Este perfil fue elaborado por Reporteras en Guardia, un colectivo independiente y sin filiación política conformado por más de 100 periodistas, editoras y realizadoras de 24 estados de México y de su capital, entre ellos Guerrero, con la finalidad de realizar las historias de las y los periodistas asesinados y desaparecidos del año 2000 mil al 2019.
Texto: Luz del Carmen Sosa/Reporteras en Guardia
17 de octubre del 2019
Camargo, 1968-Ciudad Juárez, 2008
Asesinado con arma de fuego.
Un sentenciado.
Los vidrios del Nissan blanco fueron perforados por diez balas calibre 9 milímetros que dejaron agonizante al periodista chihuahuense José Armando Rodríguez Carreón. Era el 13 de noviembre de 2008, poco antes de las ocho de la mañana.
Ciudad Juárez enfrentaba una escalada de violencia a causa de la complicidad de las corporaciones policiacas con la delincuencia organizada, corrupción que era documentada por Armando, uno de los reporteros policiacos más experimentados de El Diario de Juárez.
Ese día, el periodista salió de su casa en la colonia Magisterial acompañado de la mayor de sus tres hijos, Jimena, de 8 años, que sentó a su lado en el auto, propiedad de la empresa, mientras esperaban a Ghalia, de 6 años, para dirigirse al colegio católico donde estudiaban.
Su esposa, la periodista Blanca Martínez, escuchó las detonaciones hacia las 7:45 horas. Resguardó a Ghalia y al hijo menor, Elías, dentro de la casa y corrió al auto, en el que encontró a Jimena con una crisis nerviosa. Metió a la niña a la vivienda, llamó al teléfono de emergencias para pedir ayuda y regresó junto a su esposo. Armando la miró y ella le dijo que Jimena estaba bien; en ese momento murió.
Por el asesinato del Choco, como lo apodaban por su piel morena, en octubre de 2016 fue sentenciado a 30 años de prisión uno de los hombres que cometió el crimen, Juan Alfredo Soto Arias, el Arnold o el Siete.
Aún se desconoce quién dio la orden para asesinar al periodista. Su homicidio fue atraído por la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE).
La averiguación previa 85/FEADLE/2011 fue consignada el 18 de marzo de 2015 ante el Juzgado Cuarto de Distrito en Chiahuahua, que la registró bajo la causa penal 23/2015-II. Laura Angelina Borbolla, titular de la FEADLE, documentó en la carpeta de investigación 28882/08-2104 —que integró el Ministerio Público (MP) del fuero común y que sirvió para que la fiscalía solicitara las ordenes de aprehensión— que en el homicidio de Armando participaron dos hombres.
Soto Arias aseguró que el día del asesinato estaba acompañado por José Julio Gómez Castañeda, el Junior o el Seis, quien disparó contra el periodista. Este hombre, al que le faltaba la oreja izquierda, presuntamente se suicidó el primero de diciembre de 2014 en el Cereso Estatal 3 de Ciudad Juárez, donde era juzgado por extorsión. Murió sin que aceptara declarar sobre el homicidio.
Gómez Castañeda fue acusado del delito por el ex policía municipalHugo Valenzuela Castañeda, apodado el Vale o el 3, asesinado el 8 de julio de 2010 en su celda del Cereso, en el que estaba preso por robo de vehículo.
En su declaración, según El Diario de Juárez, Valenzuela Castañeda aseguró que al periodista lo mandó matar Evaristo Rodríguez, el Once, cuñado del jefe del grupo criminal La Línea, José Antonio Acosta Hernández, el Diego o el Diez.
El exagente también formaba parte de esta organización criminal, asociada al Cártel de Juárez. “El motivo de la muerte del Choco fue por hacer muchas notas periodísticas en contra de La Línea”, afirmó.
El portal La Silla Rota informó en noviembre de 2016, tras consultar el expediente del homicidio, que Borbolla acusó como autor intelectual del crimen al Diego, quien tras ser extraditado a Estados Unidos declaró en una corte de El Paso haber ordenado la muerte del periodista en venganza por las notas que publicó sobre La Línea.
El Diego fue sentenciado en 2012 a diez cadenas perpetuas por once cargos que incluyen delincuencia organizada, lavado de dinero y homicidio en agravio de tres ciudadanos estadounidenses, dos de ellos empleados consulares.
Armando nació en la ciudad de Camargo el 18 de junio de 1968; fue el segundo de los cinco hijos que procrearon Jorge Rodríguez Rodríguez y María Dolores Carreón. Al concluir la preparatoria se trasladó a Ciudad Juárez, donde obtuvo en 1992 la licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Chihuahua.
Quería ser locutor de radio, pero en los primeros semestres de la carrera empezó a trabajar en el Canal 44 de la televisión local, recuerda Blanca, su viuda: “Ahí se desempeñó como camarógrafo, director de cámaras y realizó todas las actividades propias de la cabina de transmisiones”.
Cuando en 1991 instaló en Ciudad Juárez sus oficinas el Grupo Televisa, ambos se incorporaron al departamento de Noticieros, él como camarógrafo y ella como reportera. Ahí se conocieron y enamoraron. Después de su boda civil, el 10 de agosto de 1994,
tuvieron a Mariana, su primera hija, quien falleció a los pocos días de nacida; la pena consolidó aún más su relación.
En 1993, Armando comenzó a trabajar como reportero de prensa en El Diario de Juárez. Dos años después, tras cubrir temas de seguridad pública y delincuencia organizada, fue contratado por el periodico El Norte, en el que permaneció hasta 1997.
Aunque Televisa le ofreció el puesto de editor de Noticieros, Armando prefirió seguir en la prensa escrita y regresó a El Diario de Juárez asignado a la fuente policiaca. Ahí permaneció más de once años, hasta su asesinato en 2008. Ganaba un salario diario de 657.87 pesos y su último periodo vacacional lo tomó del 4 al 29 de julio.
Durante su segunda etapa en el periódico comenzó a recibir amenazas de muerte, recuerda Blanca. En enero de 2008, el año en que Ciudad Juárez se convirtió en la urbe más violenta del mundo, decidió avisar a sus jefes. Su viuda recuerda que Armando habló personalmente con la procuradora de Justicia de Chihuahua, Patricia González, quien le recomendó refugiarse un tiempo en El Paso.
“Casi nadie lo sabe, pero a veces me paro en su lugar a platicar sobre las trivialidades de la vida, a veces le rezo, a veces le digo que lo extraño, a veces le doy un manotazo a su foto”, cuenta el periodista Martín Orquiz Camargo, amigo cercano de Armando.
“Sus hijos fueron su mayor pasión”, asegura, “además de su trabajo, el ciclismo y el taekwondo, que practicó varios años. Como ciclista participó tres veces en la carrera Chupacabras 100 km y siempre concluyó, aunque fue así como se lastimó la columna durante una caída en la sierra de Juárez”.
“Disfrutaba mucho la comida y, aunque no cocinaba frecuentemente, de pronto le daba por preparar pasta y camarones”, confía Blanca.
No era muy amiguero, aclara, pero amaba y cuidaba a sus contados amigos, como Martín. “Era más bien solitario y gozaba mucho ir al bar a tomar unas cervezas sentado en la barra, platicando de repente con el cantinero de El Recreo, donde se reúnen los reporteros”.
Armando era aficionado a la poesía y, cuando estaba en la universidad, solía escribir versos, pero con el paso de los años dedicaba su tiempo libre a documentar los casos que cubría relacionados con el combate al narcomenudeo y los feminicidios del “Campo algodonero”.
Le gustaba la música popular, artistas como Juan Gabriel y José Alfredo Jiménez, pero también amaba el rock, la ópera y el tango. Disfrutaba coleccionar discos compactos con música de todo el mundo; siete fueron asegurados en el interior del auto en el que fue asesinado y nunca le fueron devueltos a su viuda.
Las 454 fojas que conforman el expediente del homicidio de Armando mencionan la intervención de varios funcionarios que, en los años siguientes, fueron asesinados.
El 4 de febrero de 2010 fue hallado el cuerpo calcinado del coordinador de agentes del MP de la Unidad Modelo de Atención al Secuestro, Carlos Soltero Cano, encargado de notificar el deceso del periodista al Registro Civil.
Meses antes, el 28 de julio de 2009, fue asesinado José Limón Ibarra, agente de la Séptima Agencia del MP federal. Un mes después fue acribillado Pablo Pasillas Fong, secretario de la misma agencia investigadora y uno de los agentes asignados al caso, cuando viajaba en el auto del fiscal federal Mario Roberto Bolaños; tras el crimen, el fiscal renunció y se marchó de Ciudad Juárez.
Los agentes ministeriales que llegaron a la escena del homicidio de Armando, Víctor Hugo Tovar Galaviz y su compañera, a cargo de varias de las pesquisas, fueron atacados con armas de fuego en abril de 2010. El agente murió y ella resultó herida.
Saúl Chávez Sandoval, perito responsable del aseguramiento de evidencias, murió víctima de varios disparos, al volante de una camioneta, el 3 de junio de 2010.
La investigación del asesinato de Armando permanece abierta.
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