La bisutería de Rebeca: la otra cara de la artesanía de palma y barro de Chilapa

Texto: Beatriz García

Fotografía: Cortesía

1 de abril del 2021

Chilapa

 

Hace seis años Rebeca Torito Andrés formalizó su trabajo de bisutería. Lo que comenzó a los 12 años como un pasatiempo, ahora es una muestra representativa de las creaciones de decenas de artesanos en Chilapa.

 

Es domingo 21 de marzo en el tianguis tradicional en Chilapa. Los artesanos, como cada domingo, están reunidos para vender sus productos hechos a mano con totomoxtle (hojas de maíz), mimbre, palma, carrizo, madera y barro.

 

La pandemia por la Covi-19 no para el bullicio de los comerciantes y compradores. Este día se sentía casi como un domingo de tianguis antes de la pandemia. Se acercaban estas vacaciones de Semana Santa, fechas en que llegan turistas de distintos lados, como Acapulco, Chilpancingo y Ciudad de México. Chilapa es un municipio de tradición católica.

 

Aun costado de la glorieta Eucaria Apreza, donde comienza la carretera que conduce a Zitlala, está Rebeca vendiendo la artesanía que sus manos crearon en la semana. Ella tiene 30 años, es originaria de Tixtla, pero desde los nueve años radica en Chilapa, tierra de artesanos. Ahí activó su creatividad.

 

En entrevista con Amapola. Periodismo transgresor cuenta cómo la bisutería pasó de un pasatiempo a convertirse en parte de su vida.

 

A los 12 años comenzó con las pulseras de chaquira o cuentas de plástico, que vendía en 5 o 10 pesos en la escuela.

 

Pero hace seis años comenzó a trabajar los collares con piezas de palma, barro y cristales, piezas que también elaboran artesanos del municipio. Desde ese momento este trabajo se volvió parte de su vida y sustento económico para ella y su hijo.

 

Es común que los artesanos que trabajan las piezas de palma que se utilizan para los collares y otras artesanías, pasen a los negocios de los artesanos de bisutería a ofrecerles. Al puesto de Rebeca constantemente le ofrecían piezas de palma: bolitas, capullos, flores.

Es una dinámica de compra y venta entre los mismos artesanos.

 

Las piezas de palma las elaboran artesanos provenientes de localidades de Chilapa, entre ellas Ayahualulco, Cuahutenango, Lodo Grande, Tepehuixco y El Limón.

 

Cuando comenzó a trabajar sus piezas con palma diseñó unos aretes. Después sus clientas empezaron a pedirle collares y así amplió y diversificó sus materiales y sus creaciones.

 

Algo que destacó Rebeca es que ella nunca regatea el precio de las piezas de palma a sus compañeros artesanos, porque conoce lo que implica el trabajo a mano, porque una de sus hermanas también hace.

 

 

La pandemia y los artesanos de Chilapa

El caso de Rebeca sólo es una muestra de lo que ocurre con los artesanos del tianguis de Chilapa.

 

–¿Cómo han sido tus ventas durante este año de pandemia?, –se le preguntó.

 

–Yo siento que he vendido un poquito más pero con clientes de fuera. Me he ayudado del WhatsApp, porque cuando doy mi número o tarjeta me contactan.

 

Aclaró que aunque sus ventas en línea y por pedidos aumentaron, en el tianguis las ventas decayeron casi por completo. Apenas en septiembre ella regresó a vender en el perímetro del tianguis.

 

Es casi la una de la tarde de este domingo y Rebeca no ha vendido ninguna pieza artesanal.

 

Espera más tarde vender alguna pieza, y durante la semana tenga pedidos de sus clientas.

 

 

La competencia y el regateo

En Chilapa, Rebeca no es la única artesana de bisutería con piezas de palma, barro y cuentas. Este trabajo lo realizan distintos artesanos y artesanas, pero cada uno tiene sus particularidades, porque cada quien impregna sus ideas.

 

–Cuando se dio el auge de artesanos de bisutería de palma, ¿cómo te impactó?, –se le preguntó a la artesana.

 

–A mí no me preocupó nunca la competencia. Aquí al lado se puso una muchacha, pero yo no le decía nada, incluso le decía dónde y con quién compraba mis cosas. Al final de cuentas, el cliente se va con el diseño o la combinación que más le guste, ya si no le gustó la mía, pues, ni modo, pero yo creo que hay gustos para todos.

 

Además de la competencia hay otro factor que prevalece en todos los artesanos, el regateo.

 

“Aquí han llegado con la excusa de que en tal lado lo encontré más barato, el típico regateo, cometía el error de bajarle, pero después me iba a otros lados y preguntaba y estaba hasta más caro”, resaltó la artesana.

 

En su caso, además de trabajar la bisutería con palma, algunas piezas las combina con cristales y piezas de barro que pinta sobre ellas flores o caricaturas de Frida Kalo; eso eleva su costo. Aun así ella busca ofrecer precios cómodos y garantizar calidad en su producto.

 

En el tianguis de Chilapa puedes encontrar collares hasta de unos 500 pesos o más caros. Lo más caro que Rebeca ha vendido un collar es en 280 pesos.

 

Para calcular un precio toma en cuenta el tiempo que le llevará hacerlo, cuántas piezas de palma o cristal va a utilizar y el costo que éstos tienen.

 

“A veces me dicen que los doy muy baratos pero creo que la mayoría los hago para que otros los exporten, me gusta cuando vienen aquí, y se los llevan”, asintió.

 

Sabe que le han comprado personas de Chilpancingo, Acapulco y Morelos. Y una clienta le dijo que enviaría los collares a San Luis Potosí, otra más le dijo que los mandaría hasta a Estados Unidos.

 

Por ahora, Rebeca no puede exportar sus productos directamente; le implica más tiempo del que cuenta. Retomó sus estudios de licenciatura en Literatura y para ella es importante esta faceta de su vida. Pero en sus planes está tener un taller y poder contratar a otras personas para que su producción y negocio aumente, y ofrecer empleo a más artesanos.