Ser o no ser… mujer

¿De qué hablamos cuando decimos que se cosifican los cuerpos de las mujeres? A través de un collage mujeres cis y trans, trabajadoras sexuales, hicieron el ejercicio de responder qué significa ser mujer, de quién lo aprendieron, y cómo impacta eso en su trabajo


 

Texto: Maria Ruiz / Pie de Página 

Ilustración: Inimisqui 

Collages: Trabajos sexuales

24 de febrero de 2022

 

¿Para tí qué es ser mujer? Estaría bueno que lo pregunten”, me dijo Elvira Madrigal, fundadora de Brigada Callejera, en mayo de 2021, durante un encuentro que el equipo de Pie de Página tuvo con organizaciones que defienden y cuidan los derechos de las trabajadoras sexuales.

La pregunta surgió de una actividad en la que intercambiamos los roles: las reporteras dejamos de preguntar y fuimos entrevistadas por las trabajadoras sexuales.

Al ser parte de una generación que pugna por replantear las identidades de género que nos han impuesto, no pude responder la pregunta de Elvira, quien ahora me explica por qué es importante hacerlo: 7 de cada 10 personas que ejercen el trabajo sexual son mujeres.

De ellas, la mayoría son madres solteras que, además de cuidar a sus hijos, pueden tener bajo su cargo a algún otro familiar.

“Son guerreras, son cuidadoras. Ser mujer es ser bien pesada”, dice Elvira, al referirse a la fortaleza de sus compañeras.

Pero también  aclara: “hay que dejar de vernos como máquinas de retribución”.

* * *

¿Qué significa ser mujer? Intentar responder a esa pregunta en un país como México, donde cada día matan a 10 mujeres, dice Elvira, es complejo.

Mucho más difícil es hacerlo en una época en la que lo femenino, como construcción de género, está siendo cuestionado por los distintos movimientos feministas y por las diferentes luchas identitarias.

Discutirlo abona a la búsqueda de la autonomía que por años han peleado las trabajadoras sexuales, quienes argumentan que la explotación del cuerpo que hay en esa actividad es la misma que viven otras trabajadoras, como las jornaleras, y que si se criminaliza el trabajo sexual es por un asunto de moral sobre las prácticas sexuales.

Aunque el problema no es tan sencillo: en el trabajo sexual también se explota la idea de lo femenino como una forma de dominación. Pero, ¿qué significa eso?

Mujeres cis y trans -integrantes de las comunidades de Brigada Callejera, AMETS y La Casa Hogar Paola Buenrostro- hicieron el ejercicio de responder tres preguntas –¿Qué significa para ti ser mujer?, ¿de quién aprendiste a ser mujer?, ¿cómo impacta ser mujer en tu trabajo?– a través de un collage de imágenes que sacaron de revistas o de internet.

Este trabajo es el resultado de ese ejercicio

Anahí y Yaz, AMETS

 

“Una foto mía de bebé, una foto mía de hace unos años y una flor; me siento conectada con el medio ambiente, con el cuidado a mí misma y con cómo me veo”

Respondiendo a ¿de quién aprendí a ser mujer? De mi mamá y de las mujeres de mi entorno. Las personas que me criaron me enseñaron a tener mucho tacto por la naturaleza y sentirme parte de. Escogí esta imagen del «Codex Seraphinianus» que siento me representa.

Ser mujer es un acto de resistencia en este país. Ahorita por todas las olas de feminismos y por la academia se piensa que ya es muy fácil ser mujer cuando en realidad, en la calle, hay mucha discriminación.

Apenas leí la Teoría King Kong de Virginie Despentes donde habla de qué es ser mujer y cómo nos piden cumplir, como si fuera obligatorio, con ciertos estándares. Verte de cierta forma, etc. Entonces, encontrar nuestras propias formas de ser mujer y de ser nosotras mismas es un acto de resistencia. Muchas veces por eso te matan, por no ser a partir del deber ser, sobretodo siendo trabajadora sexual. Pero más allá de ser trabajadora sexual, porque también en el mundo del trabajo sexual hay distintos tipos de ser mujer, hay a quienes les gusta acatarse a ciertas formas de ser mujer y hay a quienes nos gusta hacer lo contrario, jugar con eso.

-Anahí

***

“Así ha sido mi pasarela del trabajo sexual, iniciar siendo puta y verme indudablemente femenina a evolucionar a alguien que se percibe más masculino pero sigue portando ropas femeninas”

Ser mujer lo siento como imposición, como algo que se da por hecho que me voy a identificar con eso, no tanto algo con lo que forzosamente yo esté representada. A veces puedo jugar con ello pero lo relaciono más con jugar con la feminidad que jugar a ser mujer.

Creo que mi trabajo se relaciona mucho con ser mujer más que el ser mujer con mi trabajo porque yo empecé a crear una construcción del ser mujer más por mi trabajo que en mi cotidianidad. Antes de ser trabajadora sexual no tenía tan presente que debía verme femenina, a partir del trabajo empecé a crear este imaginario de que yo era una mujer que usa vestidos o tacones y demás. Pero al mismo tiempo si no hubiera pasado no me lo estaría cuestionando. Escogí las imágenes del collage para reflejar la evolución y mi sentir más actual, que así ha sido mi pasarela del trabajo sexual, que es de alguien que se percibe más masculino pero sigue portando ropas femeninas.

Siento que así ha sido mi pasarela del trabajo sexual, iniciar siendo puta y verme indudablemente femenina a evolucionar a alguien que se percibe más masculino pero sigue portando ropas femeninas”.

Claudia y Gabriela, Brigada Callejera

 

“Escogí las imágenes porque yo soy muy vanidosa, muy glamurosa, me gusta andar arreglada y me alegro para mí. Trabaje o no trabaje siempre he pensado que arreglarme es para mí, no para los demás. El amor propio me ha enseñado que todas las cosas las hago para mí, no para los demás”.

Ser mujer es una lucha constante por no ser discriminada en ningún ámbito de la vida. Es ser guerrera, ser una luchadora del hogar todos los días, no nada más en la calle.

Aprendí a ser mujer de mi abuelita, aprendí a luchar y a ser mujer no significa nada más quedarse en casa y tener un marido. Que es bueno trabajar por lo que quieres, que una madre siempre saca adelante a sus hijos de la manera que ella puede, así sea vendiendo su cuerpo. Una mujer sabe luchar, no se queda esperando a que le den las cosas, una mujer trabaja, hace todo por estar bien.

-Gabriela

«Creo que de muchas maneras, nos denigran, hay mucha discriminación, nos denigran como mujeres, inclusive nos dicen que no valemos nada cuando valemos lo mismo».

Ser mujer lo es todo, es ser libre, luchadora, guerrera por tus sueños, por lo económico para salir adelante, tanto la belleza interior como la exterior, nos define lo que traemos dentro, los sentimientos, ser respetuosa, amable. Han pasado cosas en mi vida que me han hecho querer ser alguien, salir adelante, me puse estudiar porque quisiera superarme. Por quedar embarazada trunqué muchas cosas pero ahora que mis hijos hicieron su vida estoy estudiando. Va una aprendiendo de tu mamá, de tu abuelita, de las maestras, de todas ellas va una aprendiendo a ser mujer. De mi mamá se me quedó su carácter, siempre ir hacia adelante a pesar de los obstáculos.

-Claudia

Antonela y Talía, Casa Hogar Paola Buenrostro

 

«He decidido vivir mi vida como soy y como me gusta a mí, por eso usé para el collage fotos mías»

Yo quise representar el arte, los dibujos que hago, porque me encanta pintar y es lo que me hace vivir como mujer trans.

Me encantan las siluetas fem buenas y trato de demostrarlo en cada dibujo que hago.

Crecí con mi mamá, fue la que me enseñó a luchar por mis  sueños, aprendí a ser mujer de ella, como se vestía, cómo se maquillaba. También he aprendido de mis hermanas de la Casa Hogar Paola Buenrostro, son parte de mi crecimiento como mujer trans. De ellas he aprendido a ser fuerte, a ser una guerrera y que a pesar de que mis problemas sean muy grandes, sobrellevarlos y enfrentarlos, enfrentar la transfobia que hay afuera.

Me gusta el feminismo, me gusta defender mis derechos, ir a marchas a protestar y no quedarme callada porque para eso tenemos una boca y manos para protestar por los derechos que aún nos faltan. Por eso puse las fotos que me han tomado en las marchas, me quise enfocar más en mi porque veo muchos cambios tanto emocionales como físicos en este último año de mi transición. Aceptarme tal como soy me ha costado muchísimo pero al final me he encontrado a mí misma, me he amado y me siento segura con mi cuerpo porque es el que llevaré toda la vida. Los estereotipos de la gente no me hacen bien. He decidido vivir mi vida como soy y como me gusta a mi, por eso usé para el collage fotos  mías.

-Antonela

Ser mujer para mí es ser trabajadora, como mi mamá. Ella siempre se dedicó a lo que es el comercio. Mi mamá influyó mucho en mí, me enseñó a ser independiente, nos enseñó la cultura de la cocina.

-Talía

 

*Esta nota fue realizada por Pie de Página, medio aliado de la Red de Periodists de a Pie. Aquí puedes leer la original.

María, la niña me’ phaa a quien la Secretaría de Salud intentó convencer de no abortar

Viridiana Gutiérrez Sotelo, coordinadora del Observatorio Ciudadano de la Violencia hacia las Mujeres de Guerrero y promotora de la segunda Alerta de Violencia de Género por agravio comparado, documentó en 2021 por lo menos ocho casos en cuatro hospitales donde se negaron a interrumpir el embarazo a niñas, adolescentes y mujeres que fueron violadas


Texto: Arturo de Dios Palma

Fotografía: Oscar Guerrero

21 de febrero del 2022

Chilpancingo

 

La nombraremos María. Es una niña de nueve años que el 14 de febrero llegó junto con una familiar al hospital general de Chilpancingo, Raymundo Abarca Alarcón, a solicitar la interrupción del embarazo.

María fue violada.

La solicitud la hicieron conforme al artículo 159 del Código Penal del estado: con una denuncia penal por el delito de violación sexual y con la autorización expresa del Ministerio Público para la interrupción.

En el hospital se negaron, incluso, intentaron convencerla para que lo continuará. El caso trascendió a los medios de comunicación y obligó a que las autoridades de Guerrero reconsiderar la negativa.

Tres días después, en otro hospital, el de la Madre y el Niño Guerrerense, le interrumpieron el embarazo a María.

Este caso no es el único, en los hospitales de Guerrero es constante la resistencia por interrumpir embarazos productos de violación sexual.

Viridiana Gutiérrez Sotelo, coordinadora del Observatorio Ciudadano de la Violencia hacia las Mujeres de Guerrero y promotora de la segunda Alerta de Violencia de Género por agravio comparado, documentó en 2021 por lo menos ocho casos en cuatro hospitales donde se negaron a interrumpir el embarazo a niñas, adolescentes y mujeres que fueron violadas.

Gutiérrez Sotelo hace el recuento. En julio, al hospital de Chilpancingo llegó una joven me’phaa que fue violada sexualmente para solicitar la interrupción del embarazo y se lo negaron. Le dieron largas hasta que una médica, por su cuenta, le dio una pastilla.

Dos meses después, al hospital de Iguala llegó una niña de 14 años embarazada. Fue violada y presentó su denuncia ante el MP, sin embargo, personal del DIF municipal la convenció para que continuará con el embarazo.

En octubre, en Ayutla, una adolescente de 17 años solicitó la interrupción del embarazo, tras haber sido violada por su novio. En el hospital de ese municipio le negaron el servicio y organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres la acompañaron a la Ciudad de México a practicarse el aborto.

Ese mismo mes, llegó una niña de 13 años al hospital de Chilpancingo, después de que le negaran la interrupción del embarazo en un centro de salud en el municipio de Juan R. Escudero. Hubo resistencia y después de días, por la presión de organizaciones, accedieron a practicar el aborto.

En noviembre, una niña de 13 años que fue violada por su hermanastro, llegó al hospital de Taxco con la denuncia y la autorización del MP para la interrupción del embarazo. Se lo negaron. Al final accedieron, pero la enviaron a un centro de salud.

“Accedieron porque intervenimos, pero con mucha violencia. El director la envió al centro de salud a tomar el medicamento pues no quería que mancharan su hospital”, recuerda Gutiérrez Sotelo.

En diciembre, una mujer de 30 años con discapacidad cognitiva, solicitó la interrupción del embarazo en el hospital de Iguala. Fue violada por un vecino, un hombre de 70 años. Se lo negaron pero por la intervención de organizaciones practicaron el aborto.

La resistencia no sólo es del sector salud, en los MP también. Gutiérrez Sotelo recuerda el caso de una chica que a los 16 años fue violada por el amigo de su hermano en el municipio de Ometepec.

La chica decidió abortar y junto con sus padres y Viridiana, asistieron al MP a denunciar y a obtener la autorización para la interrupción del embarazo.

La agente trató de convencerla y después puso muchos obstáculos, incluso, ofreció adoptar al niño si decidía tenerlo, luego la hostigó. La amenazó con encarcelarla si descubría que no fue violada. Al final autorizó la interrupción pero envió patrullas al domicilio de la joven hasta que le practicaron el aborto.

En Guerrero se han declarado dos Alertas de Violencia de Género, la segunda por agravio comparado, que ordena homologar el Código Penal con la Norma 046 para garantizar que niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violación sexual accedan a la interrupción del embarazo sin interponer una denuncia penal y, menos, tener la autorización de un MP.

Hace un mes, en el Congreso local diputadas de Morena presentaron una iniciativa para despenalizar el aborto. Es la tercera en la última década.

Como en las otras dos iniciativas, hay resistencia de diputados y grupos religiosos para que se despanalice el aborto, pero de igual forma existe la exigencia para que se legisle.

A días de la nueva iniciativa, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) llamó al Congreso de Guerrero a que modifique el Código Penal para despenalizar la interrupción del embarazo durante las primeras 12 semanas de gestación.

“En el tema de la interrupción legal del embarazo, el Estado mexicano tiene diversas observaciones de organismos internacionales que lo han instado a armonizar su marco jurídico a nivel nacional y subnacional conforme a los más altos estándares internacionales de los derechos humanos de las mujeres y con los que México se ha comprometido” dijo Inmujeres.

El caso de María hizo que volviera el tema de la despenalización del aborto al Congreso y mostró el nivel del debate. La diputada del PRI, Julieta Fernández Márquez dijo:

“Entonces no sabemos exactamente qué fue lo que le sucedió a esta niña, pero creo que esta historia es desgraciadamente el caso de muchas otras niñas que empiezan su vida sexual y reproductiva a los 10 años y que definitivamente por causa de violación o por causa de que así acostumbran en usos y costumbres, a casarse a muy temprana edad o a juntarse a muy temprana edad, y que tienen más de siete hijos por mujer”.

La primera vez que María y su familia solicitaron la interrupción del embarazo fue en el hospital básico comunitario de su pueblo ubicado en un recodo de la Montaña de Guerrero, de donde la remitieron directamente a Chilpancingo.

El hospital de su pueblo apenas cuenta con lo esencial; no tiene la infraestructura ni el personal especializado para atender un caso como el de María: una niña de nueve años, con pérdida de peso y de alto riesgo.

Eso no sólo ocurre en el pueblo de María sino en toda la Montaña, ninguno de los siete hospitales básicos ni el general de Tlapa tienen la infraestructura, ni cuentan con personal especializado.

En esta región, no sólo se trata de la resistencia permanente del personal médico por interrumpir el embarazo, el problema es estructural: son tantas carencias que no permiten hacerlo de forma segura.

Neil Arias Vitinio es abogada del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan. Atiende cotidianamente a niñas, adolescentes y mujeres que sufren las diversas violencias a las que son sometidas en la Montaña: los matrimonios forzados, las violaciones sexuales y la más extrema, el feminicidio.

Arias Vitinio ha acompañado varios casos de niñas y adolescentes que fueron violadas y que intentaron interrumpir el embarazo pero se toparon con las carencias de los hospitales, la negligencia en los MP y la asfixiante impunidad.

“Las autoridades de salud y los ministerios públicos no están a la altura para atender este tipo de casos y lo único que pasa es que ponen en riesgo la vida de estas niñas”, dice Arias Vitinio.

Estos son cuatro de los casos que ha documentado Arias Vitinio.

Hace dos años, una niña de 13 años de un pueblo de Cochoapa El Grande fue violada sexualmente por su cuñado, el esposo de su hermana. Cuando la niña tenía cinco meses de embarazo solicitó la interrupción.

Por el tiempo, superaba las 12 semanas que marca el Código Penal del estado para interrumpir el embarazo pero sobre todo por el riesgo, Tlachinollan pidió la intervención de la organización Católicas por el derecho a decidir para que la interrupción se practicará en la Ciudad de México.

“Esa vez nos pareció que por el riesgo que corría la niña era mejor que se lo hiciera en la Ciudad de México donde hay una atención más especializada, acá en la Montaña no hay forma”, explica la abogada.

Arias Vitinio fue testigo directo de la resistencia que existe también en los MP. Hace unos tres años acompañó a dos jóvenes a presentar la denuncia por violación y la autorización para la interrupción del embarazo.

El primer caso fue el de una joven que fue violada por el chofer de una camioneta cuando viajaba hacia el municipio de Alcozauca. Le dieron la autorización un mes después, es decir el embarazo avanzó cuatro semanas.

Cuando llegó al hospital hubo resistencia del personal médico.

“La atendieron porque hicimos un escrito explicando que está la Norma 046 para atender a las mujeres en estos casos de violación”, dice.

Al final aceptaron pero se toparon con la precaria condición de los hospitales de la Montaña: la joven tuvo que pagar, en clínicas particulares, los ultrasonidos porque le exigían dar con exactitud el tiempo de gestación. Luego le informaron que la interrupción la haría un médico general, porque no contaban con un ginecólogo. Tampoco recibió atención psicológica, ni de prevención para evitar una enfermedad de trasmisión sexual. Nada.

Arias Vitinio también acompañó a otra mujer que fue violada mientras iba a trabajar al campo en el municipio de Atlixtac. Interpuso la denuncia penal pero el MP tardó dos meses para autorizar la interrupción del embarazo.

“En este caso la mujer decidió seguir con el embarazo, cuando le entregaron la autorización ya había pasado el plazo y ya había gastado mucho en tanta vuelta”, dice la abogada.

Arias Vitinio documentó otro caso: en 2020 en un pueblo de Acatepec una niña de 12 años fue violada sexualmente por un hombre de 42. Era su vecino. La familia se enteró hasta que el embarazo fue evidente: tenía cinco meses.

El vecino amenazó a la niña, le advirtió que si decía algo asesinaría a su mamá y a su papá. La menor guardó silencio hasta que su vientre se lo permitió.

A este hombre, quien era un funcionario público municipal en ese momento, la familia lo denunció penalmente por la violación. En ese caso no ha pasado nada: el agresor está libre y la niña, ahora de 14 años, es madre.

“A la familia se le informó sobre la interrupción del embarazo, pero no quisieron, nos dijeron que no podían hacerlo por sus creencias: ‘somos pobres pero podremos sacarla adelante’”, explica.

 

Un picnic feminista para desmitificar el amor romántico

En el marco del 14 de febrero, la colectiva Vallarta Fem en Puerto Vallarta, Jalisco convocó a un picnic-conversatorio para desmitificar el amor romántico. Esta actividad separatista y abierta a mujeres de todas las edades buscó ser un espacio de confianza para que compartieran sus pensamientos ante una fecha atravesada por el sistema patriarcal.

En México al menos 44 de cada 100 mujeres han recibido algún tipo de agresión por parte de su pareja.


 

Texto y Foto: Leslie Zepeda / Zona Docs

14 de febrero de 2022

 

Sentadas sobre la arena y convocadas por la colectiva Vallarta Fem, un grupo de mujeres jóvenes reflexionaron este sábado sobre la idea del amor romántico a propósito del 14 de febrero, fecha popularmente conocida como el Día del amor y la amistad en México. Decidieron abrir este espacio a modo de un picnic-conversatorio para que las asistentes tuvieran la oportunidad de compartir, discutir y desmitificar en confianza las nociones que por años les han sido socialmente impuestas alrededor del amor de pareja.

Perla Fonseca, integrante de la colectiva, fue la encargada de guiar la conversación:

“El amor romántico son creencias que se nos han impuesto con el paso del tiempo, a través de los medios de comunicación e, incluso, se transfieren de generación en generación. Estas ideas que nos dicen “cómo debe ser el amor” terminan por llevarnos a enfrentar y experimentar una serie de violencias a lo largo de nuestras vidas” destacó la feminista.

 

 

Tanto las asistentes como las organizadoras coincidieron en que “el tema va más allá de una desilusión sobre lo que los medios de comunicación les enseñaron a las mujeres sobre el amor y las relaciones de pareja que mantienen”, puesto que, señalaron que su exaltación ha llevado a normalizar distintas formas de violencia que se experimentan en noviazgos o matrimonios:

“El amor romántico es parte de la cultura patriarcal, por lo que puede terminar en agresiones físicas y emocionales, entre otras” advirtieron.

Y es que, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) alrededor de 19 millones de mujeres han vivido violencia de pareja, actual o pasada, lo que representa el 48.2% de esta población en todo el país.

Mientras tanto, en Jalisco, la violencia dentro de las relaciones de pareja y cometida en contra de las mujeres quedó evidenciada en las 68 llamadas de auxilio diarias que fueron recibidas al 911, durante el 2020. A nivel nacional fueron contabilizadas cerca de 18 mil 482 llamadas, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Para Perla, estas violencias dentro de la pareja están atravesadas por mitos y construcciones que dificultan a las personas identificar y romper con patrones socialmente aceptados y convenidos bajo la engañosa idea del amor, como los celos o la “media naranja”: “es difícil detectarlo por lo mismo que ha pasado de generación en generación, está todo normalizado en nuestra sociedad, en nuestra cultura. Puedes engañarte con que así es el amor” dijo.

 

 

Aprovechó la oportunidad para manifestar que, nombrarse mujeres feministas, no significa que “no quieran recibir afecto o que no estén interesadas en mantener una relación de pareja”, sino que, por el contrario, desde posicionamiento apuestan por relaciones humanas y personales donde se sientan seguras, libres y en confianza.

A decir de la fundadora de Vallarta Fem, Herova Olmos, este picnic buscó resignificar el 14 de febrero para las mujeres o, al menos, para las que tienen en su entorno más cercano en Puerto Vallarta. En especial, advirtió que esto resulta necesario, pues en este municipio al interior de Jalisco hacen falta espacios de confianza donde las mujeres puedan compartir sus experiencias de vida y de violencia, ya que “muchas veces les hacen sentir que “están locas” cuando en realidad han sido víctimas de estas violencias”:

“Se trata de ver todas esas mentiras que nos han dicho a lo largo de nuestras vidas sobre cómo debe de ser una relación de amor y que muchas de estas mentiras nos hacen caer en círculos o dinámicas de violencia, de agresión hacia nosotras en las que obviamente perdemos el amor propio que nos dejan inmersas en relaciones abusivas.”

 

Finalmente, desde la colectiva aprovecharon para anunciar que llevarán a cabo distintas actividades en el marco del Día Internacional de la Mujer. Según informaron el 5 de marzo realizarán la tercera edición de la “Feria Sorora”, una actividad para mujeres emprendedoras de la región, donde además habrá talleres impartidos desde la perspectiva feminista, como: defensa personal, amor propio, tipos de violencia de género y cómo identificarla.

A la par de esta actividad, el día 8 de marzo convocarán a una marcha en contra de la violencia feminicida y machista que viven las mujeres en Puerto Vallarta.

“Soy visible”: una convocatoria para visibilizar y nombrar a mujeres, jóvenes y niñas tonaltecas

La colectiva Mujeres Visibles invita a mujeres, jóvenes, niñas y agrupaciones sociales de mujeres tonaltecas a participar en la convocatoria “Soy visible”, la cual tiene como propósito reconocer y nombrar a mujeres destacadas que residen en el municipio de Tonalá, Jalisco.


 

Texto: Aletse Torres Flores / ZonaDocs

7 de febrero de 2022

 

Mujeres Visibles es el nombre de la colectiva integrada por cuatro mujeres tonaltecas: Sonia, Natalie, Dalia y Arlette. Cada una, desde su trinchera, se unen para visibilizar a las mujeres del municipio de Tonalá desde lo que son, desde lo que aspiran y desde lo que aportan a la sociedad.

Por ello, el pasado 29 de enero lanzaron la convocatoria “Soy visible” en la que invitan a todas las mujeres, niñas, jóvenes y agrupaciones sociales de Tonalá a participar en alguna de sus 11 categorías:

  • Artesana visible.
  • Emprendedora visible.
  • Colectiva visible.
  • Originaria visible.
  • Diversa visible.
  • Niña visible.
  • Tastoana visible.
  • Creadora visible.
  • Científica visible
  • Profesionista o de oficio visible
  • Mujer visible.

Natalie indicó que cada una de las categorías fue pensada en las mujeres que integran sus círculos, pero también, en aquellas que no, con la intención de descubrir a todas las que “están fuera de sus ojos”. Así, la iniciativa pretende reconocer a las mujeres más destacadas de cada categoría.

Las integrantes de la colectiva explican que no se trata de una competencia, sino de un esfuerzo por dar visibilidad a todas las mujeres talentosas que habitan en esta ciudad y que deseen postularse para representar cada categoría.

En sus planes está que el evento se realice cada año para que todas las mujeres, jóvenes y niñas tonaltecas sean “visibles” a través de la convocatoria. Incluso, buscarán integrar nuevas categorías que sumen a nombrar a cada una de las distintas expresiones del ser mujer.

En ese sentido, Dalia manifiesta la importancia de tomar los espacios para nombrar a todas las mujeres diversas y exitosas, por ejemplo, a aquellas que defienden las tradiciones y a quienes están dentro del campo de la ciencia, porque “cada una a su manera representa una parte de Tonalá”.

Esperan que este evento haga crecer sus redes de apoyo y, a su vez, se logren generar espacios seguros y públicos que den cuenta del trabajo que diariamente realizan todas las mujeres en su ciudad.

En caso de que deseen participar o nominar a una “mujer visible” del municipio, se debe enviar un correo a: colectiva.mujeresvisibles@gmail.com anexando lo siguiente:

  1. Nombre completo
  2. Edad
  3. Colonia
  4. Teléfono personal y algún extra de localización.
  5. Carta libre en donde expresen sus motivos para participar en alguna de las categorías. Anexar evidencias solicitadas según la categoría a participar.
  6. Una breve semblanza de su desempeño e historia según su categoría.

La convocatoria cierra el 20 de febrero y el reconocimiento será entregado la ceremonia del día 5 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer y del 2do aniversario de la Colectiva Mujeres Visibles.

Pide Inmujeres a Congreso que apruebe despenalización del aborto

La iniciativa para despenalizar el aborto que presentaron las legisladoras de Morena, incorpora recomendaciones de tratados internacionales y los resolutivos históricos emitidos por la Corte sobre la descriminalización del aborto y el derecho a decidir


Texto: Jesús Guerrero

Fotografía: Oscar Guerrero 

18 de enero del 2022

Chilpancingo

 

El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) pide al Congreso de Guerrero que apruebe la iniciativa de modificaciones al Código Penal para despenalizar la interrupción del embarazo durante las 12 primeras semanas de gestación.

Esta iniciativa que fue presentada el pasado 12 de enero por las legisladoras morenistas Nora Velázquez, Gloria Citlali Calixto y Beatriz Mojica Morga se encuentra en trámite legislativo en las comisiones de justicia y salud.

Mediante un comunicado, el Inmujeres, recuerda que la penalización del aborto no evita su práctica y mujeres, adolescentes, niñas y personas con capacidad para gestar quedan expuestas a realizar procedimientos inseguros, antihigiénicos y riesgosos que ponen en peligro su vida y vulneran sus derechos sexuales y reproductivos, así como el derecho a decidir sobre su cuerpo.

Menciona que, en el tema de la interrupción legal del embarazo, el Estado mexicano tiene diversas observaciones de organismos internacionales que lo han instado a armonizar su marco jurídico a nivel nacional y subnacional conforme a los más altos estándares internacionales de los derechos humanos de las mujeres y con los que México se ha comprometido.

El Inmujeres expone que la iniciativa para despenalizar el aborto que presentaron las legisladoras de Morena, incorpora recomendaciones de tratados internacionales y los resolutivos históricos emitidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la descriminalización del aborto y el derecho a decidir.

Dicha iniciativa de decreto da elementos para cumplir con las recomendaciones dadas al estado de Guerrero en el marco de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres por agravio comparado.

Menciona que en Guerrero todavía es una de las pocas entidades del país en el que las mujeres, adolescentes o niñas víctimas de violación deben tener autorización del Ministerio Público para interrumpir el embarazo.

Además de que este documento contempla como excluyente de responsabilidad penal el aborto por violación, así como inseminación artificial no consentida, riesgo de salud, alteración genética y por abortos espontáneos o accidentales y mantiene como delito el aborto forzado sin la voluntad de la mujer o persona gestante, dice el Inmujeres.

Esta iniciativa presentada por las tres legisladoras de Morena ha provocado protestas de los grupos religiosos que se han pronunciado en contra de que el Congreso la apruebe.

La legisladora local del PRI, Julieta Fernández, encabezó una protesta frente al Congreso local de un grupo católicos entre ellos el Provida y del Grupo Interreligioso de Guerrero exigiendo que no se apruebe la despenalización del aborto.

Según la diputada priísta en el Congreso hay asuntos más importantes en la agenda legislativa que impulsar estas adecuaciones al Código Penal de Guerrero que permite la despenalización del aborto.

También grupos activistas que han luchado por los derechos de las mujeres se manifestado a favor de esta iniciativa.

 

Asesinan a ex líder juvenil del PAN en Guerrero

Janelle habría recibido un golpe en la nunca y otros más en diferentes partes de su cuerpo, de acuerdo a lo informado por sus familiares luego de recibir el reporte del personal del Servicio Médico Forense y de agentes del Ministerio Público del Fuero Común


 

Texto: Jesús Guerrero

Foto: Facebook

17 de enero del 2022

Chilpancingo

 

La ex líder juvenil del comité estatal del PAN en Guerrero, Janelle Millán Laguna, fue hallada muerta en la carretera federal Taxco-Cuernavaca, por lo que sus familiares exigen a la fiscal General del estado Sandra Luz Valdovinos realice las investigaciones porque presumen que fue un asesinato.

La panista quien se había retirado de la actividad política y se dedicaba a atender un negocio particular en Taxco, habría recibido un golpe en la nunca y otros más en diferentes partes de su cuerpo, de acuerdo a lo informado por sus familiares luego de recibir el reporte del personal del Servicio Médico Forense y de agentes del Ministerio Público del Fuero Común.

Janelle Millán quien tenía 41 años habría viajado a la ciudad de Cuernavaca el sábado pasado para visitar a su hermana.

Durante la noche el cuerpo de la ex líder juvenil panista fue hallado en la carretera federal Taxco-Cuernavaca a la altura de las comunidades de Rancho Viejo y Zacapalco.

«Ya nos dio un informe el agente del Ministerio Público a quien le solicitamos que se realice una investigación y en las próximas horas pediremos mayores explicaciones al representante social», declaró uno de los familiares de la panista que pidió que su nombre se omitiera por razones de seguridad.

Janelle Millán fungió como secretaria Juvenil del Comité Estatal del PAN en el período 2005-2007 cuando el presidente era Cornelio García.

Lo último que se supo de Janelle es de que viajó en un taxi para trasladarse a Cuernavaca para visitar a su hermana.

«No sabemos si ella ya regresaba de Cuernavaca o iba para allá el sábado por la noche cuando fue hallada muerta», agregó un familiar de Janelle.

Los restos de Janelle serán sepultados este martes.

La Fiscalía General de Guerrero no ha dado a conocer algún reporte de los hechos.

 

Aprueban presupuesto para mujeres, y luego recortan: hubo 4 mil mdp menos para igualdad en 2020

Un análisis de la Cuenta Pública ha detectado que los recortes son una constante; organizaciones urgen a revisar presupuestos para disminuir las brechas de desigualdad.


Texto: Nayeli Roldán / Animal Político

Fotografía: José Luis de la Cruz / Archivo

11 de enero de 2011

 

Aunque la Cámara de Diputados aprobó en 2020 un presupuesto de 104 mil millones de pesos para el Anexo 13, el apartado presupuestal que financia los programas para lograr la igualdad entre mujeres y hombres, la Secretaría de Hacienda le recortó 4 mil 152 millones de pesos.

Eso impactó en sectores como Salud, que tuvo 12% menos presupuesto, y entre los nueve programas dirigidos a mujeres que opera, por ejemplo, “Salud materna, sexual y reproductiva” tenía 2 mil 44 millones de pesos de presupuesto etiquetado, pero solo pudo ocupar mil 611 millones de pesos.

Además, también han desaparecido programas dirigidos exclusivamente a disminuir la brecha de desigualdad de género, entre 2018 y 2021, entre los que se encuentran el Programa de Fomento a la Economía Social, de Coinversión Social, o la sustitución de subsidiar los lugares de cuidado como las estancias infantiles por un programa de entrega directa de dinero que operaba la Secretaría de Bienestar, o la partida para investigar delitos relacionados con delincuencia organizada que ejercía la Fiscalía General de la República.

Los presupuestos, afirma la investigadora feminista de la UNAM, Patricia Rodríguez, significa la pauta económica de un gobierno. “Si un presupuesto tiene o presume de perspectiva de género tiene que visualizarse claramente en cómo está integrado, estructurado, definido”.

Por eso es que la construcción y aplicación del presupuesto es la definición de las prioridades para una administración. “Si por ejemplo, Hacienda dará 13 mil millones de dólares para salvar a Pemex que en cuanto a la producción es pésima y ha tenido pérdidas, ahí se ve claramente el reflejo de la política económica, claramente”, dice Rodríguez, investigadora del Instituto de Investigaciones de la UNAM.

La alianza Aliada, integrada por CEJIL, Colectiva Ciudad y Género, Equality Now, MIDI y Raíces, sostienen que ha hecho el análisis de la Cuenta Pública y ha detectado que los recortes son una constante, hacen un llamado a que el Anexo 13 “cumpla con el objetivo de ser presupuestos para disminuir las brechas de desigualdad y es necesario contar mecanismo para dar seguimiento al presupuesto”.


Guerrero, el más atrasado en legislación para erradicar la violencia contra mujeres y niñas: ONU mujeres


Por ello es que proponen la instalación de “mesas interinstitucionales”  porque “en este contexto de emergencia que enfrentamos por el recrudecimiento de la violencia hacia las mujeres, el aumento de feminicidios, se considera imperativo una revisión urgente de los programas presupuestarios que se incluyen en el Anexo 13 y otros que no están contenidos en él, pero que son fundamentales para garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencias”.

Otros de los recortes estuvieron en “las entidades no sectorizadas” que tienen partidas específicas de género como en el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, el Instituto Nacional de las Mujeres, y que tuvieron 57%, pues de mil 356 millones de pesos de presupuesto aprobado, solo tuvo a disposición 581 millones de pesos.

La Secretaría de Economía tenía mil 926 millones de pesos, pero le recortaron 466 millones, es decir, 35% de su presupuesto, que solo opera el programa de “Apoyo al emprendedor”.

Elsa Conde, integrante de Mujeres Impulsando la Igualdad (MIDI) explica que esto se trata de un “desfinanciamiento” de la política de igualdad entre mujeres y hombres que ha sido paulatino, no solo en el actual sexenio, pero “con este último gobierno lo que vemos es que, además del desfinanciamiento se suma el desmantelamiento de las instituciones”.

Esto debido a que el 31 de diciembre de 2021, el presidente eliminó por decreto el Instituto de Desarrollo Social (Indesol) pero sin tener la certeza de cómo funcionará el principal programa que tenía a cargo llamado Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF), dedicado a financiar las unidades estatales para atender a las mujeres víctimas de violencia en los estados, y el financiamiento a refugios, en un país donde ocurren 11 feminicidios cada día.

Además, no solo hay recortes en años previos, sino que los incrementos presupuestales para 2022 son mínimos, pues la mayoría oscilan entre 3.42% y 3.78%, prácticamente se trata de la inflación calculada en 3.4%. Por ejemplo, el Programa para promover la atención y prevención de la violencia contra las mujeres, que opera la Secretaría de Gobernación, tendrá 146 millones, un aumento de 3.42%, o sea, solo la inflación y el Programa de Salud materna, sexual y reproductiva tendrá 2 mil 26 millones de pesos, un incremento de 3.78%.

Aunque el Anexo 13 registró un aumento presupuestal histórico, con 75% más recursos para 2022, el aumento está concentrado en los programas sociales prioritarios de esta administración, pues 89% del presupuesto irá a Pensión para Adultos Mayores, Sembrando Vida o las becas Benito Juárez, entre otros programas sociales, mientras que las acciones dirigidas hacia las mujeres para disminuir la brecha de género tendrán menos.

SEMBRADORAS.Felícitas, la profesora que conecta emocionalmente con la tierra

Sus seis hijas también saben labrar y sembrar la tierra, ella misma les enseñó. Para ella y su familia estar en el campo se trata de algo íntimo y emocional


Texto y fotografía: Beatriz García

Ilustración: Saúl Estrada

10 de marzo del 2021

Zitlala

 

La profesora Felícitas Alejo Teyuco creció sembrando y respetando la tierra que la vio nacer, Ayotzinapa, un pueblo de Zitlala. Ahora tiene 56 años y el oficio se lo transmitió a sus seis hijas.

Desde que ella tenía cinco años, sus padres, Albina Teyuco Cabrera y Plácido Alejo Pérez, comenzaron a llevarla al campo para que aprendiera la agricultura, pero, principalmente, a que conociera la misticidad y el respeto a la tierra. En esto estriba la cosmovisión de este pueblo nahua.

Felícitas permitió conocer la intimidad de su casa, a su familia y los lazos que unen a todos con el campo.

Sus ojos se abrillantan cuando narra sus recuerdos de pequeña a lado de sus padres y sus seis hermanos y cuatro hermanas.

Plácido, su padre, ya murió, pero con él recuerda la temporada de secas, cuando fabricaba mezcal y la llevaba a cortar maguey. Trabajaba por año de dos a tres semanas recolectándolos.

Conforme Felícitas creció, sus padres le permitieron estudiar; pero fue hasta los 11 años, porque en su pueblo no había maestros. A esa edad conoció a unos profesores que llegaron a Ayotzinapa a enseñarles a leer y escribir a los niños. Luego se fundó la escuela. Fue la única de sus hermanos que estudió hasta convertirse en profesora de preescolar.

Las cosas pasaron así: después de culminar la primaria logró irse a Chilapa para continuar estudiando. Empezó la secundaria; trabajaba y vivía en la casa de una de sus profesoras. Pero aun así cuando no tenía clases, los fines de semana y vacaciones, regresaba su pueblo a labrar y sembrar la tierra.

Siempre cultivó maíz, frijol, garbanzo, calabaza y cilantro. También se encargaba de limpiar el terreno de la maleza, barbechar, cortar hoja de milpa, pelar y desgranar la mazorca, y guardar el maíz.

En el caso de doña Felícitas, su padre nunca consideró que trabajar en el campo era labor de hombres, como históricamente se ha documentado. Para él este trabajo lo podían hacer las mujeres, mientras ellos cortaban leña, acarreaban piedras y construían sus casas.

Todavía recuerda cuando junto a su hermano mayor se levantaba a las cuatro de la mañana para viajar dos horas al lugar de la siembra, para ir por hoja de milpa. Tenían que regresar antes de entrar a la escuela.

Sus labores de pequeña fueron sembrar, ir al molino, hacer tortillas, acarrear agua y estudiar.

Felícitas, después de terminar la secundaria, hizo un examen para adquirir una plaza con clave baja para dar clases. Pero continuó estudiando, hizo preparatoria y se inscribió en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN); ahí se graduó como profesora de preescolar.

La nueva familia de Felícitas

A los 23 años, la profesora se casó y se fue a vivir a la cabecera municipal de Zitlala y dejo de sembrar. Hasta el nacimiento de su cuarta hija volvió a cultivar la tierra junto a su esposo.

La actividad del campo hasta sus 56 años la sigue combinando con su profesión; la desempeña en la localidad de Atzacoaloya, Chilapa, ubicada a una hora de distancia de Zitlala. Cuando no había pandemia por la Covid-19 viajaba diario.

Ella y su familia siembran cerca de la localidad Las Trancas, también del municipio de Zitlala.

–¿Qué la hizo regresar a sembrar la tierra?, –se le pregunta.

–De cualquier manera ahí nos apoyamos con recursos económicos, sembrando y al cosechar sacamos para apoyar nuestra economía.

Sembrar la tierra también hizo posible que sus seis hijas estudiaran. Cinco son profesionistas y una estudia preparatoria.

De lo que cosecha Felícitas y su familia, una tercera parte es para autoconsumo y el resto lo venden.

El arte de sembrar

Sembrar es todo un proceso. La familia de Felícitas primero siembra el maíz y el frijol, y después de cosecharlos siembran garbanzo, cilantro y flor de cempasúchil.

–¿Usted conoce todo el proceso para sembrar?

–Desde la semilla, seleccionando la semilla.

Explicó que la semilla del maíz que se cosecha y que será usada para sembrarla en el siguiente temporal, primero se le quita la punta y la parte de abajo, segundo, cuando desgranan el maíz, guardan el olote, es decir, la espiga desgranada de la mazorca, para que a la próxima siembra “no lo tumbe el viento”. Desde su cosmovisión así evitan que el aire rompa sus elotes tiernos.

La sembradora cosecha con su familia cuatro clases de maíz: de colores, híbrido, pozolero y menudo.

En el caso de la calabaza que será usada para la siembra del siguiente temporal, la semilla se extrae del fruto y se tiende bajo el sol para secarla, pero antes de que se oculte debe guardarse, porque las estrellas y la luna no deben de ver las semillas. De lo contrario la cosecha no resultar.

Otras creencias de Felícitas es que quienes deben sembrar la semilla de calabaza son las mujeres u hombres que cuando nacieron tenían enredado su cordón umbilical en el cuello, también quienes no gatearon. Esto garantiza que las guías de calabazas den buenos frutos.

La herencia de la siembra a sus seis hijas

Todas las enseñanzas de Felícitas son herencia de sus padres. Y conforme crecieron sus seis hijas conocieron los saberes de sus abuelos para sembrar, cuidar y respetar la tierra.

Ahora cuatro de sus hijas son independientes, dos más siguen estudiando, una la carrera de la medicina y otra la preparatoria.

–¿Cómo era una jornada en el campo al lado de sus seis hijas?

–No metíamos peones, solamente íbamos en las mañanitas o en las tardes, porque estaba fuerte el sol. Sólo cuando era trabajo pesado sí alquilábamos peones.

–¿Alguna vez hubo conflictos con su esposo?

–No. Al contrario, él se siente orgulloso de las mujeres, porque ellas pueden, hasta en ocasiones ellas fumigan (la siembra).

Sus hijas aprendieron a sembrar, abonar la tierra y cosechar. Enseñanzas que también está transmitiendo a sus nietos.

–¿Alguna vez pensó que hacía más trabajo que su esposo? Usted además de cultivar la tierra se hace cargo de la casa.

–Como tenemos muchas actividades. Tenemos los marranos, él se encarga de ellos, de los pollos.

Para Felícitas, su esposo y sus hijas estar en el campo en realidad no es trabajo, se trata de algo más íntimo y emocional, es convivir con la tierra.

El día que Felícitas deje de sembrar será cuando hereden las tierras a sus hijas. La condición cuando eso ocurra es que esas tierras deben sembrarse y cosecharse.

 

Contenido patrocinado por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas

 

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SEMBRADORAS. Sembrar maíz y cosechar dignidad como Escolástica Luna

En Rincón de Chautla, las mujeres cultivan la tierra y protegen a sus habitantes de la violencia


Texto: Marlén Castro

Fotografía: Luis Daniel Nava y Salvador Cisneros

Ilustración: Saúl Estrada

10 de marzo del 2021

Chilapa

 

Escolástica Luna sembró maíz y cosechó dignidad. Sembró chile y cosechó coraje. Sembró frijol y marcó una guía. Sembró jitomate y le alcanzó para comer, para sacar a sus hijos de la cárcel y para defender su territorio.

Escolástica Luna es nahua. Vive en Rincón de Chautla, una comunidad del municipio de Chilapa, en la zona Centro de Guerrero. La zona donde está asentado en pueblo es más conocida como Montaña baja.

El 10 de mayo del 2006, policías ministeriales detuvieron a sus hijos mayores, David y Bernardino Sánchez Luna. Los acusaron del asesinato de dos vecinos de la comunidad vecina de Zacapexco.

Al día siguiente, los hombres de la comunidad salieron de Rincón de Chautla a la cabecera municipal de Chilapa para tener razones de David y Bernardino. Llegaron al Ministerio Público. Dijeron que eran de Rincón de Chautla y querían saber quiénes estaban acusando a los Sánchez Luna.

En vez de explicaciones, todos los hombres de Rincón de Chautla fueron detenidos. La comunidad se quedó sin hombres adultos, sólo niños y ancianos, y las mujeres, quienes sacaron adelante las siembras, los hijos y, además, defendieron su territorio.

Escolástica, la comisaria

Es una mañana de junio del 2007. En Rincón de Chautla siempre hace frío pero en temporada de lluvias mucho más. La comunidad está rodeada de un bosque espeso de pinos y encinos, por el que se desliza la neblina sobre el camino de terracería.

Hay una reunión en la comisaría para decidir varias cosas pendientes. En la comunidad no hay comisario. Fue detenido en Chilapa, cuando acompañó a todos los hombres del pueblo a saber razones de los Sánchez Luna.

Los menores no tienen clases. El maestro más reciente dejó de venir y la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) no ha mandado el reemplazo. La institución quizá ni siquiera sepa que en este apartado lugar de la Montaña baja de 60 habitantes, los niños tienen meses sin clases.

La comunidad, ahora compuesta sólo por mujeres, tiene que tomar una decisión. La casita de la comisaría hecha de adobe sólo tiene una ventana. El interior es muy oscuro. El foco del techo da una luz de unos 10 watts. Las mujeres se ven por sus ropas coloridas y contrastantes. Una lleva una falda amarilla y un suéter verde, otra una falda morada y un rebozo azul eléctrico, por ejemplo.

Platican, pero nadie de fuera entiende nada, porque hablan en su lengua originaria, el náhuatl.

Quien sabe hablar algo de castellano contó lo que ahí pasó. Discutían si nombraban un nuevo comisario, en vista de que ya no tenían uno. Intercambiaron opiniones en torno a quién iban a nombrar, si sólo había hombres ya muy grandes a quienes hay que cuidar.

Acordaron que mientras los hombres regresaban tenían que nombrar comisario de entre ellas mismas.

Una de las mujeres propuso que fuera Escolástica, dado que ya había salido del pueblo varias veces para saber de sus hijos y había participado en marchas y, por esa razón, sabía hablar en público.

Ninguna discutió o hizo otra propuesta. Todas estuvieron de acuerdo. Así, Escolástica Luna se hizo comisaria.

Escolástica Luna durante un momento de su preparación como policía comunitaria. Fotografía: Luis Daniel Nava

Escolástica, la activista

Exigir la libertad de David y Bernardino convirtió a Escolástica Luna en una activista de los derechos humanos.

En 2008, a dos años de la aprehensión de sus hijos y de los demás hombres del pueblo, Escolástica Luna fue oradora en el mitin del tercer aniversario de 17 campesinos en el vado de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez, Costa Grande.

“Antes nunca había salido de mi pueblo, no sabía cómo ir ni a Chilapa, pero ahora me voy a donde me digan que vaya a marchar o a hacer un plantón”, dijo la mujer ese junio del 2008.

Formó parte del primer Colectivo de Desaparecidos y Asesinados de Guerrero que encabezó Javier Monroy, organización que alzó la voz para denunciar las desapariciones en la entidad, cuando un integrante de una organización autogestiva conocida como Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco) fue desaparecido.

Esta asociación civil asesoraba a Escolástica Luna en sus labores como comisaria, como activista, como oradora y como gestora. Porque además de activista y campesina, Escolástica aprovechaba en sus salidas para ir a ver autoridades y pedirles cosas que faltaban en la comunidad.

Durante el tiempo que fue comisaria, Escolástica salió de Rincón de Chautla a participar en todas las marchas que había sobre las masacres recientes en Guerrero y para exigir la presentación de desaparecidos, además de exigir que sacaran a sus hijos de la cárcel.

Escolástica hacia todo lo anterior y seguía sembrando junto con las demás mujeres para tener maíz, ejote, frijol, chile y jitomate para comer. Durante los 34 meses que los hombres de Rincón de Chautla estuvieron presos, las parcelas siguieron igual, dando estos productos para alimentar a los hijos.

Las mujeres de Rincón de Chautla no sólo se hicieron cargo de las labores del campo y de los hijos, salían a vender su maíz, frijol y calabazas para llevarles cosas de comer a sus maridos en la cárcel.

Los hombres de Rincón de Chautla salieron de la cárcel en febrero del 2009, libres de cargos.

Los testigos que los acusaron de doble asesinato nunca se presentaron a declarar ante la autoridad para ratificar sus dichos.

Mujeres na savis de la Montaña alta de Guerrero desgranan maíz, como parte de sus actividades cotidianas. Fotografía: Salvador Cisneros

Escolástica, la policía

Escolástica también se hizo policía.

En septiembre del 2014, Rincón de Chautla encabezó la creación de la Policía Comunitaria adherida a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores (CRAC-PF), a la que ya se han adherido 16 pueblos. Los hermanos David y Bernardino, hijos de Escolástica, fueron los iniciadores.

Con esta policía, los nahuas de la Montaña baja formaron columnas de hombres para defender sus pueblos de las incursiones de hombres armados, provenientes de los municipios vecinos de Mochitlán y Quechultenango, en los que desde la primera década del siglo comenzó a escucharse el nombre de Los Ardillos, conformado por la familia Ortega Jiménez, ligados a personajes que habían sido autoridades en ambos municipios.

En 2013, las incursiones de esos hombres se hicieron más frecuentes y los pueblos crearon la CRAC-PF en 2014.

En 2015, otros pueblos con alguna relación a los llamados Ardillos crearon la Policía Comunitaria por la Paz y la Justicia. Desde entonces, la violencia no para.

A habitantes de Rincón de Chautla y a otros de las comunidades adheridas a la CRAC-PF los han emboscado, a otros los han desaparecido o bajado de las rutas del transporte público y luego los tiran decapitados o desmembrados.

Entonces, Escolástica Luna y las mujeres de Rincón de Chautla empezaron a entrenar.

Desde el 2019, Escolástica recibe entrenamiento militar.

En caso de ser necesario, Escolástica Luna, quien ahora tiene 72 años, sabe usar una escopeta.

Escolástica sembró maíz, chile, frijol, jitomate, y cosechó dignidad, y coraje.

Escolástica Luna durante un momento de su preparación como policía comunitaria. Fotografía: Luis Daniel Nava

 

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SEMBRADORAS. Enriqueta y sus multifunciones en el campo

Su historia es la representación de muchas mujeres de Tixtla involucradas en el proceso agrícola, las que traspasan las fronteras del cultivo


Texto: Margena de la O

Fotografía: José Luis de la Cruz

Ilustración: Saúl Estrada

9 de marzo del 2021

Tixtla

 

Enriqueta Arcos García acaba de regar los surcos de su terreno donde brotan plantas de diferentes tamaños. Es domingo 21 de febrero a mediodía. La tierra de labor, ubicada en la zona de parcelas del barrio de El Santuario, todavía se ve húmeda y sus pies siguen cenizos después de intentar quitarse el lodo.

Esas matas de diferentes tamaños, porque algunas apenas se asoman de la tierra, son de huauzontle, epazote, hierbabuena, cebolla, cilantro, rábano, col, calabazas, tomate y hasta tapayola, como conocen a la flor cempasúchil en la región.

Durante el camino a las parcelas de El Santuario, la vista conecta a un gama de distintos verdes. De un lado están los surcos de tiernas milpas y del otro, casi a ras de suelo, las hojas de distintas hortalizas.

Una mujer joven que asomó la cabeza de un alambrado que delimita una de las milpas, la cual limpiaba, fue quien me sugirió seguir por el camino donde corría el aire fresco y olía a tierra mojada para hallar el terreno de Enriqueta. La participación de las mujeres en la producción de Tixtla se notó pronto.

En el sembradío de Enriqueta sobresalía el tono oxidado de algunas plantas, era huauzontle maduro. Ella misma explica que lo dejó madurar para ocupar sus flores con apariencia de bolitas como semilla. Espera cosechar más de esas herbáceas en los próximos días; se acerca la Semana Santa. El huauzontle es base de uno de los mejores platillos en cuaresma.

Cuando Enriqueta sabe que pedí referencias sobre su terreno a una mujer que limpiaba su milpa, pronto dice que a ella no le gusta sembrar maíz. Su determinación no tiene que ver con que en Tixtla se produzcan más hortalizas y flores.

Cuando sus cuatro hijos estaban pequeños, también sembró maíz para darles de comer, pero cosecharlo es pesado: “es mucha joda despegarlo, sacarlo, empacarlo”.

Cree que ya no tiene la fuerza de antes. “Ya estoy más viejita. El elote– lo que más se vende en Tixtla –es pesado, hay que cargarlo y aquí hay que cortarlo temprano; si lo corto (en la tarde) a otro día no lo vendo, porque se pone simple, y tiene que ser recién cortado”. Pero en realidad su falta de fuerza es sólo su percepción: se levanta máximo a las cinco de la mañana para vender su cosecha en el mercado, durante el día da dos vueltas a sus parcelas, y se encarga de las actividades domésticas en su casa.

De sus 58 años, 28 años los ha dedicado a la producción agrícola. Comenzó junto a su esposo, Joel Tlalmanalco López, después de que se regresaron de la Ciudad de México, donde vivieron un tiempo.

Lo que sabe Enriqueta de la siembra se lo debe a su suegra, Gonzala López Jiménez. En El Paraíso, el pueblo de Chilapa de donde es originaria, sus padres sembraban maíz, pero poco se involucró, además “allá sólo siembran en temporadas de lluvias”.

Acá, en Tixtla, cultiva todo el año, en lluvias o en secas, y cuando no son hortalizas son flores. Ese domingo, junto a su esposo, regó media hectárea de las tres cuartas partes de hectárea que rentan para sembrar y cosechar.

Enriqueta tiene presente las recomendaciones de su suegra: en la siembra del rábano, que nace y crece escondido en la tierra, la hoja lo dice todo. “Me decía cómo se veía cuando ya estaba bueno”, cuenta.

En este momento ya sabe qué cortará más tarde para la venta de mañana. El lunes 22 llevará al mercado un poco de rábano, cilantro y calabaza.

Mujeres de Tixtla, más que sembradoras

Aun cuando ya regó las matas, en realidad este domingo es un día ligero para Enriqueta, porque hoy no se levantó de madrugada para ir vender al mercado. Los últimos meses sólo ha vendido cada tercer día.

Las empleadoras, como llaman a las comerciantes intermediarias, le compraron ayer sábado la calabaza, el tomate, la hoja de mole y el cilantro que cortó el viernes por la tarde. Para eso se levantó de madrugada. Una noche antes, se acostó a dormir hasta que manojó todas las ramas y separó los vegetales.

Ese día de venta quizá se encontró con Rosario, Mary o Lucía, sembradoras de otras parcelas y productoras que son vendedoras. Lucía es una de las que más temprano termina, porque a las dos de la mañana ya está con sus rollos de epazote en el mercado, esperando a las empleadoras que entregan en Chilpancingo, la capital, ubicada a unos 30 minutos de distancia.

O quizá se topó con Rosa, Rufina o Romana. O algunas de las sembradoras de flores como Patricia, Moni, Esther, Celia. Enriqueta también vende flores, pero regularmente en temporadas, como en la celebración de los difuntos o Día de las madres. Sólo la tapayola la siembra casi todo el año.

Todas estas mujeres si no se encuentran en el campo se ven en el mercado. Algunas de ellas, algunas veces, se quedan a vender de manera directa sus productos a clientes habituales del mercado, para eso les compran o intercambian a otras sembradoras parte de sus cosechas.

Enriqueta algo tiene claro: “todas participamos”. Se refiere a las multifunciones ligadas al campo: sembrar, cosechar o cortar, manojar, vender, preparar alimentos o encargarse de otras funciones del hogar, que aun cuando se considere fuera del proceso agrícola, son determinantes para que ocurra.

–Pero, ustedes hacen el mismo trabajo (que los varones) o más, –le comento sólo a ella al ver que su esposo se distancia de nosotras.

–Sí. A veces nos peleamos: ‘bueno, ¿y tú cuándo vas a hacerme mi café? Me voy sentar acá, ahora te toca. Si yo también me canso, si no estamos bailando’, –cuenta que le dice a su esposo.

Poco antes dije en voz alta que, entonces, las mujeres hacían más trabajo, y él apresurado contestó: “Pues, todos”. Aunque, después, sin que nadie le preguntara, comentó que el trabajo de las mujeres en el campo es el más importante.

Enriqueta dice que por fortuna sus dos hijos que aún viven en casa, Juan Carlos y Juan Armando, son diferentes, porque colaboran en el campo (aunque no les guste) y con el aseo en el hogar.

No cabe la duda de la contribución de Enriqueta en el campo.

–¿Cómo es un día normal para usted?, –se le pregunta.

–Me levanto voy al mercado, regreso, almorzamos, medio preparo la comida, la dejo y me vengo (al terreno). De acá ya me regreso como a las tres. Antes todavía hacíamos tortillas y que el nixtamal, ahora nada más compro mis tortillas porque no me da tiempo. Hago mi comida, comemos y nos volvemos a regresar (al sembradío) como a las cinco.

Enriqueta vuelve a casa alrededor de las siete de la tarde y todavía tiene pendiente preparar los productos de la cosecha para la venta.

La pregunta que se contesta sola es: ¿qué tan importante es el papel de las mujeres de Tixtla en la producción agrícola?

Los saberes de Enriqueta en la siembra

La mujer sabe que en tiempos de lluvia la cebolla no se da. “Se va derecha, no echa bola”. Ella y su esposo no la siembran de julio a octubre, lo que dura el temporal.

Hasta en enero comienzan a tirar la semilla para el pachole. Aun cuando usan algunas semillas híbridas, la siembra es manual. El pachole es la pequeña planta– mide unos 10 centímetros –que sale de la semilla al mes de que fue plantada. Las “plantas bebés”, como las llaman sus nietas cada vez que van a jugar a las parcelas.

Después esa pequeña planta es trasplantada en surcos más amplios, cuidando la distancia entre una y otra, y al mes y medio o a los dos meses se cosecha su fruto, de acuerdo con la explicación de la sembradora.

Además de la cebolla así crece la col, la tapayola, la lechuga, el tomate, la hierbabuena. El rábano, el cilantro, el huauzontle, el epazote, la calabaza, el ejote, el papaloquelite va directo al suelo sin contratiempos.

De todos ellos, Enriqueta tiene cultivos preferidos al momento de cosechar: la cebolla, la lechuga y la col. Son más fácil de desprender del suelo. Aquí fue el momento en que insistió que su fuerza no es la de antes, pero todos los días, desde hace 28 años, hace lo mismo.

Pero es que Enriqueta tuvo una buena maestra. Gonzala, su suegra, quien murió hace unos cinco años. Dejó de ir al campo “hasta que ya no pudo”.

Además de poner cuidado en el lenguaje de las hojas del rábano y del resto de la siembra, le enseñó cual debería ser el grosor de los manojos de las matas (manojar) y las porciones de los vegetales para vender.

También la llevó al mercado a que la viera negociar las ventas con las empleadoras. Hasta que llegó el momento del relevo. “Después me decía: ahora hasta me ganas a vender”, recuerda Enriqueta.

Gonzala parió cinco hijos, uno de ellos es el esposo de Enriqueta, el único que se dedica al campo. En las parcelas de Tixtla, Gonzala dejó legado, y Enriqueta, sin proponérselo, está dedicada a preservarlo.

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Mujeres y la tierra: dadoras de vida

Amapola. Periodismo transgresor presenta SEMBRADORAS, una serie que intenta devolver a las mujeres su lugar en el campo


Texto: Beatriz García y Margena de la O

Ilustración: Saúl Estrada

8 de marzo del 2021

Chilpancingo

 

Dentro de la cosmogonía indígena, la tierra es femenina, es una mujer. La tierra y las mujeres tienen una gran similitud, son fértiles, dan vida, son nutricia, reflexiona la antropóloga y académica de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), Maribel Nicasio González, al hablar de la relación de las mujeres con el campo.

En términos simbólicos hay similitudes entre la tierra y las mujeres, y la académica cree que es un tema del que debe hablarse.

Recordó que para el antropólogo francés Claude Meillassoux, en el mundo quienes domesticaron las plantas, las semillas, fueron las mujeres. Aunque se creyera que eran “débiles” y sólo se quedaban en casa a cuidar a los hijos, empezaron a tener habilidades con la tierra y las semillas.

La idea de que los hombres son los responsables del cultivo simplemente las contradice Meillassoux. Entonces, el origen de la agricultura está en las mujeres.

En la documentación histórica también así está plasmado: en la época prehispánica, las mujeres se dedicaban a la recolección de los frutos, plantas y semillas.

La antropóloga manifestó que por la relaciones de poder, los hombres fueron los que se quedaron con el conocimiento de la producción agrícola y las mujeres fueron relegadas a las actividades domésticas.

Esta invisibilización continúa. Se hizo una búsqueda avanzada en Internet con el propósito de buscar cifras que reflejen la participación de las mujeres en el campo, pero hubo pocos resultados.

Las mujeres de Tixtla hacen florecer sus parcelas. Fotografía: José Luis de la Cruz

Las cifras oficiales también reflejan ese despojo del que habla la antropóloga de las mujeres a la agricultura. La última Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2019 del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) arrojó que en el país, sólo 17 de cada 100 personas que laboran en las actividades agropecuarias son mujeres, es decir 16.7 por ciento.

Entre las cinco entidades federativas con mayor participación de las mujeres en el campo está Guerrero. El orden es el siguiente: Estado de México con 27 por ciento, Puebla con 14.4 por ciento, Veracruz con 7.7 por ciento, Guerrero con 6.8 por ciento, y Chiapas con 6.2 por ciento.

Nicasio González resaltó que aun con ese panorama, la aportación de las mujeres en el campo es sustancial en alguna parte del proceso. Entonces, prefirió tratar la agricultura desde la complementariedad entre hombres y mujeres.

Por ejemplo, explicó, en los pueblos indígenas todo lo que tiene que ver con la fertilidad de la tierra, con las lluvias, implica una dualidad en términos cosmogónicos, porque involucra al hombre y a la mujer como pareja.

“Un hombre solo no es insuficiente para el trabajo de siembra. Estas dinámicas económicas se desarrollan y las mujeres forman parte de estas prácticas; si las mujeres no participaran en estas etapas de la producción agrícola no sabrían cómo se cultiva, cómo se cosecha, no sabrían muchos detalles que se van adquiriendo con la producción de la tierra y de las distintas semillas. Las mujeres conocen y por qué, porque también se involucran en esas tareas”, comentó.

En la vida contemporánea hay hábitos desde la tradición mesoamericana, de acuerdo con la académica. Lo aclaró con los ritos agrícolas de los pueblos originarios de Guerrero, nahua, me’phaa, na savi y ñomndaa, donde destacan tres momentos: la bendición de semilla, la petición de lluvias y el agradecimiento, y la bienvenida de la cosecha. Tanto hombres como mujeres son conocedores y organizadores de estas celebraciones.

Profundizó más en la correlación entre hombres y mujeres en la siembra: En la Montaña alta de Guerrero se habla que existen cerros hombres y cerros mujeres. En la cosmovisión indígena, lo femenino y masculino son indispensables, simplemente no podría haber lluvia si una de estas dos partes falta.

Cuando llueve, la gente dice que se junta el cerro hombre y el cerro mujer y esa lluvia permite que crezca el maíz.

“Hace falta dar más cuenta de cómo las mujeres están participando, de cómo el trabajo femenino permite que haya un trabajo y participación masculina. En este trabajo femenino no habría ese tiempo para que los hombres pudieran irse, por ejemplo, a trabajar al campo, porque si no ¿quién cocina?, ¿quién cuida a los niños?”, reflexionó la antropóloga.

Entonces cuando se habla de la relación de la mujer con la tierra, no sólo habla del trabajo directo en la parcela, se refiere a una relación simbólica.

Virginia siembra cada temporal tres hectáreas de maíz en sus tierras de Apango. Fotografía: Salvador Cisneros

En Amapola. Periodismo transgresor queremos dar cuenta del papel fundamental de las mujeres en el campo, para eso programó la serie SEMBRADORAS, que concentra la historia de tres mujeres dedicadas a la siembra y cosecha de diferentes cultivos. Su labor es sustancial en la producción agrícola de sus regiones y, sobre todo, para la manutención de sus familias.

La serie la inaugura Enriqueta García Arcos, sembradora de huauzontle, epazote, hierbabuena, cebolla, cilantro, rábano, col, calabazas, tomate y una variedad de flores en parte de las parcelas del barrio de El santuario en Tixtla. Lleva 28 años dedicados a la tierra, herencia de su suegra Gonzala López Jiménez.

La historia de Enriqueta representa el trabajo de muchas mujeres del municipio que además de dedicarse a producir la tierra, se encargan de vender la cosecha en el mercado a intermediarios (acaparadores), algunas desde las dos de la mañana, y después regresan a casa a hacer actividades domésticas.

La pregunta que se contesta sola es: ¿qué tan importante es el papel de las mujeres de Tixtla en la producción agrícola?

En la segunda historia la protagonista es Escolástica Luna. Vive en Rincón de Chautla, una comunidad del municipio de Chilapa, en la zona Centro de Guerrero.

Ella sembró maíz y cosechó dignidad. Sembró chile y cosechó coraje. Sembró frijol y marcó una guía. Sembró jitomate y le alcanzó para comer, para sacar a sus hijos de la cárcel y para defender su territorio.

El 10 de mayo del 2006, policías ministeriales detuvieron a sus hijos mayores, David y Bernardino Sánchez Luna. Los acusaron del asesinato de dos vecinos de la comunidad de Zacapexco.

Al día siguiente, los hombres de la comunidad salieron de Rincón de Chautla a Chilapa para tener razones de David y Bernardino. Llegaron al Ministerio Público. En vez de explicaciones, todos los hombres de Rincón de Chautla fueron detenidos. La comunidad se quedó sin hombres adultos y las mujeres se hicieron cargo de todo.

La última historia es la de Felícitas Alejo Teyuco, una maestra de preescolar de 54 años, originaria de Ayotzinapa, municipio de Zitlala, donde sigue sembrando maíz, frijol, calabaza, garbanzo y cilantro.

Desde que ella tenía cinco años, sus padres comenzaron a llevarla al campo para que aprendiera la agricultura, pero principalmente para que conociera la misticidad de la tierra y para inculcarle el respeto por ella. En eso estriba la cosmovisión de este pueblo nahua.

Las seis hijas de la maestra– cinco profesionistas y una estudiante de bachillerato –saben labrar y sembrar la tierra, ella misma les enseñó. Ahora le enseña la agricultura a sus dos nietos.

Para ella y su familia estar en el campo en realidad no es trabajo, se trata de algo más íntimo y emocional, es convivir con la tierra.

SEMBRADORAS significa, entonces, devolver a las mujeres su lugar en el campo.

Las García, también de Apango, cabecera de Mártir de Cuilapan, se encargan de hacer producir su tierra. Fotografía: Angie García

Virginia siembra cada temporal tres hectáreas de maíz en sus tierras de Apango. Fotografía: Salvador Cisneros

 

Contenido patrocinado por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas

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