Texto: Margena de la O
Fotografía: Oscar Guerrero
Acapulco
30 de octubre de 2023
El inglés Neil Marshall tenía una casa en Acapulco, donde podía ver el mar y una piscina para nadar. El sueño de toda su vida de trabajo lo hizo realidad este año que se mudó por completo a la avenida Cerro de los Cañones.
Con su sueño consumado, Neil dejó aquí su último aliento.
Él fue una de las víctimas mortales por el paso del huracán Otis en Acapulco. De acuerdo con la secretaria de Salud, Aidé Ibárez Castro, hasta las 10 de la mañana de este domingo habían contabilizado 43 decesos. Esta mañana la última actualización de datos que dio la gobernadora Evelyn Salgado Pineda fue de 45 decesos y 47 desaparecidos; esta última cifra creció con 11 casos las últimas 24 horas.
Los datos de Neil Marshall los compartió su hija Cath McKinney vía mensaje de redes, porque ella sigue del otro lado del mundo en espera de recuperar el cadáver de su padre. El primer contacto lo hizo ella, porque escribió a los medios de comunicación locales y a los grupos de ayuda disponibles para que le colaboraran en ubicar a su padre y a la familia de éste.
Buscaba también a Alexander, un menor de edad, y a Paulina, de quienes se reservó mayores datos. Se entiende que eran la familia de Neil en Acapulco. Supo que los dos estaban bien, aunque seguía sin comunicarse con ellos.
Las personas fallecidas y desaparecidas después del huracán es un tema grave que no ha sido dimensionado en Acapulco; desde el principio, lo más visto, fue la devastación de la zona turística.
En el levantamiento de los cadáveres participan personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de la Secretaría de Salud, porque el Servicio Médico Forense (Semefo) depende de esta última área. El procedimiento de entrega de los cadáveres es tardado y si, a esto le suman, la incomunicación y la falta de servicios básicos por los daños del huracán, el problema resulta mayor.
Es probable que las víctimas sean mayores por el desastre, el caos después de la tormenta y la lentitud gubernamental. El número de decesos proporcionada por la secretaria vía telefónica es la tercera cifra actualizada.
La búsqueda y la confirmación
La hija de Neil ha vivido de manera directa, primero, la incertidumbre de no saber qué pasa con una persona no localizada en medio del desastre y, segundo, recuperar el cadáver de una persona fallecida.
Para la primera etapa ella logró información particularmente por los grupos locales de redes sociales, y después el consulado de su país se lo confirmó.
Horas después de que el huracán tocó tierra, en redes sociales circuló la imagen del rostro de un cadáver tirado en lo que parece un camellón. Era un hombre de test blanca y sin pelo.
La imagen explícita del cadáver circuló con el propósito de que alguien lo identificara. La persona fallecida era Neil, a quien lo buscaba su hija.
Cath se puso en contacto con quien hizo la publicación y esa persona le dijo que el cadáver estuvo abandonado dos días bajo el sol.
Hasta este sábado que fue la comunicación con ella no sabía cómo murió, porque tampoco tenía contacto con la familia de su padre.
La información la ha reunido a retazos. Vio en un video de noticias a Paulina. Unas personas que le pidieron no identificar, le dijeron que su padre murió camino al hospital y que su cadáver estaba en la calle, cerca de una estatua de hojalata, al parecer la de la Diana cazadora.
También contó que, en Inglaterra, mientras ella estaba en el trabajo, la policía apareció en su casa para informarle que su padre estaba muerto. La embajada de su país obtuvo la información por una amiga de Paulina.
No es el primer caso que se conoce que el cadáver de una víctima estuvo abandonado en la calle. En el perfil de Facebook “Desaparecidos en Chilpancingo” fue reportada la muerte de Laura Martínez, de 24 años, que estudiaba en el puerto y que vivía sola en la colonia Colosio. El reporte lo hizo una compañera de su escuela que no sabía quiénes eran sus familiares; sólo que Laura tenía familia en Chilpancingo.
“(…) Quisiéramos que reclamen el cuerpo, lo tenían en una carretilla, porque no hay dónde llevarlos, ya pasó mucho tiempo (…)”, es un fragmento extraído del mensaje.
El administrador de esa página de Facebook informó que lograron hacer contacto con la madre de la joven quien, al parecer, viajó desde Estados Unidos hasta Guerrero para recuperar su cadáver.
El problema estriba en eso, la recuperación, y eso se confirma afuera de las instalaciones del Semefo en Acapulco, ubicadas en El Quemado.
El Semefo, lugar de la incertidumbre
La tarde de este domingo el olor fétido que sale del Semefo en Acapulco es más intenso que hace unos días antes del huracán. La razón, al parecer, porque llegaban cadáveres de las víctimas del huracán, muchos de ellos, en estado de descomposición.
Después del huracán, los servicios básicos quedaron suspendidos en el puerto, incluida la energía eléctrica, indispensable para el almacenamiento de cadáveres, pero hay una planta de luz afuera y personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Eso no aminora el olor.
Los familiares y conocidos de las víctimas esperaban afuera para buscar a desaparecidos o reconocer a un familiar fallecido. Hasta ahí llegó la madre de Carlos Miguel, quien entró a que le tomaran una muestra de sangre para comparar su ADN con los cadáveres apilados. Su hijo salió de casa al día siguiente del huracán y hasta el momento no sabe nada de él.
En otro punto estaba Rubén, un ingeniero que hace unos años trabajó en el yate turístico ACAREY, esperaba a su esposa que acompañaba a la familia de José Andrés Soberano Mellado, quien era el actual piloto de esta embarcación turística.
Él es el joven de quien circuló una ficha de búsqueda en redes sociales con esta información: “José Andrés Soberano Mellado, originario de Puebla, 27 años, se encontraba de guardia en el yate ACAREY. El yate se encontraba emboyado en la bahía de Santa Lucía de Acapulco. Su último contacto fue 11:54 pm, vía WhatsApp, iba a bordo con el dueño del barco, el capitán, un motorista, él (piloto oficial), y una persona más. Su dirección es avenida La Suiza 804, Pharos de Santa Lucía, edificio B, departamento 204”.
Después, a través de las mismas redes sociales, la familia reportó que lo hallaron muerto.
Rubén contó que José Andrés tenía apenas dos días de que lo habían contratado como piloto. Toda la tripulación se quedó en la embarcación el día del huracán para cuidarla. Ahí falleció el joven originario de Puebla.
El ingeniero compartió que de los otros tripulantes no tienen información; desconocen su paradero. Sabe que eran seis en total, entre ellos Felipe y Eric, sus amigos.
Con claridad expuso que el caso de los fallecidos por el huracán es más caótico de lo que reportan las autoridades. El jueves pasado él estuvo por el muelle de las embarcaciones turísticas y dijo que vio ahí al menos ocho cadáveres tirados descompuestos.
La familia de José Andrés vino de Puebla, de donde son originarios, para llevarse el cadáver. Contactaron a Rubén y a su esposa, entre el caos y la incomunicación de las horas inmediatas, para pedirles ayuda con los trámites en lo que llevan horas, porque siguen en espera de un documento –se entiende que el oficio de las causas de fallecimiento–, necesario para el acta de defunción, porque, les dijeron, el personal es insuficiente y ha trabajado las 24 horas.
“Es un relajo. Hay que esperar a que ellos hagan el acta de defunción y todo eso, sino no lo entregan”, comenta.
Ni la catástrofe ha podido con la burocracia.