Texto: Amapola Periodismo
Fotografía: Especial
Chilpancingo
Flora Marcelo Rojas, madre de Ayelín Iczae Gutiérrez Marcelo, la niña de 14 años originaria de Tixtla que fue víctima de feminicidio en octubre del 2020, se sumó a la lucha y acompañamiento de víctimas de violencia y fue blanco de espionaje por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
A raíz de la desaparición y asesinato de Ayelín y la búsqueda de justicia de sus familiares, Flora recibió amenazas de muerte. Salió de Tixtla y del estado para no poner en riesgo su vida ni la de sus otras dos hijas.
Por el momento no cuenta con ningún mecanismo de protección. Estuvo acogida por el Mecanismo de Protección Federal para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación.
En abril del año pasado se le retiraron. «Me dijeron que no corría peligro, sin hacerme análisis de riesgos», mencionó Flora.
En este tiempo ha sufrido diversas violaciones a sus derechos humanos; intentaron desalojarla de los plantones en los que participó y fue víctima de espionaje.
Por ello, dijo, ha interpuesto quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), pero no recibe respuestas a sus quejas.
La semana pasada, denunció Flora, se dio cuenta que era víctima de espionaje por parte de una militar de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), quien desde hace dos años se hacía pasar como reportera independiente.
«Llegó una chica diciendo que era reportera independiente, y como así hemos conocido a varias periodistas, confiamos en ella y, pues, no fue así. Tiene como una semana que nos dimos cuenta que no era una periodista, era una militar de Sedena».
La militar se presentó con el nombre de Mía Rodríguez y en los dos años acudió a entrevistar a Flor, y a Laura Kábata, madre de Óscar Kábata, víctima de tortura y privación de la libertad por elementos de la Sedena. Flora da acompañamiento a Laura y a Óscar.
La militar se ganó la confianza de Flora en estos dos años; hasta le contó cosas personales y sobre el caso de Ayelin.
«Ella sabe muchas cosas, sabía cuando nos agredían o cuando pasaba algo, era la primera en escribirnos, nos preguntaba qué íbamos a hacer, que si estábamos bien; a veces nos preguntábamos cómo se había enterado.»
Una de las cosas que Flora notó raras de la supuesta periodista es que, en una ocasión entró a una reunión con ella y Laura, y entregó su credencial y la llamaron Paola; pensaron que se llamaba Mía Paola.
Flora comenta que en Facebook y Twitter tenía otros nombres. De sus supuestas notas periodísticas nunca supieron.
Nunca le cuestionaron por qué tenía diferentes nombres. Flora comentó que terminaban cansadas y olvidaban esos detalles.
Se dieron cuenta de su verdadera identidad cuando hicieron una actividad con ropa usada.
«Decidimos hacer una protesta armando muñecos de ropa usada, yo pedí a varias compañeras que me regalaran ropa de uso, incluyendo a ella, y me trajo ropa. Armando los monos un compañero saca una blusa y ahí cayó una foto de ella vestida de militar».
Su nombre real no lo saben, sólo alcanzaron a leer en la fotografía que tenía el apellido de Farfán. A través una persona que trabaja en Sedena investigaron sobre ella y se enteraron que es parte del departamento de inteligencia de la Sedena.
«Tenemos por nuestras vidas, porque está persona sabe todo sobre nosotros. Sabe dónde están mis hijas. Necesitamos mecanismo pero no de la federación, necesitamos organismos internacionales porque no sabemos qué nos pueda pasar mañana».