Sin límites. Próspero y Víctor: llevarán sus robots a Japón

Próspero y Víctor son dos jóvenes estudiantes del Conalep Chilapa, uno de los municipios con tasas elevadas de homicidios dolosos y desempleo. Pese a la adversidad, para ellos no hay límites. Aunque para llegar a estudiar y calificar a la competencia de Japón, antes tuvieron que trabajar la tierra y ayudar a sus familias.


 

Texto: Beatriz García

Fotografía: Jesús Rojas

15 de agosto del 2019

 

Chilapa

La primera vez que Próspero y Víctor abordaron un avión, los llevó al caribe mexicano: Cancún, Quintana Roo, la escala uno en su camino rumbo a Japón. A finales de junio del 2019 llegaron a participar en el Primer Torneo Nacional de Robótica del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep). Ganaron el primer lugar en la categoría Fire Fighting Challenge y aseguraron su pase para competir el próximo año en el Mundial de Robótica en Osaka, Japón.

Ese 26 y 27 de junio, Próspero y Víctor compitieron contra noventa estudiantes del Conalep de todo el país. Los estudiantes que iban de los estados del norte del país, principalmente, llevaban robots ostentosos con mejores estructuras; el suyo era mucho más sencillo, pero funcional.

Al momento de la competencia, el robot de Próspero y Víctor fue el más rápido: apagó velas en menos de dos minutos.

Próspero Romero Gerardo y Víctor Manuel Bautista son estudiantes del Conalep 133 de Chilapa, Guerrero. Ambos tienen 18 años y son hijos de campesinos. Próspero es nahua de la comunidad de Ixcatla en el municipio de José Joaquín Herrera y Víctor originario de Pochahuizco, en Zitlala.

Para estar en el Mundial de Robótica de Osaka, Próspero y Víctor tuvieron que estar lejos de sus familias, dormir en la escuela, trabajar en fines de semana, y durante las vacaciones. Todo sin descuidar sus clases, porque para pertenecer al taller de robótica del Conalep hay que mantener un promedio mínimo de 8.5.

 

Próspero

Próspero este ciclo escolar se graduó en la carrera técnica de enfermería. Es el menor de seis hermanos. Ahora en su familia es el único que está estudiando. Los últimos tres años para él han sido muy intensos. En este tiempo pasó de lunes a viernes en la casa de su madrina en Chilapa para poder estar cerca de la escuela. Mientras que los fines de semana regresaba a su pueblo, Izcatla, para emplearse como chofer de una camioneta que entre semana trabaja su papá.

Próspero decidió estudiar para contribuir con su familia para mejorar sus condiciones, pero también las de su pueblo.

Escogió enfermería precisamente por Izcatla, donde sólo hay un centro de salud que opera como casi todos los de las zonas rurales, a medias, mientras que el hospital más cercano, está a casi una hora y media en Chilapa.

“Es un orgullo de la familia que yo esté estudiando. Somos muy unidas y cuando alguien sale adelante todos apoyamos. Actualmente soy el único que continúa sus estudios gracias a mis hermanos que me apoyan”, cuenta.

Próspero se topó con la robótica en 2017, cuando ingresó al taller que desarrolla el profesor Luis Ángel Ramírez Alonso, aunque desde la secundaria ya tenía la inquietud por la tecnología y la ciencia.

El haber entrado a ese taller, le cambió el ritmo de vida; comenzó hacer cosas que nunca había hecho: como salir de Chilapa. Como cuando tuvo que salir, junto con Víctor y su profesor, a competir a Chilpancingo, Acapulco y la Ciudad de México, lugares que nunca había visitado.

Ahora que Próspero tiene el próximo año una cita en Osaka, Japón, su familia aún sigue incrédula.

“¿De verdad te vas a ir?”, es la pregunta que últimamente le hacen sus familiares a Próspero.

 

El taller de robótica

El taller de robótica fue iniciativa del profesor Luis Ángel Ramírez Alonso hace dos años. Recibe a alumnos de cualquier carrera: electromecánica industrial, enfermería o contabilidad.

¡Ah! Pero no cualquiera puede formar parte de este taller, uno de los requisitos para ingresar es aprobar todas las materias y mantener un promedio superior al 8.5. Actualmente lo conforman doce alumnos, entre ellos tres mujeres. Han participado en más de diez concursos.

La directora del plantel Conalep-Chilapa, Norma Edith Aparicio Castro recuerda cómo insistió para que participaran en el Wer, Torneo de Robótica Educativa al interior del Conalep. Siempre obteniendo los primeros lugares. Luego sus participaciones continuaron en proyectos de Fórmula Uno al notar las habilidades que poseían, aunque las limitaciones siempre prevalecieron.

A pesar de las carencias, de lo alejado que pueden estar estos estudiantes de la tecnología, cuenta la directora, han decidido participar en los concursos que se presentan.

Porque participar no sólo significa que deben ganar, sino que genera confianza entre los jóvenes.

Los integrantes del taller de robótica tienen muchas similitudes, la mayoría son de comunidades rurales de Chilapa, Zitlala, José Joaquín Herrera y los municipios cercanos. Viven en localidades donde carecen de servicios públicos: drenaje, alumbrado público, agua potable, caminos; también son lugares con altas tasas de homicidios dolosos y desapariciones forzadas.

La mayoría de sus habitantes son jóvenes que se ven obligados a migrar de sus pueblos porque no tienen una preparatoria cerca.

Para Próspero y Víctor el taller de robótica se convirtió en el instrumento para salir de esas fronteras territoriales en las que estuvieron restringidos durante casi 18 años. En el taller de robótica han vivido muchas primeras veces.

Por el taller vieron por primera vez el mar; se hospedaron en un hotel; la primera vez que tuvieron una maleta de viaje, por primera vez visitaron la capital del estado.

Por el taller, también, por primera vez estuvieron en un centro de diversiones.

Fueron a Six Flags México. Ni a Próspero y ni a Víctor los impresionó la magnitud de los juegos o lo divertido que pueden ser. Les sorprendió su funcionamiento: durante todo casi todo el recorrido ocuparon su tiempo para analizar las grandes máquinas, recuerda la directora.

 

Víctor

Víctor hace unos días se graduó como técnico en electromecánica industrial. En los últimos tres años viajó todos los días una hora para llegar a la escuela desde su comunidad en Pochahuizco. Los fines de semana los empleó para trabajar en el campo, la última vez lo hizo en un invernadero de jitomates.

Todos los días tenía una rutina pesada, se despertaba temprano para ir a la escuela, regresaba y ayudaba en los quehaceres y después hacía su tarea. Muchas veces, recuerda, esa jornada terminaba a la medianoche.

Para que Víctor asistiera la preparatoria era necesario que trabajara. Su familia es de diez integrantes, la mamá y el papá y ocho hijos, Víctor es el sexto. Su papá es campesino y con lo que gana les alcanza para comer. Su mamá es ama de casa.

Sin embargo, los padres de Víctor le han refrendado su apoyo: le han dicho que cuenta con ellos si decide seguir estudiando.

Y eso quiere hacer Víctor: quiere ser ingeniero en mecatrónica.

Su paso por el taller de robótica, el contacto con la tecnología y la ciencia han provocado un cambio en él.

“Me ha cambiado mucho de mentalidad, yo siento que dentro de esta comunidad hay muchos jóvenes que tienen esas habilidades, pero falta el apoyo. Nosotros hemos recibido mucho. Antes pensaba terminar nada más el Conalep y empezar a trabajar, más que nada para apoyar a mi familia en la economía. Pero ahora mi mentalidad es superarme, lograr la carrera de ingeniero en mecatrónica”.

 

Osaka, Japón

Próspero terminó la carrera técnica, aunque tiene pendiente su servicio social, pero ya piensa en la forma de juntar las dos disciplinas que le gustan, la tecnología y la medicina, por eso quiere estudiar biomédica.

Víctor por ahora seguirá trabajando en los viveros de jitomate sin perder de vista la posibilidad de entrar a la universidad. Por parte del gobierno del estado hay una promesa de ayudarlos para entrar a una.

Pensar en el futuro lejano es mucho tiempo, sus esfuerzos se centran por ahora en llevar el mejor robot a Osaka.

 

Néstor y Fernanda

Néstor de Jesús Barroso Abarca y Karla Fernanda Cantoriano García en este momento se encuentran en Belice estudiando inglés, salieron el 31 de julio. Los dos también son estudiantes del Conalep 133 de Chilapa.

Néstor es de la localidad de Ocotitlán, Zitlala, y Fernanda de Santa Ana, en Chilapa.

Los dos se ganaron una beca para estudiar inglés diez meses en Belice. Cada año, se otorgan diez becas entre estudiantes de los 335 Conalep de todo el país.

Para estos jóvenes no hay ningún límite y los obstáculos, son superables.

 

 

 

 

 

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.

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