Este perfil fue elaborado por Reporteras en Guardia, un colectivo independiente y sin filiación política conformado por más de 100 periodistas, editoras y realizadoras de 24 estados de México y de su capital, entre ellos Guerrero, con la finalidad de realizar las historias de las y los periodistas asesinados y desaparecidos del año 2000 mil al 2019.
Texto: Rosario García Orozco / Reporteras en Guardia
5 de septiembre del 2019
Iguala, 1975-Carretera federal Chilpancingo-Iguala, 2009
Asesinado con arma de fuego.
Un sentenciado.
Cuando lo asesinaron, el fotoperiodista Jean Paul Ibarra planeaba casarse con su novia y colega de profesión, Yenny Yuliana Marchán Arroyo.
Era un hombre serio y reservado. Entre sus pocos amigos había un taxista que le avisaba de sucesos que pudiera fotografiar para publicarlos en la nota roja del periódico El Correo de Guerrero.
“Definitivamente, su única pasión era ser fotógrafo de la sección policiaca”, asegura su novia, nueve años menor, quien formaba parte de la redacción de Diario 21, otro medio para el que trabajó Jean Paul.
Su pasatiempo era caminar por la plaza central de Iguala. Soñaba con tener casa propia, pero con su sueldo no le alcanzaba. Su madre llegó a pedirle que dejara el periodismo porque era muy mal pagado, pero él no quería renunciar a una profesión que le gustaba.
Nacido el 27 de noviembre de 1975, Jean Paul estudió la Licenciatura en Derecho y Ciencias Sociales para darle gusto a su abuelo y poder ayudar a algún amigo en aprietos.
Aunque no quería irse de Iguala, fue a probar suerte a Cuautla con Marchán Arroyo. Dejaron varias solicitudes de empleo, pero no tuvieron éxito.
La noche del 13 de febrero de 2009, el fotoperiodista y su novia fueron atacados cuando circulaban en motocicleta por la carretera federal Chilpancingo-Iguala, rumbo al Servicio Médico Forense, para cubrir una orden de trabajo.
Han pasado diez años desde aquel día. Marchán Arroyo recuerda que escuchó disparos. Ella recibió tres impactos de bala en las piernas, y Jean Paul dos, en el hombro y el pecho; lo remataron con un tiro en la cabeza. Sus cuerpos quedaron tendidos junto a varios casquillos calibre 45.
La periodista asegura que no vio nada, ni a los agresores ni la motocicleta que conducían. “Ya me habían operado y preguntaba por él, pero mi familia respondía que estaba hospitalizado en otra clínica. No me decían que había muerto”.
Hubo una versión de que Jean Paul fue asesinado por miembros de la delincuencia organizada que solían extorsionar a comerciantes y empresarios de la zona.
Dos días antes del ataque, el fotoperiodista acudió a la inauguración de la Feria a la Bandera en Iguala y atestiguó el cobro de uso de suelo a unos expositores. Con discreción, tomó imágenes de los hombres armados que exigían entre 20 mil y 30 mil pesos por local. Los delincuentes lo descubrieron y lo sacaron del lugar.
“Desconozco de dónde salió esa versión, pero eso se dijo”, señala Marchán Arroyo. “Sí recuerdo que pasó mucho tiempo para que el MP (Ministerio Público) devolviera nuestras cámaras y celulares (tras el asesinato). Mi cámara nunca encendió”.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) publicó que, de acuerdo con periodistas locales, Jean Paul había recibido amenazas por su trabajo.
La Asociación de Periodistas Europeos, a través de la Fundación para la Investigación Social Avanzada, ofreció asilo a Marchán Arroyo en Francia, con trabajo y una casa para vivir con su familia. “Pero no quise irme. Pensaba que no debía marcharme como si fuera yo la delincuente”.
Transcurridos 13 días del homicidio, elementos de la Policía Ministerial arrestaron a Mario Cereso Barrera en la calle principal de la colonia Loma del Zapatero. Las autoridades informaron que, poco después de la medianoche del 26 de febrero, fue reportado un intento de asalto con una pistola colt tipo escuadra que, tras la detención del sujeto, resultó ser el arma homicida. También aseguró haber decomisado la motocicleta usada durante el crimen, según una nota de Diario 21.
Cereso Barrera se había negado a devolver a Jean Paul el dinero que recibió por un par de cadenas que le vendió como oro, pero eran de latón. Cuando el reportero se percató del engaño, lo enfrentó y le exigió el pago. El homicida declaró que le tomaba fotos para intimidarlo, y fue por eso que decidió asesinarlo. Ignoraba, dijo, que era periodista.
Se abrió la averiguación previa HID/SC/01/0191/2009 en contra de Cereso por los delitos de homicidio y lesiones en agravio de Jean Paul y de Marchán Arrroyo.
Cereso purga una condena de 40 años de prisión por el delito de homicidio doloso, aunque todavía hoy la periodista duda sobre su culpabilidad.
A su muerte, Jean Paul dejó huérfano a su único hijo, del mismo nombre, quien actualmente tiene 21 años. Debido a los conflictos con la madre del joven, su relación era distante.
Este trabajo fue elaborado por el equipo de Reporteras en Guardia y lo reproducimos con su autorización