros de volteo que pasan frente a la escuela improvisada apagan su voz, disminuida por hablar todos estos días a todo pulmón.

En estas condiciones, 170 menores entre los seis y 12 años, intentan estudiar.

Pocos lo logran.

Niñas y niños de la primaria Raúl Ramírez Castañeda intentan tomar clases en aulas improvisadas. Foto: Andrea Mendoza

Sin cancha, pero en recreo

Son las 10:30 del jueves 1 de febrero. No hay timbre que anuncie el receso. La maestra o el maestro de cada espacio donde debería haber un aula avisa y sus estudiantes salen de entre las lonas o cortinas.

Como no hay cancha, las y los estudiantes no juegan, solo caminan por la superficie de tierra suelta. Como en cada escuela, algunas madres de familia llegan con el desayuno para sus hijas e hijos. Se acercan a la malla ciclónica que a principios de año colocaron para generar algo de seguridad en este espacio abierto.

Niños y niñas de la primaria Raúl Ramírez Castañeda en su receso. Foto: Andrea Mendoza

Entre estas madres de familia llega María Robledo. María tiene tres hijos. Los dos mayores estudiaron en el edificio arruinado de la Primaria Rafael Ramírez Castañeda, ubicada en la calle Taxco, sin número, de la colonia San Rafael Norte.

La generación de Manuel y Jesús, los hijos de María, fue la 2010-2016. Les tocó ir a una escuela enmohecida por la inundación del 2013, el año del huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel.

Desde entonces, las madres y padres de familia de la escuela comenzaron a hacer peticiones para reubicar la escuela. Ahora Manuel y Jesús son dos jóvenes de preparatoria.

María cuenta que llevar a sus hijos a la escuela después de la inundación le daba miedo, por las condiciones en las que quedó el edificio. No tenía otra, las demás escuelas de la zona estaban saturadas.

María y sus hijos ya no padecieron lo peor. Los temblores del 2017 y 2019 afectaron la estructura del edificio y en 2020 se detectó una falla geológica en varias colonias del norte de Chilpancingo, la San Rafael es una de ellas, entonces Protección Civil ordenó el desalojo del inmueble.

Ahora María lleva a la primaria a Diego, su hijo más pequeño, a quien ya no le tocó estar en el edificio, sino en las canchas de la escuela Galeana y ahora en esta galera polvorienta. Diego tiene una virtud. Aprende bien y rápido. Tiene buenas calificaciones, cumple con sus tareas y no se enferma seguido como otras niñas y niños.

“De lo único que se queja es del frío. Mami tengo mucho frío siempre me dice”.

En enero hubo días con bajas temperaturas. Los menores entran a las ocho de la mañana.

Termina el recreo. Nunca se escucharon los gritos y algarabía de los menores. Aquí no hay forma de jugar a las encantadas, agarradoras, al avión. Aquí no se puede improvisar nada. Los menores no tienen razón para reír.

El ruido de los volteos que acarrean el material extraído y la retroexcavadora apagan cualquier otro sonido. Al fondo de La Bloquera comenzó lo que podría ser la construcción de su edificio.

Camiones y maquinaria de construcción cerca de las instalaciones improvisadas de la primaria Raúl Ramírez Castañeda, donde niños y niñas intentan tomar sus clases. Foto: Andrea Mendoza

Aquí nos quedamos: Comité de Reconstrucción

Miguel Ángel Ventura Ramos es otro profesor de la Escuela Primaria Rafael Ramírez Castañeda, además de eso, asumió la tarea de organizar a las madres y padres para demandar al gobierno la reubicación de la escuela. Aunque este terreno tiene materiales del Ayuntamiento y lo consiguieron después de varias movilizaciones, no es propiedad municipal, sino del gobierno estatal.

Consiguieron la donación de parte del gobierno municipal, en 2022, después de bloqueos. Cuando ese paso ya estaba dado, el Instituto de Vivienda y Suelo Urbano (Invisur) reclamó La Bloquera como propio. Otra vez bloqueos, tomas de edificios y marchas. Invisur accedió a donar el predio por la presión.

A mitad del sexenio del priísta Héctor Astudillo Flores, en 2019, la Escuela Primaria consiguió la asignación de 10 millones de pesos para la construcción.

Pero en 2020 se presentó el dictamen de protección civil acerca de la falla geológica que afectaba sobre todo a la primaria. Se detuvo el proyecto, porque necesitaban conseguir otro predio para la reubicación. Se vino la pandemia. Se fue la pandemia. En 2021 comenzaron las movilizaciones para conseguir este predio.

El 22 de enero, docentes, madres, padres y estudiantes marcharon por las calles de Chilpancingo y tomaron el edificio gubernamental Juan Álvarez. Ese día, el gobierno estatal se comprometió a que el lunes 29 de enero iniciarían los trabajo para la construcción de la nueva escuela en La Bloquera.

El lunes no hubo ningún movimiento. Sólo llegaron funcionarios a solicitar una prórroga de una semana. Las madres y padres recibieron esa información, pero advirtieron que radicalizarían sus protestas.

El martes 30 llegó la maquinaria pesada y la obra comenzó. Por eso en medio de las clases transitan carros de volteo cargados de piedras y tierra para desalojar el material que arrancan con la excavadora.

Aunque la obra ya inició y que las clases no se desarrollan en las mejores condiciones, el Comité de Reconstrucción decidió que la Escuela Primaria siga funcionando aquí, porque aún tienen dudas de si las obras de extracción de material serán para iniciar la construcción de su edificio.

Las razones de estos temores son porque la gobernadora Evelyn Salgado Pineda no se presentó a dar el arranque de la obra. Porque anunció 50 obras este año y, entre ellas, no figura la primaria.

En este terreno acordaron que no sólo se construirá la Primaria Rafael Ramírez Castañeda, sino también el Jardín de Niños Moisés Guevara.

“Estas dos obras no son pequeñas, entonces, ¿Por qué no las anuncia entre las 50 de este año?”, pregunta Ventura Ramos.

En una reunión de trabajo cuando negociaban la donación del predio, gente cercana a la alcaldesa Norma Otilia Hernández Martínez compartió que este terreno estaba destinado para un cuartel de la Guardia Nacional.

Ese es el temor, salirse y después de mucho ir y venir, les digan que los reubicarán en otro terreno, porque aquí hay otro proyecto.

Sustraerse del ruido para iniciar la clase

Cuando acaba el receso, al profesor Saúl Cruz Nava, le cuesta trabajo retomar la clase.

“Vamos a abrir su libro de…”. Pasa un volteó. Se calla. “Abran su cuaderno en la página…”, ahora un carro grande que circula por la calle toca su claxon por unos segundos. Sus estudiantes se sientan, se levantan, algunos afinan su oído para escuchar mejor. Otros mejor platican entre ellos. En su espacio solo atiende a 15 niñas y niños.

Saúl Cruz Nava imparte su clase a niñas y niños a pesar de las condiciones desfavorables. Foto: Andrea Mendoza

El profesor Saúl no se rinde. Respira para tranquilizarse. Aunque lleve a sus pulmones una mezcla de polvo y aire.

Vuelve a dar indicaciones. Sus estudiantes fijan sus ojos en el profesor, toman sus cuadernos, abren de acuerdo con la instrucción y, después de varios intentos, se sustraen del ruido exterior.

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