Sepultan restos de Ranferi Hernández, esposa, suegra y ahijado

Texto: Amapola Periodismo

Fotografía: Jesús Rojas

6 de febrero del 2020

 

Los restos de Ranferi Hernández Acevedo, su esposa Lucía Hernández Dircio, su suegra Juana Dircio Barrios, quien tenía 94 años, y su ahijado Antonio Pineda Patricio, asesinados el 14 de octubre del 2017, fueron sepultados por segunda ocasión este miércoles 5 de febrero.

 

Hernández Acevedo y su familia regresaban a Chilapa, procedentes de Ahuacotzingo, de donde era originario el extinto luchador social, cuando la camioneta en la que viajaban fue interceptada por hombres armados, que aún no identifican. Horas después, a los cuatro, los hallaron calcinados, dentro de la misma unidad.

 

Los restos fueron exhumados el 18 de agosto del 2019, de los cementerios de Chilapa, Nejapa, municipio de Chilapa y Ahuacuotzingo, por peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE), porque la familia de las víctima solicitó ayuda al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), autoridad internacional en el tema, para hacer una necropsia que permita encontrar indicios de los culpables.

 

 

Cinco meses y medio después, los restos de las víctimas regresaron a su morada. Primero enterraron a Juana Dircio, en Chilapa; después se trasladaron a Nejapa, de donde es originario Antonio Pineda y, finalmente, llegaron a Ahuacuotzingo para la exhumación de Ranferi y Lucía.

 

Lucía Hernández, hija y nieta de las víctimas, se quejó de que cinco meses después, la FGE sólo les entregó un dictamen en el que corrobora “que efectivamente eran ellos”, sin hallazgos importantes que abonen al esclarecimiento del asesinato colectivo. Además, se quejó de que la Fiscalía no dio oportunidad a que el EAAF estuviera en la reunión en las que recibieron los dictámenes y los restos.

 

Destacó que por lo menos era el primer encuentro que tenían con la autoridad investigadora, porque en estos dos años y cuatro meses “no había existido ni comunicación, ni coordinación, o algo que nos preguntaran”.

 

En la exhumación de los restos de Ranferi Hernández se mencionó que en 2017, cuando ocurrió el cuádruple homicidio, no hubo condiciones para que los estudiosos se realizaran. El centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan consiguió que el EAAF viniera a Guerrero a hacer las necropsias.

 

La familia mencionó que la decisión fue difícil y dolorosa, porque implicó interrumpir el descanso de los muertos pero fue un paso necesario.

 

“Fue un crimen político, la saña con la que los asesinaron lo demuestra; fueron torturados, ejecutados, incinerados. A Ranferi, no sólo había que matarlo sino que había que hacerlo sufrir más”, dijo un acompañante durante la exhumación.