La génesis del desplazamiento en la Sierra

Civiles armados se aproximan a Chichihualco, cabecera de Leonardo Bravo, uno de los tres municipios que conforman un corredor de Guerrero por el que sale la goma de opio, madera y próximamente oro, pues hay un proyecto minero en puerta


 

Texto: Marlén Castro

Fotografía: José Luis de la Cruz

16 de marzo del 2020

 

Heliodoro Castillo

Un adolescente al que se le notan las costillas en su cuerpo escuálido, con arma de asalto terciada en el pecho, franquea la puerta del auditorio de la comisaría municipal de Tlacotepec, cabecera de Heliodoro Castillo, el corazón de la Sierra guerrerense.

Dentro, Salvador Alanís Trujillo, su jefe, líder del Frente Unido de Policías Comunitarios del Estado de Guerrero (FUPCEG), aguarda el cierre de una asamblea entre autoridades de las comunidades de este núcleo agrario y funcionarios del gobierno federal para pedir la palabra.

En esta reunión también está el alcalde Serafín Hernández Landa. Unos 12 policías municipales, con armas largas y varios escoltas con ropas civiles vigilan en las calles que rodean la comisaría y el comisariado de bienes comunales. Entre los policías comunitarios que resguardan a Alanís y los policías municipales que hacen lo propio con el alcalde, hay unos cincuenta elementos armados en el centro de esta población. Aparte, de los elementos de la Guardia Nacional que durante la asamblea recorren el edificio.

Los bienes comunales de Tlacotepec conforman el segundo núcleo agrario más grande del país. Tiene 240 mil hectáreas, según la resolución presidencial dictada en julio de 1951, de acuerdo a información de la Procuraduría Agraria.

Discuten el reparto del fertilizante. Encuentro que después de dos horas termina sin acuerdos. Porque en Tlacotepec, como en tantos otros lugares, la lista de beneficiados no concuerda con las hectáreas que se siembran.

Cuando los funcionarios del gobierno federal adheridos a la Secretaría del Bienestar terminan la reunión, Alanís Trujillo pide el micrófono para dar un mensaje a unas 800 personas que hay en el auditorio. Se trata de los comisarios y comisariados de unas 240 comunidades de este municipio. Los funcionarios federales y el alcalde se retiran. Alanís se queda al frente.

Es notoria la influencia que tiene Alanís en la región. Pide a la gente que no se retire, éstos se mantienen en sus lugares. Ni siquiera se presenta, la gente ya lo conoce. Va directo al grano.

Dos días antes de esta reunión, cinco policías del FUPCEG fueron asesinados en Filo de Caballos, municipio de Leonardo Bravo. La comitiva de los funcionarios federales que iba rumbo a Tlacotepec pasó sobre la cal que los pobladores pusieron en la calle para tapar la sangre de los policías ejecutados.

Alanís cuenta en el auditorio como ocurrieron los hechos.

“Los policías fueron sorprendidos, les tocaron, dijeron que eran del Ejército, un vigilante abrió, mientras el resto seguían dormidos”, cuenta a la concurrencia.

“Vengo a decirles que no estamos seguros, que pueden venir nuevamente a agredirnos”, refuerza.

Aunque algunos se han retirado, el resto lo escucha con atención. Alanís les propone reforzar la seguridad. Les dice que si cada una de las 240 comunidades manda a 10 elementos para la policía comunitaria serán una fuerza de más de dos mil policías para defenderse de nuevas incursiones.

  • ¿Ustedes qué dicen, Heliodoro Castillo va a pelear por sus derechos?

La gente responde que sí.

Por si algunos fueran indiferentes Alanís agrega:

  • No necesitamos al Ejército aquí en la Sierra para cuidarnos si tenemos nuestra policía comunitaria. Se sabe que el noventa por ciento de la gente de aquí se dedica a la siembra de amapola, que es para muchos su única forma de subsistencia, cuando el Ejército sube a fumigar sus plantas, arrasa con todo, con sus matas de jitomate, de chile, de calabaza. Con todo. No queremos al Ejército aquí, hay que ir a decírselos.

La gente, con fama de temerarios, no grita arengas. Sólo asiente.

 

 

Éxodo masivo en noviembre del 2018

El 11 de noviembre del 2018, alrededor de las 12:00 horas, los habitantes de Filo de Caballos terminaban su asamblea mensual en la comisaría del pueblo cuando llegaron mensajes y avisos por radio de gente de las comunidades cercanas de que venían personas armadas al pueblo. El mensaje indicaba que era muchísima gente que iba a pie, y otros en carros. Todos iban armados.

 

Era domingo. Día de plaza y de asamblea, así que había mucha gente en las calles en esos momentos. Los mensajes que llegaron los hicieron correr hasta sus casas. Cerraron portones, puertas y ventanas. Se escondieron a esperar lo peor. Desde sus refugios comenzaron a escuchar las balaceras y los gritos de pánico de quienes fueron alcanzados por los proyectiles.

 

Los habitantes de Filo de Caballos, los que todavía viven ahí, recuerdan que fueron como seis horas de balazos. Cuando las detonaciones cesaron comenzaron a salir de sus escondites.

 

El informe oficial del gobierno del estado señaló que se trató de un enfrentamiento entre civiles armados y policías estatales, aunque ya era público que un grupo armado había ingresado a disputar el pueblo al grupo criminal que lo controlaba. Siete hombres murieron en ese enfrentamiento.

 

Al día siguiente, unos 1,500 habitantes –de acuerdo a las cifras manejadas en la prensa– huyeron de Filo de Caballos y de varias comunidades cercanas. Se refugiaron en Chichihualco, la cabecera de Leonardo Bravo.

 

El resultado de esa incursión aún es visible en Filo de Caballos. Sobre la calle principal de la población se aprecian unas 10 casas agujeradas, con hoyos en las paredes de concreto de varios centímetros. Esas casas tienen puertas y ventanas abiertas, vidrios rotos, basura revuelta con caca. Son casas abandonadas desde el 11 de noviembre del 2018.

 

El grupo que tomó la población era el Frente Unido de Policías Comunitarios del Estado de Guerrero, formado en Apaxtla ocho días antes de esa incursión, el 3 de noviembre. Al frente de los armados que tomaron Filo de Caballos venía Salvador Alanís Trujillo.

 

 

 

¿Quién es Salvador Alanís Trujillo?

Alanís Trujillo no es de Tlacotepec. Ni de alguna de las comunidades de la Sierra, una extensa zona que abarca las partes altas de 13 municipios, rica en recursos maderables, en ganancias por la venta de la goma de opio, y también con oro, en los que se calcula viven unas 150 mil personas. El jefe de los autodefensas en la zona serrana es de El Ocotito, una localidad del municipio de Chilpancingo, la capital del estado.

 

El 11 de noviembre del 2018 que fue tomada la población de Filo de Caballos, con Alanís al frente, fue literalmente su reaparición, después de dos años de ocultarse.

 

Tres años antes, el 31 de enero del 2015, Alanís Trujillo encabezó a unos 600 hombres del Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo de Guerrero (Fusdeg) que entraron a Petaquillas, comunidad pegada a la capital, procedentes de El Ocotito, en donde habían conseguido sacudirse a los criminales.

 

El Ocotito forma parte de un valle central en una zona por muchos años coto de poder del grupo criminal Los Rojos, vinculados a los Beltrán Leyva. El Fusdeg se había formado de una escisión de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), encabezado por Bruno Plácido Valerio.

 

En esa ocasión, a Alanís y a sus hombres armados los recibieron unos 500 habitantes de Petaquillas entre aplausos. Los habitantes de Petaquillas sufrían asesinatos, secuestros, extorsiones y con el Fusdeg vieron la posibilidad de retornar a la paz. Petaquillas es una población de paso en la ruta conocida como Río Azul, compuesta por los municipios de Mochitlán y Quechultenango, territorio de otro grupo criminal: Los Ardillos.

 

En la parte alta de Mochitlán, en la zona de recarga de agua, se desarrolla el proyecto minero El Violín de la empresa australiana Pacífico Minerals Ltd, la que arrancó operaciones con cero oposición de los pobladores.

 

Durante 21 meses, desde enero del 2015 hasta octubre del 2016, los autodefensas del Fusdeg mantuvieron a raya a Los Ardillos. Les decomisaron droga escondida en los guardaequipajes de los camiones que cubren esta ruta, además de enfrentarlos a balazos, encuentros en los que varias veces, Los Ardillos se replegaron.

 

Amapola. Periodismo transgresor recabó varios testimonios que indican que la correlación de fuerzas cambió el 22 de octubre del 2016, cuando integrantes de Los Ardillos obligaron a los habitantes de Petaquillas a reunirse en la cancha deportiva, después de que a los consejeros del Fusdeg los sacaron con violencia de sus viviendas, los llevaron a las canchas y con las armas en sus cabezas, frente a todos, los obligaron a firmar su renuncia al Fusdeg.

 

Alanís Trujillo estaba en El Ocotito. Antes de sacar a su familia y también huir, acusó a Plácido Valerio de aliarse con Los Ardillos, para expulsarlo de Petaquillas, y también con el Cartel del Sur, la organización criminal que dominaba, por su lado, el corredor de comunidades de la Sierra, la zona de extracción de la goma de opio. Donde ahora está Alanís como líder de otro grupo de autodefensa.

 

 

Tlacotepec, el municipio escondido

Para llegar a Tlacotepec, cabecera del municipio de Heliodoro Castillo, hay que franquear seis filtros del Frente Unido de Policías Comunitarios del Estado de Guerrero (FUPCEG) y dos del Ejército. Se trata de un corredor compuesto por comunidades de tres municipios: Eduardo Neri, Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo.

 

Xochipala, municipio de Eduardo Neri, es la comunidad por la que se accede a este corredor. Aquí hay un puesto de control del Ejército y el siguiente aparece hasta Tlacotepec.

 

Los habitantes de Xochipala pagaban cuotas de extorsión al grupo criminal Cartel del Sur, encabezado por Isaac Navarrete Celis, apodado el señor de la I. Una parte de las tierras de los bienes comunales de Xochipala están rentadas a la minera canadiense Leagold Mining Corporation, para la extracción de oro en Los Filos-El Bermejal, una de las operaciones extractivistas más grandes del país.

 

Antes de ser el jefe criminal de este grupo, Isaac era conocido en toda la región porque manejaba un carro trocero, camiones cargados con madera de los bosques altos de los bienes comunales de Tlacotepec. Isaac Navarrete es originario de Tepozonalco, una comunidad de Leonardo Bravo, de alrededor de 700 habitantes.

 

A 20 kilómetros de Xochipala aparece El Mirabal y el primer filtro de la autodefensa que encabeza Alanís Trujillo; otros 10 kilómetros más: Tres Cruces, con otro filtro del FUPCEG. Son comunidades del municipio de Eduardo Neri.

 

Enseguida está Los Morros, comunidad que ya forma parte del municipio de Leonardo Bravo, también con filtro del FUPCEG. De esta comunidad es originario el alcalde de Leonado Bravo, Ismael Cástulo Guzmán. El alcalde ya no tiene familia en Los Morros. Su parentela está desplazada desde el 11 de noviembre del 2018. Formó parte de los cerca de 1,500 habitantes que se salieron de este corredor cuando el FUPCEG tomó Filo de Caballos, el centro de operaciones del Cartel del Sur. Antes de la incursión, en Los Morros había alrededor de 400 personas. De acuerdo con versiones de esta misma población ahora hay menos de cincuenta habitantes.

 

 

Hay un grupo de poblaciones pequeñas sin filtros de control, como Campo de Aviación, hasta que se llega a Filo de Caballos, la comunidad más grande de este corredor, de unos 1,400 habitantes. Filo de Caballos aún luce los estragos de la disputa. La comisaría de dos pisos es un edificio perforado por cientos de balazos desde la base hasta el techo. Frente hay una línea de casas arruinadas por las balas y por el abandono.

Fuera de la comisaría, hay decenas de elementos del FUPCEG. La población hace sus actividades cotidianas, aunque hace dos días, elementos del grupo que habían echado en noviembre del 2018, incursionó durante la madrugada, llegó hasta la base de operaciones y se llevó a seis policías.

La gente se despertó ese domingo 8 de marzo por el ruido de las detonaciones, a sólo cien metros de donde los sacaron. Cinco murieron en el lugar de la ejecución y uno quedó herido. Sólo uno de estos policías era de la región de la Sierra. De los otros cuatro, dos eran de El Ocotito y dos de Tierra Colorada, reveló Alanís en entrevista.

En la calle hay restos de cal que los habitantes usaron para tapar la sangre, la que los carros desperdigaron por varios metros. Ese día, tres horas después, entre Corralitos y Filo de Caballos, el mismo grupo atacó una camioneta en la que viajaban civiles, en donde hirieron a un hombre anciano, y a las seis de la tarde, tirotearon a una unidad del transporte público que cubre la ruta de Tlacotepec a Zumpango. El ataque costó la vida a Sinaí Castillo Gutiérrez, de 28 años, maestra y directora de telebachillerato, originaria de Tlacotepec, quien varios días después del ataque murió en un hospital en Chilpancingo. La enterraron el 14 de marzo.

Después de Filo de caballos está Corralitos, también con casas tiroteadas y abandonadas desde el 2018.

Finalmente está Tlacotepec, la población más grande de este corredor, con unos 49,000 habitantes. Es el lugar en el que opera Onésimo Marquina Chapa, El Necho, a quien se refieren como el nuevo jefe de la sierra. En todo este corredor, El Necho es conocido como El patrón. La Fiscalía General del Estado (FGE) ubica 14 grupos delictivos que operan en las siete regiones de la entidad. En este mapa delictivo no figura la organización que encabeza El Necho. El FUPCEG, de acuerdo con la misma fuente, es uno de los 19 grupos de civiles armados que operan en la entidad.

Informes extraoficiales establecen que El Necho, en disputa con Navarrete Celis, cuenta con el apoyo de la policía comunitaria comandada por Alanís Trujillo.

El jefe de la policía comunitaria fue cuestionado al respecto.

  • ¿A la policía comunitaria de Tlacotepec se le señala de ser el brazo armado de Onésimo Marquina Chapa, que dice a eso?
  • Onésimo Marquina no tiene la capacidad económica para pagar tres mil policías comunitarios ni es que yo esté pidiendo apoyo. Usted fue testigo de que se les hizo invitación a todos los comisarios para que vinieran a apoyar, sino fuera así, sólo se les ordenaría. Tampoco es cierto que el territorio en el que actúa el frente de policías comunitarios sea el mismo en el que opera Onésimo Marquina. El Frente de Policías Comunitarios tiene gente en Eduardo Neri, en Leonardo Bravo, en San Miguel Totolapan, en Apaxtla y en Juan R. Escudero.
  • ¿Usted conoce a Onésimo Marquina?
  • Todo Tlacotepec conoce a Onésimo.

 

 

En Chichihualco resisten, al margen los desplazados

En Chichihualco, cabecera de Leonardo Bravo, viven 135 personas desplazadas de la Sierra desde noviembre del 2018, atendidas por el Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón

Teodomira Rosales Sierra, integrante del Centro Morelos, es la encargada de este acompañamiento. Teodomira Rosales sostiene que entre las familias que atienden no hay personas ligadas a ningún grupo criminal, todas estas familias, asegura, salieron de Filo de Caballos y de otras comunidades por la violencia, porque tenían miedo de ser asesinadas.

A principios de 2019, reconoce Teodomira Rosales, el Centro Morelos atendía a más desplazados, pero hablaron con todos abiertamente y les pidieron que fueran honestos, que dijeran si su salida de Filo de Caballos tenía que ver con que pertenecían a algún grupo de la delincuencia y si tenían relación que se fueran.

En ese momento, señala Teodomira Rosales, nadie expresó nada al respecto, pero en los siguientes días algunas personas comenzaron a alejarse paulatinamente hasta quedar sólo este grupo de 135 personas.

Ya depurado este grupo, la gente que se quedó expresó con libertad, que efectivamente muchos de esos desplazados sí estaban relacionados con el grupo criminal expulsado, por lo que si permanecían era peligroso para todos.

Estimaciones de organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la región serrana indican que en los últimos años alrededor de 30 por ciento de la población que habita este corredor compuesto por los municipios de Eduardo Neri, Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo, unos 20 mil de un total de 70 mil están desplazados de sus comunidades.

 

 

Tesoros en la Sierra

Las partes altas de los 13 municipios que conforman la región llamada Sierra tienen oro. También cientos de muertos y desplazados por la violencia generada por diferentes grupos criminales. La sierra la componen comunidades de los municipios de Chilpancingo, Eduardo Neri, Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo, San Miguel Totolapan, Apaxtla, Coyuca de Catalán, Arcelia, Atoyac, Tecpan, Petatlán, Zihuatanejo y La Unión.

Las comunidades de estos municipios, aparte del oro, tienen en común que se están quedando solos. También tienen grupos de civiles armados que surgieron, de acuerdo a la justificación, para defender a la población.

En Heliodoro Castillo, el corazón de la Sierra, después de la reciente incursión de elementos del Cártel del Sur en Filo de Caballos, perteneciente a Leonardo Bravo, las comunidades se alistan para reforzar al FUPCEG para ir tras los responsables de los asesinatos de los cinco policías y la gente de la población civil que fue atacada.

«Los nuevos policías están llegando paulatinamente. Los pueblos están mandando a los refuerzos y vamos a empezar a actuar», aseguró Alanís.

 

 

 

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