Texto: Jesús Guerrero
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
27 de septiembre del 2023
Integrantes de dos familias que salieron de Honduras y cruzaron la frontera de Guatemala con México, pernoctan hoy en Chilpancingo, pero tienen miedo de ser deportados.
Las dos familias fueron acogidas en la Casa del Peregrino que dirige el sacerdote y defensor de los derechos humanos Filiberto Velázquez Florencio.
Después de casi un mes de haber salido de su comunidad Las Entradas, en Honduras, un matrimonio y sus dos hijos deambulaban este martes por las calles de Chilpancingo sin tener a quien pedir ayuda.
Tenían mucha hambre y sed. «Andábamos caminando por la alameda (Granados Maldonado ubicada en el centro de Chilpancingo) y alguien nos dijo que había un lugar donde nos podían dar alojo y aquí llegamos», dijo el hondureño, de nombre Josué.
Relató que junto con su esposa y sus dos pequeños hijos sufrieron muchas penurias desde que decidieron salirse de su país en donde según él, la economía está mal.
«Hemos venido caminando por cerros día y noche, a veces sin probar alimento», indica Josué.
El hondureño dice que desde que la presidenta (Xiomara Castro) asumió el poder hay muchos problemas económicos en su país.
«Yo soy mecánico y no tenía trabajo, pero así como yo hay muchos que también se salieron de mi país», señaló.
Ante las nuevas medidas migratorias que ha implementado el gobierno de México, los indocumentados que logran atravesar la frontera sur del país sufren el acoso de los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).
«Varias veces fuimos acosados por migra pero afortunadamente logramos avanzar y ojalá podamos llegar a Estados Unidos y si no se puede nos quedamos en México a trabajar», afirmó Josué.
Mencionó que desde Chiapas hasta entrar a Guerrero los agentes de la migra los hostigaron. Estuvieron durante unos días en la aduana de la INM en Acapulco.
«Debo reconocer que llegando a Guerrero nos han tratado bien», refirió Josué.
En la frontera de Guatemala y México, Josué se percató de que cientos de personas de países centroamericanos y de Sudamérica lograron cruzar por los cerros.
«Durante el trayecto, a veces caminábamos hasta ocho horas diarias, cargaba a mis hijos quienes se enfermaron en Tapachula, Chiapas pero no les pasó nada grave».
Desde el desbordamiento de migrantes que logran cruzar México, el INM endureció los operativos para retener a los indocumentados.
Las dos familias hondureñas se trasladarán a las instalaciones de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para solicitar asilo humanitario.
Según el registro de la Comar, de enero a agosto de este año, recibieron 99 mil 888 solicitudes de asilo, de las cuales solo 12, 468 se resolvieron de manera positiva.
La mayoría de estas solicitudes de indocumentados son de gente de Honduras, Haití, Venezuela, El Salvador y Cuba.
Josué dice que en su pueblo natal, en Honduras, solo se quedó su mamá pero cuando él ya tenga asilo humanitario en Estados Unidos o en México, va ir por ella.
El hondureño cuenta que su hermana también se salió de Honduras y está en trayecto a Estados Unidos y cree que en cualquier momento ingrese a ese país.
Josué contó que en Tapachula trabajó de peón y que los patrones se aprovechaban pagándole menos salario que a los demás trabajadores bajo el argumento de que era indocumentado.
«Sé que aquí a los chalanes (peones) les pagan 250 pesos diarios pero a mí me daban 150 pesos», dijo.
El sacerdote Filiberto Velázquez, encargado de la Casa del Peregrino, afirmó que hay una persecución feroz por parte de los agentes de Migración contra los indocumentados y eso provoca que los que cruzan la frontera busquen rutas alternas para llegar a Estados Unidos.
«Por ese endurecimiento contra los migrantes Guerrero se ha convertido en una ruta alterna y está bien porque si la gente llega a Michoacán o Jalisco existe el riesgo de que caigan en manos de las organizaciones criminales», aseguró Filiberto Velázquez.