Inician Red feminista campaña para acercar información sobre la interrupción del aborto en Tlapa

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Cortesía – Red Guerrerense por los Derechos de la Mujer 

05 de junio del 2023

Chilpancingo

 

Ante la necesidad de descentralizar la información sobre la interrupción legal del aborto, la Red Guerrerense por los Derechos de las Mujeres inició una campaña denominada Tú decides, el estado garantiza y nosotras te acompañamos, en Tlapa de Comonfort, municipio de la Montaña.

Esta campaña tiene como objetivo brindar información sobre el aborto a las mujeres y personas gestantes.

Como parte de la campaña, realizaron un mural en uno de los lugares más transitados de Tlapa, en dicho mural se lee: ”Abortar es tu derecho». Agregaron los lugares donde las mujeres pueden acudir en caso de querer interrumpir su embarazo, así como números telefónicos a los que pueden acceder que alguna de ellas les dé acompañamiento, también el límite de semanas para un aborto legal, 12 semanas.

De acuerdo con las integrantes de la Red, a un año de la despenalización del aborto, este derecho aún no está garantizado para las mujeres en el estado. La zona de la Montaña, según los registros de la organización, es una región donde hay necesidad infraestructura y material para garantizar el servicio y al derecho de abortar.

“En esta zona muchos centros de salud de primer nivel, municipales y rurales, carecen de las condiciones necesarias para asegurar la garantía de acceso a servicios adecuados. Por tanto, es crucial suministrar insumos como profilaxis, mifepristona y misoprostol, a fin de brindar asesoramiento sobre el aborto en las comunidades donde no existen protocolos de atención establecidos”, mencionó Ana Grabiela Candela Garzón, coordinadora de la Red Guerrerense.

Desde la despenalización del aborto, la Red ha dado acompañamiento a más de 150 mujeres que deseaban interrumpir su embarazo. “Nos interesa mucho la descentralización de los servicios porque nosotras acompañamos, pero el alcance que tenemos ha sido mayor en redes, pero no todas las personas tienen acceso a redes, por eso decidimos hacer este mural”, agregó Candela Garzón.

Actualmente sólo hay dos módulos de atención al aborto, los cuales están en Chilpancingo, situación que preocupa a las activistas; mencionaron que es complicado para las mujeres de la Montaña viajar hasta la capital del estado por falta de recursos y tiempo.


Para entender mejor: A un año de la despenalización del aborto, sólo tres hospitales en todo Guerrero cuentan con módulos de atención


“Es necesario reconocer los trasfondos que se entrelazan como consecuencia de los embarazos no deseados en nuestra región, como ejemplo, los casos de uniones forzadas infantiles, el abuso sexual, la desinformación, la práctica del incesto y la mortalidad materna. Ante esto, continuamos haciendo énfasis en la necesidad de trabajar conjuntamente con la Secretaría de Salud, así como conocer el presupuesto destinado a la atención del aborto”, leyeron en un comunicado.

Esta campaña es iniciativa de la Red para que las mujeres de la zonas más alejadas tengan acceso a la información sobre su derecho al aborto.

“Es lamentable que muchas mujeres aún desconozcan que ya podemos y tenemos la libertad de decidir sobre nuestros propios cuerpos, debido a la falta de difusión y acceso a la información adecuada”.

Llamaron a que las mujeres a las que se les ha negado el servicio de aborto, lo denuncien, porque, dijeron, ya es un derecho y antes de la despenalización ya había causales que permitían abortar.

El aborto fue despenalizado en el estado el 17 de mayo del 2022, con 30 votos a favor, 13 en contra y una abstención.

Además de la descentralización, otro aspecto que denunciaron las activistas es la falta de protocolos y estrategias por parte de las instancias de salud para garantizar un aborto seguro.

Agregaron que continuarán pendientes del trabajo de la Secretaría de Salud Guerrero (SSG).

 

Violencia institucional, otra piedra que deben esquivar familiares de víctimas de feminicidio

La Asociación Guerrerense Contra la Violencia hacia las Mujeres (AGVIM) presenta el libro Sobrevivientes y Víctimas Indirectas de Feminicidio en Guerrero (Memorias), donde narran la historia de mujeres víctimas de feminicidio y pone al descubierto el peregrinar de las familias en la búsqueda de la justicia


Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

“Te voy a callar para siempre, te voy a quitar a tu hija”, le habría dicho Roberto Rayo Pérez a Sendy Vázquez Ramírez en 2019.

Sendy, originaria de Chichihualco, cabecera municipal de Leonardo Bravo, era una mujer amigable y trabajadora. Conocida por ser comerciante en el mercado de Chichihualco.

Tenía un matrimonio estable de casi 20 años con Javier Valadez Millán, de ese matrimonio nacieron dos hijas, Maricarmen de 23 años y María Fernanda de 10 años.

Javier aparentaba ser un buen esposo con Sendy; la familia de ellas lo apreciaba. Sus suegros lo consideraban un hijo y sus cuñadas y cuñados como un hermano.

Por la imagen que Javier aparentaba, a la familia de Sendy le extrañó que comenzara a ingerir bebidas alcohólicas, primero era de vez cuando, después los fines de semana y después casi todo el tiempo.

Después del alcohol, Javier comenzó a consumir drogas. Los rumores de que Javier la engañaba con otro hombre orillaron a Sendy a separarse de él.

Dividieron el terreno donde vivían y se convirtieron en vecinos. Cada uno vivía en la parte del terreno que habían acordado.

Durante los años de divorcio, Sendy no había solicitado la pensión alimenticia a Javier, su hija mayor Maricarmen estaba a punto de ingresar a estudiar la licenciatura en otra ciudad, el gasto del transporte y los alimentos eran demasiado para ella, y decidió solicitarle a Javier que se hiciera cargo económicamente de sus hijas. Hasta ese momento Javier sólo le daba 500 pesos a la quincena.

Javier ya tenía otra pareja con la cual vivía, Roberto.

“Roberto era muy celoso y posesivo con él (Javier), no lo dejaba tener celular ni comunicarse con sus hijas, se molestaba siempre que tenía que hablar con Sendy. Era tal el odio de Roberto hacia Sendy que comenzó a amenazarla”, narró Griselda Vázquez Ramírez, hermana de Sendy.

El 4 de diciembre de 2019 Javier y Roberto entraron a la casa de Sendy sin avisar; la casa siempre estaba abierta.

En ese momento Sendy estaba en una llamada telefónica con otra persona. La persona con quien Sendy hablaba le preguntó que si ya habían llegado, refiriéndose a ellos, y ella le respondió, “ahorita te marco”.

Sendy no regresó esa llamada. Después de eso su cadáver fue hallado dentro de su domicilio, con huellas de múltiples golpes; también la habían degollada con un cuchillo.

“Ellos vivían a un lado, ya lo tenían planeado, sabían sus horarios, a qué hora se iba a trabajar, a qué hora llegaba. La espiaban, sabían cuando estaba sola y a qué hora”, contó Griselda.

Los vecinos de Sendy le contaron a Griselda que el día del feminicidio de su hermana, escucharon un golpe muy fuerte en el piso, como si alguien se hubiera caído.

“Se asomaron, pero estaba todo obscuro, pensaron que no había nadie”.

La pesadilla para la familia de Sendy apenas comenzaba, además de presuntamente cometer el feminicidio de Sendy, se dieron cuenta de que Javier y Roberto se habían llevado a María Fernanda, la hija menor, quien tenía siete años en ese entonces.

Griselda está segura de que Roberto influenció a Javier para que asesinara a Sendy y se llevara a María Fernanda. A Maricarmen, la hija mayor, no le hicieron daño, porque ella ya no vivía en Chichihualco, estudiaba en otra ciudad.

A cuatro años de este suceso, María Fernanda aun se encuentra no localizada y los presuntos responsables del feminicidio de Sendy están prófugos.

Griselda, Maricarmen y la familia de Sendy continúan con su exigencia de justicia.

“Han pasado casi cuatro años desde el feminicidio de mi hermana y la desaparición de mi sobrina, ha sido una doble pérdida para toda la familia. Siempre están al pendiente de las pistas que puedan surgir sobre el caso, pero no hay nada nuevo. Ahora lo que más importa es encontrar a María Fernanda”, relató Griselda.

Karla Mariel Rodríguez también fue víctima de feminicidio.

Fue desaparecida en Chilpancingo hace cinco años, el 30 de junio del 2018.

Su hermana María del Carmen Rodríguez la recuerda como una buena hija y buena madre.

Karla le comentó María del Carmen que se casaría, en ese entonces sólo tenía 16 años. Ella le decía que estaba “muy chica para casarse, que qué pasaría con sus estudios”. Pero le contestó que quien sería su esposo la dejaría estudiar. Se casó.

María del Carmen notó que Karla comenzó a apartarse de su familia, principalmente de ella, con quien era más cercana.

“Yo la invitaba a salir y siempre me decía que no podía, que no tenía tiempo, que para otra ocasión”, relató María del Carmen.

Karla Mariel tuvo dos hijos con Moisés Vargas Ramírez, estuvieron casados por siete años. Pero se separaron porque él era violento; ella le contó a un familiar que en una ocasión Moisés la amenazó con un cuchillo, por eso lo dejó.

Después de su separación, Karla Mariel comenzó a salir con otro joven llamado Eduardo Daniel.

Esa situación puso causó celos en su ex esposo, quien aun cuando estaban separados, acosaba a Karla, la esperaba a fuera de su trabajo.

Amapola, periodismo transgresor documentó el caso de Karla Mariel, y aquí hay más detalles del caso.

Moisés, quien ahora sólo era el padre de sus hijos, pasaría por ella a la tienda Coppel donde trabajaba, para que juntos fueran por los niños, de seis y dos años, a la casa de la madre de él, donde se quedaron.

Esa noche, Karla Mariel nunca llegó a la casa de María Josefina, madre de Karla. Al otro día, el ex esposo dijo que ya no pudo pasar por ella y que desconocía por qué no había regresado de trabajar. Sus hijos seguían en la casa de la mamá de él.

Los días siguientes, Moisés evadió todas las llamadas de la madre de Karla.

El 9 de julio, María Josefina acudió a la Fiscalía Especializada en Materia de Desaparición Forzada y Búsqueda de Personas Desaparecidas, de la Fiscalía General del Estado (FGE) para denunciar la desaparición de su hija.

Buscó a su hija por todos los medios que le fueron posibles, pero 11 meses después, María Josefina cayó en una depresión, lo que le causó algunas enfermedades y murió.

María del Carmen continuó con los trámites hasta que en 2021, tres años después de la desaparición de Karla Mariel, las autoridades comenzaron su búsqueda.

“Hasta la fecha se han realizado dos búsquedas, en las cuales lamentablemente se han encontrado restos de mi hermana. No hay día que no la recuerde”.

Los restos de Karla Mariel los hallaron por el viejo Libramiento a Tixtla.

De acuerdo con María del Carmen, en 2021 giraron una orden de aprehensión en contra de Moisés por el feminicidio de Karla Mariel.

María del Carmen no dio detalles sobre cómo las autoridades determinaron que Moisés tenía responsabilidad en el feminicidio de Karla Mariel.

El ex esposo de Karla Mariel está en prisión preventiva. Como aun no hay una sentencia, María de Carmen teme que quien es el presunto feminicida de su hermana quede libre.

“No nos han entregado los restos aún, lo poco que se pudo rescatar de mi hermana, encontramos sólo fragmentos que aún tienen las autoridades”.

María del Carmen continúa con la búsqueda de justicia para Karla Mariel y en la lucha para que el presunto feminicida no quede en libertad.

Una iniciativa para visibilizar y eliminar violencia

Los casos de Sendy y Karla Mariel son parte de los 16 casos que se abordan en el libro Sobrevivientes y Víctimas Indirectas de Feminicidio en Guerrero (Memorias).

El libro fue presentado ayer en la tarde por la Asociación Guerrerense Contra la Violencia hacia las Mujeres (AGVIM), en el lobby del Palacio de Cultura del Ayuntamiento de Chilpancingo.

Este libro es una iniciativa de la presidenta de la AGVIM, Marina Reyna Aguilar, junto a la iniciativa internacional Spotlight, una alianza global puesta en marcha por la Unión Europea y las Organización de las Naciones Unidas (ONU), orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. También ONU mujeres participó en la iniciativa.

En el libro se comparten los testimonios de 16 víctimas indirectas y directas de feminicidio en el estado.

Los testimonios son de víctimas a la cuales la AGVIM da acompañamiento y fueron las víctimas quienes decidieron contar sus historias.

Uno de los objetivos de este libro es entregarlo a las diferentes dependencias, como la FGE, para que conozcan el sentir de los familiares de mujeres que sufrieron feminicidio y tengan un trato mejor hacia ellas.

“Esto es una muestra de lo que viven las mujeres, es algo muy fuerte pero es la realidad. Creo que esto hacia falta, que se visibilizaran algunos casos”, mencionó Reyna Aguilar.

Es importante, agregó, que se conozcan estos casos y haya apoyos para las víctimas indirectas de feminicidios, que en la mayoría de los casos no saben cómo lidiar con el dolor emocional de la pérdida de su ser querido.

Para Reyna Aguilar, además del sufrimiento de perder a su familiar, los familiares se enfrentan a instituciones que ejercen violencia institucional.

“A través de este material se hace un llamado a las autoridades, se apela a que redireccionen sus políticas, sus formas de actuar con su equipo que tienen al frente atendiendo a las víctimas”.

La AGVIM ha documentado tan sólo en lo que va de este año 54 casos de muertes dolosas de mujeres. La organización documenta desde hace años el conteo de mujeres asesinadas en Guerrero a partir de las noticas en los medios de comunicación.

El Secretariado Ejecutivo sólo contabilizan cuatro feminicidios. Aguilar Reyna expuso que esto se debe a la falta de perspectiva de género y de un protocolo de feminicidio para investigar la muertes violentas de mujeres.

 

«Prácticamente nos esclavizó»: mujeres migrantes agrícolas hacen frente a injusticias

17 de cada 100 personas que laboran en el campo son mujeres, según la Encuesta Nacional Agropecuaria. Sin embargo, en los últimos seis años no han alcanzado ni el 3% de registro en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT), único que sobrevive y destinado únicamente a la migración internacional. 


Texto: Marcela Nochebuena

Fotografía: Tlachinollan

 

Sin que parezca siquiera percibirlas, las moscas atestan sus pies descalzos. Inmóviles, como el resto de sus piernas, permanecen apoyados en unas sandalias de plástico. Hace casi tres meses que ‘Carolina’, a sus 27 años, no tiene movilidad en sus extremidades inferiores. Un día, trabajando en el campo, la sorprendió un dolor en la cintura hasta que ya no pudo levantarse. Sin seguro social, su esposo y su papá siguen trabajando prácticamente para pagar las cuentas médicas.   

‘Carolina’ y su familia nuclear viven en un cuarto de dos por dos metros, en el último rincón de la sindicatura de Villa Unión, Sinaloa —a unos 40 minutos de Mazatlán—. Adentro solo hay un colchón, utensilios de cocina y un par de arpillas con algunos productos del campo, más unas cuantas sillas. En un metro cuadrado más, sin techo, está el baño. ‘Carolina’ bebe un poco de té y caldo en silencio, y espera con resignación. 

Por el cuarto, un arrendatario que vive en Mazatlán les cobra 2 mil 500 pesos al mes. La cuenta del doctor particular, que no dio un diagnóstico certero ni mejoró el estado de ‘Carolina’, llegó a más de 8 mil pesos. También hay que pagarle 100 pesos diarios a un policía de tránsito para llegar al sitio donde su esposo y su papá encuentran a un empleador diferente cada día. 

En la región sur de Sinaloa, a diferencia de otras sindicaturas cercanas a Culiacán, como Villa Juárez y El Dorado, así es la dinámica para trabajar en el campo: de entrada por salida, cada día “cachar” la mejor oferta entre los empleadores que se congregan muy temprano en el estacionamiento de un supermercado a la entrada del poblado, con la única expectativa de llenar seis o siete arpillas —a 25 pesos cada una—. Si les va bien, ganan 200 pesos por la jornada.

“Estamos trabajando y estamos comprando medicamentos; es mucho dinero, se ha gastado mucho. Aquí casi cada quien trabaja por su cuenta nada más… los tres o cuatro meses que estemos aquí, nada más un día con un empleador y otro día con otro”, dice ‘Arturo’, esposo de ‘Carolina’, cuyos nombres han sido cambiados porque prefirieron dar su testimonio bajo anonimato.

Después de un rato, ella se anima a participar brevemente en la conversación. Desde los 16 años conoció el trabajo en el campo migrando junto con su familia. Ahora que enfermó, lo que más le duele son los pies y todavía no puede levantarse sola; su esposo y su papá le ayudan. No tiene mucha fuerza e incluso siente calambres cuando quiere pararse. Cuenta que un día, después de llegar del campo, ya no pudo caminar bien. 

Su papá relata que incluso han tenido que pedir dinero prestado, y eso solo para pagar las cuentas. A sus 62 años, ha trabajado desde los 15 en el campo. Vive en una casa a pocos metros de distancia, donde habitan cuatro adultos y tres niños, por la que pagan 3 mil 500 pesos mensuales. Igual que ‘Carolina’ y ‘Arturo’, además hay que pagar los servicios y la “cuota” del policía de tránsito. Un lunes, mientras casi anochece, su esposa cocina solo con leña al aire libre. 

 

Esa es la “mejor” vida que la familia fue a buscar a Sinaloa cuando decidió migrar desde Lindavista, municipio de Tlapa, en la montaña guerrerense, porque “allá no hay nada que hacer”, dice ‘Arturo’. La migración desde las comunidades de Guerrero es familiar —cada temporada o algunas veces de manera definitiva, viajan padres, madres e hijos juntos—, pero el papel de las mujeres ha permanecido invisible por décadas. 

 

En México, 17 de cada 100 personas que laboran en el campo son mujeres, según la Encuesta Nacional Agropecuaria 2019, del Inegi. En Estados Unidos, llegan a representar hasta el 32%, de acuerdo con el Centro de los Derechos del Migrante (CDM). Sin embargo, en los últimos seis años no han alcanzado ni el 3% de registro en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) —el único que sobrevive y destinado solamente a migración internacional—, de acuerdo con información proporcionada vía transparencia por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Para trabajar fuera del país, también son solo un 3% las que acceden a las visas de los programas temporales para trabajar en EU que tienen las mejores condiciones. Aun así, cuando las circunstancias lo permiten, son ellas quienes sostienen el trabajo de cuidados, construyen comunidad en los lugares de destino e incluso han sido pioneras en denunciar las violencias y la discriminación que enfrentan en el campo.

“Ese proceso de feminización de la agricultura es muy diferente, una porque las mujeres no trabajan sus propias tierras sino las de los agricultores que las contratan, y otra porque a pesar de que ellas lo hacen y les gusta ese acercamiento con el campo, hay un cúmulo de violencias laborales que incluso en algún momento se normalizan”, explica Leonor Tereso Ramírez, académica de la Universidad Autónoma de Sinaloa que trabaja con mujeres trabajadoras agrícolas en la sindicatura de Villa Juárez.  

Según la Encuesta Nacional Agropecuaria, el 46.1% de las mujeres que trabajan en el campo lo hace de manera no remunerada, mientras que de cada 100 productores, solo 17 mujeres son responsables de manejo y toma de decisiones en unidades de producción. 

De acuerdo con la experiencia de Leonor, las mujeres que llegan a darse cuenta de la violencia, no pueden hacer mucho frente a ella en contextos de precariedad laboral, que son mucho más complejos para quienes migran. Sin embargo, algunas han logrado levantar la voz incluso a nivel internacional. 

Maritza denuncia discriminación en el marco del T-MEC

Maritza es la primera trabajadora agrícola que, junto con Adareli, presenta una queja en contra del gobierno de EU, en el marco del T-MEC, por la discriminación de género en contra de las mujeres migrantes en programas de migración laboral temporal. La inconformidad se origina en la negación de trabajos, la asignación de roles con salarios más bajos y la exposición a violencias en sus lugares de trabajo.

Maritza, originaria de Veracruz, ha trabajado desde que tenía nueve años en diferentes empleos: niñera, trabajadora del hogar, comerciante o cualquier otro que se presentara para obtener algo de dinero. El 27 de mayo de 2018 fue la primera vez que salió del país para trabajar en el campo de manera temporal en EU. Fue por sus amigas que habían ido antes que contempló la posibilidad.

“Era pesada la labor de trabajar en campo, pero como yo estaba acostumbrada porque también he trabajado en fábricas… Al principio, no fue tan malo porque realmente donde vivo luego hago ese tipo de actividades, pero allá iba consciente de que iba a ser como nos dijeron ahí: 10 veces más trabajo, pero también mejor remunerado, aunque después me di cuenta que no era cierto”, cuenta en entrevista.

Unos minutos después, confiesa que la experiencia fue horrible desde el momento que pisó los ranchos de Alabama y Florida. “Llegamos, bajamos las maletas y nos dijeron ‘súbanse al camión porque ya vamos a empezar a trabajar’, todas emocionadas porque íbamos a empezar a facturar, como dice Shakira, íbamos a empezar a ganar dinero, pero ahí algo como que se quebró en el momento en que, ya arriba del autobús para irnos al trabajo, se sube un señor”, recuerda.

En el transporte, el hombre se presentó y les dijo que desde ese momento él era su patrón y el dueño de su vida y de todo lo que tuvieran. En ese punto, Maritza pensó que había ido a trabajar pero no a que la hicieran sentir como esclava. “Prácticamente nos esclavizó; en mi caso, por más de cinco meses”, lamenta. Maritza cumplió casi seis allá, en los que el sueño americano muy pronto se volvió pesadilla. 

No había equipo de protección personal para andar en surcos encharcados pizcando calabaza, chile morrón, tomate y pepino. Había compañeras de ella que, con los pies lastimados, no podían trabajar, y entonces tampoco les querían dar de comer. Trabajaban no de sol a sol, aclara Maritza, sino muchas veces desde antes de que saliera, y regresaban apenas para dormir, a las 10:00 u 11:00 de la noche. A veces, cumplían jornadas de hasta 12 o 15 horas.

Las camas donde dormían tampoco estaban en buenas condiciones. Había un solo baño portátil, que lavaban prácticamente una vez al mes, además de que solo podían usarlo entre 12:00 y 1:00 de la tarde, la hora de la comida, nunca antes. Aunque a las 6:00 de la mañana ya estaban trabajando, les llevaban agua casi hasta las 10:00. La comida era mala pero no podían dejarla, porque el empleador la cobraba a 4.26 dólares la consumieran o no. 

Algunas veces, ni siquiera les pagaban completo el sueldo, incluso una quinta parte de lo que realmente habían ganado. Con frecuencia, no entendían los recibos por completo, por las abreviaturas y las palabras en inglés. Maritza ganaba entre 150 y 240 dólares a la semana; trabajaba de lunes a domingo y frente a cualquier inclemencia del tiempo, incluso cuando les tocó un huracán.    

Además de los problemas generalizados, Maritza recuerda que los salarios no eran iguales para hombres y mujeres. A ellas les pagaban la caja o la cubeta de calabaza a 60 centavos, pero a los hombres se les llegaba a dar hasta un dólar. La intención de la queja, explica, ha sido pelear para que se vigilen las condiciones de trabajo y el respeto a los derechos que los contratistas prometen en México. 

Aunque con miedo, está convencida de hay que atreverse a denunciar cuando hay maltrato y discriminación. Estando allá, confiesa, también vivió acoso. “Lo único que me faltaba era que me violaran o me mataran, porque a ese grado llegó este señor, de llegar a amenazarme con nuestras familias aquí en México, con tal de que nosotras no dijéramos nada. Era trabajo forzado, no nos pagaban, no nos daban de comer; de todo lo malo, imagínese lo peor”, dice Maritza.

A lo largo de su vida, ha vivido situaciones que, luego de callar, han terminado repitiéndose. En EU, un día finalmente pensó: “Esto no es normal”. “Yo sabía que iba a una chinga y a una friega, pero que por lo menos me la iban a pagar en 800 dólares a la semana… Hubo veces en que no pagaban; yo, a pesar de no haber tenido experiencia de lleno en el campo, me convertí en una de las mejores empacadoras y sembradoras”, cuenta. 

Cuando tomó la decisión de ir al trabajo temporal en EU, fue porque las oportunidades laborales en su entidad eran muy mal remuneradas. La posibilidad de hacer un trabajo pesado pero transitar de pesos mexicanos a dólares fue una de sus principales motivaciones, pero la experiencia terminó definitivamente con cualquier ánimo de volver. De regreso en Veracruz, ahora se dedica a su hogar y al comercio.

“Llegamos a renunciar también, para que nos regresaran a México, y no nos aceptó la renuncia, nos dijo que no. Entonces, ya prácticamente a partir de ahí si ya estabas esclavizada, date por enterada que realmente estás en esas condiciones. Cuando una amiga me dijo que tenía un número (para denunciar), me acordé que estando en Matamoros, un señor me dio unos trípticos y me dijo que llevara un diario de todo lo que viviera, y eso hice. Cuando me decido a hablar, con miedo, es porque ya no aguantaba la situación”, relata Maritza. 

Aunque inicialmente esa llamada quedó en un número de folio, después se convirtió en la queja que aún está a la espera de alguna respuesta. El documento describe que a las mujeres no se les provee igualdad de oportunidades para solicitar visas de trabajo temporal H-2 y son generalmente excluidas de los programas H-2A y H-2B. Mientras que las mujeres representan el 32% del personal agrícola en EU, solo alcanzan un 3% de las visas H2A.

“La exclusión y discriminación son componentes estructurales de estos programas, arraigados en las preferencias de los empleadores, prácticas discriminatorias en el reclutamiento y contratación desproporcional. Las pocas mujeres que son admitidas en los programas H-2 son con frecuencia admitidas únicamente al programa H-2B, que no cuenta con prestaciones de vivienda gratuita o servicios legales financiados con fondos federales”, denuncia la queja.

Desde 2016, el Centro de los Derechos del Migrante, a partir de la documentación de años de discriminación hacia mujeres migrantes en programas de trabajo temporal —que se extiende a todas las industrias y tipos de visa— había presentado una queja en el marco del TLCAN. Por mucho tiempo no hubo respuesta, sino hasta un día antes de que entrara en vigor el T-MEC, y era solo un reporte que afirmaba que el gobierno estadounidense contaba con medidas para protegerlas de la discriminación.

Ese fue el impulso para presentar la queja que hoy sigue vigente. A diferencia del tratado anterior, ahora el tema laboral está incorporado dentro del T-MEC, y se menciona explícitamente la protección de personas trabajadoras migrantes y los derechos de las mujeres. Su importancia radica en que es un antecedente para establecer que el tema se está tratando con la seriedad con la que ambos gobiernos han prometido que se va a tratar, explica Evy Peña, directora de campañas del CDM.

Los hijos sepultados en el campo que no se cuentan

De vuelta en el campo mexicano, además de las mismas y peores condiciones y carencias que viven en EU, las trabajadoras agrícolas se enfrentan también a la posibilidad de que sus hijos mueran por enfermedad o accidente. Los recientes casos de 11 menores de edad hospitalizados y siete fallecidos en la sindicatura de Juan José Ríos, en Guasave, son solo la cara más visible de un fenómeno que con frecuencia queda oculto. 

En Villa Unión, Mazatlán, los propios trabajadores han sabido de cuatro niños que fallecieron de enfermedades respiratorias o gastrointestinales, que solo se identifican por el vómito y la diarrea. Uno de ellos es el nieto de ‘Arturo’. Un día ya no pudo respirar bien. Según cuenta su abuelo, lo atendieron primero en Villa Unión y después lo llevaron a Mazatlán; más tarde, incluso a Culiacán. “No pudieron hacer nada”, lamenta.

‘Arturo’ lo llevó de regreso a Villa Unión —cuando no tenía dinero ni para trasladarlo—, solo para enfrentar el problema de encontrar un lugar para enterrarlo y poder asumir el costo. Llevarlo de regreso a Guerrero era un gasto aún más alto. Por menos de un metro, pagó cerca de 3 mil pesos para enterrarlo en Sinaloa, a unos kilómetros del cuarto que renta con ‘Carolina’ temporalmente. El bebé de siete meses falleció en febrero.

“Por la enfermedad y porque lo operaron, le pusieron la manguera aquí —señala su cuello— y le dieron una inyección de 24 horas para revivirlo; no pudieron y ahí se fue”, dice ‘Arturo’. Es el segundo bebé que se le muere a su hijo de 21 años: el año pasado, otro de apenas un mes falleció, por enfermedad, en un campo en Río Florido, Zacatecas, a donde también han ido a trabajar temporalmente.  

A finales de abril de este año, en la zona de El Dorado, a unos 30 minutos de Culiacán, en las viviendas que están en el interior de uno de los campos, una niña enfermó y falleció más tarde en el hospital. En ese mismo lugar, varios menores de edad han padecido diarrea y vómito —representantes de la empresa y trabajadores asumen que se trata de un rotavirus—, mientras que otra permanece hospitalizada. Ahí al menos hay seguro social.

En otros casos, aunque los niños supuestamente ya no trabajan, mueren en las conocidas como “cuarterías”, conjuntos de pequeños cuartos de dos por dos metros; en cada cuarto, una familia completa. La mayoría tiene apenas un colchón, algunos utensilios de cocina con una pequeña parrilla y, a veces, una televisión. De Guasave al Dorado y a Villa Unión, el problema es que están ubicadas fuera de los campos y pertenecen a particulares.  

 

Autoridades del trabajo en Culiacán han admitido que la falta de regulación y el vacío de responsabilidad son un problema para evitar el fallecimiento de niños. Hasta ahora, tampoco estas tienen atribuciones para tomar medidas en esos lugares de vivienda. Dicen tener la expectativa puesta en que un posible acuerdo previsto para los próximos meses entre los gobiernos de Guerrero y Sinaloa pueda cambiar los marcos regulatorios. 

Un lunes a finales de marzo, en Tlapa, corazón de la montaña guerrerense, Paulino Rodríguez Reyes habla sobre su labor de atención y acompañamiento a la población jornalera agrícola que migra de un estado a otro, y a otros países, en el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan. Acaba de colgar una llamada con ‘Arturo’. Adelanta la historia del fallecimiento de su nieto y la imposibilidad de trasladarlo para sepultarlo en Tlapa, que él confirmaría después de viva voz en Sinaloa.  

Otro niño —dice— falleció también apenas un día antes de la conversación. En suma, de enero a marzo, Tlachinollan registró tres muertes infantiles. “Sobre todo ha estado sucediendo en esas zonas agrícolas, donde la familia llega a un lugar donde no hay guardería, albergue para las niñas y niños, tienen que rentar las casas particulares en malas condiciones, y tienen que llevar a sus hijas y a sus hijos a los surcos porque no hay dónde dejarlos; esa es una de las situaciones que hemos documentado que es constante”, señala. 

Hace un año, la organización también registró varios casos por homicidio en zonas agrícolas —principalmente donde se paga al día, con diferentes empleadores— de Baja California, Chihuahua, Zacatecas y Michoacán, donde además opera el crimen organizado. El Estado debería garantizar los derechos laborales y la seguridad, subraya Paulino; cuando no lo hace, los dueños de las empresas abusan y explotan a las familias jornaleras, y ofertan condiciones que, ya estando en el terreno, resultan distintas.

Nada habla más de la impunidad de años en el fallecimiento de menores de edad que la historia de don Cruz y Agustina, originarios de Ayotzinapa, municipio de Tlapa. Ahora de 68 y 61 años, respectivamente, trabajaron por más de 20 en el campo. Hoy viven de manera definitiva en una casa de dos niveles en su comunidad de origen. Están sentados uno a cada lado de la ventana en el segundo piso; Agustina teje sombreros de paja, mientras don Cruz recuerda de manera pausada la historia que marcó a su familia 16 años atrás.   

Cuando empezaron a migrar a Sinaloa, su hijo Silvestre apenas gateaba; ahora tiene 23 años. Comenzaron en el corte de tomate, pepino y chile morrón, principalmente. El 6 de enero de 2007 llevaban también a su hijo David, de nueve años. Andaba con ellos recolectando jitomate en los surcos, porque en ese tiempo, “si aguantaban el balde, le entraban al trabajo”. Tropezó y el chofer de un tractor lo atropelló y falleció ahí mismo.

Al principio, la solución de la empresa fue que la pareja regresara a sepultar a su hijo en su comunidad de origen, incluso los llevaron. Les ofrecieron regresar una vez que levantaran la cruz. Estuvieron poco más de una semana en Ayotzinapa despidiéndose del niño, fueron de nuevo a Sinaloa y la empresa los volvió a regresar.   

Después, aun con miedo, decidieron demandar. Por un tiempo, don Cruz siguió migrando, pero en otra empresa, la de “los chinos”, como se le conoce a Buen Año. Aquella donde ocurrió el accidente nunca reconoció los errores del chofer. Con el tiempo, don Cruz y Agustina llegaron a tener siete hijos, y cada vez era más difícil llevarlos a todos a la temporada agrícola. Tampoco había con quién dejarlos, así que ella decidió quedarse en su comunidad. 

A sus gemelos más pequeños, de 14 años, prefirió meterlos a la escuela para darles otras posibilidades lejos del campo. “Ahorita no saben qué es el trabajo a donde van los jornaleros, no saben porque no han ido. Ellos no saben cómo se trabaja allá, cómo está allá en Sinaloa, cómo se sufre o qué es lo que hacen en el campo. Ellos no saben, nunca han ido, están estudiando”, dice Agustina.

El resto de sus hijos sigue yendo a Guanajuato y Sinaloa, por temporadas o de manera más definitiva. “Yo quisiera que no fueran, pero la cosa es que aquí no hay trabajo; uno tiene hijos y para salir adelante tiene que ir a trabajar porque aquí no hay. Ellos todavía tienen valor, y ganas, y están bien sanos”, dice Agustina. A ella y a su esposo, además, ya no los aceptarían por la edad.

En Ayotzinapa, siembran para su propia familia, pero no ganan nada. En tiempos más secos, Agustina teje los sombreros, pero advierte que no salen dos docenas por día, sino una o dos unidades. En su casa viven mejor. Uno de los aspectos que más recuerdan del campo es el hacinamiento de las familias en las viviendas. De la demanda, nunca supieron nada más. La empresa primero ofreció dinero, pero lo que ellos querían era el reconocimiento y la sanción de los hechos. 

Agustina le dice ahora a sus hijos gemelos: “Ustedes estudien, porque no creas que vas a ir allá (al campo) y no vas a trabajar, allá vas a sufrir porque desde temprano, a las 4:00 de la mañana, te tienes que levantar, y a estas horas no tienes tu salida, hasta las 7:00, 8:00 de la noche apenas, sol a sol. Ahora para que vayas y vengas, ya es noche; allá tienes que trabajar para que tengas, allá se sufre más, ustedes sabrán”. 

 

Para Margarita Nemesio, del Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública (CECIG), esas historias de vida marcan, pero también reflejan la fuerza de las mujeres al tomar decisiones como la de Agustina: “Ahora ellos son los que toman la batuta, de alguna manera moderada, en su comunidad… Es muy importante cómo se construye el tejido a partir de esas decisiones, pero también de vivencias que les han hecho enfrentar cosas que a veces son impensables, y que marcan, sobre todo cuando la justicia nunca les llegó”.

Las mujeres que viven dificultades y violencias en el campo, cargando además con las tareas de cuidado y la búsqueda de justicia, lo hacen en un contexto general en el que los programas sociales destinados a este sector benefician a pocos trabajadores agrícolas —y a muchas menos cuando se trata de ellas—, las autoridades no verifican las condiciones laborales de las empresas y el abandono de sus comunidades de origen se perpetúa desde hace décadas.  

 

Protestan afuera de casa de la alcaldesa de Acapulco por niñas desaparecidas

Piden que López Rodríguez intervenga ante la FGE y ordenen una búsqueda pronta


Texto: Jesús Guerrero

Fotografía: 

Chilpancingo

 

Familiares de Gretel Sofía Cabrera Medina, de ocho años, y de Shyrley Estrella Arellano Salinas, de 14 años, ambas desaparecidas desde este sábado 27 de mayo, acudieron a la casa de la alcaldesa morenista de Acapulco, Abelina López Rodríguez, a protestar para exigir su búsqueda y presentación con vida.

Los manifestantes arrancaron su marcha a mediodía de este domingo en la avenida Pie de la Cuesta y después llegaron a la Unidad Habitacional Taxco, donde se ubica la casa de la presidenta municipal.

Los familiares directos de Gretel pegaron carteles con su imagen en la puerta principal de la casa de la edil.

Jessica Medina Radilla, madre de Gretel, le exigió a López Rodríguez ordene la búsqueda de su hija. “La presidenta municipal es la máxima autoridad en Acapulco y que le pida a la Fiscalía General del Estado que tenga como prioridad la búsqueda de mi hija”, mencionó.

En el comunicado que emitió la FGE como parte de la alerta violeta se lee que última vez que se le vio a Gretel fue ayer sábado 27 de mayo; estaba acompañada por su prima Shyrley, quien es sobrina de Jessica Medina.

Jessica Medina contó que a las niñas se les vio por última vez en una tienda de conveniencia. En la ficha que circuló inmediatamente en redes sociales, al parecer una acción de la familia, aparece que la tienda en la que se les vio es la de la colonia Hogar Moderno.

En ese negocio Shyrley compró un “chip” de celular y se lo puso a su móvil para que, al parecer, no sea localizada vía telefónica.

Jessica mencionó en entrevista que se le hizo extraño que antes de salir de su casa, acompañada de su hija, su sobrina dejara las llaves de la puerta sobre la barra de la cocina y, además, tomara dinero de un bote.

La menor de 14 años, quien se hace cargo de los hijos de Jessica mientras trabaja, tenía dos meses de haber salido de una casa-hogar en Chilpancingo, en donde pasó un proceso de reintegración familiar.

Jessica Medina contó que apenas hace una semana su esposo le compró a Shyrley un celular al que ahora le cambió su “chip”. Plantea la posibilidad de que ella se haya llevara a su hija.

Durante la protesta, ocurrida después del mediodía de este domingo afuera de la casa de la edil Abelina López, llegó una patrulla de la Policía Municipal con varios agentes. Este grupo de policías pertenecen al equipo de seguridad de la edil morenista.

López Rodríguez no estaba en su domicilio cuando ocurrió la protesta.

“Estamos exigiendo que la Fiscalía busque a mi hija porque ya interpusimos la denuncia desde este sábado y no hay ningún resultado”, agregó la madre de Gretel.

 

Hay pruebas suficientes contra presuntos feminicidas de Maricruz, y jueza niega órdenes de aprehensión

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Especial

Chilpancingo

 

A pesar de haber pruebas y testigos en contra de los presuntos feminicidas de Maricruz García Margarito, la jueza de control Adelina Adame Morales se niega a liberar las órdenes de aprehensión, denunció la familia de la víctima.

Maricruz tenía 26 años, era na savi. La noche del 26 de marzo fue privada de su libertad en el tramo carretero de San Luis Acatlán-Cuanacaxtitlán, en la comunidad de Yoloxóchitl en la Costa Chica de Guerrero.

Cinco días después de su desaparición, el cadáver de Maricruz fue hallado en las inmediaciones de la comunidad Arroyo Cumiapa, en el municipio de San Luis Acatlán.

Un familiar de Maricruz, quien pidió se omitiera su nombre, mencionó que existen pruebas contundentes y testigos en contra de los presuntos feminicidas en poder del Ministerio Público (MP), “y ni así la jueza libera las órdenes”.

Estas pruebas son el automóvil en el que raptaron a Maricruz, el arma que usaron para asesinarla y un teléfono celular de uno de los implicados.

Los tres implicados son Tiburcio “N», Simón “N” y Manuel “N”, quienes ya habían declarado ante el Ministerio Público su participación en los hechos; también testigos declararon contra ellos.

“Ya en el Ministerio Público tuvieron que ser liberados porque la jueza no liberó las órdenes de aprehensión”, dijo el familiar.

La identidad de este familiar de Maricruz es resguardada porque, denunció, los tres implicados en el feminicidio son integrantes de un grupo delictivo de la zona y sospechan que la jueza pueda estar amenazada o, en su caso, recibió algo a cambio de no detener a presuntos culpables.

El pasado viernes se le notificó a la madre de Maricruz que los implicados fueron liberados del Ministerio Público por la falta de una orden de aprehensión, ahora se desconoce el paradero de los tres.

Por esta situación el lunes los familiares de Maricruz y vecinos de Cuanacaxtitlán, de donde era originaria, protestaron en el Juzgado de control ubicado en Ometepec, para exigir justicia por el feminicidio y la detención de los implicados.

“Para nosotros hay muchas evidencias y tenemos señalamientos directos en contra de las personas que asesinaron a mi hija, ahora me dicen aquí que no hay suficientes pruebas para hacer la orden de aprehensión y se están echando la bolita diciendo que faltó evidencia para emitir la orden”, declaró a medios locales durante la protesta la madre de Maricruz, Aurelia Margarito Ramos.

En dicha entrevista durante la manifestación, Aurelia Margarito mencionó que como familia temen por su seguridad, por lo que realizaron un llamado a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda para que los apoye.

 

Plantean erradicar la violencia de género y el acceso al aborto, los planteamientos Parlamento de Mujeres 2023

Texto y fotografía: Itzel Urieta

Chilpancingo

Violencia contra las mujeres, violencia política de género, mujeres indígenas, acciones para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y el acceso al aborto fueron los temas principales que se abordaron en el Parlamento de Mujeres Guerrerenses 2023 realzado por el Congreso local.

Participaron 46 mujeres de colectivas, académicas, investigadoras y de la sociedad civil de los 81 municipios del estado de Guerrero, quienes fueron electas mediante una convocatoria que consistió en presentar una propuesta de iniciativa de ley, investigación o propuesta de reforma que pudieran ser integradas a la agenda legislativa.

Algunas de las propuestas fueron, reformar la Ley 553 de acceso a una vida libre de violencia.

“Falta una ley de salud mental para atender a mujeres víctimas de violencia, en Guerrero no se cuenta con una ley de salud mental. Se solicita que las mujeres víctimas tengan acceso gratuito en las instituciones de salud mental”, mencionó la parlamentarista Evelin Morales Silvestre.

Las parlamentaristas de las siete regiones coincidieron y propusieron en varias ocasiones temas como el de otorgar más ayuda a las mujeres con discapacidad, la conclusión de reformas pendientes sobre paridad de género, presupuesto con perspectiva de género, derechos de las mujeres y espacios libres de violencia.

En lo que coincidieron la mayoría de las parlamentaristas fue en la solicitud al Congreso local de reformas la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, “para cuidar el derecho a la vida y la seguridad de las mujeres, niñas y adolescentes que diariamente sufren agresiones en los espacios públicos y en el mismo seno familiar”, dijo en tribuna la parlamentarista Zitlali Guadalupe Nava Rivera.

La parlamentarista María Estrella Leal Ortuño pidió se apruebe “lo antes posible” la Ley 3 de 3 para que ninguna persona deudora de pensión alimenticia, agresora sexual o que  cometió violencia familiar pueda tener un cargo de elección popular o un empleo en los tres órdenes de gobierno.

Otro propuesta realizada por la parlamentarista Diana Cecilia Jiménez Carrasco fue que se revisen los logros y pendientes respecto a la Agenda 20-30 sobre igualdad de las mujeres en la vida política, pública, económica y social.

Plantearon la necesidad de reformar la Ley de Trabajo de los Servidores Públicos del Estado, la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley de Salud, todas del estado de Guerrero, para que las mujeres que sufren dismenorrea (afección menstrual que produce calambres y dolor frecuentes) se les otorgue suspensión de dos días con goce de sueldo.

Otra propuesta fue que se adicione la fracción I del artículo 1 de la Ley 817 de Personas con Discapacidad, “a efecto de garantizar la inclusión de mujeres y niñas con discapacidad y que en el Consejo Consultivo y el Consejo Estatal de Discapacidad sean integradas mujeres”, mencionó la parlamentarista Sara García Valladares

Uno de los grandes temas que abordaron por varias parlamentaristas fue el de los derechos de las mujeres indígenas y afromexicanas, por lo que Alondra Iturbide Ortiz se pronunció por reformar la Constitución Política del Estado “para que a partir de los 18 años las mujeres puedan participar en los procesos de elección popular, y que el Congreso, en coordinación con la Secretaría de Salud, generen acciones para que los hospitales y centros de salud cuenten con intérpretes, además de incorporar a médicos que dominen las lenguas originarias, y dotarlos de equipamiento y medicinas para un mejor servicio”, mencionó en tribuna.

En materia educativa plantearon reformas a la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para que la Secretaría de Educación incluya en los planes y programas de estudio el derecho de las mujeres, las adolescentes y las niñas una vida libre de violencia, que coadyuve a generar un sistema educativo de calidad e incluyente.

También una propuesta para sancionar a los medios de comunicación que aborden los temas de feminicidio “con fines amarillistas y muestren los cuerpos de las mujeres y niñas que han sido violentadas o asesinadas”, además de impartir cursos de sensibilización a ministerios públicos y periodistas que trabajen con familiares de las víctimas, propuso Brianda Cruz Segura.

El primer año de la despenalización del aborto, y todavía es un derecho negado en hospitales de Guerrero

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero 

Chilpancingo

A casi un año de la despenalización del aborto en Guerrero, aun falta camino legislativo, médico y social para que las mujeres tengan un acceso pleno a este derecho.

El aborto fue aprobado por el Congreso local el 17 de mayo del 2022, con 30 votos a favor, 13 en contra, una abstención y un voto nulo en una votación que tuvo que ser por cédula ante la presión de distintos grupos sociales que estaban a favor y en contra.

Aun cuando la despenalización del aborto fue un avance histórico para los derechos reproductivos de las mujeres, a casi un año de eso las instituciones de salud no tienen una estrategia y protocolos claros para realizar una interrupción legal del embarazo.

La iniciativa de reforma de aquel 17 de mayo contemplaba sacar el delito de aborto del Código Penal del Estado de Guerrero, pero aún falta dotar de presupuesto, equipo, capacitaciones y protocolos al sector salud para que las mujeres tengan un acceso pleno a una interrupción legal del embarazo.

Trabas en el sector salud

A las mujeres guerrerenses les niegan en los hospitales, clínicas y centros de salud el acceso a un aborto, de acuerdo con la Red Guerrerense por los Derechos de las Mujeres.

“Hubo el caso de una chica en Taxco que acudió a solicitar una Interrupción Legal del Embarazo (ILE) y le dijeron, ven en tres días”, comentó la coordinadora de la Red, Ana Grabiela Candela Garzón.

La Red Guerrerense por los Derechos de las Mujeres, es una organización no gubernamental de derechos humanos de las mujeres que, entre otras cosas, brinda acompañamiento a quienes deseen interrumpir su embarazo.

A pesar de que una de de las causales del aborto antes de su despenalización era por violencia sexual, de acuerdo con la Red, muchos casos no son atendidos y continúan con trabas burocráticas para permitir a las mujeres acceder a un aborto.

En un recorrido que realizó Amapola, periodismo transgresor por algunos hospitales públicos de Chilpancingo se constató que no existen protocolos médicos o administrativos para atender a alguna mujer que decida realizarse una interrupción del embarazo.

“La realidad es que ya sabemos que está aprobado y que si llega una mujer con esa petición tenemos que atenderla, pero nadie nos ha dicho cómo lo tenemos que hacer o algún protocolo a seguir”, contó una doctora del hospital del Instituto de Salud y Seguridad Socia para Trabajadores del Estado (ISSSTE) de Chilpancingo.

Si llega una mujer a solicitar una interrupción de su embarazo se desconoce si tiene que llegar a urgencias, a consulta externa o algún o con alguna trabajadora social.

En este hospital, de acuerdo con la información recabada, sólo un médico de todo el personal dijo ser objetor de conciencia, es decir, una persona que por sus creencias o convicciones se niega (en este caso) a practicar un aborto.

Las activistas feministas han expuesto su preocupación porque sea negado un derecho a las mujeres por las creencias de una persona.

Un médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Acapulco coincidió en que ellos no tienen el acceso a un manual o a algún protocolo que dicte los pasos a seguir en caso de que una mujer desee interrumpir su embarazo.

Por lo mismo muchas mujeres desconfían del sector público.

Lo único que les proporcionó la Secretaría de Salud Guerrero a hospitales y centros de salud fueron una lista para que anoten los datos y cantidad de mujeres que acudieron a realizar.

Por la información obtenida por este medio menciona en el hospital antes mencionado no hay ningún caso registrado de interrupción legal del embarazo.

Datos del Observatorio Ciudadano de la Violencia hacia las Mujeres de Guerrero (OVM) registraron entre 2021 y 2022 por lo menos ocho casos en cuatro hospitales donde a las mujeres, niñas, adolescentes y adultas que fueron violadas, les negaron a interrumpir su embarazo.

“Si se supone que ya había un protocolo para atención de violencia sexual, ¿qué está pasando?, ¿por qué no se está aplicando?”, dijo Candela Garzón.

Manifestó su preocupación porque si antes les negaban este acceso a las mujeres que sufrieron violencia sexual, ahora que es un derecho de todas las mujeres, los casos de negación de un servicio médico aumenten.

En marzo pasado, la Secretaría de Salud informó que habían realizado 26 procedimientos de interrupción del embarazo.

Después de la despenalización de aborto, la Red ha dado acompañamiento a más de 100 mujeres, datos que contrastan con los de la Secretaría de Salud del estado.

*En la Zona Norte se niegan a practicar la ILE*

“Tenemos datos de que en zona Norte definitivamente no quieren dar la atención. Se sigue castigando a las mujeres por querer decidir sobre sus cuerpos”, compartió Candela Garzón. En particular, en Taxco de Alarcón niegan el derecho al aborto a las mujeres.

En Taxco sólo un médico practicaría el aborto, los demás fungen como objetores de conciencia, de acuerdo datos de la misma Red.

“No hay un protocolo de atención, el hecho de ir y no saber con quién dirigirse y que las mantengan en espera, hace que las chicas mejor se vayan”.

Otra preocupación de la Red es que ellas como acompañantes, no tienen datos de todo lo que sucede en el estado. El caso de la zona Norte es sólo un ejemplo.

Antes de la reforma no se permitía el aborto voluntario y se contemplaban penas de uno a tres años de cárcel por la interrupción del embarazo. Las únicas causales permitidas para el aborto eran la violación, la inseminación artificial no consentida y por problemas de salud o alteraciones genéticas del producto.

Falta camino legislativo

Para la creación de los protocolos, un reglamento y dotar de presupuesto a la Secretaría de Salud para este rubro, los legisladores tienen que reformar la Ley 1212 de Salud del estado.

Por ley, en menos de 180 días después de la despenalización del aborto, debían estar listas dichas reformas secundarias, pero ya casi se cumplen los 365 días, el próximo 17, y del Congreso local aún no salen estas reformas.

La reforma está en la Comisión de Salud pero, de acuerdo con la diputada Yesica Ivette Alejo Rayo, integrante de dicha comisión, no han dictaminado subirla al pleno por dos razones.

La primera porque desde que llegó la reforma a la Ley de Salud a Congreso local, la Comisión solicitó un informe a la Secretaría de Salud para conocer su situación presupuestal, “pero hasta ahora no hemos obtenido respuesta”, comentó la diputada.

En la solicitud de la Comisión a la Secretaría, los diputados requirieron un panorama general de la situación de la dependencia estatal para lograr implementar la reforma.

El otro tema pendiente es que los diputados locales esperan que el Congreso de la Unión apruebe las reformas de ley para el Instituto Nacional para el Bienestar (Insabbi).

Una de las diputadas impulsoras de la despenalización del aborto, la morenista Nora Yanek Velázquez Martínez, mencionó que aún no avanzan las reformas sanitarias porque en el Congreso de la Unión todavía reforman la Ley General de Salud para el marco legal del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Hasta entonces armonizarían las leyes locales.

“Estaba pendiente la reforma sanitaria a nivel local, pero ya con la reforma federal y la incorporación de varios hospitales públicos al Insabi, todo eso va a quedar cubierto”, mencionó en entrevista Velázquez Martínez.

Dijo que con estas reformas sanitarias, en los hospitales y centros de salud ya no pondrían obstáculos para practicar un aborto, “por el momento la Secretaría de Salud capacita al personal para que puedan practicar uno”.

“Todavía falta, claro, pero esperemos que con la reforma federal ya quede subsanado todo para que se haya un acceso pleno a este derecho”.

Estas declaraciones las dio la diputada antes de que el Congreso federal aprobara la desaparición del Insabi el pasado 25 de abril.

Con esta reforma ahora los servicios de salud que proporciona esta institución serán absorbidos por el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS-Bienestar.

Ante este nuevo panorama, la Comisión de Salud en el Congreso local tendrá que esperar las nuevas resoluciones de lo que aprobó el Congreso federal para poder homologar las leyes locales.

La burocracia y la penalización social, otras formas de castigar a las mujeres

Una nueva forma de negarles el acceso a un aborto a las mujeres, insistió Candela Garzón, es a través de prácticas burocráticas en los hospitales.

“No es que les digan no, como tal, pero al no pasarlas, al hacerlas esperar y decirles ven después, causa un conflicto en las usuarias de cómo resolver la situación en la que está”, narró.

Las mujeres que van a solicitar este servicio han denunciado a la Red que en ocasiones las hacen esperar o les piden que vuelvan después. Además, de poner como pretexto los cambios de turno en los hospitales.

Si una mujer acude cuando cambia el turno del hospital, es suficiente para que no la atiendan o le digan que tiene que esperar.

“El turno de la mañana le hecha la bolita al tuno de la tarde”.

El acceso a la información y el derecho a la salud también limita a las mujeres.

Desde el ámbito social también, expuso, es complicado abordar el aborto, porque aún hay estigmas.

“Hay un contexto que a las mujeres les dice que está mal”.

El contexto religioso en el estado, mencionó, también pesa en la despenalización social del aborto. Está el caso de Taxco. Aún hay mujeres que dentro de sus círculos cercanos son señaladas y criminalizadas por realizarse un aborto.

“Es un derecho, así como se respeta a quien decide continuar un embarazo, debería también respetarse a quien decide interrumpirlo”, agregó la defensora.

 

“Los cuidados no implican solo a las madres, deben involucrar a todos en la sociedad”: Daniela Rea

En su libro ‘Fruto’, la periodista y escritora Daniela Rea defiende la premisa de que todas las personas han sido cuidadas y, por ello, deben ser conscientes de quiénes les brindaron esos cuidados y comprometerse a otorgarlos también.


Texto: Herminia Miranda / Animal Político 

Fotografía: Ediciones Antilope

8 de mayo del 2023

 

Los cuidados no son una actividad que implique solo a las madres, sino que deben involucrar a todos en la sociedad, advierte la periodista y escritora Daniela Rea, quien señala que históricamente en esta labor se ha dejado solas a las mujeres y, además, se les exige criar hijos “buenos y productivos”.

Con la premisa de que no todas las mujeres somos madres, pero todas hemos cuidado y hemos sido cuidadas, en Fruto, su más reciente libro —publicado por Ediciones Antílope—, Rea narra diferentes perspectivas del cuidado y de cómo lo desarrollan las mujeres.

A través de diversas historias, empezando por la de su propia madre, Rosario, y la de ella misma como mamá de Naira y Emilia, muestra las contradicciones que existen en esta labor.

Laura, Channi, Alejandra, Jenny, Avelina y otras mujeres cuentan sus casos y las circunstancias que provocaron que, por ejemplo, una de ellas, siendo apenas una niña, comenzara a hacerse cargo del cuidado de sus hermanos. Otra relata qué sucesos la llevaron a que cuide de sus nietos y otras más hablan sobre en qué momento tuvieron que atender a una madre enferma o a una víctima de violencia.

El libro también muestra una mirada de lo que para algunas mujeres implica la crianza de sus hijos: los cuestionamientos, los miedos y la soledad que se puede experimentar al ser madre.

En entrevista, Rea insiste en que los cuidados no representan un tema que implique solamente a las madres, sino que deben involucrar a todas las personas en la sociedad.

“Como lo digo en el libro, no todas somos madres, pero todos hemos sido cuidados… No necesitan cuidado solo los niños, los ancianos o las personas con discapacidad, todo mundo necesita cuidado; si nosotras como mujeres en edad productiva estamos vivas es porque alguien nos cuidó”, sostiene.

La autora también señala que se debe de revisar cuál es el compromiso del Estado, de la sociedad, de la familia, de las empresas o de los espacios laborales con una persona que cuida.

En México, el trabajo de cuidado no pagado representaba —al corte de 2020— poco más de una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con el Inegi, superando a cualquier otra actividad, advierte Rea.


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Reproducción y mercado

En las hojas de Fruto, Rea argumenta que las mujeres gestan la fuerza de trabajo: la paren, la crían, la hacen crecer, la cuidan, la visten, la educan, la entregan y, en ocasiones, se las arrebatan cuando se las roban o la desaparecen “como si fueran una mercancía”.

Así —señala—, además de que la reproducción ha quedado sometida al mercado, al capital, donde esa reproducción es necesaria, una mujer tiene aún otros desafíos. Hoy, no solo se le exige ser madre, sino también destacar en lo que realiza. “Tienes que seguir siendo una chingona en lo que haces”, resume la autora.

“Nos exigen criar hijos buenos, pero nos dejan solas en el proceso. Esa es una cosa brutal que implica una injusticia, que tiene como consecuencia culpa en nosotras, esa cosa que le llaman depresión postparto, nos hacen sentirnos locas, deprimidas. Valdría la pena plantearnos otros términos, dejarnos de echar la culpa”, expone.

“Es entender que las personas que todos los días salimos a trabajar, que todos los días consumimos, que es lo que le interesa al capital, quién trabaja y quién no, son personas que existen porque alguien los cuidó. En ese sentido es que las mujeres estamos produciendo la fuerza del trabajo”, plantea.

Rea pone el dedo sobre las exigencias de la misma sociedad en torno a cómo se debe ser madre.

“Además de la pérdida de identidad, la confusión de la identidad, tiene que ver con que ni siquiera nos dan espacio a que encontremos nuestro lugar, nuestra identidad, en este nuevo momento que es convertirse en mamá. Es cuidar a alguien de quien depende la vida absolutamente”, dice.

“Yo lo entendí tiempo después, platicando este proceso, que no era tanto que mi hija me borrara mi identidad, que mi hija no me permitiera saber quién era yo, sino todas estas expectativas y demandas sociales y externas que siguen empujando sobre nosotras”.

Crianza colectiva

Rea apuesta a que puede darse la crianza colectiva, a pesar de que el ambiente “cada vez es más hostil para hacer los cuidados”, lo cual quedó demostrado desde 2020 por la pandemia de COVID-19.

Sin embargo, señala que no se tendría que haber llegado a la necesidad de que una tía o vecina cuide a los niños, sino que en el país tendrían que haberse formado espacios libres y seguros donde los hijos puedan estar y, a la vez, haya tiempo para dar cuidados dignos.

“Siento que hay condiciones externas que la están dificultando (la crianza colectiva), pero aún así hay que imaginar cómo le hacemos”, dice.

En este contexto, recomienda que los hombres se den cuenta de qué implica que alguien los haya cuidado toda su vida.

“Me gustaría que vieran a su alrededor, poner atención en quién nos ha cuidado, cómo, acompañar y comprometerse. Me gustaría que el libro fuera una invitación a pensar en la persona que te ha cuidado y comprometerte con ese cuidado”, subraya.


Este texto es propiedad de Animal Político y lo reproducimos con su autorización. Puedes leer el original en este enlace 

 

Guerrero: sin protocolos para proteger a víctimas de matrimonios forzados

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Lenin Mosso / Archivo

Chilpancingo

 

Anayeli tenía 15 años cuando fue obligada a casarse con un joven de su comunidad.  Anayeli no eligió a su pareja, fue su madre quien decidió con quién uniría su vida.

De eso han pasado dos años.

La historia de Anayeli es una de tantas que suceden en la región de la Montaña de Guerrero, donde cientos de niñas, adolescentes y mujeres son obligadas a casarse con hombres que apenas conocen a cambio de dinero.

La venta de niñas, adolescentes y matrimonios forzados son prácticas que se realizan desde hace muchos años en comunidades de la Montaña.

Anayeli es originaria de la comunidad de Joya Real, municipio de Cochoapa El Grande. Ella no quería casarse y se lo hizo saber a su madre.

Antes de que la familia de quien sería su esposo entregara el dinero para formalizar el matrimonio, Anayeli huyó de su casa. El pago acordado era de 200,000 pesos.

Anayeli es huérfana de padre, lo asesinaron. Su madre se endeudó para los gastos funerarios.

Al ver que no tenía ingresos pensó que la mejor idea para salir de la crisis era vendiendo a Anayeli.

Por resistirse al matrimonio forzado, Anayeli fue detenida por policías de su comunidad. Se refugió en la casa de un vecino donde permaneció por unas horas. Hasta ese lugar llegó la policía para llevársela junto con el joven con el que se casaría. También a un primo quien se encargó de establecer la negociación con la familia y a un tío que supuestamente la aconsejó para que huyera de su casa.

A través de una llamada anónima, el Centro de Defensa de los Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan se enteró y acudió a Joya Real para atender y acompañar a Anayeli.

Después de dialogar con algunas personas de la comunidad, lograron la libertad de Anayeli y del adolescente con el que se casaría. Fue trasladada a la Casa Hogar DIF, en Chilpancingo.

«Hasta este momento no hay ningún tipo de protocolos actuación en el caso de estas niñas que son obligadas a casarse», afirma Neil Arias Vitino, abogada de Tlachinollan.

Anayeli estuvo en la casa hogar un año cinco meses, tiempo en el que se enfrentó a otras situaciones como la pérdida de su identidad.

Su estancia en la casa hogar será hasta que cumplen la mayoría de edad o mientras no haya algún familiar con quien quedarse.

De acuerdo con la abogada, Anayeli estaba en un lugar en el que su contexto era diferente al de las demás niñas.

En la Casa Hogar del DIF la mayoría de las niñas y adolescentes están ahí porque son huérfanas, todas hablan castellano mientras que Anayeli venía de una comunidad monolingüe. Ante la necesidad de comunicarse tuvo que aprender el castellano.

«Ya hasta se me estaba olvidando hablar mi lengua», le expuso Anayeli a Arias Vitino.

Después de cinco meses Anayeli dejó la casa hogar y se reintegró con sus familiares paternos en su comunidad. Lo hizo, de acuerdo con Arias Vitino, sin ningún tipo de protocolo ni acompañamiento institucional.

«Las instituciones al ser una víctima tienen que darle otro tipo de atención. Cuál es el protocolo, cómo van a continuar dándole atención a estos casos. Ella en la casa hogar culminó su primaria, pero qué va a pasar de ahí, ella tiene que continuar con sus estudios».

Anayeli está desempleada, aunque ahora está con familiares, pero «ellos no tienen la obligación de darle el alimento».

El presidente municipal de Cochoapa El Grande le regaló 12 despensas para que se alimente por unos días.

Pero la necesidad va más allá, Anayeli tiene que vestirse y comprarse cosas personales.

Ahora la menor está preocupada, según Arias Vitino, porque no sabe qué hará y cómo obtendrá recursos para ser autosuficiente.

En la casa hogar no le dieron ningún tipo de curso para que aprendiera algún oficio.

«Ella está pensando que se va a ir de jornalera a trabajar a los campos agrícolas”, dice la abogada.

El caso de Anayeli no es el único, también en la misma comunidad ocurrió el caso de Angélica, otra menor que fue obligada a casarse.

Angélica acusó a su suegro de abusar de ella sexualmente mientras su esposo se encontraba en los Estados Unidos.

La privaron de su libertad, la acusaron de haberse robado unos huipiles y exigían que su papá regresara el dinero que habían pagado por ella. Contó con el apoyo de su tía, quien denunció la violación y acusó a las autoridades de privarla de su libertad.

Angélica no puede regresar a su comunidad debido a que sufre de violencia comunitaria.

«Estas niñas son mal vistas en la comunidad, sufren violencia comunitaria al revelarse por no querer casarse», comenta la abogada.

Ni Angélica ni Anayeli tuvieron acompañamiento ni protección por parte de las autoridades, a pesar de que la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, visitó en 2022 algunas comunidades de la Montaña y se comprometió a que se frenaría la venta y matrimonio forzado de niñas y adolescentes.

«Muchas de estas niñas sufren depresión e incluso le han dicho a sus mamás que mejor se quieren morir porque ellas no quieren esa vida, y no querían casarse».

Aunque los matrimonios forzados y la venta de niñas y adolescentes ya son considerados delito, Tlachinollan tiene registro de 10 matrimonios forzados en lo que va del año.

Arias Vitino explicó que esta práctica continúa, ahora, de manera clandestina.

El gobierno del estado realiza algunos talleres de sensibilización en la región de la Montaña, pero no todos los comisarios lo ven como algo bueno.

«Tú no le puedes ir a decir a los hombres cuáles son sus deberes y que está prohibida está práctica”, explica.

Los hombres cuestionan que así vivieron sus bisabuelos y abuelos.

Además de que en la mayoría de estos talleres son las mismas mujeres enviadas por sus esposos las que asisten.

«Es importante el apoyo y el respaldo dentro de los mismos municipios, de las autoridades y que tengan voluntad política para terminar con estas prácticas […] En la mayoría de cómo se dieron a conocer estos casos, es porque ya hay un hartazgo y porque las niñas y mujeres están viviendo muchos tipos de violencia, violencia sexual, violencia económica. Esto es lo que ha detonado que se conozcan los casos».

 

Fátima Ezzahra Housni: La científica que investiga el impacto ambiental de la alimentación

Conoce a Fátima Ezzahra Housni, ella es una de las #CientíficasEnRegión. La investigadora trabaja actualmente en proyectos de dietas sostenibles, en consumo alimentario y dietas humanas, así como en el efecto que éstas tienen en el medio ambiente. Esta es la penúltima entrega de esta poderosa serie. ¡Conoce su historia!


Texto: Jasmin Hurtado / Letra Fría 

Fotografía: Cortesía Fátima Ezzahra Housni / Letra Fría 

24 de abril del 2023

Ciudad Guzmán, Jalisco

 

«Me dicen la doctora Fátima porque mi apellido es muy complicado. Todos me dicen así», cuenta Fátima Ezzahra Housni, originaria de Marruecos y profesora investigadora del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara. También es egresada de la Universidad de Cadi Ayyad Marruecos, con especialidad en Geología.

La científica quien desde hace casi 20 años radica en México, también tiene un doctorado en Ciencia del Comportamiento con Orientación en Alimentación y Nutrición, y es miembro de la Red International de Investigación en Comportamiento Alimentario y Nutrición (RIICAN) desde 2015.

«Los conocimientos los generamos a partir de objetivos específicos e hipótesis que se pueden comprobar, eso es la ciencia«, señala la doctora Fátima.

En su etapa de estudiante de licenciatura, ingeniería y después la maestría profesional, fue en donde conoció sus habilidades para contestar preguntas, además de las ganas de resolver todas las interrogantes que se hacía y su pasión por buscar más allá de lo que sus maestros le decían. «Tenía más preguntas. No quería seguir órdenes o manuales, quería buscar más allá de lo que me estaban dando y decidí estudiar una maestría en ciencia y ese fue mi primer acercamiento».

Al principio de su carrera, Fátima quería vivir en el océano, no tenía planes de casarse o tener hijos, sólo deseaba dedicarse a descubrir, pero en su llegada a México encontraría una realidad frustrante que la orillaría a tomar una pausa en su carrera.

«Todo era frustrante para mí, porque cuando llegué a México dejé el doctorado, llegué acá y me dijeron, necesitamos un maestro de francés». Todo lo que deseaba hacer de su vida y la ciencia, su trabajo en el instituto europeo de investigación y en ese momento ser maestra de francés le resultaba complicado, pero eso no la alejaría de soñar con lo que quería.

Tiempo después de ser maestra de francés, decidió retomar sus estudios con otro doctorado y continuó con lo que había pausado. Después de retomar la escuela y trabajar en sus investigaciones se dio cuenta que estaba haciendo lo correcto por varios factores: el reconocimiento de su trabajo por otros investigadores, el trabajo de los alumnos y el potencial que han demostrado a lo largo de sus carreras y, por último, las aportaciones que ha hecho a la sociedad y la satisfacción que eso le ha generado.

Actualmente, Fátima Ezzahara Housni trabaja en proyectos de dietas sostenibles, el consumo alimentario, dietas humanas y el efecto que tienen sobre el medio ambiente, como la cantidad de consumo de alimentos ultra procesados, ricos en azúcares y grasas, que no solo afectan a la salud, sino también agotan los recursos naturales como el agua y que, además impactan al clima, como el problema de la huella de carbono.

«Estamos trabajando en promover dietas sostenibles, una dieta que respeta la cultura, que respeta la parte social que ya es saludable desde la parte nutricional y biológica, pero que también tenga un efecto menor sobre el medio ambiente», compartió.

La científica considera que este tipo de proyectos podrían ser la solución para el futuro. Para ello se deben cumplir 4 elementos importantes: que el producto que consumas sea económicamente favorable, sea saludable, que forme parte de la dieta cultural y que el impacto ambiental sea mínimo.

Es esta relación alimentación-medio ambiente en lo que sus investigaciones se han centrado, en mantener una estabilidad de alimentación. Un ejemplo de ello se mostró en la pandemia, «llegó una crisis y la gente no tenía qué comer, pero no podían salir a buscarlo, no tenía una estabilidad», dijo.

Comentó que fue frustrante el que un día se cerraran las fronteras y se dependiera de importaciones, en lugar de pensar en producir, en tener una soberanía alimentaria. «Prestamos nuestras tierras para exportación, todo está ligado. Se están acabando los recursos y nosotros también, porque cuando comemos favorecemos esto, entonces ¿cómo tratar de intervenir y educar a la gente?», cuestionó.

 

Otro de los problemas a los que se ha enfrentado la doctora es la falta de recursos, que es lo que más afecta las investigaciones. Un ejemplo de ello, es el proyecto que trabajan actualmente en una comunidad de San Luis Potosí, en el que se pretende apoyar con agua: «Imagínate, medio balde de agua es lo que tienes y debes bañarte, entonces económicamente están muy bajos, dependen de una tiendita y tiene una deficiencia en nutrientes y estamos sufriendo para encontrar recursos«, explicó.

Ahora deben generar estrategias para apoyar con un huerto, pero no hay agua y tampoco recursos. Compartió que ayudar se vuelve complicado, cuando cajas ecológicas cuestan 5 mil pesos y no hay dinero, y aún más cuando año con año disminuyen los apoyos a investigaciones, pero las exigencias no bajan.

Pero pese a las limitantes de recursos económicos, la investigadora compartió que generaron un software que se llama Nutricology, que sirve para hacer cálculos automáticos a la dieta y calcular el impacto ambiental, «por ejemplo, tú me dices, como una tortilla al día o una manzana y yo automáticamente voy a estar calculando cuánta agua se gasta», detalló.

Fátima y su equipo también hicieron el primer estudio a nivel Jalisco de cómo el sobrepeso y obesidad impacta al agua. Además, realizaron el primer cálculo de la huella hídrica en la dieta mexicana que no existía a nivel internacional, de la que pueden dar una cifra en promedio, de cuánta agua gasta un mexicano por día, generando una metodología.

«El índice de cocción para comer o lavar y nosotros lo agregamos a una ecuación y esto es lo que hemos aportado en los últimos años a esta región. Sin embargo, continuamos con evaluaciones para disminuir el impacto y tratar de mejorar«, explicó.

Actualmente, la doctora Fátima junto con la doctorante Mariana Lares Michelle, trabajan en la implementación de una aplicación móvil en una comunidad de Zapotlán el Grande similar a Instagram, en donde se podrá trabajar en una dieta sostenible que ayude a bajar de peso y que al mismo tiempo las personas puedan ver su proceso. En esta aplicación se incluirán chats y fotos con una comunidad que piense en el futuro.

«No queremos convertir a veganos ni vegetarianos. La dieta sostenible es una dieta equilibrada, con menos consumo de alimentos de origen animal, pero no quitarlas», enfatizó.

Aunque continúan con las pruebas piloto, la aplicación es un producto de este semestre y además incluirá vídeos, recetas y el apoyo para sustituir alimentos, además de llevar un registro de su alimentación.

La científica cree que las nuevas generaciones tendrán más conciencia y cuidado del medio ambiente, porque desde niños se les enseña a ser responsables con sus actos. Esto aumenta la esperanza para el futuro.


Este texto es propiedad de Letra Fría y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes el original en este enlace.

“El Estado no está preparado para atender ataques con ácido”: reconoce Unión Diversa de Jalisco 

 El pasado mes de marzo fue aprobada ante el Congreso de Jalisco una serie de reformas a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en torno a los ataques con ácido o alguna sustancia corrosiva. En éstas las y los diputados establecieron como mínimo una pena de 2 y hasta 15 años de prisión para los atacantes; sin embargo este tipo de agresión no fue considerado como intento de feminicidio.

La asociación civil Unión Diversa de Jalisco consideró que estas reformas, y sobre todo penas, se quedan contar al castigar penalmente este acto de violencia que con toda ensaña buscan agredir física y psicológicamente a sus víctimas. Esta organización ha tratado este tema desde el caso de Zoé, una mujer trans atacada con ácido en octubre de 2021 y posteriormente discriminada en un hospital privado por su identidad de género y quienes le negaron atención. 

Zoé pasó hasta tres días sin atención médica especializada, ya que tras el caso de discriminación que vivió por parte del personal del Hospital Santísima Trinidad, su familia la llevaron a una Cruz Verde, sin embargo allí también ocurrió un acto de negligencia al recibirla pero darla de alta de inmediato con heridas en su cuerpo tan severas que sufrió la perdida de su oreja. 

A pesar de la existencia de leyes y reformas, desde Unión Diversa de Jalisco consideran que en Jalisco no se está capacitado, en todas las instancias, para la atención a víctimas de ataques con ácido, como lo demuestra el caso de Zoé. Para ello debe brindarse una reparación integral del daño. 


Texto: Leslie Zepeda / ZonaDocs

Ilustración: Luciana Peinado

17 de abril del 2023

 

México ha registrado hasta 34 víctimas de ataques con ácido, esto en los últimos 20 años, mientras solamente un agresor ha obtenido sentencia por este delito, así lo afirma la Fundación Carmen Sánchez MX. Una de ellas es Zoé, mujer trans sobreviviente de este tipo de agresión ocurrida el 19 de octubre de 2021 en pleno Centro Histórico de Guadalajara.

Ha transcurrido ya un año y cinco meses desde el ataque con ácido y la carpeta de investigación en la Fiscalía de Jalisco continúa abierta, donde como la gran mayoría de los casos, su agresor no ha obtenido una sentencia porque, incluso, continúa prófugo de la justicia. Lamentablemente Zoé no solamente fue víctima del ataque de ácido y posteriormente de discriminación en el Hospital Santísima Trinidad.

Además, Zoé también vivió un acto de negligencia médica por parte de personal de la Cruz Verde, así lo relata Fascinación Jiménez, presidenta de Unión Diversa de Jalisco AC, cómo su familia en búsqueda de atención médica la trasladaron por sus medios a una de ellas, donde la dieron de alta poco después de revisarla y decidir que sus heridas no eran graves, esto a pesar de que una de las consecuencias del ataque fue la pérdida de una oreja.

Precisamente la organización Unión Diversa de Jalisco AC le brindó acompañamiento a Zoé y su familia, esto un par de días después de la agresión que sufrió. Fue alrededor del tercer día cuando debido al dolor y negligencia de la Cruz Verde que su familia en busca de ayudarla dio con el contacto de la asociación. Por lo que tras al menos tres días sin atención especializada, fue trasladada al Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, donde finalmente recibió un tratamiento a sus heridas ocasionadas por el ácido.

A consecuencia de la agresión tuvo que ser ingresada a quirófano hasta en cuatro ocasiones, cuenta Fascinación Jiménez:

“De primera mano fue un tema de negligencia – en la Cruz Verde- porque si la revisaron, la atendieron bien, sin embargo, no sé qué esperaban ver que fuera una urgencia mayor para poder actuar. Una vez que ella ingresa al Hospital Civil viejo, creo que tuvo tres o cuatro ingresos al quirófano, entonces estamos hablando de que ella necesitaba una atención especializada urgente y que si ella hubiera decidido sí denunciar, entonces también la Cruz Verde hubiera tenido una carga legal ante esta situación”.

La presidenta de Unión Diversa de Jalisco supone que esa habría sido la sanción ya que Zoé decidió no tomar acciones legales contra el hospital privado ni contra la Cruz Verde. Una decisión que fue respetada por la asociación, ya que además comprenden que vivir un ataque de ácido significa vivir múltiples daños, entre ellos psicológico. Más que nada conocen la burocracia y revictimización en las instituciones como lo son precisamente las fiscalías.

“Ella no quiso tomar cartas en el asunto en tema legal y es muy respetable esa decisión por parte de las víctimas, es algo que siempre se debe de respetar y hacer valer sin embargo, me atrevo a decir que por el evento tan traumático, yo creo que las víctimas en el momento no quieren este entrar en esto, porque aparte los trámites son burocráticos, desgastantes y traumáticos, hasta revictimizantes”, añade Fascinación.

La asociación civil hizo lo que estuvo en sus manos: levantó una queja por discriminación en contra del Hospital Santísima Trinidad ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), que a pesar de la demora fue favorable, por lo que tuvieron que capacitar a su personal en atención a población LGBTIQ+.

El Hospital Santísima Trinidad se excusó ante el CONAPRED que no se debió a un acto de discriminación, a pesar de que la familia de Zoé afirmó que decidieron no atenderla al no coincidir su documentación de identificación con ella. Aún así el hospital negó esta declaración y dijo negar la atención porque no tenían la capacidad de atender las heridas, una estrategia legal según interpreta Fascinación Jiménez.

“Creemos que esto es bastante grave por parte del hospital que le negaron la atención por un caso de discriminación y porque la víctima no quería, ni podía denunciar ese momento, ya que se encontraba entre quirófano y quirófano Si no tienen el equipo y no son capaces, lo que deben de tener es un protocolo para que se canalicen ese tipo de pacientes. Eso deberían de tener todos los hospitales, no nada más este hospital. En caso de que nieguen las acciones, estos negocios pueden llegar a ser clausurados, multados e incluso cerrados”.

Para Unión Diversa de Jalisco el caso de Zoé representa la poca capacidad con la que cuenta el Estado, específicamente en Jalisco, por atender estas agresiones perpetradas contra mujeres. Para Fascinación Jiménez esto evidencia una serie de negligencias por las que pasan las víctimas de ataques con ácido. Por ende, reconoce que el gobierno no cuenta profesionales especializados, tampoco sensibilizados en atender a personas en vulnerabilidad como lo es la población LGBTIQ+.

“No estamos hablando de cosas banales, estamos hablando de vidas humanas y las vidas de las chicas trans importan, que además son parte de la población LGBT más vulnerable, son las que viven mayores violencias, ellas tienen un promedio de vida de 35 años. Entonces creemos que están en un doble estado de vulnerabilidad por su identidad de género y por ser mujeres”, enfatiza.

Mural a la memoria y lucha de las mujeres que han sido atacadas con ácido. Fotografía: ZonaDocs

“Esta ley se queda corta”, reforman Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia

El pasado 14 de marzo diputadas y diputados del Congreso de Jalisco hicieron una serie de reformas a la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, esto con 34 votos a favor. Los resultados se traducen en penas de 2 a 15 años de prisión a personas que perpetúen ataques con ácido o cualquier otra sustancia corrosiva. Así como supone la regularización de venta de sustancias químicas corrosivas, cáusticas, tóxicas o inflamables.

Asimismo, afirmaron que en caso de involucrar una razón de género la pena por el ataque podría ser mayor, de hasta 20 años de prisión, e igualmente cuando el agresor tenga algún tipo de relación, ya sea de pareja, o cualquier, como laboral, consanguínea, familiar, etc. Durante la presentación de estas reformas fue mencionado justamente el caso de Zoé entre los casos que resaltan en Jalisco.

Y es que bajo este escenario el caso de Zoé, como mujer trans víctima de ataque de ácido, es que resulta importante relatar su vivencia. Así lo indica Fascinación Jimenez, quien desde su representación como presidenta de Unión Diversa de Jalisco, se posicionaron ante las reformas aprobadas por el Congreso de Jalisco, ya que no consideran suficientes para atender un problema como este, de tal magnitud.

“Ahora que salió esta reforma aquí en Jalisco sí creímos que se quedó corta, en el sentido de que es muy amplia la pena, o sea, creemos que dos años le pueden dar a un atacante y creemos que es súper leve. Porque un ataque de ácido es algo que busca dañar permanentemente, psicológicamente, físicamente, emocionalmente por siempre, que puede hacerte un daño tanto físico como puedes perder la vida”.

Lo más lamentable es que esta reforma no considera los ataques con ácido ni siquiera como un intento de feminicidio, un punto que para Fascinación debería contemplarse inicialmente para buscar la prevención del delito.

“Debería de ser de un delito que se abra como carpeta de intento de feminicidio y debería de ser grave, no entendemos porque la pena de dos años. Creemos que se quedó corta en ese sentido y que en torno a esta reforma también debería de haber otro tipo de acciones”, insiste.

Como lo fue en el caso de Zoé, para el resto de víctimas no ha habido una reparación integral del daño, sobre todo es necesario el acompañamiento integral a las víctimas, dado que no solamente es necesaria la atención médica, sino que sea especializada dadas las heridas que pueden ocasionar las diferentes sustancias químicas, y principalmente los estragos psicológicos, por lo que debería de brindarles atención psiquiátrica también, puntos que estas reformas no contemplan.

“Son daños que llevan tiempo, a veces se necesitan cirugías, asesoría psicológica, a veces incluso psiquiátrica porque hay secuelas en temas de ansiedad, de delirios de persecución. Es inmenso el tema, que no nada más es un parche, es un tema profundo”.

En México hay múltiples leyes, ahora reformas a estas, Centros de Justicia para la Mujer y demás instancias que atienden la violencia de género; sin embargo, para Fascinación Jiménez, ninguno de estos instrumentos es suficiente para atender la violencia machista y contra atacar al sistema patriarcal que más allá de atenderla, la acrecenta.

Por ello, es fundamental atender las diferentes violencias desde la prevención, es decir, el machismo. Porque para ella la cosificación de las mujeres es uno de los principales problemas por atender, que la integridad de las mujeres no valga, en dado caso, dos años de prisión como lo plantean en estas reformas.

 

 

Disparidad en datos oficiales de mujeres desaparecidas durante marzo

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Luis de La Cruz

Chilpancingo

 

Alondra Bautista García es originaria de Acapulco, tiene 17 años. Salió de su casa el 23 de marzo, no se tiene información de a dónde se dirigía, desde ese momento no se supo más de ella.

La denuncia la realizó la familia hasta el 1 de abril, a partir de ese momento se comenzó a compartir su ficha de búsqueda donde se leen todos estos datos.

Durante marzo, en Guerrero seis mujeres están reportadas como no localizadas, sus fichas de búsqueda continúan activas.

Alondra es una de ellas; por ser menor de edad, para su caso activaron la Alerta Ámber, en los otros casos fue la Alerta Violeta y el Protocolo Alba.

Maricruz García Margarito de 26 años, originaria de Cuanaxcatitlán, municipio de San Luis Acatlán, en la Costa Chica, estuvo no localizada por cuatro días.

Desapareció el 27 de marzo. Regresaba de su trabajo a las 21:30 horas en su camioneta, viajaba acompañada de su cuñada cuando en Yoloxóchitl, un Tsuru blanco, en el que viajaban tres hombres armados, se le atravesó y la obligaron a bajar de su vehículo.

Maricruz estuvo privada de su libertad, sus captores nunca se comunicaron con sus familiares ni les pidieron rescate.
El 31 de marzo hallaron el cadáver de Maricruz entre Yoloxóchitl y Arroyo Cumiapa.

Para la búsqueda de Maricruz, sus familiares, amigos y pobladores de Cuanaxcatitlán organizaron brigadas, a la par realizaban bloqueos para exigir a las hicieran su trabajo de búsqueda.

Los familiares de Maricruz recriminaron el lento actuar de las autoridades, aun cuando reportaron a tiempo su desaparición; incluso la ficha de búsqueda se activó dos días después.

De acuerdo con un registro realizado por Amapola, periodismo transgresor son tres menores de 17 años las que desaparecieron durante marzo. Una en Zihuatanejo, otra en Acapulco y otra en Chilpancingo.

El municipio que reportó más mujeres no localizadas fue Acapulco, con tres de las seis mujeres desaparecidas.

En total fueron 32 entre mujeres, niñas y adolescentes de las que se activó algún protocolo de búsqueda en el mes como la Alerta Violeta, Alerta Ámber y Protocolo Alba.

De esos 32 reportes seis continúan sin ser localizadas.

En el portal de la Fiscalía General del Estado (FGE), la información no está actualizada, maneja sólo dos fichas de búsqueda de marzo.

Los datos del recuento fueron tomados de la página de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP).

De acuerdo con Marina Reyna Aguilar, presidenta de la Asociación Guerrerense Contra la Violencia Hacia las Mujeres (AGCVIM), las autoridades no atienden la situación de violencia y vulnerabilidad que viven las mujeres.

«Vale la pena hacer un llamado a las autoridades. No hay una respuesta y dejan que cada quien haga lo que quiera y como pueda», comentó.

 

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