Sin Límites. Cloro al óleo, del graffiti ilegal a multidisciplinario de las artes

Sin Límites. Cloro al óleo, del graffiti ilegal a multidisciplinario de las artes

Texto: Beatriz García

Foto: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

En el interior de la habitación rodeada de un gran ventanal de cristal, paredes y piso blancos, cuelgan varias pinturas al óleo. Pero hay una que destaca por su tamaño; está al subir las escaleras que te lleva a otro piso. Esa obra, llamada El Tonal, mide 2.50 metros por 2.70 metros y es la fusión de tres máscaras de tigre representativas del estado de Guerrero en tonos amarillos, rojos, cafés, negros y rosados.

Lo que hay detrás de esta gran pintura y las otras que hay en la habitación es una historia de perseverancia. Al fin de cuentas la historia de Ernesto Miguel Carbajal Morales, un artista plástico de 31 años que inició en las calles haciendo graffiti ilegal, ahora es licenciado en Artes por la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) y un multidisciplinario de las artes.

El grafiti no es cosa menor, lo aclara el artista, es arte construido con ilustraciones abstractas que tiene como lienzo las paredes, portones o bardas de la calle.

La habitación del ventanal de cristal que concentra las creaciones de Ernesto Miguel está ubicada en el fraccionamiento Servidor Agrario, en la calle Emiliano Zapata, cerca de rectoría de la Uagro, en Chilpancingo. En la entrada del edificio hay un letrero que dice Punto Continuo, uno de sus proyecto que surgió cuatro meses antes de que iniciara la pandemia por la Covid-19, pero de esto daremos detalles más adelante, por ahora seguiremos con la historia de Ernesto o mejor dicho Cloro, el nombre que dejó en las calles y que ahora aparecen en sus obras.

Él es originario de Chilpancingo. Nació en el barrio tradicional de San Mateo. A los 14 años conoció en la secundaria a Ochoa, quien repetía el ciclo escolar porque estaba recién llegado de Estados Unidos; sabía la técnica del grafiti.

Ernesto le pidió a Ochoa que le enseñara la técnica del grafiti, le dijo que sí, pero le sugirió tener una “placa”, es decir, un seudónimo. Empezó con el de Star, después lo cambió a Kloros (Khloros): un seudónimo griego que significa verde claro, uno de los colores favoritos de Ernesto. En la actualidad es Cloro al óleo.

Aunque nació en el barrio tradicional de San Mateo, pronto se mudó a la colonia Guerrero, muy conocida en Chilpancingo. Ahí había varios jóvenes que salían a las calles a hacer grafiti ilegal, como él. “Así se comienza”, dice y suelta una carcajada.

Sigue: “Tuve problemas tanto con la autoridad municipal como con la autoridad de mis padres, porque caí tres veces a barandillas (cárcel municipal). Porque hay dos tipos de grafiti, el ilegal que se hace clandestinamente (en propiedad privada) y el legal que tú pides permiso (para pintar en esas paredes)”.

Para darle una lección, el padre de Ernesto, Miguel Carbajal Lázaro, lo dejó en barandillas toda la noche, hasta que cumpliera su condena. Él ya estaba advertido, que si caía en la cárcel no lo sacarían.

Para fortuna de Ernesto, su padre, después de esa encerrona le dijo que si quería seguir pintando, él lo apoyaba, pero a cambio tenía que dejar la clandestinidad. Aceptó y así comenzó el rumbo de Cloro al óleo.

Sin Límites. Cloro al óleo, del graffiti ilegal a multidisciplinario de las artes

Un nuevo camino

“Dominé la técnica y empecé a ser reconocido a nivel municipal y estatal, por medio del grafiti, me invitaban a exposiciones y pintábamos en las calles”, cuenta.

Su padre lo inscribió a clases de pintura y empezó a pintar al óleo, una técnica con mucho grado de dificultad. Ernesto también pedía permiso para pintar en paredes, pero en este nuevo rumbo él se fijó incluir un mensaje positivo implícito.

En este nuevo comienzo, Ernesto quiso quitarse el apodo y usar sus dos nombres, Ernesto Miguel, pero no pudo ante el Kloros que terminó ajustando y añadiéndole su nueva técnica: Cloro al óleo. Ahora su formación académica es la Licenciatura en Artes, por la Uagro.

En un recorrido por su departamento, donde están montados sus talleres de pintura, serigrafía y tatuaje, Ernesto, muestra y explica cada una de las piezas que cuelgan en el lugar, entre ellas El Tonal.

En las paredes del departamento del ventanal, que encierra más que su lugar de estar, también su propuesta artística, no sólo están colgadas sus obras, también de algunos de sus colegas. Hace su acervo personal.

Junto al mural de El Tonal están colgados grabados del pintor Javier Lara, originario de Tixtla. Enseguida hay otra de sus obras llamada El comienzo y el fin del juego.

Este último cuadro es parte de una serie que hizo para expresar la violencia a su alrededor, que ha alcanzado a muchos en Guerrero. Recordó que uno de sus amigos fue reclutado por el crimen organizado y otros más fueron asesinados por la misma razón.

El comienzo y el fin del juego está construido con un niño que de pronto deja de jugar con aviones de papel al hallar una cabeza humana, que luego rodó con sus manos. Estas son las palabras de Ernesto al narrar los elementos de su obra, pero también al representar el reclutamiento de niños por el crimen organizado.

Junto a esa obra está la de El Destazado, donde se muestra un cuerpo en pedazos, pero sin rastros sangrientos, sólo partes de un cuerpo esculpido.

En esa primera parte de la habitación hay muchas obras más. Al fondo hay un cuarto más pequeño repleto de cuadros en el piso y en las paredes, algunas pinturas en proceso; también bastidores y caballetes. En un exhibidor hay frascos de pintura de diferentes tonos, acomodados perfectamente uno tras otro. Hay pinceles, lápices, pinturas en aerosol, una mesa y sillas. Es el taller de pintura.

Durante el recorrido por la habitación Ernesto recordó que fue hace siete años que vendió su primera obra; recuerda que la dio en 500 pesos. También comentó cuál es la obra más cara que ha vendido en estos siete años, un mural del que prefirió no mencionar su nombre, pero recuerda que le pagaron 210,000 pesos. Aclaró que esto sólo es ocasional.

“El arte no se vende tan fácilmente. Entonces dije: tengo que hacer algo que tenga que ver con lo que yo hago, la pintura y el dibujo. Ya estaba tatuado y dije voy a aprender”, cuenta el artista cuando camina rumbo a su estudio de tatuaje.

Antes de pasar por otras disciplinas que domina, es importante mencionar que la corriente que reflejan sus obras es el expresionismo abstracto. Sus influencias son el mexicano David Alfaro Siqueiros, el pintor austriaco Egon Schiele y el inglés Francis Bacon, según su propia descripción.

Sin Límites. Cloro al óleo, del graffiti ilegal a multidisciplinario de las artes

El tatuaje, otra de sus expresiones artísticas

Se convirtió en tatuador viendo tutoriales y pidiendo consejos a sus amigos tatuadores. Ahí se dio cuenta que tatuar no tiene nada que ver con pintar ni con el grafiti.

“Es otra cosa, es una de las técnicas que más se me han complicado, el tatuaje: La verdad es que estás tatuando y se mueve la persona, se está quejando, se pone nervioso. La piel no es igual que la tela”, explica.

El primer tatuaje que hizo fue a él mismo: un pequeño triángulo en una de sus muñecas. Luego tatuó a sus primos.

En su estudio de tatuaje, también perfectamente ordenado como muchas partes de la habitación de dos niveles, cuelgan obras de Cloro al óleo, y de algunos de sus colegas como de Gabriel García, Jorge Cerros, Raúl Agua, Diego Ramos y R. Froster, todos de Guerrero.

Cuando alguien acude a tatuarse también puede admirar las obras, con la posibilidad de adquirir alguna.

Ernesto tiene el ojo puesto en especializarse en tatuajes que reflejen el folclor guerrerense.

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Su taller de serigrafía

Aun lado del taller de tatuaje está el de serigrafía, otra de las actividades que también desempeña Ernesto. La imprenta fue para tener otra fuente de ingresos sin salirse del espectro de la actividad artística.

Este taller, expuso, también surgió por otro motivo: cada diciembre hacía un diseño relacionado al tradicional Pendón de la capital, la fiesta que anuncia la feria de Chilpancingo, para enviarlo a una imprenta y plasmarlo en playeras que después vendía, pero a veces no le gustaban cómo quedaban.

Ahora también imprime playeras, tazas o gorras.

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Punto continuo, un concepto, un espacio multidisciplinario

Punto continuo es un proyecto que inició Ernesto hace poco más de un año. Así lo pensó y lo creó: un espacio multidisciplinario donde conjuga la pintura, la serigrafía, el tatuado y donde comparte el conocimiento que tiene en cada un de ellas con pequeños y grandes.

“En ese divagar dije que no quería ser egoísta, que también tenía amigos que le han chingado y quisiera hacer un colectivo con ellos, y hacer algo más grande. Es como empecé a invitarlos”, menciona.

Dijo que en una inquietud inicial invitó a los artistas Hugo de la Rosa, R. Froster y Fany Salmerón, con quienes durante cuatro meses impartió talleres con personas que se acercaban con el interés de aprender, pero, aclaró, pararon por la pandemia de la Covid-19 declarada en marzo del 2020.

Ahora, con la alerta sanitaria menguada, Ernesto y sus compañeros están por reiniciar el proyecto en la habitación multidisciplinaria. Mencionó que tiene planes para la impartición de cursos de verano.

Aun no se hace la convocatoria formal, pero en la página de Facebook Punto continuo se anunciarán las fechas y los horarios.

Por ahora Ernesto empezará a pintar una serie de cuadros que reflejarán las diferentes perspectivas de los cerros que rodean a Chilpancingo, para exponerlos el 16 de julio en la cafetería La Galería, ubicada en avenida Alemán de la capital, un espacio donde se exponen las propuestas de artistas guerrerenses.

Pero Ernesto piensa en traspasar fronteras y tiene fe que lo que ahora es uno de sus mayores sueños, que en las galerías de Nueva York, Estados Unidos, cuelguen cuadros con las firmas de Cloro al óleo, pueda hacerse realidad.

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