Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Madres del Colectivo Memoria Justicia y Verdad Acapulco-Chilpancingo continúan en su segundo día de búsqueda en terrenos de las inmediaciones de Chilpancingo con miedo, comentan, pero con la esperanza de hallar algo, un indicio o una fosa en la que pueda estar alguien de sus desaparecidos.
La cita es a las ocho de la mañana, en el estacionamiento de una tienda comercial al sur de Chilpancingo. Llegaron 15 madres y hermanas que buscan un familiar desaparecido.
Más tarde llegan los elementos de la Policía Estatal, Guardia Nacional, Fiscalía General del Estado (FGE), con el binomio canino especializado en búsqueda de personas y una unidad de Bomberos de Protección Civil.
El objetivo es hallar a sus seres queridos o a otras personas que también las esperen en su hogar. La búsqueda de hoy es al poniente de la capital, rumbo a la Sierra de Chilpancingo.
“Toda jornada de búsqueda es un día desafiante para nosotros como madres”, menciona la vocera del colectivo, Socorro Gil Guzmán.
Una vez reunidas todas las instituciones, el convoy conformado por siete vehículos oficiales emprende el camino y toma la carretera interestatal Chilpancingo-Amojileca.
Antes de llegar a Amojileca, pueblo de Chilpancingo, el convoy toma la desviación hacía el poblado de San Vicente; en el kilómetro tres se detienen para comenzar los trabajos de búsqueda.
Los elementos de la Guardia Nacional y la Policía Estatal son los encargados de la seguridad, cuidan los accesos y la carretera; los dos elementos de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) que los acompañan, en el papel, están a cargo de la búsqueda, pero son las madres buscadoras las que dirigen los trabajos.
El binomio canino de la FGE está para comprobar y descartar olores. Kira, una perra pastor alemán, es la que tiene esa tarea.
Antes de comenzar la búsqueda las madres integrantes del colectivo se reúnen y oran; tiene fe de hallar algo. Al final de su oración y antes de comenzar la búsqueda gritan: ¡Por qué los buscamos! ¡Porque los amamos!
“Hay que evitar entrar a los terrenos cercanos para evitarnos problemas”, es la advertencia que hacen los elementos de la Policía Estatal al colectivo.
Socorro Gil Guzmán y Francisca Ramírez Mayo, ambas madres que buscan a sus hijos, toman el mando de la operación y crean dos equipos para buscar tierra removida o algún indicio que este fuera del lugar o que indique la existencia de una fosa clandestina.
Esta primera búsqueda del día es la inmediaciones de la comunidad de Tenamicoya, ubicada en el kilómetro tres, sobre la carretera interestatal Chilpancingo-San Vicente, cerca de la colonia Cuernavaca en Chilpancingo.
La búsqueda es sobre la carretera y pequeños caminos que llevan a rancherías.
_Martín_es un hombre que fue invitado para ayudar en la búsqueda, es parte del Colectivo Los otros desaparecidos de Iguala y tiene experiencia en búsquedas. A Martín se le cambió el nombre por seguridad.
Martín y Socorro vieron una primera pista y enterraron una varilla en el suelo. La varilla es la herramienta más importante de los colectivo de búsqueda. Una vez que la entierran miden la profundidad que alcanza, en eso estriba la primera posibilidad de que haya una fosa.
Entre Socorro, Martín y el personal de la CEBP escarban con pico y pala para enterrar la varilla, y cada vez que la sacan la huelen para saber si “tiene olor a muerto”.
“No huele a nada, ni a muerto ni a tierra mojada, está muy raro”, dice Martín tras cavar unos 80 centímetros.
“¿Me permite?”, les dice la perito de la FGE y toma la varilla, la huele y corrobora lo que dijo Martín. La varilla va nuevo a la tierra.
Después de varios intentos y excavaciones no hay indicios de una fosa clandestina.
“En mi experiencia como perito en investigar entierros ilegales, les puedo decir que aquí no habrá nada, ya se excavó mucho y si hubiera algo ya lo hubiéramos encontrado”, dice la agente.
“Pero hay algo raro aquí, las tierra son diferentes”, responde Martín.
“¡Qué me va a decir a mí! Yo tengo experiencia en esto”, vuelve a responder la agente y agrega: “pero traemos al canino y que el descarte, ¿Les parece?
Un grito rompió el incomodo momento, “pasen un pico, ¿ya lo desocuparon”, dice Francisca que cava cinco metros arriba.
Después del diálogo, entró en acción Kira, quien rasca y remueve la tierra un poco más y después de unos segundos se detiene. “Aquí no hay nada, pero si quieren excavamos un poco para descartarlos por completo”, dice la agente.
Cinco metros arribas, justo a la lado de la carretera, Francisca cava otro pozo, pero tampoco hay resultados. Kira excavó y descartó.
La escena se repite otras dos veces en este punto, hasta que decidieron avanzar a el basurero.
Además de Socorro y Francisca, otras 12 mujeres están en la búsqueda, pero no quieren hablar con reporteros, dicen que tienen miedo porque muchas fueron amenazadas por su labor de búsqueda y por las investigaciones.
Francisca es madre de Johnnattan Munivez Mayo, un joven de 21 años que desapareció en la capital en 2008, después de que policías municipales entraran a su domicilio y se lo llevaran.
El caso que representa Socorro es parecido. Elementos de la Policía Municipal de Acapulco detuvieron a su hijo en el puerto en 2018 y desde entonces no es localizado.
“Lo que nosotros queremos es a nuestros hijos, a estas alturas ya no buscamos culpables”, es la frase que repitió Francisca en el segundo día de búsqueda.
La búsqueda terminó en el basurero; por segundo día no hallaron restos humanos.
La jornada de búsqueda del Colectivo comenzó ayer en el cerro del Marqués, al sur de Chilpancingo, donde tampoco tuvieron hallazgos.