Texto: Témoris Grecko / EMEEQUIS
30 de noviembre del 2020
Periodista crítico de la política sudcaliforniana y nacional, admirador de Ernesto Che Guevara, conocido como “El Cheke”, Ezequiel Lizalde Rodríguez sostenía que la “felicidad es una taza de café y buena compañía”. Cada mañana compartía en redes sociales una imagen del filtrado que se disponía a beber en su ciudad, La Paz, Baja California Sur. El 11 de octubre, además, publicó el sueño simple de un superviviente de la Covid-19 que, como tantos otros, sentía pasar las semanas sin alcanzar a sentirse restablecido: “Cuando recupere mi salud, lo primero que voy hacer es ir de campamento una semana a la Sierra La Laguna”.
Murió el 24 de noviembre.
La suerte de Lizalde refleja la situación de millones de personas en México que, ante el abrumador flujo de enfermos, no reciben atención adecuada para su gravedad.
También resume los abusos cometidos durante la crisis sanitaria tanto en medios de comunicación como en otras áreas: la empresa para la que laboraba, bajo régimen de subcontratación o outsourcing, acentuó la precarización de sus empleados amparándose en la crisis de la Covid-19, despidió a muchos, les redujo los exiguos sueldos a otros y, como extra, probablemente contribuyó a la agonía y fallecimiento de Lizalde al obligarlo a salir a trabajar aunque seguía padeciendo graves secuelas de la enfermedad.
Y subraya el impacto que está sufriendo el gremio periodístico en particular, con reporteros que tienen que cubrir la emergencia en los sitios de mayor incidencia de contagios, frecuentemente sin el equipo especializado con el que debieron protegerlos sus compañías: Ezequiel es el 38º periodista mexicano fallecido por SARS-COV-2, según el conteo de la organización Article 19.
Su caso fue discutido en el Congreso de Baja California Sur y por funcionarios del gabinete federal frente al presidente López Obrador, sin que eso se tradujera en acciones concretas.
El gobernador del estado, Carlos Mendoza Davis, se limitó a publicar una esquela en Twitter, donde comentó: “Mi familia y yo lamentamos el fallecimiento del periodista Ezequiel Lizalde, quien dedicó con pasión y responsabilidad su profesión en favor de l@s sudcalifornian@s. Nuestras condolencias a su familia, amigos y al gremio periodístico por esta lamentable pérdida. Descanse en paz”.
Ante una tragedia consumada, los amigos y colegas de Ezequiel Lizalde sólo esperan que se llame a cuentas a quienes pudieron hacer algo para prevenirla y que su caso sirva para evitar otras.
Imagen que posteó su amigo Alan Flores. Foto: Facebook.
Solidaridad de abajo a arriba
La Sierra La Laguna, a la que Lizalde deseaba poder acudir pronto, es la fuente de abastecimiento de agua de la ciudad de La Paz y a la vez objetivo de una de las empresas de Ricardo Salinas Pliego, que no ha renunciado a abrir ahí una extensa explotación de oro a pesar de las advertencias de que contaminará el manto acuífero con mercurio. El periodista estuvo entre quienes documentaron las operaciones mineras que violaban el uso de suelo forestal y alertaron a los paceños del riesgo que corrían.
Para muchas empresas mediáticas en los estados del país, sin embargo, el compromiso de un periodista con la sociedad es irrelevante, cuando no inconveniente. Un ejemplo es la que empleaba a Lizalde, CPS Media, un conglomerado que obtuvo concesiones de radio y televisión del gobierno de Peña Nieto en Bahía de Banderas, La Paz y Los Cabos (es propietaria de los diarios Tribuna de Los Cabos y La Voz, de la radiodifusora Radiante y de TV Mar).
Su dueño es Fernando González Corona, exalcalde de Puerto Vallarta y esposo de Eva Contreras, quien fue senadora por Jalisco, ambos por el PAN, aunque en la prensa local los ven cercanos al grupo del gobernador jalisciense, Enrique Alfaro, y señalaron su presencia en una asamblea de México Libre. En Baja California Sur, González Corona es identificado como aliado del gobernador panista Carlos Mendoza Davis, quien está en una dura disputa por el control del Congreso local, contra la mayoría legislativa de Morena, en año previo a elecciones.
González Corona es dueño y presidente de Tafer Hotels & Resorts, con desarrollos en Puerto Vallarta, Los Cabos, Cancún y otros destinos de playa y montaña. De hecho, como muestran sus recibos de pago, Ezequiel Lizalde y otros empleados de CPS Media no trabajan, oficialmente, para esa compañía sino para Operadora de Hoteles Tafer, en lo que parece constituir un esquema de outsourcing.
La Red Baja California Sur de Periodistas ha denunciado que la pandemia sirvió de pretexto para despidos masivos sin liquidación al 100% en los medios de González Corona, así como a recortes de sueldo de 28%, por “solidaridad con la empresa”, a pesar de que las operaciones continuaron igual que antes: con el argumento de que los medios de comunicación son considerados esenciales, CPS Media no limitó actividades ni estableció esquemas comprehensivos de trabajo remoto y cambio de turnos para reducir los contactos. Preguntado al respecto por EMEEQUIS, Hugo Lynn, director corporativo de Noticieros del grupo, replicó que “algunas áreas de la empresa alternaron episodios de trabajo remoto, como las administrativas y las del área de desarrollo digital”, y justificó las reducciones salariales en “la caída en la venta de publicidad”.
Además, CPS Media aplicó los descuentos a los trabajadores escondiéndolos ante las autoridades, según la conclusión registrada en un audio del 13 de noviembre, en el que once días antes de morir, Ezequiel Lizalde comenta con dos de sus mejores amigos, Rossy Díaz, también empleada de CPS Media, y el periodista Alan Flores, los recibos de pago de los dos primeros: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no puede detectar la disminución del salario porque no se presenta como tal, sino como “permisos sin goce de sueldo”, de manera que, como se escucha decir a Ezequiel, “nos están descontando días que no trabajamos pero que sí trabajamos”. Son los que la Hotelera Tafer llama “días solidarios”, apunta Flores en la grabación. “Es un juego de palabras donde ellos mienten”, acusa Rossy Díaz.
Trabajar hasta caer
A pesar de que Ezequiel Lizalde presentó los primeros síntomas el 31 de agosto, dio negativo a varias pruebas hasta que fue internado el 13 de septiembre. Como su estado no era muy grave, tenía 44 años y no padecía otras enfermedades, lo atendieron en un centro de apoyo del que salió sólo cinco días después, satisfecho (en redes, escribió “servicio buenísimo, una buena camada de médicos, todos haciendo su chamba”). Sin embargo, padecía graves secuelas que todavía lo atormentaban semanas después: en un video que grabó el 11 de octubre, aparece adelgazado y ojeroso, y cuenta que sufre de taquicardia, insomnio, dolor de cabeza, depresión, cansancio crónico, sofocamiento y ataques de tos que lo derriban al suelo.
Lizalde pudo haber solicitado un dictamen médico de incapacidad. Sin embargo, según le explicó a Beiren Esliman, de la Red de Periodistas, eso hubiera reducido todavía más su ya recortado salario, que entonces, según lo que en ese último audio su compañera Rossy Díaz lee en el recibo de pago, era de 1,519 pesos a la catorcena: poco más de 3 mil pesos al mes.
Con eso tenía que pagar gastos médicos, cotidianos y de transporte, además de una hipoteca de Infonavit. Dada su condición, Ezequiel pensó que por sentido común aceptarían su propuesta de trabajar desde su casa. Lizalde le dijo a Esliman que su jefe Hugo Lynn lo había rechazado con estas palabras: “si no traes el justificante médico, te presentas como cualquier otro empleado más a trabajar, checas tus entradas y salidas y tus notas las redactas aquí”. En un mensaje de WhatsApp, Lizalde reconoció que Lynn “respetó mi incapacidad de inicio a fin, pero también le dije que me seguía sintiendo mal, que si podía trabajar desde casa y su respuesta fue clara, NO, tú te presentas a la oficina y realizas tu jornada laboral de manera normal, como todos”.
Ezequiel tuvo que seguir trabajando a pesar de las secuelas de Covid. Foto: Facebook.
El reportero tuvo que seguir su rutina de enviar “de cinco a seis notas diarias, para el periódico, tele y radio”, explica su amigo Alan Flores. Solía transportarlo su camarógrafa Rossy Díaz, en un carro de la empresa, pero su licencia de manejo expiró. Después, explica Esliman, Lizalde tenía que caminar cuatro calles terregosas desde su hogar hasta la parada del autobús para movilizarse, apoyado en un bastón porque la falta de oxigenación debilitó sus piernas y le provocó caídas. Equipado sólo con cubrebocas y careta de plástico, se mezclaba con los pasajeros y con los asistentes a los eventos que debía cubrir antes de presentarse en la oficina, en un segundo piso al que se sube por una escalera pronunciada. “Ellos (sus jefes en el trabajo) tenían pleno conocimiento de su condición física porque lo veían diariamente”, señala Esliman.
La versión de Hugo Lynn es opuesta: “El daño pulmonar de Ezequiel no resultaba evidente, se requiere de estudios radiológicos para determinarlo”; añadió que el 16 de octubre (18 días después de haber retornado al trabajo y una semana antes de desplomarse y ser internado por última vez) “solicitó trabajar desde casa y así se le concedió”; y aseguró que “CPS Media no le dio instrucciones de salir a trabajar a la calle ni una sola vez”, pues “se le pidió incorporarse a sus actividades sin exponer su salud, es decir, sin cubrir eventos”, y que “nuestros reporteros se trasladan siempre en los automóviles que tienen asignados por la empresa”, por lo que “no se trasladan en camión, autobús, pesero o servicio de transporte público para cumplir con sus tareas”.
Beiren Esliman asegura haberlo visto cubriendo eventos, como uno del 9 de octubre en el Colegio de Notarios. En el minuto 20:56 de este video de una conferencia de prensa del partido Morena, del 10 de octubre de 2020 en La Paz, el primer periodista a quien le conceden la palabra es a “el compañero Ezequiel”. Entonces se escucha la voz de Lizalde al preguntar “¿cómo lograr esa unidad de la que hablas cuando hay una fractura al interior de Morena…?”
“Era una roca, se aguantaba los dolores porque era un profesional, pero su salud se fue deteriorando”, recuerda Flores. “Tenía un cansancio tan extremo que no podía ni llegar al refrigerador a buscar agua. Le dije ‘yo me voy a quedar contigo, de aquí nadie me va a sacar, necesitas quién te ayude a comer, a bañarte’”. El 23 de octubre, Rossy Díaz lo llevó al hospital, donde estuvo internado doce días y tuvo experiencias traumáticas, como cuando se le agotó el oxígeno dentro del baño, el enfermero, que debía estar esperándolo afuera, se había marchado, y él se quedó atrapado adentro.
Al recibir el alta y regresar a su casa, prosigue Flores, Lizalde tenía fuertes pesadillas, en la noche gritaba “¡no, no me encierres!”, y en el día sufría ataques de ansiedad, rehusándose a ir al baño solo. Esto se fue aliviando con musicoterapia, recuperó el color en la cara y volvió a tener esperanza. No obstante, continúa el amigo, “nunca le dieron los estudios para que pudiéramos buscar una segunda opinión sobre el estado de sus pulmones, no sabíamos que estaban hechos tiras” y en pocos días, colapsaron. El 20 de noviembre fue hospitalizado de nuevo. Murió cuatro días más tarde.
“Desmiéntelos, Ezequiel”
La reacción de CPS Media ante la situación de Lizalde indignó a sus colegas. El 30 de octubre, durante su segundo internamiento, la Red Baja California Sur de Periodistas publicó una carta abierta en la que denuncia “violaciones a los derechos laborales (del reportero) que afectaron más su salud”, entre ellas que “el empleador no le permitió trabajar desde casa y le exigió el regreso a la cobertura diaria”; además, acusaron que “la empresa lleva varios meses con un esquema de percepciones que violenta los derechos laborales” y con el que “provocaron una crisis económica para muchos, con secuelas en su salud emocional y en la de sus familias”, además de no haber implementado medidas de sana distancia ni otras precauciones; y demandaron la intervención de autoridades estatales y federales.
En el Congreso local, los legisladores pidieron a la Secretaría del Trabajo y al IMSS que “vigilen y se apliquen las sanciones que correspondan”, el 3 de noviembre, y a la mañana siguiente, la periodista Reyna Haydeé Ramírez les planteó el tema en la conferencia diaria en Palacio Nacional a los titulares de esas dos instituciones que, ante el presidente López Obrador, respondieron que un 90% de las empresas mexicanas, incluidas las de medios, cumplen con las normas de protección sanitaria y laboral.
Para Ezequiel Lizalde, todo esto sólo significó recibir más presiones de CPS Media desde el momento de salir del hospital por segunda vez: según les contó a Beiren Esliman y a Alan Flores, lo llamó Claudia Meléndez, directora regional de CPS La Paz, y después de preguntarle cómo estaba y qué se le ofrecía, le mencionó la carta de la Red y otras denuncias en internet: “Te pido que hagas una publicación en la que digas que lo que se publicó no es cierto y que la empresa te ha brindado apoyo siempre”. “Si lo que quieres es que yo defienda a la empresa no lo voy a hacer”, replicó Lizalde, “porque lo que dicen ahí (en la carta de la Red) es cierto. Hugo Lynn estaba enterado de que no me sentía bien”.
Contactada para dar su versión, Claudia Meléndez declinó hacer comentarios.
Gallo Vehicular
En un comunicado del 25 de noviembre, la Red de Periodistas de BCS renovó sus denuncias contra CPS Media, tanto por el tratamiento que le dio a Lizalde como por la “ausencia de protocolos para evitar contagios” y la reducción de salarios: “Insistimos en el llamado a todas las autoridades a investigar y sancionar lo que corresponda”, ya que este caso “evidencia la vulnerabilidad en la que se encuentran miles de trabajadores en todos los sectores, quienes se ven obligados a continuar sus labores, pese a haber padecido una enfermedad terriblemente invasiva y frente a la necesidad apremiante de sobrevivir cada día”. Con base en “testimonios de colegas y trabajadores” de CPS Media, prosigue el texto, saben que “desde la falta de protocolos de seguridad para evitar contagios entre su personal hasta la reducción de salarios, son replicadas en sus diferentes plazas donde se producen los contenidos para Radio, Televisión y Prensa”, lo que constituye “conductas corporativas que continúan representando un riesgo para el resto de los compañeros y compañeras que, por necesidad, deben seguir laborando. Que la muerte de Ezequiel nos lleve a la reflexión y la actuación, no más simulación”.
Las denuncias se repitieron esa tarde, en una “rodada y gallo vehicular” en el malecón de La Paz, en los que se exhibieron retratos de su compañero caído, hechos a pincel, y el chaleco de prensa de Lizalde, negro y con las siglas CPS, con una bandera mexicana. “’El Cheke’ se fue en paz con todos”, se dirigió Alan Flores al medio centenar de periodistas y amigos. “Con el mundo, la gente, la locura de tiempos que vivimos y la difícil e ingrata profesión que eligió. También con la poca solidaridad que muchos de nosotros demostramos en su momento de necesidad”. Pidió “estar a la altura de su ejemplo y su legado. Descanse en paz Ezequiel Lizalde, verdadera voz de los oprimidos, los ignorados y los que de tanto gritar ya casi no tienen. ¡Hasta la victoria, ‘Cheke’!”
Convocatoria a homenaje a Ezequiel Lizalde.
Sin responder a los reclamos, la empresa CPS Media sólo publicó una esquela de condolencias.
En su video del 11 de octubre, Ezequiel no sospechaba que estaba a punto de recaer. Recordó que, la primera vez que fue a buscar atención, “tenía miedo de que me intubaran… no sé si tenía miedo de morir, la verdad. Si llegara a morir, me daba pendiente el sufrimiento que le iba a dejar a mi mamá”.
Le quedaban seis semanas antes de su última taza de café.
Esta nota fue realizada por el equipo de EMEEQUIS, la reproducimos con su autorización. Aquí puedes consultar la publicación original.