Texto:Vania Pigeonutt y Jesús Guerrero
Fotografía: Oscar Guerrero
31 de marzo del 2020
Chilpancingo
Por la avenida Juárez pasan menos carros y personas. Los primeros comensales del Comedor Universitario de este lunes caminan libres por la banqueta. Al entrar los espera gel antibacterial y una encuesta para detectar casos sospechosos de coronavirus (Covid-19), también una sonrisa antes de recibir un platillo de carne enchilada, frijoles, tortillas y salsa verde con cilantro.
“¡Pase por acá! ¿Persona que presente síntoma o enfermedad, tos seca, malestar en garganta?”, cuestiona una integrante de la Clínica Universitaria, quien junto a sus compañeros revisó a los que llegaron al horario de dos a cuatro de la tarde por comida. Todo el personal clínico usa cubrebocas.
Con la encuesta saben si los comensales viajaron al extranjero o a algún estado de la República, o si tienen alguna dificultad respiratoria. Con un termómetro corroboran que su temperatura no esté arriba de 37 grados centígrados y les dan gel antibacterial olor a sábila que hicieron alumnos y maestros de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro).
«¡Por favor, respetando la sana distancia, las líneas blancas!”, pide otra universitaria. Se refiere a las marcas del suelo separadas por al menos un metro de distancia. Este es uno de los filtros antes de recibir la ficha para la comida, después de que les tomaron la temperatura y les aplicaron la encuesta.
El Comedor comparte espacios con Radio Uagro, ambos proyectos surgieron en el periodo del ex rector Rosalío Wences Reza, quien impulsó la Universidad Pueblo, el proyecto donde la institución se estableció como una casa abierta para los habitantes de Guerrero. Ambos proyectos, desde su concepción son un refugio de personas con necesidad.
Don Panchito, Francisco Hernández Valencia, de 85 años, está sentado frente al módulo desde donde se ve un cartel con las recomendaciones de cómo lavarse las manos. Son 12 pasos con ilustraciones y la indicación de que en esta pandemia por el Covid-19 es el hábito más preventivo.
Él agarró su bastón, sus trastes de plástico que le prestó su nuera y bajó en la unidad del servicio público de la colonia Villa Moderna. Desde hace tres años, cuenta, él recibió una beca para comer a diario aquí por cuatro pesos. Esta vez se llevará la comida a su casa, porque, por las restricciones, nadie puede quedarse.
“Me parece bien, me ayuda en mi economía, yo soy becado porque no tengo dinero, el director nos dio la beca, nos dio alojo. Ahora no me puedo mantener, no gano dinero, antes podía trabajar como agricultor, usaba las yuntas, sembraba maíz, era un campesino, pero ahora a luchas puedo caminar”, comparte Panchito al esforzarse por ponerse de pie con el bastón.
El logotipo del Comedor Universitario es un platillo dando la bienvenida con los horarios pintados en una pared, señal de que aquí se sirve comida diario. Los horarios normales son de nueve a once de la mañana, de dos a cuatro y de siete a ocho y media de la noche, para las tres comidas del día.
En la contingencia sólo habrá desayuno y comida. El menú de la mañana fue huevos con jamón y frijoles.
La semana pasada, ante el anuncio de cuarentena inminente y el adelanto de una semana del periodo vacacional, muchos estudiantes de escasos recursos, sobre todo los moradores de casas de estudiantes, se quedaron porque no podían regresar a sus lugares de origen.
El rector Javier Saldaña Almazán instruyó que el comedor quedara abierto en el periodo de contingencia con comida para llevar para estudiantes universitarios, personas de la tercera o todo aquel que lo necesitara.
Óscar Javier Arcos Fuentes, jefe del Comedor Universitario, dice que ante las contingencias la Uagro siempre ha sacado la casta ayudando a la sociedad vulnerable, como ocurrió en septiembre del 2013 durante las lluvias torrenciales por el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel.
Está contento de que aún con las medidas necesarias, puedan darle servicio a los estudiantes que se quedaron, a la gente en situación de calle y al público que requiera.
“En la mañana ya estuvimos atendiendo alrededor de 100 personas que acudieron. Estamos tomando medidas correspondientes, todo nuestro personal tiene equipo necesario: cubrebrocas, gorros, guantes; no estamos dando café ni agua por las mismas medidas de higiene y pedimos que vengan con sus recipientes para llevar. Quien no trae, improvisamos con unas charolas biodegradables”, explica.
En días normales atienden entre mil 500 a 2 mil estudiantes en Chilpancingo.
“Sabemos que hay mucha gente que tiene bastante necesidad y no puede quedarse en casa, tienen que llevar el sustento a sus hogares y la universidad aparte pueda solidarizarse, pueda apoyarnos con los alimentos, es la parte fundamental del ser humano, el tema de la alimentación, ojalá que mucha gente que lo necesite se apoye con nosotros”, convoca.
La gente puede no ir al cine, al gimnasio, a la escuela, pero no puede no comer. Las cuotas de recuperación son de siete pesos para los universitarios y de cuatro para los adultos mayores y moradores de alguna Casa de Estudiante. Óscar, después de la entrevista ayudará con el control de la gente que sube al salón donde normalmente además del olor intenso a platillos guerrerenses, huele a calor humano, suena a risas y charlas de quienes están comiendo. Está vez está vacío.
El Comedor, lo único que queda de este proyecto abierto al pueblo
Las ollas gigantes con comida huelen desde la escalera del edificio. Hay silencio, el bullicio de la calle se va apagando con los días. De los 14 empleados del comedor, sólo están ocho con sus cofias, guantes de látex y cubrebocas. Parecen hormigas obreras: unos limpian la barra rociándola de agua con cloro constantemente, otros mueven a la olla de los frijoles, mientras alguien más sirve los trozos de carne y la salsa. Todos trabajan y sonríen.
“La única diferencia es que hay un protocolo de salubridad, no estamos dando agua, no puede comer la gente, se da de manera individual con su plato”, dice Julio César Vázquez Valdez, estudiante de Derecho y morador de la casa de estudiante Vicente Guerrero Saldaña, quien está como voluntario ayudando a los demás trabajadores que se dicen contentos de apoyar a la población.
Víctor Hugo Wences, director de Radio Uagro, recuerda con nostalgia sus días de universitario y cuando podía ir a comer deliciosos platillos al comedor. Su mamá, la señora Alicia Martínez Popoca, fue de las primera cocineras de este proyecto que nació en 1973 como un reclamo universitario.
“El proyecto Universidad Pueblo buscaba vincular entre otras cosas a la Universidad, sobre todo los pobladores, a los guerrerenses, pero iba más allá: era de llevar brigadas médicas, llevar la cultura, el teatro, la danza; el compromiso de llevar a donde no había posibilidades de que la gente aprendiera a leer, se dieron cursos de alfabetización, entre otras cosas. Los bufetes jurídicos, las enfermeras, los médicos, realmente fueran a atender los problemas rezagados”, recuerda.
Las manos de su mamá, su tía Elia –quien ya falleció– fueron claves para darles de comer a activistas que lo necesitaron. Después de su autonomía en 1960, la cual cobró vidas de universitarios, la Uagro tuvo sus años de acogida. Eran los años 70 y las dictaduras centroamericanas, la Guerra Sucia en Guerrero; tiempos represivos con Rubén Figueroa Figueroa. El comedor era un espacio abierto.
“Acá comieron transportistas, por que no había los espacios de apoyo directamente, campesinos con problemas diversos, no había tantos programas sociales, eran más cooperativas impulsadas ex profeso para ciertos intereses políticos. Entre otras cosas salieron así. Hubo comedores en Tierra Caliente, los más grandes en Acapulco, Chilpancingo, después ya se hicieron en otras regiones”, dice Wences.
En el caso de su mamá, ella empezó a colaborar desde los años 80 y sufrió el castigo del ex presidente Jesús Reyes Heroles, quien en un intento de quitar la extensión y vinculación universitaria castigó presupuestariamente a la Uagro. De 1984 a 1986 este comedor estuvo cerrado y los trabajadores se dedicaron a otras actividades. La señora Alicia, quien ahora tiene 82 años, vendía atoles.
Wences aún recuerda la vieja consigna: “¡Reyes Heroles nos quiere sin frijoles!”.
Sergio Ocampo, otro universitario popular, periodista y conductor de Radio Uagro, también recuerda con cariño este proyecto y dice que es el único que sigue así de abierto en la máxima casa de estudios. En esos años la Universidad no sólo daba acogida a maestros refugiados de sus países en dictadura, también recibía a grandes maestros como Elena Garro, José Revueltas y el filósofo Manuel Cabada.
“En ese proceso se da el comedor. En el tiempo de las desapariciones en Guerrero, de las dictaduras en Sudamérica. Era un proyecto que tenía la Izquierda Independiente. El comedor siempre ha sido, es lo único que queda del proceso Universidad Pueblo, porque se dan asesorías pero ya no como antes; los comedores, los trabajadores del comedor iban a las marchas a México, cocinaban, fue un momento histórico pese a los bajos salarios que ganaban los trabajadores. Ganan como administrativos”, dice.
En el último filtro, los comensales toman su comida y se van, esto para los empleados es raro porque están acostumbrados que la comida se sirve con casa llena. Don Pancho espera que la comida siga fluyendo, porque si no, dice, “a ver cómo le voy a hacer, yo de aquí me ayudo y me sirve para hacer dos comidas”.
Trece casos de Covid–19
A más de un mes de que en México se presentó el primer caso de coronavirus, aquí en Guerrero hasta el momento 13 personas se han contagiado de esta enfermedad, una de ellas falleció este fin de semana.
Según las autoridades estatales, en Acapulco, se han presentado 9 enfermos por el Covid-19 o coronavirus, dos en Chilpancingo y dos más en Taxco.
La persona que falleció vivía en el puerto de Acapulco. En los casos registrados a nivel nacional, Guerrero ocupa el lugar 21. En estos momentos hay un total de 39 personas sospechosas de contraer el coronavirus.
Dos de las 13 que resultaron positivas, ya se recuperaron, una de Chilpancingo y otra de Acapulco. En Acapulco, en medio de protestas por parte de los prestadores de servicios y pequeños y medianos empresarios por las bajas ventas, la alcaldesa morenista de este puerto, Adela Román Ocampo, anunció que a partir de este lunes notificaría a los dueños de los bares, discotecas, centros nocturnos, cines, gimnasios que cierren sus establecimientos para evitar la propagación del Covid-19.
La autoridades de Acapulco y otros municipios turísticos como Taxco, Zihuatanejo han tomado estas medidas de cierre de negocios, pero en Chilpancingo, el alcalde perredista, Antonio Gaspar Beltrán, todavía permite que los bares y centros nocturnos funcionen todos los días de las seis de la tarde hasta las cuatro de la mañana del día siguiente.