Poco más de 185 mil mujeres se sumaron a la población desocupada del país por la pandemia, y a la fecha no han logrado encontrar trabajo, de acuerdo con el Inegi.
Texto: Dalila Sarabia / Animal Político
Fotografía: José Luis de la Cruz
28 de julio del 2021
“Fue un shock tremendo. Fue muy difícil para mi porque -como todos- empezamos a organizarnos y ver qué (gastos) podíamos recortar… ver cuánto dinero teníamos”, dice Liliana Saldaña de 49 años.
En abril de 2020, apenas un mes después del inicio de la crisis sanitaria por COVID-19, la mujer perdió su empleo. De la noche a la mañana se quedó sin el ingreso con el que pagaba los gastos de la casa y las necesidades de sus tres hijos. Perdió todas sus prestaciones y se quedó sin el seguro médico que la protegia no solo a ella, sino a su hijo menor y a su esposo. Han pasado catorce meses y Liliana no ha encontrado empleo.
Trabajaba en una escuela particular en León, Guanajuato, en donde radica desde hace 17 años. Desde el 2015 estaba a cargo del departamento de comunicación de la institución educativa que atiende desde niños en preescolar hasta el bachillerato por lo que no solo hacía las campañas de mercadotecnia, sino que tenía como responsabilidad de llevar la comunicación interna, con los papás y alumnos.
“En cuanto llegó la pandemia nos mandaron a trabajar a casa… ahí estaba yo hasta que llegó el momento en el que empezaron a hacer el recorte de personal (…) lo que comenta la institución es que los papás, por esta parte de la pandemia, dejaron de pagar la colegiatura porque sus hijos ya no asistían a la escuela”, cuenta Liliana.
“Éramos mucho personal administrativo y decidieron cortar departamentos, quitar parte del personal y bueno, desafortunadamente me tocó a mi, fui una de las elegidas”.
La crisis sanitaria ha impactado el empleo en todos los niveles, pues a lo largo de los meses se ha registrado la pérdida de plazas laborales, sin embargo, el mayor golpe lo han tenido que enfrentar las mujeres.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, en marzo de 2020 -cuando inicia la crisis sanitaria en México-, la tasa de desocupación de las mujeres se ubicaba en el 3%, es decir, unas 688 mil mujeres no tenían un trabajo.
Quince meses después, para junio de 2021, el Inegi reporta una tasa de desocupación del 3.9%, -unas 873 mil 184 mujeres-, es decir, poco más de 185 mil mujeres se sumaron a la población desocupada del país y a la fecha no han logrado encontrar un trabajo.
Y aunque se trata de una cifra menor si se compara a la registrada, por ejemplo, en julio de 2020 cuando la tasa de desocupación entre las mujeres llegó al 6.34%, lo cierto es que ellas no han logrado regresar al campo laboral, lo que las ha obligado a buscar todo tipo de opciones -en su mayoría en el sector informal- para llevar el sustento a sus hogares.
Venta de comida y ropa
Liliana cuenta que, aunque ella era quien aportaba la mayor parte de los recursos, al momento de quedarse sin empleo sabía que su esposo podría seguir apoyando en casa y que con ello saldrían adelante, sin embargo, en junio de 2020 su pareja -que trabajaba como entrenador- también perdió su trabajo.
“Mi esposo, en este mismo sentido, pero en junio, perdió su empleo. Así que los pilares de la casa nos quedamos sin ingreso. Ha sido bastante, bastante difícil y sigue siendo porque seguimos luchando para salir adelante”, explica la licenciada en administración de empresas.
“Lo que empecé a hacer para poder seguir recibiendo algo de ingreso fue empezar a cocinar y hacer venta de comida, primero entre amigos y luego en publicaciones por Facebook. Usando todos los medios y redes sociales empezamos a vender desde comida hasta lo que se fuera dando, si tenía oportunidad de comprar cojines de los que se empezaron a usar, los vendía, también ropa o lo que encontrara”.
En casa comenzaron a recortar al máximo sus gastos, por lo que al momento de hacer la despensa solo se adquiría lo más necesario. Atrás habían quedado los días en los que se daban “un gustito” y compraban algunas botanas o antojos que deseaban saciar.
También tuvo que sacar a su hija de la escuela particular en la que estudiaba. Con ella y su esposo desempleados era imposible seguir costeando las colegiaturas.
“Le estuve buscando lugar en una escuela pública, porque la verdad el panorama estaba terrible, y no lo logré, no había cupo porque yo creo que, así como yo, muchas familias hicieron eso. No pude lograr un lugar en una escuela pública para mi hija y sabía que también ese sería el costo que tendría que enfrentar (al quedarme sin empleo)”, asegura.
Desde el momento que se quedó desempleada en su hogar no se ha comprado ni ropa ni calzado nuevo, pues dice que ante la incertidumbre de lo que pueda pasar, guardan cada peso que lograr tener.
Busca una oportunidad
Liliana dice que desde que se quedó sin empleo no ha dejado de buscar uno, pero ninguno de los mails que ha enviado con su curriculum, ni ninguna de las entrevistas que ha tenido se ha traducido en buenas noticias.
“Yo no he quitado el dedo del renglón, he estado aplicando para las vacantes que mis amigas me mandan -porque ven que es algo en lo que me puedo acomodar-, aplico, mando mi curriculum, he ido a algunas entrevistas, pero desafortunadamente no he corrido con la suerte y es básicamente -que es increíble que estemos viviendo eso- por la edad”, reclama.
“Ya requieren a personas muy jóvenes, yo entiendo que les tienen que dar la oportunidad, pero nosotros que ya no somos tan jóvenes, pues también seguimos necesitando trabajar”.
A sus 49 años, Liliana ha apostado por continuar con su venta de comida, cojines y ropa.
Dice que en los últimos meses ella y su esposo han incursionado en la venta de servilletas de papel, y aunque ha sido difícil, en los últimos meses han empezado a tener una entrada de dinero.
Su hija, al no encontrar un lugar en una escuela pública y con la necesidad de continuar sus estudios, ingresó a una escuela particular en la que Liliana paga la mitad de colegiatura que lo que le cobraban en el antiguo colegio, así que, subraya, aunque no ha encontrado un empleo como el que tenía, ella seguirá haciendo la lucha para llevar el sustento a su familia y pagar la educación de sus hijos.
“Las mujeres hemos ganado mucho terreno, pero tenemos que seguir luchando y levantando la voz (…) es difícil de entender por qué (nos dejan sin empleo) si hacemos un buen trabajo, además de que eso de que ganamos menos sigue siendo una realidad”, lamenta.
Recuerda que entre las personas que despidieron de la escuela en la que trabajaba la mayoría fueron mujeres, incluso la directora del espacio también perdió su empleo. Y aunque pudiera ser un detalle sin importancia, dice que ahora esa plaza está ocupada por un hombre.
“Yo espero que para cuando mis hijas estén más grandes esto ya haya cambiado. Ojalá logremos la igualdad porque me parece increíble que en pleno 2021 sigamos viviéndola”.
Este texto fue elaborado por el equipo de Animal Político y lo reproducimos con su autorización.