En 2017 la pareja de Melani, un militar en activo, la asesinó. Su familia busca justicia, pero a casi 7 años del feminicidio, sólo han encontrado obstáculos e impunidad. Esta es su historia
Texto: Israel Rosales / Tlachinollan
Foto: Cortesía
Viernes 15 de noviembre del 2024
GUERRERO. – El 11 de octubre de 1992, con el ocaso del sol llega Melani al mundo bajo las sombras de una casa de cartón en Hermosillo, Sonora. Nació en el hospital del ISSSTE, aprovechando el seguro social que a su papá Martín Iván le habían dado en una empresa de llantas. Estaba bien de salud cuando doña Jovita, su mamá, la tuvo por primera vez en sus brazos. La alegría era más grande que la pobreza extrema en la que estaba sumida su familia.
Melani creció jugando entre los cartones que utilizaban para dormir en el piso de tierra. Le tocó vivir los momentos más difíciles de cuando no había lo suficiente para comer. Sin muchas alternativas, soportó los climas extremos, en las temporadas de fuertes calores y de frío. En las noches dormía entre sus padres, pero en ocasiones se tapaba con algunos pedazos de cartones para mantenerse a temperatura ambiente para conciliar el sueño. Sufrió con su familia la discriminación de las personas que tenían una casa de material, “nos veían de menos valor”.
“Vivíamos en invasiones, pero con el tiempo solicitamos un terreno al Ayuntamiento que nos terminó donando en la colonia Sahuaro, donde hicimos nuestra casita”, recuerda don Martín. Ahí Melani trataba de correr por la calle Saturnino hasta la esquina Los Maestros. Cuando nació su hermanito lo protegía mucho. Desde los 6 años insistía en ir a la escuela. Quería superarse para salir de la pobreza. Tenía sus planes de vida: trabajar como ingeniera en minas. Sus padres no podían costear sus estudios como soñaba.
Las cosas iban mejor
Desde niña mostró inquietudes muy diferentes a las de sus hermanos. Siempre con una actitud protectora hacia sus demás. Es la mayor de cuatro hermanos, Daniel, Iván y Marisol. Se destacaba en la familia por sus sentimientos humanistas y su carácter de fuego. Era reflexiva y muy amigable con las personas. “Nunca desarrolló malos hábitos de tener enemigos o enemistades. En Hermosillo sus amigas la querían demasiado. Fue creciendo con la facilidad de palabra. Con su creatividad hacía sus propias bufandas y gorros tejidos de hilos. Uno de sus pasatiempos era ir a los tianguis”, comenta don Martín.
Con los años su situación económica mejoró. Vendieron la casa de cartón y con el dinero instalaron un pequeño negocio de llantas en la colonia Rosario. Poco a poco la comida no era una preocupación. Nacieron los dos hermanos más pequeños. Melani pudo comprar una litera y ahí dormían los cuatro, dos niñas y dos niños en ese entonces. Las limitaciones seguían, pero al menos no faltaba la comida y la vestimenta.
En la primaria era muy atenta en sus clases, inteligente. Nunca dejó de asistir a la escuela, su gusto para estudiar sorprendía. Siempre luchaba para poder lograr sus metas. Su creatividad era infinita. Inventaba sus propias muñecas.
Doña Jovita tiene en la memoria que era muy linda, “muy esforzada. Le gustaba mucho el estudio, pero cuando vio que nosotros no podíamos porque nos alcanzaba sólo para comer empezó a trabajar y estudiar para poder lograr entrar a la licenciatura en Minas”.
No era suficiente el negocio de la llantera. Para solventar los gastos de sus estudios fue vendedora en un autozone, luego con un dentista y en una maquila. Diseñaba ropa y mochilas que a veces les vendía a sus tías, y no pidió a sus padres nada. Sus pantalones de mezclilla los convertía en mochilas para sus libros y cuadernos.
Cuando entró a primer año de su licenciatura en Minas la esperanza era prometedora. Sus padres estaban contentos. Destacaba en su salón de clase. Tenía mucho futuro por delante. Sin embargo, sus sueños fueron truncados al conocer a José Luis, piloto aviador de la fuerza armada, en 2015.
En eso llegó José Luis…
“Sintió que había encontrado su príncipe azul. Nunca imaginó que iba a encontrar a su verdugo. Pensó las cosas, puso la balanza entre casarse o seguir estudiando. Pero ese militar la presionó mucho, diciéndole que si no se casaba en ese momento él ya no podría porque había recibido su cambio para Acapulco. Melani optó por casarse con José Luis bajo presión porque le dijo que no podían seguir como novios. Fue una cosa muy poco meditada. Se casaron y se fueron a Acapulco a continuar la vida”, cuenta don Martín.
En 2016 se casó, pero cinco meses después la empezó a maltratar. José Luis dio un cambio espantoso en su temperamento arropado por su machismo, se trasformó en el hombre más posesivo, controlador, narcisista y violento. La insultaba y la culpaba de que había arruinado su vida. Con los días subió el tono de la violencia. Sus padres consideran que el agresor la trataba mal porque vio que era pobre y mujer.
El 11 de octubre de 2017 Melani cumplió 25 años. Quería ir a ver a sus padres y quedarse porque no soportaba la violencia. Varias ocasiones la golpeó cuando estaba embarazada, dejándola inconsciente. Tuvo que irse a atender al hospital de la base aérea del puerto de Acapulco. Don Martín hasta le había mandado dinero para el pasaje. José Luis al darse cuenta de la huida la convenció supuestamente comprándole un carro, pero fue un engaño. También la detenía la idea de tener primero a su bebé. Melani nunca imaginó que la muerte rondaba en su hogar, sólo quería formar una familia y vivir tranquilamente.
Un día habló con sus padres para pasar la navidad en Hermosillo. Era el plan, pero la madrugada del 28 de noviembre de 2017 José Luis empezó a agredirla. La ahorcó hasta matarla.
El militar quiso borrar las huellas del crimen colocando el cuerpo en las escaleras simulando un accidente. También trató de incinerar el cuerpo de Melani, pero Martín y Jovita llegaron a tiempo para llevarse a su hija. El militar se molestó mucho, pero los padres sospechaban que era él su agresor y se confirmó con un dictamen multidisciplinario en el que se concluye que su muerte fue por la fractura de un hueso en su cuello.
La búsqueda de justicia, y la impunidad
En el 2018 las familiares interponen la denuncia, acompañados de abogados y abogadas del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, en Acapulco. El camino para acceder a la justicia ha sido sinuoso. En 2023, las autoridades detuvieron al feminicida. El 12 de abril de 2024 dio inicio el juicio oral en el Juzgado de Enjuiciamiento Penal con sede en el puerto a cargo de la jueza Evelina Ramírez Venegas. En las audiencias la jueza ha tomado partido a favor del agresor. En los debates desacreditó a una perito que habló del ciclo de violencia que vivía Melani. La defensa no pudo destruir al testigo en el contrainterrogatorio, pero le preguntó si era feminista, una pregunta impertinente porque raya en una militancia política e ideológica, pero la jueza lo permitió.
El agresor tiene muchas influencias. Un ejemplo: la jueza, quien en la audiencia del 29 de octubre de 2024 regañó a don Martín para que se limitara a responder lo que se le preguntaba y si no lo multarían.
“Es como si no quisieran hacer justicia, ni poner tras las rejas al culpable. Exigimos que haya justicia. Ni si quiera nos dejan ver a nuestro nieto, lo conocemos soló en las fotos de Facebook que sube la mamá del que mató a mi hija”.