Don Casimiro un sembrador de estos cultivos cuenta su historia
Texto: Beatriz García
Fotografía: Amílcar Juárez
25 de abril del 2022
Chilpancingo
Las tierras de siembra de Casimiro Romero Cosme, ubicadas a un lado de la parte baja de la laguna en Tixtla, están repletas de margaritas y matsumoto moradas y blancas, y surcos de cebolla, quelites y lechugas.
En Tixtla, durante el año, los campesinos conocen cada una de las épocas donde venderán sus productos, como los días de las Madres, de Muertos, de la Virgen de Guadalupe.
En el estado, este municipio sobresale porque los campesinos hacen producir sus tierras todo el año, en temporada de riego y en tiempo de lluvias. La venta de hortalizas y flores es uno de los principales sustentos económicos de las familias, y aunque han tenido que pasar días buenos y otros malos, siempre buscan la manera de retomar esta actividad agrícola.
Además de ser sustento económico principal de las familias, las siembras de hortalizas de este municipio son fundamental en la alimentación saludable de los lugareños, no solo de Tixtla, si no de la región Centro. Se sabe por los pobladores, que Chilpancingo, es uno de los principales lugares donde se distribuyen las cosechas de esa cabecera municipal, y entonces podría decirse que estas hortalizas siempre están presentes en las mesas de las familias.
En el caso de las flores son un símbolo importante para los rituales religiosos y otras celebraciones de las familias en esta región, como se mencionó al principio en diferentes fechas del año.
Al llegar al centro de la cabecera municipal de Tixtla está el mercado municipal. Lo primero que salta a la vista es el verde de las lechugas frescas, manojos de quelites y las calabacitas tiernas recién cortadas por los sembradores. También hay coles blancas y moradas, elotes y cebollas.
El olor de romero, albahaca y ruda se perciben en el ambiente. Al igual que de las nubes, matsumoto, margaritas moradas, blancas y rosas en distintos tonos.
De acuerdo con el registro del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) en el estado, durante 2021, en Tixtla sembraron los campesinos tanto de riego como de temporal 4,888.99 hectáreas de tierra, y cosecharon la misma cantidad. En lo que va del 2022 han sembrado 827.84 hectáreas y han cosechado hasta ahora 40.76 hectáreas, posiblemente porque el resto de la siembra sigue en crecimiento.
Mientras Daría Morales López guarda las margaritas blancas y moradas que llevó a vender al mercado la mañana del 8 de abril pasado. Casimiro Romero, su esposo, trabaja en sus terrenos de siembra. Ella, en medio de la venta, todavía se da el tiempo para llevarle almuerzo a su esposo hasta los terrenos de siembra.
El camino del centro de la cabecera municipal, donde está el mercado, a la parte baja donde están las tierras de labor, se ven las hileras de hortalizas, lechugas, coles, albahaca, romero, y los puntos rojos de los rábanos.
Casimiro Romero, con 54 años, es sembrador desde hace 30. Le colabora su esposa en el trabajo con la tierra, además que se hace cargo de la venta de los productos y de otras partes de proceso. Ambos sacaron a sus dos hijas adelante con su labor en el campo.
De lunes a domingos, desde temprano, el campesino toma su bicicleta y se traslada a las tierras que siembra para regarlas, revisarlas y limpiarlas.
El sembrador no tiene tierras propias, desde 1990 le prestan poco más de media hectárea para sembrarla. Antes fue migrante en Estados Unidos. El trato que tiene con el dueño de las tierras es que por cada cuatro surcos que siembra, le entrega uno a manera de pago.
Esa mañana, Casimiro, con los pies y las manos embarradas de tierra, mostró los surcos de los terrenos, principalmente de margaritas. Las hortalizas comenzaban a salir de la tierra; en un mes estarían cosechando cebolla, pipitza (o pipicha), lechugas, col y cilantro. Los rábanos y la albahaca ya estaban listas para el corte.
Casimiro heredó el oficio de sus padres Pedro Romero y Eugenia Cosme. Recordó que de niño veía como las personas acarreaban agua de los pozos con latas para regar su siembra, porque no había motores que permitieran trasladar en mangueras el agua hasta los surcos.
Cuando regresó a Tixtla de los Estados Unidos decidió sembrar la tierra para tener sustento económico, así como lo heredó de sus padres y la actividad que les da de comer en el municipio, de manera principal en la cabecera a unos 1,000 habitantes, de acuerdo con los cálculos de Casimiro.
Casimiro y Daría siembran rábano, pipitza, cilantro, col, albahaca, cebolla, pápalo, lechugas. Además de flores de temporada, como margarita, matsumoto, nube, cempasúchil y terciopelo.
El sembrador compartió que sembrar la tierra es de tiempo, cuidado, dedicación y amor. Técnicamente algunas cosechas las obtiene más rápido que otras. Por ejemplo, para el cilantro, después de regar la semilla sembrada espera 28 días para que retoñen las plantitas; el rábano da frutos en un mes, mientras que la lechuga tarda mes y medio para convertirse en pachole –brotes que después serán trasplantados en un lugar más amplio–, luego otro mes y medio para que crezca.
En días pasados, en las tierras que siembra el campesino abundaban las flores, por la cosecha para la temporada de Semana Santa. También brotaban las hortalizas.
“Se aprovecha la humedad de la laguna que está enfrente, aprovechamos que la tierra es fértil, tenemos bastante agua, porque en la parte alta hay mucho animalito (plagas) y se necesita mucha medicina (pesticidas) y sale muy caro para lograr la siembra”, menciona.
Para Casimiro Romero sembrar la tierra es sinónimo del sustento familiar, y entre más bonitas crezcan las flores y hortalizas mejor demanda tendrán en el mercado, comparte mientras camina entre los surcos de su siembra.
La jornada de trabajo en prticular del sembrador es desde que amanece hasta que anochece, pero cuando se trata de cosechar la flor lo hace por la noche para que amanezca fresca.
El destino de las hortalizas y las flores
Dentro del mercado de Tixtla están los negocios de comidas y en medio de las mesas casi nunca faltan los quelites y rábanos que se producen en sus tierras.
En la región Centro se consumen mucho las hortalizas, principalmente de Tixtla, aunque otros municipios, como Chilapa, también las siembren. Son la compañía de los tacos de pollo y las enchiladas ahogadas, tostadas y quesadillas de especial sabor en la región.
En las iglesias del municipio también están las flores que los sembradores oriundos cultivaron en su territorio.
Así como Casimiro y Daría, el resto de los sembradores venden sus productos en el mercado municipal de Tixtla para propios y foráneos.
Daría espera a los compradores a mayoreo provenientes de Chilpancingo, quienes sueleven revenderlos en otros mercados fuera de Tixtla. Los sembradores salen a vender al mercado de Tixtla desde las tres o cuatro de la mañana.
Casimiro recordó que en los años noventa llegaba a Tixtla una pareja de Acapulco y compraba a los campesinos lo de dos camiones llenos de flores y hortalizas. Pero, “ese mercado ya nos lo quitó Puebla hasta parte de Chilpancingo, hasta Tixtla. Que según es más barato”, comenta.
Consideró que es “una invasión” porque los campesinos locales necesitan su mercado local para vender las cosechas.
El campesino mencionó que cuando deja de llover, como hay humedad, se dan plantas más bonitas, además porque no hay plagas como en temporada de calor.
De hecho, de acuerdo con su experiencia, esta época es la más complicada, porque deben cuidar minuciosamente las plantas por las plagas; eso provoca que los precios de sus productos aumenten. Una de las plantas delicadas en este tiempo es el cilantro. Casimiro cree que pronto encarecerá su precio en el mercado.
En el caso de las flores, las margaritas puede costar en 30 pesos por racimo, pero hay veces que baja hasta 10 pesos, por la abundante demanda en Tixtla.
En los 30 años que lleva en la siembra, Casimiro ha pasado buenas como malas épocas no sólo con los costos, también con los desastres naturales, como las lluvias de 2013 con las que perdió sus cosechas y los motores que utiliza para el riego. Aun con todo lo ocurrido seguirá en este oficio que le concede a su municipio el lugar de productor de hortalizas y flores para la región Centro.