Ahora sí la gobernadora Evelyn Salgado Pineda sintió lo que es gobernar Guerrero, ese estado bronco del que tanto reniega en sus discursos. El miércoles 5 de octubre, el alcalde de San Miguel Totolapan, Conrado Mendoza Almeda, su padre, el ex presidente municipal, Juan Mendoza Acosta, y otras 21 personas fueron asesinados por supuestos integrantes de la organización criminal Los Tequileros.
Su inexperiencia y la de su grupo de trabajo quedó más que evidenciada, pues primero, no reconoció el asesinato del edil perredista y le llamó “fallecimiento”, como si éste hubiera tenido una muerte natural o tal vez estaban aplicando una de sus máximas frases, que tanto repite en todos sus discursos, que «hay que destacar todo lo bueno y no todo lo malo».
Al clan de los Salgado no les bastó con no reaccionar adecuada e inmediatamente ante la masacre, sin precedentes en los últimos años en el estado, y en lugar de atender o acudir al territorio de su tan presumida Tierra Caliente, de la que ahora ni siquiera mencionan que son originarios, comenzó una campaña en redes sociales para respaldar a Evelyn y a su gobierno.
Todos los «achichincles», perdón, los funcionarios y servidores públicos que recibieron el cargo por el gobersenador, Félix Salgado Macedonio, rápidamente colgaron en sus estados de WhatsApp imágenes no de condolencias o exigencia de justicia sino de apoyo y respaldo a Salgado Pineda.
«Yo sí creo en mi gobernadora» y «hoy más que nunca necesitamos unir esfuerzos y ser solidarios con nuestro gobierno para garantizar justicia», se leía en las diferentes imágenes, con el rostro serio de Evelyn y acompañada de militares, hágame usted el favor, cómo si el ataque buscara desestabilizar su gobierno.
¿Será que la masacre fue planeada por un grupo político y ejecutada, como se acostumbra en Guerrero, por paramilitares o la estrategia viene en el paquete de cómo emular al presidente Andrés Manuel López Obrador, para hacerse la víctima de que todo es heredado de gobiernos anteriores o que los conservadores neoliberales buscan desestabilizar su gobierno? Acertaron, cualquiera de las opciones son creíbles.
Pero en algo sí tienen razón, y es que ese problema de San Miguel Totolapan se los heredó el cacique de la pedacera del PRI estatal, Héctor Astudillo Flores, quien en su gobierno apapachó, cuidó y protegió a su compañero de partido Saúl Beltrán Orozco, ex diputado local y ex alcalde de este municipio.
Beltrán Orozco era compadre del Raybel Jacobo de Almonte, alias El Tequilero, líder de esa organización, y aunque el entonces fiscal general, Xavier Olea Peláez, señaló que el verdadero tequilero número uno era el diputado local –nada parecido a otros casos con diputados locales actuales– Astudillo Flores nunca actuó en contra del político de su partido, a pesar de que cacareó buscar orden y paz durante su mandato constitucional.
Pero ahí no acaba la historia. Un día después de la masacre, con tal descaro, José Alfredo Hurtado Olascoaga, alias El Fresa, uno de los presuntos líderes de La Familia Michoacana, mediante un video en redes sociales difundió que él era el objetivo del atentado, y que a pesar de que los sorprendieron salió ileso, en pocas palabras que se la pellizcaron, aunque eso sí, le dieron el susto de su vida.
Lo que más llamó la atención de sus declaraciones, es que afirmó que el ataque se dio cuando se dirigía a una reunión con el alcalde y un «grupo por la paz»; que él vive a una cuadra del palacio municipal; que se filtró un convoy con mínimo 100 hombres armados a pesar de que tiene apostados en todos los cerros y caminos sicarios de su organización; que el alcalde asesinado Juan Mendoza Acosta y él habían iniciado la lucha armada en contra de Los Tequileros en 2016 en una reunión en el pueblo Huasquial, municipio de Tlalchapa, donde los caciques son los Mora Eguiluz.
Además, esto reveló que aún en Guerrero, como en 2014 con el caso de los 43 en Iguala, las autoridades locales no solamente están más que involucradas con los grupos del crimen organizado, y se reúnen para tramar la seguridad de sus bastiones; que la población sabe dónde viven los líderes de los grupos delictivos, pero no las autoridades.
Con tal descaro, José Alfredo Hurtado Olascoaga manifestó que por su decisión, sabiéndose impune, ordenó no dejar vivo a nadie de sus enemigos que entró a San Miguel Totolapan, y esto nos lleva a cuestionar a las autoridades, que sólo reconocieron a 20 muertos oficialmente, pues de ser cierta la versión de El Fresa y las declaraciones de la población de haber visto al menos a 100 integrantes del grupo Los Tequileros, se hablaría de cerca de 120 víctimas mortales en este enfrentamiento.
En estos momentos tan complicados para el estado, sorprende que no ha salido el intento de influencer de Félix Salgado Macedonio, quién unos días antes en redes sociales presumía su sombrero de Tlapehuala en el Senado dónde votó por la permanencia del Ejército y la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública.
Con lo que confirmó su traición a los movimientos de izquierda del estado, que han sufrido en carne propia las múltiples violaciones de los derechos humanos por parte de militares, y vaya siendo «el máximo ideológico» de la gobernadora, ahora se entiende todo.
La efectividad del efecto «campaña eterna» se va desgastando para el clan de los Salgado, quizás la sacudida era necesaria para hacerlos entender que no hay Cuarta Transformación en Guerrero, sino que los nuevos grupos en el poder ya se acomodaron al sistema político partidista y lo único que está cambiando en la entidad son los nuevos caciques.
Además de las autoridades, Félix Salgado Macedonio y Martín Mora Aguirre, son los que mueven a los grupos políticos en Tierra Caliente, y se verá qué tanto negociaron en campaña para la gobernatura para ahora pacificar la zona. Al fin política. El gobierno federal, o sea, el presidente ya salió también a respaldar a la gobernadora, cómo si eso hiciera falta, cuando lo que tendrían que hacer es como dicen atacar de raíz el problema de la violencia y los grupos criminales en la Tierra Caliente, algo que se dilucida complicado.
A días de que la gobernadora Evelyn Salgado Pineda rinda su primer informe de gobierno esperemos que tome en cuenta también los desastres naturales en los que han sido incompetentes, las tardías reacciones a los conflictos armados ocurridos en Tierra Caliente y en Zihuatanejo. A Evelyn no le dará tiempo en su informe decir todas las calamidades que han ocurrido durante los primeros 12 meses que está al frente del gobierno.
Chirrionazo. Este viernes 7 de octubre la alcaldesa de Chilpancingo Norma Pachangas, perdón Norma Otilia Hernández Martínez echó la casa por la ventana en su primer informe de labores gastando del erario público una buena lana para la contratación de sillas, canapés y buenos vinos para sus invitados de la clase política a quienes metió en el vestíbulo del ayuntamiento. Pero a la prole, o sea a colonos, transportistas y empleados municipales que los llevo para que le echaran porras durante la lectura de su informe los arrinconó en el zócalo dándoles tamales, tacos de birria y de otros guisos. La edil morenista sí que sabe distinguir eso de las clases sociales.