Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
A inicios de diciembre comenzaron a demoler edificios históricos en el centro de la ciudad, espacios significativos para muchas personas, aun cuando para los más jóvenes pasen inadvertidos.
El Hotel Muñiz, fue el primer hotel de Chilpancingo, y a principios de diciembre lo demolieron; el edificio del Cine Colonial, que se mantenía en pie desde 1950, es demolido desde principios de este mes.
Los que aún persisten está desdibujados y descuidado también desde las instituciones, aun cuando son de particulares. Un ejemplo, el tradicional hotel Cardeña, que dejó de funcionar desde hace tiempo.
Estos edificios, los demolidos y los olvidados, por mucho tiempo formaron parte de una identidad y un sentido de pertenencia colectivo. Son importantes porque forman parte del centro de la ciudad, y aquí hay una explicación del abandono institucional.
El arquitecto Victor Antonio Luviano Gutiérrez expone que en la capital ni siquiera existe el interés de las autoridades por conservar el centro histórico de Chilpancingo.
“En centros históricos declarados se tienen que seguir ciertos lineamientos y conservar su estilo arquitectónico. Chilpancingo es considerado centro histórico y parece que a nadie le importa la conservación”, mencionó.
Es inexistente un reglamento municipal que cuide las formas de estos espacios.
“El centro de Chilpancingo es de un estilo arquitectónico neoclásico y por sentido común las edificaciones a su alrededor tendrían que seguir ese estilo, pero no es así”, comentó en entrevista.
Edificios como el Cine Colonial, el Museo Regional de Guerrero, el Palacio de la Cultural y la Catedral Santa María de la Asunción tienen ese estilo que data de mediados del siglo XIX y principios del XX. Pero el único edificio declarado como histórico es el Museo Regional.
El asunto es que es imperceptible, dijo, la intención de las autoridades municipales de crear un reglamento de imagen urbana que los conserve.
“Existía una leyenda que la iglesia de la Asunción era como el ojo de Dios, porque desde sus torres se podía observar todo Chilpancingo y no había otro edificio más alto”.
“Pero, ¿qué pasó? Ahí está el edificio de Pioquinto (Damián Huato, empresario y político local) en el pleno centro que daña toda la imagen”.
Con la pérdida de los edificios históricos también se pierde la identidad. Adultos y adultos mayores miran con tristeza la demolición del Cine Colonial y el Hotel Muñiz, porque esos edificios fueron parte de su vida, explicó Luviano Gutiérrez.
A la mayoría de los jóvenes esos edificios les son indiferentes, no les representa nada.
Andrés tiene 21 años y no recuerda mucho del Hotel Muñiz. “Desde que yo recuerdo estaba así de viejo, ya no me tocó verlo como antes”, comentó.
Andrés no tiene un sentido de pertenencia hacia este edificio, para él la demolición del hotel es una de las tantas que suceden en la capital.
“Por eso muchos jóvenes dicen que Chilpancingo está feo, que no les gusta, porque ya nada los ata a la ciudad, no existen espacios o lugares, visualmente hablando, que sean atractivos o generen algún sentido”, agregó Luviano Gutiérrez.
Personas más grandes tienen recuerdos agradables de ese edificio.
Eloisa Barrera, recuerda que era un hotel en el que se atendía a los clientes con amabilidad y hospitalidad. “Grandes y hermosos recuerdos de este gran hotel familiar. Siento mucha nostalgia pero el tiempo evoluciona y todo cambia. Como el Hotel Cardeña en la Avenida Madero”, comentó Eloisa.
En el caso del hotel Cardeña, que después fue tortería (hasta hace poco lo era), su fachada continúa con estilo neoclásico; es grande y de piedra, pero hoy está tapizada con anuncios luminosos.
Con la demolición de estos edificios históricos algunas personas creen que terminaron con espacios emblemáticos de Chilpancingo, porque eliminaron una vasija de su propia historia.
Crear una memoria histórica a través de estos edificios es importante más allá de la arquitectura, para la humanidad misma.
“Te genera una identidad porque te sientes parte de algo. Hasta cierto punto es la función de la arquitectura, que la gente se sienta parte de, sintiéndose parte, empiezan a cuidar y a visitar estos edificios”, siguió Luviano Gutiérrez.
Al no respetar los edificios históricos trae como consecuencia la pérdida de identidad.
La propuesta de Luviano Gutiérrez es que el centro tenga una imagen acordé a su arquitectura histórica. “Se puede y es algo que podemos resolver como arquitectos, conservar los estilos tradicionales y la imagen con materiales nuevos”.