Texto: Marlén Castro
Fotografía: Oscar Guerrero
15 de octubre del 2021
Nejapa, municipio de Chilapa
“Ranferi Hernández no has muerto”, dice una lona con el rostro del luchador social. Resaltan su bigote grueso y sus cejas grandes, dos de sus características personales.
Abajo de la lona, hay cuatro cruces blancas con los nombres de las víctimas del 14 de octubre del 2017. Una es de Ranferi Hermández, la segunda de Lucía Hernández, su esposa, la tercera de Juana Dircio, su suegra, quien tenía 94 años, y la cuarta de Antonio Pineda, su ahijado.
El punto se conoce como Nejapa, una comunidad pegada a la carretera de Chilapa. Hace cuatro años, las víctimas pasaron temprano por aquí.
Por la tarde, cuando venían de regreso, los interceptaron en algún punto entre Ahuocuotzingo, el pueblo originario de Ranferi y Lucía, en el que habían pasado todo el día. Habían ido a arreglar su casa y limpiar su milpa.
A las nueve y media de la noche hombres armados abandonaron una camioneta en este lugar y le prendieron fuego.
A la medianoche que elementos de Protección Civil apagaron por completo la unidad, fue evidente que esos cadáveres consumidos por las llamas habían sufrido torturas. Estaban maniatados. Se supo que eran Ranferi, Lucia, Juanita y Toño, a quienes buscaban desde la tarde.
Se cree que fueron quemados vivos.
La mañana de este jueves 14, al pie de las cruces pegadas a la carretera hay mucha gente que vino a visitar el último sitió en el que estuvieron las víctimas, entre ellas, Diana Itzel y Jeny Hernández, dos de los cinco hijos que tuvieron Ranferi y Lucía.
Entre los acompañantes vienen Martha Obezo, la viuda de Armando Chavarrría Barrera, el líder del Congreso local asesinado en 2009. Norma Mesino, hermana de Rocío y Miguel Ángel, asesinados por exigir justicia a las víctimas de Aguas Blancas. También Micaela Cabañas, hija del guerrillero Lucio Cabañas.
Algunas de estas víctimas tienen al mismo verdugo. Además de un Estado omiso, alguien concreto con un nombre y apellido. Cuando hablen para solidarizarse con las hijas y el hijo de Ranferi Hernández dirán quién los persigue y, en algunos casos, quien mandó eliminar a sus familiares.
Más adelante, se agregará un grupo de las madres y padres de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
“No voy a poder sola”: Diana Itzel
Desde que asesinaron a su padre, madre, abuelita y al ahijado, las hijas y el hijo del luchador social dejaron de vivir en Chilapa por el riesgo de que también fueran atacados.
Cada año, en el aniversario luctuoso, escogen un punto de reunión en Chilpancingo para llegar acompañados a Nejapa.
Este año, una gasolinería a la salida de la capital fue el punto de reunión. Norma y Jeny Mesino, hermanas de Rocío Mesino, quien fue asesinada hace ocho años por exigir justicia para su hermano Miguel Ángel, quien a su vez exigía castigo para los culpables de la masacre de Aguas Blancas, llegaron al punto de encuentro.
Diana Itzel Hernández no es la hija mayor del matrimonio de Ranferi y Lucía pero asumió la exigencia de justicia.
Este 14 de octubre Diana Itzel Hernández está más nerviosa que otras fechas. Hoy termina el gobierno del priista Héctor Astudillo Flores sin resultados sobre la investigación del asesinato de los integrantes de su familia.
También porque preparó un discurso en el que señala al posible culpable. Diana Itzel sabe las implicaciones de soltar ese nombre. Su padre lo enfrentó y para salvar la vida en la década de los noventas tuvo que salir huyendo del país con su esposa, las hijas y el hijo.
Cuando regresó del exilio en Francia, Ranferi Hernández vivió con el temor de que quien lo amenazó de muerte cumpliera su amenaza.
Diana siente que si va a hacer algo así de temerario este es el momento. En teoría, mañana jueves 15 de octubre inicia un ciclo nuevo en la historia reciente de Guerrero, con la asunción al gobierno de Evelyn Salgado Pineda, proveniente de Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Se nota la adrenalina que corre por el cuerpo de Diana Itzel por lo que dirá más adelante. Comparte que también está angustiada porque ya falta menos para conocer el peritaje sobre las razones de las muertes de sus familiares.
Los restos fueron exhumados para conocer con exactitud las circunstancias del fallecimiento.
Deducir su sufrimiento a conocer con exactitud cómo sufrieron es totalmente diferente, piensa Diana Itzel.
Cuando arranca el carro rumbo a Chilapa, Diana Itzel comparte con Norma Mesino que pronto conocerá esos resultados.
“No voy a poder sola. Necesito que estés a mi lado cuando lo sepa”, dice Diana Itzel a Norma esforzándose porque su voz salga normal, pero se le quiebra.
“Este gobernador tarda, pero no olvida”
Ranferi Hernández era diputado local cuando ocurrió la masacre de Aguas Blancas y el gobernador era Rubén Figueroa Alcocer.
De ese personaje vino la amenaza.
Cuando Ranferi Hernández regresó de su autoexilio lo entrevistó la periodista Blanch Petrich de La Jornada, narró Diana Itzel Hernández a un lado de las cruces de sus familiares.
A Petrich, Ranferi Hernández le reveló que antes de que Figueroa Alcocer fuera destituido le hizo llegar a Ranferi Hernández la siguiente amenaza: “Que se acuerde… este gobernador tarda, pero no olvida”.
Diana Itzel Hernández refirió que el dato era importante porque durante los gobiernos de Ángel Aguirre y de Héctor Astudillo fueron asesinados los dirigentes campesinos que jugaron un papel fundamental en la caída de Figueroa: Arturo Hernández Cardona, Rocío Mesino y Ranferi Hernández.
“Con lo cual se cumplió la amenaza que Figueroa le había hecho llegar en 1997”, sintetizó Diana Itzel.
Al nuevo gobierno que encabezará Salgado Pineda, Diana Itzel exigió establecer una agenda que contemple el esclarecimiento de los crímenes políticos, castigo a los autores materiales e intelectuales y la impartición de justicia para todas las víctimas.
Al gobernador Héctor Astudillo Flores, quien hoy culmina su mandato, Diana Itzel le dijo que se va “con las manos manchadas de sangre”.
Recordó que durante estos cuatro años le dijeron que estaba en sus manos pasar a la historia como quien resolvió e hizo justicia o como uno más en la lista de gobernadores al servicio de la impunidad.
El mismo verdugo
Frente a las cruces que representan a Ranferi, a Lucía, a Juanita y a Toño hablaron Micaela Cabañas, hija de Lucio Cabañas, quien encabezó en los setentas un movimiento armado para cambiar las condiciones económicas y sociales de la población guerrerense.
Una de las acciones contra los poderes caciquiles fue el secuestro del entonces candidato al gobierno de Guerrero, Rubén Figueroa Figueroa, padre de Rubén Figueroa Alcocer.
El secuestro de ese Figueroa terminó con la persecución y muerte de Lucio Cabañas y de casi todos los integrantes de ese movimiento. La madre de Micaela, Isabela Ayala, fue asesinada en la primera década de este siglo.
Micaela Cabañas refirió que la gente de los movimientos sociales han sido víctimas de gobiernos malvados.
Norma Mesino recordó que Ranferi Hernández enfrentó al figueroísmo y lo mataron de manera cobarde. “Demostraron mucho odio contra él”.