Humberto Millán Salazar

Este perfil fue elaborado por Reporteras en Guardia, un colectivo independiente y sin filiación política conformado por más de 100 periodistas, editoras y realizadoras de 24 estados de México y de su capital, entre ellos Guerrero, con la finalidad de realizar las historias de las y los periodistas asesinados y desaparecidos del año 2000 mil al 2019


 

Texto: Patricia Núñez/Reporteras en Guardia 

31 de julio del 2020

 

Ningún detenido.
Asesinado con arma de fuego.

Portacelli, 1958-Culiacán, 2011

 

El 24 de agosto de 2011 amaneció lloviendo. Humberto Millán Salazar salió a caminar, como era su costumbre cada mañana desde el segundo infarto que había sufrido 17 meses antes.

Primero recogió a su hermano Eduardo, y luego ambos se dirigieron, a bordo de su camioneta Tahoe, a las instalaciones de Radio Fórmula en Culiacán, donde conducía el programa de análisis Sin ambages. En el camino, dos vehículos tipo Van le cerraron el paso y lo secuestraron, llevándose también su camioneta.

Eran las seis y cuarto de la mañana cuando Eva Beltrán, su compañera por más de dos décadas, recibió una llamada del abogado Berzahí Osuna, quien colaboraba en el programa que había comenzado a transmitirse en radio abierta pocas semanas antes, el 18 de julio. “Me dijo que mi esposo había sido secuestrado junto con su hermano, pero como él andaba en muletas, por solicitud de Humberto lo habían soltado”.

Beltrán buscó primero apoyo con su cuñada, Magda Oliva. Después fue a las oficinas del semanario digital A Discusión, en el que Humberto publicaba una columna política titulada también Sin ambages. Por la noche se trasladó a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de Sinaloa a esperar noticias.

Al día siguiente, a las diez de la mañana, Beltrán supo por el procurador Marco Antonio Higuera que debía estar atenta. Al poco tiempo se informó que el cuerpo del periodista había sido encontrado cerca de una granja en la zona agrícola de Campo Morelia, a unos diez kilómetros al norte de Culiacán. Sus asesinos le habían disparado un balazo en la cabeza y se habían llevado su grabadora y su laptop. “Ahí empezó mi martirio”, recuerda.

La viuda del periodista hizo responsables de su muerte al exgobernador priista Jesús Aguilar Padilla, al empresario y excandidato del PRI al gobierno, Jesús Vizcarra Calderón, y al alcalde de Culiacán y exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Héctor Melesio Cuén Ojeda, quienes tuvieron que declarar como parte de la investigación por el asesinato, lo mismo que el entonces secretario de Gobierno Gerardo Vargas Landeros.

“¿Por qué lo hice? Por lo que Humberto me decía, y por lo que yo le había escuchado denunciar públicamente en el programa. Él era un periodista muy crítico, agudo y obstinado en la búsqueda de la información”.

Desde su columna, Humberto exhibió las alianzas criminales de la clase priista, sus negocios ilícitos y lo que escondían los asesinatos políticos ocurridos en Sinaloa. La foto que circuló de Vizcarra Calderón junto a Ismael “el Mayo” Zambada hizo que cuestionara la fraternal relación que parecía unirlos.

Beltrán, al igual que el hijo de Humberto, César Citlalli Millán Lafarga —quien asumió la dirección del semanario—, consideran que en su asesinato no intervino la delincuencia organizada. Creen que fue un asunto político, pues esos eran los temas que denunciaba.

Lo mismo piensa Sixto Román, compañero de trabajo de Humberto, quien recuerda que, cuando se le citó a declarar, el subprocurador Martín Robles Armenta, encargado de la investigación, le hizo preguntas que apuntaban a disfrazar el caso como un asunto personal, pues en el pasado el periodista había sido acusado de violencia intrafamiliar.

Humberto ejerció el periodismo por más de 30 años. Estudió derecho en la UAS, pero desde joven comenzó a trabajar en los talleres del Diario de Sinaloa, donde se formó como reportero y columnista político. Fue colaborador de Radio UAS y Radio Fórmula, y de los periódicos El Debate y El Sol de Sinaloa; trabajó también como jefe de prensa en el gobierno del priista Renato Vega.

Era socio del semanario A Discusión, que fundó en 1996 junto con Isaías Ojeda, Jorge Walterio Medina y Jorge Guillermo Cano. Sus críticas al gobierno y a los políticos locales provocaron que durante la administración de Aguilar Padilla se vieran obligados a cancelar su impresión. La orden fue: “Ni imprenta ni papel para Millán”, recuerda Román. Fue en los primeros meses de 2008 cuando comenzó a publicarse la edición digital.

Era un golpeador nato, escribió el periodista Martín Durán para La Pared. “Pendejeaba al que consideraba pendejo, y defendía al que desde su visión lo merecía”, consignó en “Memorial por Humberto Millán”. “Leía su columna no por el estilo que manejaba, que en realidad me parecía tosco, sino por los madrazos que solía soltar. Era desgarrador. Incluso hasta molesto, y pensaba para mí mismo que algunas cosas no eran periodismo”.

Hijo de Humberto Millán Noriega y Evangelina Salazar Heras, Humberto fue el mayor de doce hermanos. Nació el 6 de febrero de 1958 en la localidad de Portacelli, en el municipio de Culiacán. Se crió con su abuelo paterno Miguel y aprendió a trabajar desde pequeño; siempre recordaba a sus hijos que sus primeros zapatos los tuvo a los 9 años, comprados con el dinero que él mismo ganó. Hasta esa edad andaba con huaraches o descalzo por el rancho, cuenta su hijo César.

Muchos pensaban que era un hombre frío y duro, pero siempre fue muy protector con sus hijos, agrega. Su gran miedo era quedarse solo o perder a alguno de sus familiares.

La investigación por los delitos de privación ilegal de la libertad y homicidio doloso fue iniciada por la procuraduría estatal. Posteriormente fue atraída por la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), que inició la averiguación previa 129/FEADLE/2013, la cual permanece abierta.

No se han informado avances en la investigación ni cuál era el contenido del video que dejó grabado Humberto en un disco compacto con la instrucción de que si sufría algún daño fuera entregado a las autoridades, encargo que cumplió Osuna.

Los familiares del periodista lamentan que el caso se encuentre archivado, sin que ni el anterior gobernador, Mario López Valdez, ni el actual, Quirino Ordaz Coppel, se hayan interesado en resolverlo.

Millán Lafarga considera que su insistencia en exigir que se investigue el asesinato de su padre lo pone en riesgo, pero no dará marcha atrás. Cree que la clave podría estar en el video que tienen las autoridades, del que se desconoce el contenido.

Está seguro de que Humberto debió incluir documentos que señalaban al presunto responsable de su muerte. “Lo preparó con anticipación porque sabía que algo le iba a pasar; solo buscamos justicia y saber quiénes fueron los cobardes que lo asesinaron y el porqué”.

 

 

 

 

 

 

 

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Reporteras en Guardia y lo reproducimos con su autorización