Pandemia por Covid afecta cosecha de flores de muertos en Tixtla

Texto: Beatriz García

Fotografía: Angie García

1 de noviembre del 2020

Tixtla

 

Melitón y Rufino González Crispín son hermanos y floricultores de oficio en Tixtla. Este año de pandemia por la Covid-19 sembraron y cosecharon la mitad de lo que produjeron en 2019 para temporada del Día de Muertos, porque no hay certeza de que las vendan por las restricciones sanitarias en los panteones.

 

Cada año, en este mes, los campos del valle de Tixtla están llenos de colores: morado, amarillo, blanco, rosa, rojo. El cempasúchil, margaritas, nube, tlapayola y moraditas perfuman el ambiente.

 

Tixtla es un municipio agricultor, donde los campesinos combinan sus cosechas temporadas entre siembra de hortalizas y flores. Las flores las siembran para temporadas específicas, como la de estos días de celebración a los difuntos. Es usual que gente de otros lados del estado y del país, como Acapulco, Zihuatanejo, y Michoacán lleguen a los campos a comprar las flores.

 

Pero esta temporada por la pandemia no ocurrió así, y los floricultores tixtlecos lo están padeciendo más que el año pasado, cuando ya se quejaban de la caída en la venta de las flores. En Amapola. Periodismo transgresor documentamos esas impresiones. La situación de los floricultores ahora es más compleja.

Menos color en los campos de Tixtla

Melitón González tiene 58 años y desde que tiene memoria ha trabajado la tierra, primero junto a su padre, Hermilo González, quien ya falleció.

 

Cada agosto, los campesinos en Tixtla comienzan a sembrar las flores para el Día de Muertos. En ese mes las autoridades federales informaron que la contingencia continuaría. Los floricultores decidieron realizar la siembra, pero menos que los años anteriores.

 

El campesino, desde su campo de flores, platicó que este trabajo lo heredó de su padre.

 

Pero este año entró en un dilema, porque no sabía qué cantidad de semillas sembrar por la incertidumbre de la Covid-19. Sembró cuatro melgas de pura flor de terciopelo. Las melgas son las hileras o surcos de flores en el campo. Cada una de las que sembró Melitón mide unos 90 metros. Hace un año sembró once con distintos tipos de flores.

 

Las tierras de Melitón rinden frutos todo el año mediante el sistema de riego. En otras fechas siembra hierbas comestibles: epazote, lechugas, pápalo y rábanos. Un poco de flores, entre cempasúchil y margarita, para el 10 de mayo, Día de las Madres y para Semana Santa. Es decir, independiente de esta temporada de muertos que es la más fuerte.

 

Rufino González también siguió los pasos de su hermano Melitón. Le gustó. Tiene 44 años y desde hace 30 años se dedica a la agricultura.

 

Este año sólo sembró cuatro melgas de flor de terciopelo y margarita, también omitió el cempasúchil. Algo así como una tercera parte en comparación con el año pasado.

 

 

Un año sin festejos

Los campesinos de Tixtla saben que este año sus flores no adornarán los panteones por los tiempos que se viven.

 

Otras fechas estratégicas en que venden sus flores es en las festividades religiosas de San Lucas y de la virgen de la Natividad, pero este año tampoco les fue bien: en el primero no hubo celebración y en el segundo estuvo limitado el acceso.

 

Las autoridades municipales les informaron a los lugareños que como parte del decreto oficial del estado, estos días de festividad por el Día de Muertos, los panteones permanecerán cerrados para evitar aglomeraciones y contagios de coronavirus. Eso se traduce en que no habrá compras de flores para decorar las tumbas de los difuntos.

 

Aunque Rufino supo que la alcaldesa de Tixtla, Erika Alcaraz Sosa, dijo que con medidas de restricción permitirán la entrada al panteón del municipio.

 

El 29 de noviembre en Tixtla los floricultores comienzan los cortes de flores y las alistan para la venta.

 

–¿Cree que lleguen los compradores? –se le preguntó a Melitón

 

–Primeramente Dios, queremos que sí, porque es el sustento de la familia ¿y si no de dónde?

 

Melitón sostiene de su trabajo en el campo a su esposa y cuatro hijos.

 

Sus hortalizas tampoco se vendieron bien en estos ocho meses de contingencia sanitaria. El floricultor contó que en algunos mercados llegan inspectores de Gobernación y evitan que los comerciantes vendan sus hortalizas por las mismas supuestas medidas.

 

Rufino confía en que autoricen en el municipio la apertura de los panteones para que les compren las flores. Las siembras del campesino también son el principal sustento de sus tres hijos, que son estudiantes, y el de su esposa.

 

 

Tampoco hubo apoyos

Las flores en Tixtla son vendidas por manojos. Hace un año cada uno tuvo un costo promedio de 60 pesos, pero hay campesinos que las vendieron hasta en 40 pesos.

 

Lo más probable es que este año los costos sean iguales, aunque no se descarta que el precio disminuya muchos más. Si es así los floricultores tendrán que acatarlo. Saben que tienen que vender la flor que sembraron para esta temporada, manifestó Melitón.

 

Para el campesino sus ventas se reducen hasta en un 50 por ciento en relación al año anterior.

 

La esposa de Melitón se enteró que el Ayuntamiento darían apoyos para los floricultores. Acudió a registrarse par ver si tiene suerte, no parece muy convencida: “el campesino casi nunca sale, lo dejan fuera, y gente del mercado que vende, a ellos ya les llegó”.

 

La pandemia es incierta. Han transcurrido ocho meses desde que inició el confinamiento en el país –el 20 de marzo- y aún no hay señales de que termine.

 

Rufino recordó que el año pasado los apoyos de fertilizante también eran de mayor cantidad, dos paquetes que contenían seis bultos. Este año sólo recibieron un paquete y eso también les afectó, porque compraron el paquete que les hizo falta: cada costal le costó 550 pesos, es decir, gastaron unos 3,300 pesos.

 

Este año hubo campesinos que no sembraron, como el cuñado de Rufino.

 

Los hermanos González tienen fe de vender al menos las flores aromáticas.

 

 

Contenido patrocinado por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas

 

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