Martínez es director de El Faro, el primer diario digital de América Latina
Texto: Luis Daniel Nava
Fotografía: Kau Sirenio
A Oscar Martínez le sorprende que México sea el país más letal para la prensa en el mundo y que a los periodistas nadie los escuche. Es, dice, como si estuvieran en el fondo del mar.
Oscar Martínez (San Salvador, 1983) es jefe de redacción de El Faro y autor de libros como Los migrantes no importan (2010) y Los muertos y el periodista (2021). Recibió los premios de Derechos Humanos de la Universidad José Simeón Cañas, en El Salvador, y el Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas.
Durante cinco años, Oscar Martínez recorrió el camino de abusos y vejaciones de los migrantes de Centroamérica en el país, desde Chiapas hasta Baja California. Ahí presenció cómo la complicidad entre poderes económicos y políticos con grupos del crimen organizado silenció zonas completas.
A 10 años de esa estadía, a Oscar Martínez le frustra que la situación continúe intacta. En ese tiempo, del 2011 al 2022, en México asesinaron 98 periodistas, entre ellos, 10 mujeres.
La impunidad, considera, es sinónimo de la inacción judicial del Estado mexicano aunado a un discurso incisivo del presidente de México contra el gremio.
El periodista participó el mes pasado en el foro Periodismo y Construcción de Paz en México, celebrado en la capital del país.
Nada cambia
—¿Cómo percibes el periodismo en México y las zonas de silencio creadas en muchas regiones del país?
Lo que más me sorprende y frustra al venir a México a eventos donde hablamos de periodismo, es que siento que nada cambia.
Cuando viví aquí entre 2005 y 2010, y cubrí la región viajando con los migrantes, las quejas eran las mismas y los problemas eran exactamente los mismos.
Las zonas de silencio eran muy parecidas, en Tamaulipas no podías decir nada. Recuerdo estar en Nuevo Laredo: masacraron a seis personas, las dejaron frente a una estación de la policía un domingo. El titular del lunes fue: ‘Cura oficia misa ante 300 feligreses’.
Lo que me parece extraño es que ustedes (los periodistas) están en el fondo del mar y parece que nadie les oye. Siguen matando periodistas, siguen los mismos problemas y sigue sin haber una reacción judicial de parte del Estado que sea eficiente. Lo veo con mucha frustración”.
Cambio de gobierno en 2018
Para el cronista el cambio de gobierno en México no ha detenido las agresiones contra periodistas ni ha abatido la impunidad en más del 90 por ciento de los crímenes.
Definitivamente no ha sido la solución. Este año han asesinado a muchos periodistas mexicanos. La cuota de impunidad ha sido brutal ha disminuido un par de puntos miserables, es decir, la falta de solución a los crímenes de periodistas sigue siendo brutal, abismal.
En lo que va de 2022, de acuerdo con las organizaciones Articulo 19 y Reporteros Sin Fronteras, 12 periodistas fueron asesinados.
Oscar Martínez ve otro elemento, no menos poderoso, contra la labor de los periodistas: el discurso del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y el uso de las conferencias de prensa conocidas para atacar a medios de comunicación.
No creo que sea la respuesta ni discursiva ni real. Es decir, no creo que sea el discurso que necesita un país como México donde matan a periodistas. Ni real, porque no creo que esa reducción en la tasa de impunidad sea suficiente, ni deseable, ni mínimamente plausible.
Me parece que hay una realidad pétrea, no cambia. Aquí están jodidos como han estado jodidos siempre.
Continuar sin corromperse
–¿En esta realidad que observas, qué recomiendas a los periodistas que están en las regiones, cómo seguir con salarios miserables, en un clima adverso de violencia y de estigmatización del gobierno?
Es bien difícil bajo esas circunstancias. Lo que se me ocurre… el oficio de periodista es injusto, nadie viene y te regala nada y eso lo saben muy bien, y lo que te ofrecen son miserias. La única posibilidad mínima que existe de continuar con la carrera honestamente, sin corromperse, es obtener una información que llegue a interesarle a medios que puedan financiarla, que puedan pagarla, tener algo que ofrecer informativamente.
No debería ser así, pero entonces reunan la mejor información que puedan y traten de hacerla trascender con medios que la paguen mejor.
Es diferente llegar ante un editor en la capital del estado y en la capital del país con una idea que llegar con una historia.
Tal vez esa es la puerta para empezar a hacerlo, tal vez esa es la puerta para que algo necesario ocurra.
Que los periodistas locales cuenten lo que ocurre
El escritor pone énfasis en que los periodistas de región sean los que cuenten al país la realidad que se vive en sus regiones y no los que salen de la capital del país, entran a la región y regresan.
Pero para eso hay que tener una enorme historia. Se que es injusto, no es justo exigirle que sino tienes una gran historia te van a seguir pagando una miseria pero es lo que hay, viejo. Al final en este oficio uno se construye solo o a uno lo destruyen entre varios.
Acercarse a las víctimas con honestidad
En Los migrantes que no importan, Martínez entrecruza historias de personajes que en su camino a Estados Unidos no solo se convierten en víctimas, sino que ya eran víctimas de una estructura social y económica que las obligó a huir.
–¿Cómo contar la historia sin estigmatizar, sin revictimizar las personas?
Hay dos cosas básicas en el periodismo para acercarte a historias violentas. La primera hacerlo con honestidad. Le explicas a las personas lo que vas a escribir: que son víctimas de una circunstancia, como también a los victimarios.
Un periodista honesto le dice de forma cruda a las fuentes lo que va hacer y lo que eso puede generar.
Por ejemplo, un periodista que vaya por ahí ofreciendo que le va a salvar la vida a la gente es un mentiroso, quien sea así de mentiroso muy posiblemente va a revictimizar a personas a las que engañó.
Y en segundo lugar, si te vas a acercar a una realidad violenta, es necesario que seas honesto con vos mismo y te hayas preparado.
Es injusto llegar con una señora migrante, por ejemplo, y decirle ‘cuénteme lo que quiera’, ‘¿de qué tren viene?’.
Debes de saber en qué tren viajan, tenés que hacer tu trabajo y prepararte para ganarte mínimamente el derecho de acercarte a esa persona y hacer dos, tres o cuatro preguntas.
Realidades violentas, autoritarias
Una de las partes más complicadas de contar una historia en contextos de violencia, dice Oscar Martínez, es encontrar una fuente que no tenga miedo de hablar, la manera de construir un artículo solo con la fuente off the record y encontrar información oficial donde el gobierno la oculta.
En general hacer periodismo es bien difícil en estas realidades autoritarias, en estas realidades violentas donde a veces el crimen organizado controla a quien querrás.
El editor del primer periódico digital en Latinoamerica anota otra reflexión acerca de trabajar en realidades violentas y regresa al punto de frustración:
A mi me resulta muy difícil el impacto que estas historias profundas y terribles generan en sociedades cínicas como las nuestras. A veces siento que uno construye historias probadas, graves, dramáticas, urgentes y ¡noo paasa nada!, ¡absolutamente nada! Esa decepción posterior a la publicación es algo con lo que se me complica mucho lidiar.