Gracias al aprovechamiento comunal del bosque, la preservación del felino en peligro de extinción es posible en el ejido Cordón Grande, municipio de Tecpan, en la Costa Grande de Guerrero
Texto: Marlén Castro
Fotografía: Especial
9 de agosto del 2021
Zaragoza, municipio de Tecpan
En un pedazo de la Cordillera Costera del Sur, al norte de Acapulco, Alejandro Rodríguez Arena, el comisario de El Cordón, del municipio de Tecpan, realiza su segundo día de faena comunitaria en un bosque tupido de pinos y encinos.
Junto a él hay otros nueve hombres que se desplazan uniformemente por la pendiente del bosque. Cada uno tiene un rastrillo con el que, de manera coordinada, jalan el exceso de material del suelo: ramas, varas y hojas secas de los pinos (ahora húmedas por la temporada de lluvias) y lo acomodan en la línea que marcaron como curva de nivel.
Este bosque del ejido Cordón Grande, en la cima de la Sierra Madre del Sur, forma parte del corredor comunitario de la Costa Grande para la conservación del jaguar.
La asamblea de este ejido decidió destinar un 50 por ciento de sus 16,039 hectáreas a la conservación del felino, una especie en peligro de extinción, contó Nansedalia Ramírez Domínguez, la secretaria del Comisariado Ejidal, la primera mujer en estas tareas que un par de años atrás los habitantes creía eran exclusivas para hombres.
En estos primeros días de agosto, los habitantes de las poblaciones que conforman el ejido El Cordón Grande: Zaragoza, El Cordón y El Pinito, hacen la limpieza de 200 hectáreas de su bosque y el aprovechamiento forestal. Es decir, cortan los árboles más viejos para que crezcan los jóvenes.
Con esta limpieza, el bosque se regenera solo, cuenta el ingeniero Joaquín Núñez Medrano. En cuestión de semanas, las semillas que caen de los individuos grandes que dejan en pie para que el bosque haga su tarea germinarán y crecerán nuevos individuos. En un par de años regresarán para clarear la zona, es decir, para quitar algunos árboles y no compitan entre sí por el espacio y los rayos del sol.
José Luis Cázares Leyva, el presidente del Comisariado Ejidal de Cordón Grande, quien también realiza sus faenas comunitarias, trabajo al que están obligados a prestar todos los hombres y las mujeres del ejido, cuenta que a esta parte del bosque volverán a hacerle limpieza y aprovechamiento forestal más o menos en 10 años, cuando nuevamente corten los individuos más viejos para ser aprovechados.
“A los serreños nos tienen como los taladores del bosque. No es así, hacemos estas tareas de conservación porque estamos comprometidos con la preservación del bosque y del agua para la ciudad”.
Los árboles que cortan son aprovechados en un aserradero ubicado en Tecpan, una empresa forestal comunitaria de la que los ejidatarios son los dueños, una experiencia particular de México sobre explotación comercial de madera proveniente de bosques de propiedad comunal.
La preservación del jaguar es un valor agregado a estas tareas de conservación. En este bosque hay distribuidas 50 cámaras que captan las actividades de animales en la noche.
José Luis Cázares, el presidente del Comisariado Ejidal de Cordón Grande, está ahora parado en un punto conocido como Puerto El Limón, donde ha habido avistamientos del jaguar.
De acuerdo con la actividad captada por el equipo de fototrampeo, la técnica para captar la vida animal en la noche, en esta parte del corredor comunitario habría siete u ocho felinos.
Los ejidatarios de Cordón Grande están orgullosos de pertenecer al corredor comunitario de preservación del jaguar y de llevar a cabo tareas para su conservación.
Alejandro Rodríguez Arena, el comisario del pueblo de Cordón Grande, asegura que las tareas de conservación del bosque son parte de las obligaciones de todos.
De parte del ejido, Nansedalia Ramírez, la secretaria del comisariado, es la encarga del proyecto relacionada con el conservación del jaguar, quien se coordina con el biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez, quien encabeza este proyecto.
Cuenta que en la zona que destinaron para la preservación del jaguar está prohibida la caza del resto de especies, como el venado, jabalí, tejón, de tal forma que el jaguar es la especie bandera, pero junto con la preservación del felino más grande se cuida a varias más, como el tigrillo y el puma.
Los habitantes del filo mayor escucharon historias de los jaguares contadas por los más viejos. Pero sólo eran historias, en los últimos 10 años, algunos ejidatarios se cuentan entre los privilegiados al avistar al felino.
“Yo vi a una hembra jaguar con sus cachorros cruzando el arroyo de la chona”, cuenta un ejidatario.
“Yo vi a uno, creo que era macho, por El puerto el limón”, comparte otro.
El felino huidizo más grande de América Latina tiene en Cordón Grande un refugio seguro. Los ejidatarios trabajan a contrarreloj para evitar su extinción.