Les pidieron a las familias 5,000 pesos por lote
Texto y Foto: Margena de la O
Jueves 24 de octubre del 2024
Chilpancingo
Después del huracán y tormenta tropical John en la parte norte de la ciudad, fue creado otro asentamiento irregular al ser invadido por particulares, a quienes les cobraron 5,000 pesos por un espacio de seis por cuatro metros a orilla del encauzamiento del río Huacapa, al lado del puente que encamina hacia la colonia El Amate.
El fenómeno natural reciente expuso los riegos de vivir al margen de un caudal que tiene memoria cada temporada de lluvias. El encauzamiento del río Huacapa es ahora un drenaje a cielo abierto que cruza la ciudad, pero eso no impide que la corriente crezca y fluya como cuando era de cuerpo de agua limpia.
El 3 de octubre pasado, unos tres días después de que las lluvias por John cesaron, un grupo de personas comenzó a levantar algunas estructuras de madera en ese terreno baldío que está enfrente de la pista de aterrizaje, ubicada al lado de lo que se conoce como el panteón nuevo. Se sabe que ese espacio es una zona federal.
Con el paso de los días, en el terreno han levantado cada vez más construcciones rústicas. En realidad son casas pequeñas de madera que ya comenzaron a habitar algunas personas que, dicen, salieron afectadas por las lluvias pasadas, pero algunos vecinos contaron que no todos son afectados.
Hasta este momento, en el nuevo asentamiento no hay ningún tipo de servicio básico.
El coordinador general de Protección Civil Municipal, Sergio del Moral Benítez, informó por teléfono que esa nueva zona invadida es de riesgo por ser inundable, sencillamente porque está al margen del río Huacapa. Comentó que ya sabían de esta nueva área habitacional y la sumaron a la lista de visitas programadas para informar a las familias del peligro; están en el proceso de visitas a los asentamientos para la evaluación de daños después de John.
Su recomendación en todo polígono a la ribera del río Huacapa es que nadie venda ni compre, se asiente o habite.
En este proceso de evaluación de daños, comentó, han ubicado muchos asentamientos en zonas de riesgo, porque son laderas con suelos reblandecidos por las lluvias. Esas zonas, advirtió, deben ser deshabitadas; por ejemplo, una parte de la colonia Arboledas, donde hubo un derrumbe, 37 casas están en riesgo. “El peligro está latente”, insistió.
Más adelante de la nueva invasión, ya muy cerca de la presa Cerrito Rico, queda una parte de la colonia conocida como Ampliación Valle Verde, antes conocido como Asentamiento Jacarandas, porque las lluvias se llevaron una fracción de su suelo, y con ello las casas de algunas familias, como la de Amayrani Carmona Jerónimo, la de su madre y algunos hermanos y otros de sus familiares, de acuerdo con lo que compartieron a Amapola Periodismo hace algunas semanas.
Esta eventualidad, donde la madrugada del 26 de septiembre fue la más intensa, expuso el riesgo de vivir en estas zonas al margen del río Huacapa, porque fue cuando el caudal habría arrasado con las casas. Las lluvias por los fenómenos de John –porque fue huracán, tormenta tropical y ciclón en un corto periodo de días– provocó que cayera agua como pocas veces antes y como consecuencia ocasionó la crecida del río.
En septiembre del 2013 ocurrieron juntos el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel y afectaron a Chilpancingo, pero esa vez no se llevó el suelo de estas colonias como ahora, solo inundó las casas que estaban a la orilla del asentamiento y de otras colonias al otro lado del río, como la San Carlos.
Entre los vecinos de las colonias cercanas circula la versión de que las familias de la Ampliación Valle Verde se asentaron en el lugar, como ahora lo hacen otras en el terreno frente a la pista de aterrizaje.
El 4 de octubre pasado, al día siguiente que comenzaron a levantar las improvisadas casas de madera en lo que ya toma forma como un nuevo asentamiento, Amapola Periodismo visitó por primera vez el lugar, y cuando preguntó por qué se habían asentado ahí a una mujer que levantaba la choza en uno de los espacios mejor ubicados, al pie de la avenida que bordea toda la pista de aterrizaje, dijo que alguien, sin decir quién, les había prestado a quienes salieron afectados por las lluvias para ubicarse provisionalmente.
Pero eso versión no coincide con la de otras familias que estaban en el mismo lugar, quienes aceptaron que llegaron a asentarse al terreno porque no tenían dónde vivir.
A unos metros del muro de concreto del encauzamiento del río Huacapa, varios núcleos de familias que comparten el apellido Molina, construían con tablas y cortezas de árboles lo que serían sus nuevas casas. Eran al menos unas cuatro familias, que vivían en la colonia Tlacaelle, pero en la barranca, pegado también en el encauzamiento de esa parte de la ciudad.
Sus casas estaban en una especie de callejón que invadieron; Ariana García dijo que solo la casa de su abuela tenía escritura, porque ese terreno sí lo compraron. Llevaban 19 años ahí, desde que ella nació.
Pero con las lluvias pasadas se quedaron sin casas y sin nada, y mostraron unas fotos de unas estructuras de madera destruidas; estaban pegadas al muro del encauzamiento. Sus nuevas casas también lo están, pero dicen que en esta parte que invadieron ahora es más alta y el río no se desbordó.
“Somos (tres familias) los que estábamos en zona federal (…), dónde nos vamos a refugiar”, dijo una de las mujeres de esa familia. Su comentario lo secundó José Farías Molina, otro del grupo familiar, quien reconoció que este nuevo espacio tampoco es seguro, pero es el único que tienen.
En el nuevo asentamiento, las primeras casas que estuvieron listas están pegadas al encauzamiento del río, como la de los Molina, quienes expusieron su urgencia por una vivienda, y están menos habitadas las de la orilla, junto a la avenida.
A varias personas que perdieron sus pertenencias y hasta sus casas a la ribera del río, cerca de la presa Cerrito Rico, se les preguntó si supieron de la nueva invasión frente al terreno de la pista de aterrizaje y dijeron que sí, pero que les pidieron 5,000 pesos a cambio de un espacio, cuando, se sabe, es una área federal.
Las versiones de estas personas, de quienes se guarda su identidad para protegerlas ante la posibilidad de alguna represalia, coinciden en al menos un par de cosas: el monto que les pidieron por el terreno (los 5,000 pesos) y que levantaran sus casas lo más rápido posible, para apartar el espacio. A estas alturas ya hay decenas de casas levantadas.
El primer día del recorrido en el terreno, el 4 de octubre pasado, había un hombre que se acercó a preguntar el motivo de la visita y al saber que era con fines periodísticos se alejó y comenzó a hablar por teléfono.
Es el mismo hombre que atendía a quien pedía información. Una mujer se acercó a preguntarle si todavía tenía un espacio para ella y le contestó, de mala manera, que ya no.