El mercado central, punto de abasto para los capitalinos

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Miguel Sánchez

21 de mayo del 2021

Chilpancingo

 

Pásele, ¿Qué va a llevar? ¿Qué le doy? Hay queso fresco, cuajada de Zumpango, picaditas ¿qué le doy? Se escucha al entrar al Mercado Central de Chilpancingo.

La entrada por las gradas principales implica una combinación de olores. Lo primero que se recibe es el aroma que desprende el pan, luego de las flores, y a un costado los antojitos con su respectivo chilate.

El Mercado Central de Chilpancingo Baltasar R. Leyva Mancilla es el mercado más importante de la capital, y uno de los grandes del estado. El edificio naranja que aloja a los comerciantes abarca una hectárea. Tiene escaleras para acceder a las instalaciones y desde el acceso se ve a decenas de comerciantes ofreciendo sus productos.

Antes de cruzar las escaleras que llevan al interior del mercado, se ve inmediatamente los puestos de aguas frescas de fruta, ahora con la pandemia también se venden cubre bocas de varios modelos.

Personas caminan de un lado a otro con bolsas llenas de despensas, esquivándose entre sí, mientras las y los vendedores ambulantes ofrecen pilas, bolsas de basura o alimentos como gelatinas, quesos o frijoles puercos.

Entre 1960 y 1980, el mercado estaba ubicado en el centro de la capital, entre las calles República del Salvador e Ignacio Zaragoza. En octubre de 1980 se mudó a donde está actualmente.

Lleva el nombre en honor a Baltasar Reyes Leyva Mancilla, un militar y político mexicano que fungió como gobernador del estado de Guerrero de 1945 a 1951.

La mayoría de la gente escribe el nombre del mercado con Z y aunque el mismo mercado así lo tiene escrito en letras grandes es un error, ya que el nombre del general Baltasar es con s.

El mercado Baltasar R. Leyva Mancilla es una fuente económica importante para la capital. Hay mil locales fijos y estos locales requieren empleados, en el mercado se generan alrededor de cuatro mil empleos directos y trescientos indirectos.

“Somos alrededor de mil trescientos comerciantes, todos dejamos nuestro hogar solo, allá debemos tener una persona que nos ayude en casa, desde ahí ya estamos generando un empleo indirecto”, comenta Antonio García Hidalgo, administrador del mercado.

El edificio del mercado está dividido en cuatro naves en las que se pueden encontrar diversos productos.

En la nave uno podemos encontrar todo lo relacionado con ropa, zapatos, vestidos de novia, quince años y vestidos casuales. Así que si tienes un evento en puerta, no dudes en visitar la nave uno. Se puede decir que es la nave más tranquila en cuanto a afluencia de personas.

Una de las naves más transitadas es la nave dos, la nave que seguramente todos han visitado, en esta nave se vende todo lo relacionado a abarrotes, frutas, verduras, quesos, cremas. Es la nave donde los habitantes de Chilpancingo surten su despensa.

La nave tres es donde puedes encontrar todo tipo de carnes, de cerdo, de res, de pollo; las carnes más frescas.

La nave cuatro está destinada a todo lo relacionado con comida, antojitos mexicanos, barbacoa y las famosas picaditas con guisados.

Entre todas estas naves hay variedad de negocios y productos, lo que hace que en nuestro mercado haya aproximadamente mil negocios fijos y trescientos semifijos. Tienes una gran variedad para elegir. ¿Te habías preguntado cuántos negocios hay en el mercado?

El mercado también recibe a comerciantes de otros lugares, como Mochitlán, Chilapa, Quechultenango y Chichihualco. Estos comerciantes ofrecen productos de sus localidades, principalmente artesanías y algunos vegetales y hortalizas que ellos mismos cosecharon ese día.

Fuera del mercado hay varios puestos semifijos, que son de personas que llevan su mercancía como frutas, vegetales y herbolaria.

“El principal atractivo del mercado son las carnes y las frutas, porque son frescas y son del día, es lo que la gente busca y por eso siguen viendo al mercado”, comenta García Hidalgo, el administrador.

Carlos Rodríguez es un chilpancingueño que va al mercado cada fin de semana a comprar parte de su despensa. “Aquí encuentro productos más frescos y de calidad que en las tiendas grandes y también más barato, los productos son locales eso ayuda al comercio local y que el dinero se quede aquí”, comenta Carlos.

Desde que llega, lo primero que Carlos observa es a las personas. La gran cantidad de personas que se concentran en el mercado. Le gusta que el mercado tena ese ambiente folclórico, pero hay ocasiones en que es demasiada la gente que no se puede ni caminar.

Marta asiste al mercado todos los sábados y comparte similitudes con Carlos, ambos visitan más la nave de carnes y de frutas y verduras. Creen que el mercado les da la variedad que necesitan para poder elegir sus productos.

Si algo pudieran cambiar, sería el tamaño “Ya somos muchos; tanto clientes como vendedores y no cabemos”, comenta Marta.

Guillermo es otro usuario del mercado Baltasar R. Leyva Mancilla, él compra en el mercado porque considera que todo es más natural, hay más variedad y es más económico. “No tengo dinero para comprar todo en el súper”, comenta Guillermo.

El mercado Baltasar R. Leyva Mancilla se vio afectado por la pandemia de Covid-19. Las personas dejaron de visitar el mercado; de cinco mil personas que asistían a realizar sus compras, la afluencia bajó a tres mil.

Cada puesto y cada comerciante tiene sus protocolos sanitarios, el uso de gel antibacterial, lavado de manos y uso del cubrebocas son los más utilizados.

El mercado ha tenido muchos cambios con el paso de los años. García Hidalgo recuerda el antiguo mercado, como un centro enorme. Así lo veía él a sus ocho años de edad. Recuerda que había juegos y que la nave uno, sigue siendo la más tranquila.

Recuerda historias que escuchaba de los comerciantes.“Los carniceros se iban al centro a vender, porque decían que el diablo les jugaba la carne, la metían al refrigerador y amanecía verde”, recuerda Antonio, nunca encontraron una explicación a ese suceso.

Así es nuestro mercado, lleno de leyendas, historias, historias de vida, de lucha y de perseverancia.

Comprar en el mercado, consumir local, aparte de adquirir productos de calidad, es una aportación para que la economía de Chilpancingo mejore, y la de todos los que vivimos aquí.