De 36 informadores asesinados este año en el mundo, 10 ocurrieron en México, clasificado como el país más peligroso para el periodismo, según Reporteros sin Fronteras
Texto: Balbina Flores Martínez/Ejecentral
15 de diciembre del 2019
En su discurso de toma de posesión, el 1 de diciembre de 2018, en el Zócalo de la Ciudad de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró: “En mi gobierno no habrá censura, ni casos como el de Carmen Aristegui o José Gutiérrez Vivó”. Y remató advirtiendo: “Tampoco habrá asesinatos de periodistas”.
La realidad lo ha superado y tan sólo en lo que va de su administración han sido asesinados 11 periodistas, uno por mes en el ejercicio de su trabajo, y seis más que aún se investiga por parte de organizaciones internacionales si el homicidio tuvo que ver con su labor periodística.
Así, los homicidios de periodistas superaron incluso al 2018, último de la administración de Enrique Peña Nieto, cuando se registraron nueve asesinatos. México los ha superado en 2019. De 36 asesinatos a periodistas en el mundo en este año, 10 ocurrieron en México, esto lo mantiene como el país más peligroso para ejercer el periodismo, de acuerdo a Reporteros sin Fronteras.
La impunidad en torno a los asesinatos ocurridos en este año ha sido la constante como en administraciones anteriores, donde hay algunos detenidos, pero ninguna sentencia.
Las condiciones de inseguridad para ejercer el periodismo también han continuado. De acuerdo con la organización Artículo 19, en el primer semestre de la actual administración se habían registrado 277 agresiones a la prensa, cifra que se elevó considerablemente en los siguientes meses.
277
ataques contra los periodistas se registraron en el primer semestre de la actual administración.
Los ataques en redes sociales hacia periodistas y medios quizá ha sido uno de los ataques más constantes y agresivos vistos este año. El ciberespacio es hoy el nuevo campo de batalla para la libertad de expresión, donde pareciera que el lema es “ataca a quien quieras y sálvese el que pueda”.
A esto hay que añadir la estigmatización que el Presidente ha hecho de la prensa en sus conferencias mañaneras de manera constante. Aunque diga que él no estigmatiza a la prensa.
El 6 de noviembre, en su conferencia mañanera, López Obrador aseguró a representantes de una Misión Internacional de 17 organizaciones defensoras de la libertad de expresión: “Nunca he utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas”, a quien no ve como enemigos, sino como adversarios, dijo.
En este mismo contexto, la vocería del Presidente en reunión con las organizaciones, un día anterior, aseguró “que lo que ven como estigmatización y censura contra periodistas y medios de comunicación es más bien un debate estimulado por las conferencias mañaneras del presidente López Obrador”. Desde luego, las organizaciones no aceptaron esta argumentación y pidieron al Presidente un compromiso para ya no estigmatizar a la prensa, a lo que no hubo ni un sí, ni un no.
›En su conferencia de este mismo día por la mañana, las organizaciones advirtieron que este clima adverso para la prensa, en su opinión, no contribuye de ninguna manera a una mayor libertad de expresión y mucho menos a garantizar el ejercicio periodístico, sino todo lo contrario.
En este rápido recuento a un año de la 4T, tenemos que la situación de la libertad de prensa en México, en el primer año del presidente Andrés Manuel López Obrador, no ha sido distinto a la de su predecesores Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, con relación a la violencia contra periodistas, donde los índices de agresión se han mantenido a la alza y las condiciones de inseguridad para el ejercicio periodístico siguen igual o peor.
Desde luego hay que reconocer que en diversas ocasiones el Presidente ha hecho referencia a que en su gobierno se respetaría la libertad de expresión en cualquiera de sus manifestaciones, entendida de su visión como los mensajes de ida y vuelta desde las conferencias mañaneras.
Todas las mañanas ha puesto en la mesa temas importantes y ha contestado la preguntas de las y los periodistas, una comunicación nunca vista en administraciones anteriores, aunque no siempre ha dado toda la información, porque él siempre tiene otros datos. Pero este ha sido un buen ejercicio de comunicación y nada más.
Hay que destacar también que en esta administración inició una relación distinta prensa-gobierno, en la que los medios y periodistas, han tenido que hacer un reacomodo no sólo de relación, sino inclusive de opinión. Lo que también ha desatado una polarización envidente.
Un reacomodo que hay que decir aún no termina y en el que la discrecionalidad en la publicidad aún prevalece, centralizada evidentemente desde la Presidencia mientras no exista una Ley de publicidad con criterios precisos que la regule, una tarea que todavía no se ha cumplido.
En esta administración se prometió que no habría más impunidad, pero esa promesa sigue pendiente a un año de la administración. ¿Cuál será la política real para el combate a la impunidad en contra de los ataques a periodistas, en particular el caso de los más de 150 asesinatos y 21 desapariciones en los que la Fiscalía General de la República ha guardado silencio hasta la fecha?
Quizá uno de los temas que ha estado presente en la mesa es el de la protección de periodistas que hoy cuenta con 104 recomendaciones por parte la ONU y que públicamente se ha dicho, el gobierno las ha aceptado, pero en lo cotidiano ni en lo estructural se reflejan aún los cambios. ¿Habrá que esperar otro año más? Ojalá no.