Griselda, la felina que su dueño buscó durante 30 días y noches hasta encontrarla


Texto: Marlén Castro

Foto: Cortesía

Chilpancingo

Lunes 30 de junio del 2025


Griselda es una gatita atigrada que hace cuatro años, en 2021, llegó a casa de Víctor, en la colonia PRD. Llegó al lugar adecuado. Víctor la recibió con alegría y la integro a su familia. “La vi como un regalo”, comparte su dueño. Le puso Griselda y como ocurre con todas las mascotas queridas, tiene un sobrenombre. Víctor le dice “La bebé”.

Para evitar más gatitos, como a los dos años de que Griselda llegó a casa de Víctor, pensó que debía esterilizarla y la llevó con el veterinario. La dejó para que fuera operada. Cuando fue por ella a una veterinaria por el mercado central Griselda estaba muy asustada.

Víctor la recibió en brazos e iba a meterla a la transportadora cuando Griselda saltó del mostrador y en cuestión de segundos la perdió de vista. En ese mismo momento, la buscó, sin resultados. Había mucho movimiento en la calle, mucha gente, autos estacionados. 

“Cuando la recibí, me dijeron que ya estaba esterilizada y que se dieron cuenta hasta que volvieron a intervenirla”, contó.

Víctor no sabía que Gris ya no corría peligro de ser preñada, porque llegó con él, de aproximadamente un año, e hizo lo que todo dueño de mascota responsable debe hacer. Cuando fue con ella, cuenta, la gatita antes cariñosa, lo vio con temor y huyó de él.

Lo que siguió, pocas personas lo hacen. Cuando ocurre merece contarse. Víctor regresó ese mismo día, pero de noche, a buscar a Griselda. Durante la búsqueda de la mañana, alguien le dijo, que durante el día era poco probable que Gris se expusiera a todo ese movimiento en la calle. 

Esa primera noche, la buscó en los alrededores de la veterinaria, la llamó entre todos los autos estacionados, esperando que sí estuviera escondida, saliera. 

En adelante, durante 30 días, todas las noches y mañanas iba a buscarla al mercado y alrededores. “Tenía que buscarla, no me sentía bien dejarla en la calle abandonada, sentía muy feo”, cuenta.

La gente le daba consejos, de cómo debía buscarla para que su tarea fuera efectiva. Vendedores del mercado le dijeron que había un terreno abandonado en las inmediaciones donde se juntaban muchos gatos, pero solo los iba a ver de noche.

Una vez dio con una gatita atigrada, como Griselda, y pensó que era su bebé, pero no era ella. Esta gatita no permitió que se le acercara y viéndola detenidamente se percató de que no era Gris.

Durante estos días, Víctor preguntó por la gatita a toda persona, comerciante o cliente, que vio en el mercado. Pegó anuncios en los postes con la foto de la gatita para que dieran informes de ella.  

Una noche de búsqueda la ubicó. Supo que era ella, pero Griselda todavía tenía miedo de su dueño. La llamó, reaccionó a su nombre, pero no se le acercó. Los días transcurrían y Víctor tenía miedo de que la gatita estuviera mal por la operación.

Un amigo biólogo le sugirió construir una jaula trampa especial. La búsqueda con la trampa requirió varias noches más para que diera resultados. Víctor le llevaba comida y agua todas las noches para que volviera a sentir confianza por él.

Hasta que finalmente ocurrió. Una vez se acercó lo suficiente para que Víctor pudiera cerrar la trampa con ella dentro. 

La llevó de regresó a su casa. Varios días, Griselda se mantuvo distante con Víctor, pero no se fue. De repente, sin llamarla, varios días después de recuperarla de la calle, Griselda saltó sobre su dueño y se recostó en las piernas de Víctor. Ronroneó y se acurrucó en su cuerpo.

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