Tras el paso del huracán Otis, habitantes de las colonias altas de Acapulco, pero también pequeños y medianos empresarios de la costera, enfrentan la escasez y encarecimiento de materiales para la construcción. Algunos esperan poder reparar antes de que llegue la temporada de lluvias; otros han dejado la entidad para conseguir más recursos.
Foto: Luis Madrid
22 de enero del 2024
De las colonias altas de Acapulco hasta las inmediaciones de la costera, habitantes y comerciantes del puerto enfrentan escasez y altos costos para conseguir materiales y personas trabajadoras –e incluso amenazas del crimen organizado– que les permitan reconstruir sus viviendas, negocios y restaurantes.
María, cuyo nombre fue cambiado por motivos de seguridad, vive con su hija en la colonia Ángel Aguirre, ubicada en la parte alta de Acapulco y con una fuerte presencia de bandas delictivas. Desde que algunas rutas de transporte comenzaron un paro en la ciudad, a esa zona siguen llegando taxis colectivos –y no las combis de pasajeros–, pero en hora pico puede tomar hasta tres horas la espera y el traslado.
En esa localidad, según relata, la mayoría de los techos de lámina cayeron con el impacto del huracán Otis la madrugada del 25 de octubre. En la parte más alta a donde llegan las viviendas, conectadas a las calles por andadores empinados sin pavimentar, aún hay restos de ramas y árboles tirados, láminas aventadas por el viento y algunos montículos de basura. Este servicio, acusan los acapulqueños, ya no se da abasto en toda la ciudad.
María cuenta que la llegada del huracán fue un hecho y un susto que no habían experimentado antes. Ella se refugió, junto con su hija, en una pequeña recámara que tienen. Todos sus muebles se mojaron esa noche, y casi 40 láminas se volaron. Ella prefirió quedarse en su domicilio porque, asegura, las autoridades no fueron claras respecto a la magnitud del fenómeno, y los refugios también sufrieron daños.
“Gracias a dios tengo un cuartito que tiene loza, porque lo demás está techado con lámina… Se perdió, ahorita está de improviso nada más”, aclara. Unos 20 días después de que las autoridades censaran su hogar, le hablaron por teléfono para el apoyo de limpieza de 8 mil pesos, después el de los enseres y finalmente los apoyos económicos que suman cerca de 35 mil. Sin embargo, no ha podido invertirlos.
“En las casas de material no hay suficiente, tiene que ir uno a cotizar, que te hagan la cotización y hacer un como sistema de apartado, porque no quieren que luego luego lo paguemos, porque igual el material va subiendo día a día, y hay que esperar a que te hablen por teléfono de que ya llegó tu material”, explica.
Incluso, en un principio, el gobierno federal pretendía condicionar la recepción del segundo apoyo a la comprobación de que el primero ya se había invertido en materiales de construcción, pero eso resultó imposible frente a la escasez y la alta demanda, representada en buena medida por los grandes hoteleros y comercios de la zona turística de Acapulco.
Espera de meses para tener material de construcción en Acapulco
Por lo pronto, María tiene previsto que le entreguen en mayo el material que necesita, y espera que así sea realmente, pues apenas estaría a tiempo para hacer las reparaciones. Después, vendrá la temporada de lluvias, que ya no lo permitiría. “No estamos preparados todavía para techar o poner la loza”, añade.
En este momento, muchas personas están poniendo lámina y madera provisional, pero para los tubulares hay que hacer también un sistema de apartado. Comprar ahora resultaría mucho más caro. En cuanto a los trabajadores de la construcción, además de la dificultad de conseguirlos, la mayoría está cobrando mucho más de su cuota habitual.
Además de la escasez y los altos costos para realizar las reparaciones de su vivienda, en la colonia Ángel Aguirre apenas se reguló el servicio del agua. De por sí, habitualmente se las hacían llegar cada uno o dos meses. Después de Otis, se quedaron completamente sin el servicio, y apenas hace 15 días –casi para cumplirse los tres meses del paso del huracán– volvieron a recibirlo. Mientras tanto, tuvieron que comprar pipas y almacenar.
La luz ya está funcionando bien nuevamente, pero para ello también esperaron dos meses. A eso se ha sumado la problemática del transporte en la última semana. “Los colectivos (taxis) sí funcionan, pero uno se va más a lo económico que son las urban… Queremos más seguridad, sentirnos un poco más tranquilos y salir con más confianza”, dice.
Habitantes de las colonias altas de Acapulco han señalado, además, que en días recientes han sido víctimas de extorsión por parte del crimen organizado al saber que tienen dinero tras la recepción de sus apoyos, una vez que les identifican por la etiqueta de “Vivienda censada” que coloca la Secretaría de Bienestar.
Confían en que Acapulco se levantará
María está convencida de que Acapulco se va a levantar, pero –asegura– falta mucho por hacer, como garantizar que funcionen los servicios más básicos y que haya suficientes carros para recolectar la basura, así como alumbrado público. Ella regresa de trabajar casi siempre por la noche –en este momento, le toma tres horas–, y sin suficiente luz, aumenta el riesgo.
“No habíamos sufrido nada de esto, yo ya tengo 35 años aquí en Acapulco (es originaria de Chilapa) y nunca había pasado. Nos dio mucho miedo perder la vida, que las cosas materiales se recuperan, pero ahora sí que salvamos la vida… Valorar la vida es lo principal. Nos cambió en muchos aspectos porque fue muy impactante todo esto que no lo esperábamos”, concluye.
Con más recursos, tampoco es suficiente
Aldo tiene varios pequeños y medianos negocios en la zona costera de Acapulco, no todos en el corredor turístico. Aun en una situación menos crítica que las colonias más rezagadas del puerto, enfrenta obstáculos similares para reconstruir, e incluso ha tenido que salir del estado para allegarse de suficientes recursos.
De su domicilio, perdió una pared completa, por lo que el viento y el agua acabó con los muebles, además de que el portón salió disparado a 200 metros de la propiedad. En su oficina y en una propiedad de la que rentaba los locales se perdió prácticamente la totalidad de los cristales y la cancelería. El mobiliario del restaurante del que era socio también resultó dañado en el centro de la Bahía.
Para reconstruir, se ha enfrentado, primero, a la tardanza para allegarse de insumos. “Compramos material, y tardaron cerca de un mes en surtirnos arena, cemento, grava, varilla, block y alambre recocido, para poder levantar este muro que se llevó la pared de mi departamento. Tenía a los trabajadores, contraté algunos albañiles, y se nos complicó el hecho de contar con el material”, señala.
Falta mano de obra para la reconstrucción de Acapulco
Otro factor es que la zona turística –dice– se limpió muy rápido, pero hay muchas colonias en las que el escombro permanece afuera de los domicilios. En su caso, tuvo que contratar servicios de volteo particulares para que se llevaran la basura y el escombro. Hasta ahora, ha gastado, calcula, unos 200 mil pesos en reparaciones, solo en limpieza, sueldos y compra de material. Faltan aún muchas otras.
“Es muy difícil encontrar aluminio, vidrio, tablaroca. Otro factor que está influyendo mucho es que como son pocos los herreros, albañiles, alumineros, hay mucha demanda y es muy poca oferta, y los precios también están siendo muy elevados” asegura. Por ejemplo, un albañil que antes cobraba 350 pesos el día, hoy lo está haciendo por 600 o 700, y en otros casos hasta mil.
Aldo asegura que los apoyos han contribuido, hasta cierto punto, a que haya circulante en el puerto, pero el diagnóstico del impacto estructural y económico aún no es certero. Él empezó a percibir un futuro no muy promisorio, pues sus arrendatarios ya no regresaron. Si bien no se atreve a usar la palabra “estancamiento”, percibe las señales de una “pausa” en el movimiento económico.
Buscan empleo fuera de Acapulco para ahorrar y regresar a reconstruir
Eso lo convenció de que la mejor manera de reactivar su propia economía en estos momentos era salir a buscar trabajo a otro estado. Un tiempo estuvo en Ciudad de México, después en Monterrey y ahora en Tijuana. Ese ingreso pretende invertirlo en su domicilio y sus negocios. Su estancia en otros lugares será provisional, advierte, pues su vida ha estado en Acapulco y ahí quiere regresar a recuperar lo que tenía.
Al igual que otras personas afectadas en diferentes niveles, él ya empieza a apuntar un aspecto del que, dice, todavía no se habla lo suficiente ante las necesidades más urgentes: las consecuencias emocionales del impacto de Otis. “No ha sido una prioridad, porque uno evidentemente está buscando proteger la fuente de ingresos; sin embargo, creo que el impacto emocional en un breve término va a ser algo que hay que atender…
“Si bien antes no estábamos del todo bien, creo que el huracán vino a dar una estocada y después de que pase esta época, al recrudecerse el tema económico, emocionalmente creo que la gente se va a empezar a dar cuenta de muchas cosas. Es algo que sí puede trastocar el ánimo de muchos, porque todo lo que trabajamos en toda nuestra vida, en dos o tres horas con el huracán se vino abajo”, señala.
Advierten problemas emocionales en damnificados por Otis en Acapulco
Naxhelli Ruiz, coordinadora del Seminario Universitario de Riesgos Socioambientales de la UNAM, explica que el desastre no es solo la destrucción material de las viviendas o edificaciones, sino que resulta un evento muy traumático porque las personas lo pierden todo o terminan desplazándose.
“Estamos ante poblaciones muy dolidas, con muchas dimensiones de la vida que están afectadas, desde las cosas más básicas, como alimentación, agua y vivienda, hasta cosas que van a repercutir seriamente en su salud física, mental, bienestar y perspectivas de vida”, asegura.
La vivienda es la primera vía para comenzar a solucionar todo lo demás, pero ni remotamente es lo único, aclara. Con la vocación económica del turismo como la principal, para las personas se vuelve muy evidente la pérdida de empleos, y esta debería ser la oportunidad –considera– para ampliar los medios de vida y la base económica de la ciudad en general.
Sus propios habitantes señalan eso en diferentes escenarios: en las colonias de la zona alta, en el Acapulco rural o en la prestación de servicios, se sabe que muchos de sus habitantes trabajaban y dependían de la economía de los grandes empresarios y de la zona turística. Eran quienes estaban a cargo del cuidado de las embarcaciones, se empleaban en la hotelería o proporcionaban transporte.
Los grandes negocios acaparan, pero también enfrentan escasez
Aunque los principales inmuebles que estaban asegurados en Acapulco son hoteles, condominios y grandes negocios, como cadenas comerciales, la realidad es que en el puerto persistía también un muy bajo nivel de aseguramiento. Aún así, la cantidad de reclamos evidencia que este es el segundo huracán con mayor impacto en daños a bienes.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros estima más de 35 mil millones de pesos en daños, con más de 21 mil reclamaciones en seguros de viviendas, hoteles y restaurantes –que representan el 59%; el resto son automóviles– hasta el 11 de enero. La cifra aún podría incrementar conforme vaya finalizando el trabajo de los ajustadores, aclara Felipe Anzo, representante de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (Amasfac) en Acapulco.
Los propietarios que han reclamado seguros también han manifestado que una de las principales problemáticas en este momento es que no hay materiales ni mano de obra para atender la alta demanda que hay en Acapulco. Además, quienes la acaparan son las empresas, grandes condominios y hoteles que sí tienen la posibilidad de contratar pese a los precios altos.
“Las personas que tienen su vivienda particular nos estamos enfrentando con esa problemática de que no hay albañiles, no hay plomeros, no hay herreros, no hay electricistas, y el material está elevado el costo, y no hay muchos lugares donde encuentres todo el material que se requiere. Había pocos, pero sí hay esa problemática en este momento con la mano de obra”, explica.
Sin fecha, la recuperación en Acapulco
El tiempo para la recuperación dependerá, en muchos casos, de cómo se vayan trabajando los ajustes para que los seguros puedan indemnizar con rapidez, por lo que hasta ahora no hay un periodo específico. Desde su perspectiva, la economía ya se está reactivando con los negocios que han reabierto hasta ahora.
A lo largo de la costera, son una constante los letreros que anuncian “Ya abrimos”, “Fuerza Acapulco” o “Próximamente”. Algunas plazas comerciales apenas funcionan o lucen “a medias”: con algunos restaurantes abiertos pero con accesos entre andamios, y pisos o zonas donde se llevan a cabo reparaciones.
Entre los hoteles, puede percibirse el inicio de incipientes reparaciones; ocupaciones de algunas habitaciones mientras otras siguen en limpieza y rehabilitación, y otros que más bien lucen en abandono. Algunos han anunciado su apertura incluso para 2025 o 2026.
Un Acapulco con rezagos para todo
Además de la reapertura de varios negocios –sobre todo pequeños y medianos, y algunas cadenas–, otros con pérdida total que aún no han comenzando su reparación, condominios con daños severos y hoteles cerrados o funcionando a medias, la otra constante en Acapulco –a casi tres meses del impacto del huracán Otis– son las largas filas para apoyos y trámites.
Lo mismo que para la recepción de enseres –que casi siempre implica pernoctar–, despensas y apoyos rezagados, hay largas filas por todas partes para los trámites regulares en Acapulco: a las afueras del Servicio de Administración Tributaria (SAT), del Instituto Nacional Electoral (INE) o del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadoras (Infonavit).
El rezago y la parálisis de los trámites, acusan los acapulqueños, se ha hecho evidente.
Además, ante un panorama donde la pérdida de empleos es una de las consecuencias más importantes, la Junta de Conciliación y Arbitraje ni siquiera está dando atención presencial. En la entrada de esta dependencia –con daños visibles, cerrada al público y solo con una persona de guardia en el interior– está pegado el decreto oficial que suspendió los plazos y términos desde el 30 de octubre.
En cartulinas escritas a mano por separado, se anuncia que la atención de primer contacto para cualquier duda o información sobre los trámites se hace por teléfono o vía correo electrónico. “Debido al paso del huracán Otis nuestra oficina permanecerá cerrada de manera temporal por razones de seguridad y precaución”, agrega otro letrero.
Los servicios presenciales de asesoría legal, acompañamiento en conciliación laboral y representación jurídica tanto en los tribunales laborales como en la junta especial no. 43 están suspendidos y serán atendidos “tan pronto sea seguro reanudar nuestras operaciones normales”. Junto con un mensaje de buenos deseos para la emergencia, la incertidumbre de quienes perdieron su empleo –además de lo material– se topa solo con invitaciones a recurrir a teléfonos, correo y redes sociales.
Ruiz, especialista en riesgos y desastres, insiste en que no se trata de que la reconstrucción no sea importante, pues lo es, pero el sufrimiento de las personas tiene muchas más facetas que deberían atenderse. Sin embargo, primero tendría que reconocerse que para poder hablar de una verdadera recuperación, es necesario ampliar las acciones a procesos más integrales.
“Ya vamos muy tarde para hacer este tipo de cosas, porque necesitan planeación, acuerdos financieros, estudios e investigaciones científicas para poder hacer las mejores propuestas. Ya que tenemos el desastre encima, y no tenemos esto medianamente platicado o avanzado, ya vamos tarde”, lamenta.