César pudo ser víctima de reclutamiento forzado y utilización, pero su dignidad está en riesgo de ser señalada. Su familia tenía complicaciones económicas para sepultarlo
Texto: Margena de la O
Foto: José Luis de la Cruz / Archivo
Chilpancingo
Jueves 13 de febrero del 2025
La tarde del lunes pasado, Cesar asistió a su escuela, la Secundaria Técnica 213 Bandera Nacional y, como siempre, fue amable con sus compañeros pero, igual, un tanto reservado. Nada diferente a lo habitual. A la tarde siguiente, en un camino de terracería en los márgenes de la ciudad de Iguala, su cadáver fue abandonado cuando sus familiares apenas intentaban hacer el reporte oficial de su desaparición.
El adolescente cursaba el tercer año del grupo G, en el turno vespertino de esta secundaria ubicada cerca de las instalaciones de la feria de esta ciudad de la zona Norte de Guerrero, por lo que debió tener unos 15 años. Las referencias de él en la escuela es que era tranquilo, educado y cumplía con los trabajos y las tareas escolares; hay quienes lo recuerdan como un “buen niño”.
Las circunstancias de su muerte, de pronto, distan de las referencias sobre su vida, y es lo que genera la indignación de quienes lo conocieron, porque el rasgo que más debería pesar es que era un menor de edad, casi un niño.
El cadáver de César tenía heridas de balas y las manos mutiladas, las cuales dejaron sobre un par de cartulinas con texto, a un costado del resto de su cuerpo. Uno de esos textos, hay evidencias, lo escribió el propio adolescente en su cautiverio.
Con el hallazgo del cadáver circuló un video de la privación ilegal del menor. César está con el torso desnudo, donde tiene heridas. Primero dice su nombre y enseguida hace algunas supuestas confesiones a pregunta expresa de alguien que le interroga con voz distorsionada, que serían la razón de su muerte.
Menciona unos nombres, uno de un presunto líder criminal para quien prestaría servicios, otro de la persona con quien trabajaba de manera directa, y dos más de los compañeros con quienes habría cometido “acciones ilícitas”, por las que recibiría 2,000 pesos y el resto 5,000.
Comenta también cuál era uno de los supuestos planes criminales para los próximos días en la ciudad.
En la parte final del video, César es grabado cuando transcribe de una hoja de papel a una cartulina verde fluorescente que lo usaron para generar sicosis, para que no hicieran la feria municipal de Iguala, una celebración anual en la que los gobiernos municipal y estatal ponen un interés especial. La cartulina está manchada de sangre; el adolescente sangraba de los brazos y tenía marcas de golpes en la espalda.
Lo obligaron a escribir el mensaje de su propia muerte.
Este tipo de dinámicas o escenas de muerte suelen considerarse acciones entre criminales rivales. La saña implícita en el hecho y los mensajes ya son símbolos entre el colectivo público que no demanda explicaciones.
Pero, los elementos alrededor de la muerte de César tienen todas las cualidades para que sea considerado un “crimen atroz”, de acuerdo con Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia de América Latina y El Caribe, por una secuencia de circunstancias de las que pudo ser víctima el menor: “víctima de reclutamiento, posteriormente víctima de desaparición, de tortura, de mutilación y de asesinato, que podría terminar con la victimización o la revictimización institucional, acusándolo de que se merecía morir por que estaba en un grupo”. Todo esto lo plantea como un escenario posible porque, además, no son estrategias nuevas del contexto violento en el país.
A esta cadena de situaciones se suman las circunstancias personales de César. Quienes lo conocieron saben que era un joven solo, porque su padre, con quien vivió después de la separación con su madre, con quien ya no tuvo contacto, murió. Estaba con uno de sus hermanos, es lo que sabían algunos de sus compañeros.
La tarde del martes 11 de febrero en que hallaron su cadáver, unos familiares acudieron a la escuela secundaria a solicitar sus documentos personales originales para presentar la denuncia de desaparición, pero por la tarde supieron que el cadáver que abandonaron cerca del asentamiento El Tomatal era el de César.
Una persona que conoció al adolescente supo que su familia no tenía cómo cubrir los gastos de su funeral, que debió comenzar anoche.
Pérez García comentó uno de los riesgos que suelen enfrentar los jóvenes en diferentes países de América Latina con contextos de violencia criminal, el reclutamiento forzado por grupos de interés para quienes “son desechables cuando ya no son útiles”.
El asesinato de César fue difundido por la prensa estatal ayer 12 de febrero, justo cuando la organización Tejiendo Redes Infancia de América Latina y El Caribe conmemora, desde 2002, el Día de las Manos Rojas, “un grito global contra el reclutamiento forzado de niños soldados”. Con esta actividad busca exponer que es un problema que persiste en México desde hace unos 20 años, contextualizado en una supuesta estrategia de seguridad contra el crimen organizado.
La organización difunde que esta práctica “se configura como un crimen internacional que propicia un aumento en la violencia y el trágico efecto dominó en el que las víctimas se convierten en perpetradoras”. También los datos mundiales del Fondo de las Naciones Unidas (Unicef) en 2024 donde indica que cinco niñas y niños cada día son reclutados como soldados.
La organización presta atención en que el Estado Mexicano ha incumplido con su responsabilidad de prevenir y castigar el reclutamiento forzado de niñas y niños, porque ha obviado las recomendaciones enviadas por el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), emitidas desde 2011.
En el caso de Guerrero, la violencia contra los menores, que podría configurarse dentro de éstos y otros patrones de violencia tampoco son novedosos, porque han ocurrido más casos similares al de César, quienes terminan señalados como responsables de las circunstancias que son víctimas. Anoche, por ejemplo, la prensa local difundió el asesinato a balazos de dos menores de 12 y 14 años en la comunidad de Xochitempa, municipio de Chilapa.
En el contexto particular de Iguala, después que fue pública la muerte del menor a quien en el video le atribuyen dejar mensajes contra la realización de la feria del municipio, el Ayuntamiento difundió a través de las redes sociales oficiales el siguiente mensaje: “¡Todo está listo para celebrar con orgullo a nuestro símbolo patrio en la Feria de la Bandera 2025!”.
Después difundieron un recorrido del alcalde Erik Catalán Rendón, junto a servidores públicos estatales, en las instalaciones de la feria. “Con el firme compromiso de ofrecer un espacio seguro y familiar, se confirmó la coordinación interinstitucional para la realización de la Feria de la Bandera 2025, gracias al respaldo total de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda”, es parte de otro posteo.
Pérez García dejó una pregunta elemental alrededor del caso de César, la víctima. “¿En dónde estuvo el Estado? Tenía la obligación de estar y no estuvo”.