Tras el gran éxito de Presunto culpable (2011), Roberto Hernández vuelve con Duda razonable: historia de dos secuestros, una miniserie que cuenta la historia de cuatro hombres acusados injustamente de secuestros. Un documental brillante y didáctico que denuncia un problema sistémico de la justicia mexicana.
Texto: Richard Godin / Pie de Página
Fotos: Sisters in the Jungle
28 de enero de 2022
“La verdad es que es increíble que puedan pensar que esto genera convicción más allá de toda duda razonable”. Esta frase fue pronunciada por Andrés Andrade, el abogado defensor de los acusados cuando fueron declarados culpables. Es el corazón de la historia y un principio fundamental del derecho. “México tiene una regla muy clara y muy lógica: quien tiene que demostrarte que cometiste un delito es el Estado. Tú, como defensor, nada más tienes que demostrar una duda razonable, ni siquiera tienes que demostrar la inocencia de las personas”, dice Roberto Hernández, director de la película. A pesar de ello, los tribunales operan bajo una norma de presunción de culpabilidad que va en contra de las reglas de la justicia y deja la puerta abierta a todo tipo de injusticias expuestas en la miniserie.
La historia se desarrolla en cuatro episodios. La primera, titulada “El accidente”, detalla los hechos que llevaron a Héctor, Gonzalo, Juan Luis y Darwin a ser detenidos, torturados, juzgados y encarcelados por cargos falsos y, sobre todo, por pruebas falsas. En 2015, Héctor tiene un accidente de coche cerca de una gasolinera. Cuando se baja para pedir explicaciones, el otro conductor, llamado ACP, saca una pistola y le dispara en la mano. Cuando la policía llega, detiene a Héctor, así como a Gonzalo y Juan Luis, que habían acudido a la gasolinera para repostar. Más tarde se les une Darwin, que es detenido en otro lugar por otra situación y los cuatro son acusados de intento de secuestro.
La historia se desarrolla en Macuspana, Tabasco. Aunque el director precisa que esta elección no tiene nada que ver con el origen del presidente López Obrador, tampoco fue al azar. La idea se remonta al 18 de junio de 2016, cuando el expresidente Enrique Peña Nieto puso en vigor en todo el país el nuevo sistema penal basado en el juicio oral, que supuestamente ayudaría a una mejor justicia.
“Se nos ocurrió decir: ‘¿Por qué no les preguntamos a las personas que están en la cárcel cómo les fue? ¿Cómo los trataron los jueces, los ministerios públicos, los policías?’. Y uno de los municipios, curiosamente, que fue de los primeros en los que entró en vigor el nuevo sistema penal fue Macuspana”, explica Roberto Hernández. Así se entera de la historia de sus inocentes que llevan más de un año en prisión, defendidos por abogados incapaces de hacer las preguntas más básicas en el tribunal.
“Entonces, yo decido buscar un abogado que si tuviera la formación necesaria para enfrentar un litigio de esta naturaleza. Y me recomendaron a Andrés Andrade, que ha trabajado en la Fiscalía. Yo dije: ‘Se trata de un abogado que ni siquiera fue enviado a hacerlo. Está espectacular la cosa porque es alguien que entiende cómo opera esta institución y va a poder exhibirla”, dice el investigador y documentalista.
Los tres episodios siguientes (“El secuestro”, “La acusación” y “La sentencia”) muestran el trabajo de la defensa para demostrar la inocencia de los cuatro hombres. Una elaboración precisa del caso de un abogado, explicada al nivel de los simples curiosos, que permite ver los absurdos e injusticias del sistema judicial. Tan pronto como toma el caso en sus manos, Andrés Andrade ya se plantea cuestiones sobre el caso.
“La primera gran sorpresa es que casi todos estaban acusados de secuestro, lo cual estadísticamente era casi imposible, pero bueno”, dice.
La mayor parte del caso, sin embargo, se esconde en otro lugar con el secuestro en mayo de 2015 de la hermana de la víctima.
«¿Qué es lo que sucede? continuó el defensor, ACP, en algún momento, cuando los señala de tentativa de secuestro, entiende y, probablemente, los fiscales le dicen que el asunto no va a poder sostenerse. Pues no tienen absolutamente nada. No hay evidencia de nada. Entonces, toma la decisión de vincularlos con el secuestro de su hermana. Presionan, tanto él como la fiscalía, a la señora GLP, a su hermana, y hacen un reconocimiento de personas viciado con la única y exclusiva finalidad de señalarlos como los responsables del secuestro de ella”.
El cambio de víctima y por tanto de acusaciones permite a Darwin retirarse porque no estaba señalado en el asunto de GLP. Para los demás, es la continuación de una larga lucha contra el absurdo: otras personas acusadas por la víctima unos días después, suspensión de la vista en la que se había decretado la absolución y la inocencia por otra en la que se formulan nuevos cargos, influencia del fisco sobre los testigos, intento de intimidar a los testigos de la defensa, corte de las cámaras que son elementos clave del nuevo sistema judicial, cambio de juez en el momento del veredicto e incluso sabotaje del coche del defensor.
“Había sido un proceso discontinuo”, dice el documentalista. Hay un juicio oral en donde se busca desacreditar cada elemento aportado por la defensa. “Todo esto es en el contexto de que quien tiene la puta responsabilidad de probar culpabilidad son ellos, no nosotros la inocencia”, dice el defensor con molestia.
Pues Andrés Andrade está frustrado. Gracias a sus habilidades y a su conocimiento del sistema, consigue plantear una defensa sólida que no se traduce en la inocencia de sus protegidos. Durante todo el proceso penal, se enfrentó a los más importantes representantes de la Fiscalía del Estado de Tabasco. “La licenciada Delfín es la mejor que tienen en Alto Impacto. Los asuntos delicados los lleva ella. Y es un asunto delicado”, explica Andrés con una media sonrisa. Y si es la mejor, seguramente es porque sus métodos son los más radicales (apela a una decisión que en última instancia convenía a todos), tiene una personalidad sin sensibilidad social y realiza un trabajo basado en la fabricación de pruebas falsas.
Con sus denuncias, la miniserie va más allá del simple caso de estos cuatro hombres. “A mí me encantaría pensar que el caso de los muchachos es aislado. Que es raro o difícil que en nuestro país a alguien se le fabrique la culpabilidad, que se fabriquen pruebas para hacer parecer a alguien culpable…”, se lamenta Andrés Andrade.
Pero el problema es demasiado grande para ser único. Comienza al principio de una investigación con el trabajo de campo. Normalmente, los agentes de policía deberían saber cómo afrontar este tipo de situaciones. Pero sin una formación adecuada, es difícil exigir un resultado satisfactorio del trabajo que realizan en malas condiciones. « Ellos mismos son víctimas de abuso por parte de las autoridades. Están mal pagados, mal alimentados. México tiene una de las más altas tasas de homicidios de policías. Anualmente, son asesinados como 350 policías. Prácticamente, uno al día. Y tampoco los homicidios de los policías son investigados, dice Roberto Hernández.
Otra víctima colateral de un delito es ACP. Tras el intento de secuestro de un hermano y el secuestro de su hermana, el miedo está presente. Roberto afirma que el hombre « viene de una comunidad en donde, en esas épocas, hubo una enorme cantidad de secuestros, donde él, posiblemente, se sintió con el riesgo de que le podía pasar a él mismo ».
¿Es todo esto una razón o justificación para encarcelar a personas inocentes? La respuesta es obviamente no. Estos detalles están ahí para exponer a los ojos de la mayoría que la injusticia no está ligada a Macuspana, es propia del sistema de justicia mexicano que nunca ha sido cambiado en sus mismos fundamentos. «Recordemos que, en el origen, el sistema de persecución criminal mexicano estaba como un sistema de control político que no se diseña para esclarecer la verdad. Y nunca lo cambiamos de raíz. Aunque cambiamos las reglas y el juicio oral, nunca hubo un acuerdo político fundamental de que los políticos saquen las manos del sistema, uno, y dos, de que el sistema produce verdad», señala Ana Laura Magaloni, abogada e investigadora.
Una reforma de los juicios orales, que es el origen de esta miniserie y sobre la que Roberto, tras cuatro episodios y otros tantos años de investigación, puede opinar:
«No es que la reforma de los juicios orales sea una mala reforma. Simplemente, es una reforma incompleta. Lo que falta es que esas ideas, que están en la cúspide de la pirámide de la justicia, desciendan a la base y que haya también una videograbación de las entrevistas policiales, de los operativos, de los arrestos. Eso va a permitir que, entonces, podamos acabar con la tortura como método de investigación criminal. Y cambia la estructura de incentivos de los agentes del orden en México, de los fiscales».
Esta triste operación le empuja a seguir con su papel de abogado con cámara, como se describe a sí mismo y como explica a las familias de los acusados: «Yo no formo parte del equipo de defensa. Me interesa la verdad, me interesa lo que realmente occurió, pero mi labor aquí son estas cámaras, documentar lo que está pasando y contar la verdad».
La serie da un lugar privilegiado a las familias de las víctimas y a las propias víctimas. Sus palabras son preciosas y nos permiten insertar el elemento humano en esta disputa legal, sin caer en el patetismo.
El trabajo documental es también de gran calidad y explica perfectamente los absurdos de la ley con la ayuda de los ponentes, que dan explicaciones precisas y resúmenes brillantes de los hechos con líneas de tiempo en particular. Los elementos presentados y las secuencias propuestas (sobre todo los extractos de los ensayos) están elegidos con precisión. Es imposible perderse y es con gran facilidad que uno puede sumergirse en este embrollo judicial.
Desde 2015, cuando se inició el caso, Héctor, Juan Luis y Gonzalo están en prisión. No se ha llevado a cabo ninguna investigación por tortura y la mayoría de los funcionarios implicados siguen en activo. En 2018, «Tabasco eligió a un nuevo gobierno, Andrés Manuel López Obrador ganó la elección presidencial,y el mundo se enfrentó a la llegada del covid-19 ». Cambios importantes que no han cambiado nada o han empeorado la situación.
Roberto realizó este documental para que miles de inocentes puedan recuperar su libertad y contra un sistema de miedo permanente.
«Tiene que haber algo más fino y más sofisticado que cualquiera te señale de algún delito y que ese sea tu juicio. Eso es una cosa elemental. Tenemos derecho a la libertad. Y en México, no está garantizado tu derecho a la libertad».