Ser niño en la Montaña de Guerrero no es fácil. Significa vivir lejos de las escuelas, lejos de los profesores. Para llegar a ellos casi siempre tienen que caminar mucho, cinco hasta diez kilómetros.
Ser niño en la Montaña significa toparse con la sobrevivencia muy pronto. Trabajar antes que jugar. Atender los chivos, cuidar la milpa, acarrar la leña, rallar la amapola y, muchas, veces tomar lo poco que tienen y dejar todo para subirse a un autobús rumbo a un estado del norte del país para cortar jitomate, pepino o lo que sea. Muchas veces dejan de ser estudiantes para convertirse en migrantes, en jornaleros.
Y después de todo, mucho después, tienen tiempo para montarse a un árbol, para correr, para jugar.
Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.
Fotografía: Salvador Cisneros
25 de julio del 2019