Durante los tres días consecutivos que la gente se guardó en sus casas después de los recientes ataques al transporte público, los ingresos de quienes dependen del flujo cotidiano en el centro de la ciudad son inciertos. Las autoridades siguen sin explicar por qué pasa lo que pasa en Chilpancingo, pero pronostican para hoy mejores condiciones
Texto y Foto: Margena de la O
Chilpancingo
Miércoles 1 de octubre del 2025
Es martes 30 de septiembre a mediodía en Chilpancingo y Natividad tiene casi todos los cocteles de frutas, el yoghurt y los sándwiches que llevó a vender. Todas las mañanas de lunes a viernes, desde hace 25 años, vende estos desayunos en un pequeño puesto en una esquina de la avenida Vicente Guerrero, un lugar estratégico en pleno centro de la ciudad, porque pasan estudiantes y burócratas, pero hoy está deslucido.
Para esta hora, el tráfico y el flujo de la ciudad ya mejoró, porque muy temprano estaba casi vacío. Este martes es el tercer día consecutivo que casi no hay gente en las calles después de los ataques a unidades del transporte público de rutas foráneas; las incendiaron. Comenzaron el domingo por la madrugada, siguieron en la mañana, y el lunes, aún con el reforzamiento del gobierno del estado de las operaciones policiacas, unas personas quemaron otra urvan de ruta Chilpancingo-Chilapa en plena base o terminal, ubicada cerca del perímetro del mercado municipal Baltasar R. Leyva Mancilla.
“Si la gente no sale, nosotros no vendemos”, suelta Natividad para dejar claro de qué depende el comercio de la ciudad, desde el más modesto en la calle hasta los grandes establecidos. Después cuestiona qué habrían de comer en su casa si la situación sigue igual, que mide en función a las ventas.
Para esta hora tendría el puesto vacío; suele retirarse, después de recoger la mesa y sombrilla que instala, a más tardar a la una y media de la tarde. A esta hora había pocas probabilidades y tiempo para que mejoraran sus ventas.
Un día antes, el lunes, cuando ocurrió un nuevo ataque al servicio de transporte público, tampoco le fue bien, porque regresó a casa con parte de la fruta. Natividad ya no puede volver a vender la fruta y los sándwiches que le quedan, porque se oxidan y dañan, entonces, fueron pérdidas.
La misma situación vivieron casi todos los comerciantes del centro de la ciudad, establecidos o no, porque la mayoría estaban sin sus clientes habituales.
La Pérgola también estaba casi vacía a esa hora. Es poco usual que esto ocurra, porque es uno de los sitios más tradicionales de la ciudad, atendido en su mayoría por mujeres–que llevan generaciones continuas–, donde venden antojitos mexicanos al estilo Chilpancingo, por la salsa a base de consomé de pollo que le agregan a todo, incluidas las enchiladas. Además está ubicado en uno de los sitios más céntricos de la ciudad, a un costado de la parada principal de transporte público de la avenida Juan N. Álvarez, antes de entrar al paso desnivel.
En una plática, una de las mujeres que atiende uno de los puestos dijo que han tenido pocas ventas, porque la clientela es baja, debido a que casi no hay gente en las calles. Chilpancingo es la capital, concentra las oficinas públicas y a los burócratas, además de estudiantes universitarios, por ser la sede principal de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). Fue el segundo día que en el Ayuntamiento de Chilpancingo, ubicado en el zócalo, no hubo labores por segundo día consecutivo como medida preventiva–según un comunicado oficial–después de los ataques.
“Pero tenemos que salir aun con el miedo”, dice unas de las mujeres de un puesto de tacos de diferentes carnes. Y sí, porque en el sitio no habían considerado la posibilidad de cerrar o irse temprano, aunque los clientes lleguen a cuenta gotas; el lunes también se fueron hasta al anochecer, como todos los días.
Todo indica que es la mima lógica de los comerciantes del centro de la ciudad, porque aun cuando las personas son escasas en las calles, la mayoría de los establecimientos y puestos de las calles estaban abiertos o montados.
Lo que ocurre es una situación antes vivida en Chilpancingo, pero que las autoridades nunca explican de manera pública. Personas atacan al transporte público–esta ocasión quemaron una unidad antes de que se bajaran todos los usuarios– y la mayoría de la población se guarda por temor a que los hechos escalen o les impacten, como ya ocurrió con los pasajeros de la ruta Chilpancingo-Amojileca, donde un par de personas resultó con quemaduras.
Pero no todos tienen la posibilidad de guardarse, como quienes viven del flujo cotidiano en la ciudad. Conductores del transporte público salen aun en esas circunstancias, al igual que los comerciantes.
Esta ocasión, el gobierno del estado no consideró pertinente que la Secretaría de Educación en el Estado (SEG) cancelara clases aun cuando el transporte era escaso y no todas las personas tiene vehículos propios, y por ende la Uagro tampoco lo hizo, pero los directivos de muchos de los planteles decidieron anular actividades por considerar un riesgo. Como en las preparatorias 1 y 9 de la Uagro, ubicadas sobre avenida Benito Juárez, frente a la alameda Francisco Granados Maldonado.
En la alameda solitaria este martes a mediodía están juntos un par de vendedores. Uno es un adulto mayor con un carrito de raspados, y el otro mucho más joven que vende frituras; llevaban una hora en el lugar en espera de su primer cliente, porque no hay casi nadie. En días con condiciones normales, estudiantes preparatorianos suelen colmar esta zona.
El hombre mayor, sin tener claro por qué ocurre esto en Chilpancingo, porque solo habla de “los malos”, dice que la situación es tan complicada que todos, en relación a la ciudadanía en colectivo, “tenemos que pagar (las consecuencias) parejo”, independiente de quién o quiénes lo provoquen.
Hasta el momento ninguna autoridad de los tres niveles de gobierno ha salido a explicar de manera pública por qué pasa lo que pasa en Chilpancingo. Solo el alcalde Gustavo Alarcón Herrera, en una actitud muy distinta al principio del año pasado, cuando se estrenaba como presidente municipal de la capital de Guerrero, salió a exhibir a los gobiernos estatal y federal, encabezados por las gobernadora Evelyn Salgado Pineda y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que les advirtió mediante oficios que habría un brote de violencia.
En ninguno de los oficios donde pide reforzamiento de la seguridad en la ciudad, que hizo públicos mediante redes sociales, expone qué o quienes provocarían ese brote, como si las acciones criminales no fueran cometidas por personas.
La gobernadora ni siquiera ha informado qué pasa, a excepción de los dos posteos que ha hecho en redes sociales, uno para informar que visitaba los filtros de seguridad instalados en diferentes sitios de la ciudad, y el otro para hablar de una reunión de los integrantes de la Mesa Estatal de Coordinación para la Construcción de la Paz, en teoría, los responsables de evitar o calmar los hechos de violencia, y con el alcalde como invitado.
El gobierno estatal pronostico para hoy mejores condiciones porque el transporte público reactivará en su totalidad. La SEG lanzó ayer un comunicado para convocar a los directivos de los planteles a que retomarán sus actividades normales, al igual que la Uagro. Pero la seguridad pública no solo depende de que el trasporte público retome su ritmo.