Un intento de movimiento en 1980 genera la amenaza de Figueroa de quitar el subsidio a la Normal

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Texto: Marlén Castro

25 de septiembre de 2020

Fotografía: José Luis de la Cruz

Especial Amapola


Mi nombre es Víctor Maldonado Gómez. Estudié en la Normal Rural de Ayotzinapa de 1979 a 1983. Cuando entré tenía 15 años y salí de 19. Ahora tengo 53 años.

Lo que más recuerdo de mi época de estudio en la Normal fue la madrugada que irrumpieron en la escuela policías judiciales. Creo fue en 1980. Nos arrancaron de nuestras camas cuando dormíamos. Desperté por el sonido de un garrote contra la cama. No sabía quiénes estaban haciendo eso. A mí me quitaron la cobija para que me levantara. Grité al tiempo que desperté ¡Cálmate cocho¡ Pues así hablamos los de Arcelia, en la Tierra Caliente.

A todos los estudiantes nos sacaron de los dormitorios como viles delincuentes; nos llevaron a la explanada central y ahí nos tuvieron un buen tiempo, echándonos un rollo atemorizador. La escuela fue rodeada por militares y policías. Esto ocurrió porque Ayotzinapa iba a ser sede de un congreso de normales rurales. La irrupción de los policías era para amedrentarnos. Pues al otro día iban a llegar camiones con estudiantes de las otras normales rurales.

Los policías o los soldados nos robaron las pocas pertenencias que teníamos. Fue como una forma de espantarnos para que no estuviéramos de revoltosos, para intimidarnos.

Al día siguiente, en Chilpancingo, hubo una reunión en un auditorio con el gobernador Rubén Figueroa. Ahí nos citó. Nos dio una cagada. Nos gritó ¡Hijos de su pinche madre, pinches alborotadores, qué es lo que quieren, si tienen todo! Nos dijo. Nos amenazó con quitar el subsidio a la Normal.

¡Si ustedes siguen con esas pendejadas les levanto la canasta y van a tener motivos para organizarse como lo están haciendo ahorita! Nos dijo.

Desde mi punto de vista creo que tenía razón. Yo no tuve ningún día sin comer en la Normal y era una comida buena, por lo menos equilibrada. Además teníamos pantalón de mezclilla, camisa blanca, ropa deportiva, y un PRE (ayuda económica en efectivo) de 32 pesos mensuales.

Al otro día de la reunión, los militares y policías se retiraron de Ayotzinapa y desapareció el espíritu del movimiento. Un sobrino de Lucio Cabañas, no recuerdo ahora su nombre, era quien andaba ahí moviendo el asunto.

En mi generación recuerdo como integrantes del Comité Estudiantil a Roberto Gante. Él fue delegado de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). El desde entonces estaba en la grilla. Así sigue. Ha estado en el Sindicato de Maestros por varios años. Desde la escuela llevaba ese perfil, ahí se ancló y ahí se quedó.

Yo no podría dar detalles sobre la política interna en la Normal, porque yo no estaba metido en ese rollo. Lo que yo sí vi los años que estuve ahí es que circulaba muchísima mota y cemento. Con eso se drogaban allí adentro. Conocí ahí a varios que hasta la fecha siguen igual de macizos. A mí nunca me interesó probar nada de eso.

Cuando yo estudié, ya ingresábamos con secundaria y estábamos en Ayotzinapa sólo cuatro años para estudiar la Normal. Mi documento sobre mis estudios allí dice que soy un bachiller en ciencias sociales. Los estudios como normalista están implícitos.

Yo me retiré de la docencia. Desde antes que ingresara a la Normal ya pintaba y me dedique a las artes plásticas. Soy escultor.



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