Médicos, impunes ante violencias y negligencia: en 10 años, casos ante jueces no han tenido sanciones penales ni inhabilitaciones

En México, no existen mecanismos para sancionar a médicos que ejercen violencias o malas prácticas. Las demandas civiles o las denuncias penales tardan años y las instancias gubernamentales son inoperantes. Además, el gremio niega violencias específicas, como la ginecobstétrica, mientras sus miembros denunciados continúan ejerciendo en la impunidad.


Texto: Marcela Nochebuena / Animal Político

Fotografía: Oscar Guerrero

 

En México, los médicos que violentan a un paciente o, por accidente o negligencia, llevan a cabo malas prácticas pueden tener una certeza: no enfrentarán ninguna sanción, aunque se presente una denuncia, y podrán continuar con su práctica profesional.

Las víctimas que recurren a una demanda civil o a una denuncia penal terminan viviendo procesos largos —incluso de más de 10 años— y revictimizantes, con resultados poco alentadores. Si recurren a instancias gubernamentales, como la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), descubren que la voluntad de participación del doctor es indispensable para un proceso que solo es conciliatorio. En tanto, a los doctores les basta cambiar de hospital, mientras los órganos colegiados niegan violencias específicas.

En los últimos 10 años, el promedio anual de casos judicializados relacionados con negligencias médicas es de 37 —con un mínimo de 20 en 2012 y 2016, y un máximo de 60 en 2019—, de acuerdo con los registros del Consejo de la Judicatura Federal (CJF). En la mayoría de los casos se trata de demandas civiles, por lo que el resultado suele ser la indemnización, sin sanción definitiva al médico responsable.

En el IMSS, por ejemplo, no hay una sola sanción administrativa firme entre enero de 2020 y agosto de 2022 relacionada con la suspensión o el retiro de licencia a médicos denunciados ante el Órgano Interno de Control del organismo, según informó el instituto en respuesta a una solicitud de información y tras la búsqueda exhaustiva en sus archivos, registros, sistemas y expedientes de consulta y trámite.

La violencia ginecobstétrica es un ejemplo de las malas prácticas médicas que se perpetúan en la impunidad: pese a que un promedio de 450 mil mujeres la viven cada año en nuestro país, según la ENDIREH 2021, no hay médicos sancionados en el sector público o privado. Solo cinco de los casos judicializados, registrados en el CJF, refieren específicamente el concepto violencia obstétrica, pese a que 28 entidades la tienen tipificada en sus leyes.

Incluso cuando un solo médico ha reproducido en más de 14 casos el maltrato ginecobstétrico, la negligencia en el suministro de medicamentos y hasta intervenciones quirúrgicas innecesarias y consecuencias fatales en el parto, sigue ejerciendo sin consecuencias.

‘Marina’, quien pidió que su nombre fuera cambiado para evitar ser revictimizada, estuvo muy cerca de morir cuando dio a luz en el hospital privado Santa Teresa, después de un embarazo que había transcurrido con normalidad y sin un diagnóstico oportuno del síndrome de Hellp. Aunque estaba por cumplir 38 semanas de embarazo, la popularidad del médico Jesús E. Luján Irastorza, por su enfoque en el parto natural y humanizado, la llevó a su consulta.

Igual que otras mujeres que vivieron episodios similares con él antes y después, que van del suministro de medicamentos sin consentimiento hasta el fallecimiento de sus bebés, ‘Marina’ lo recuerda como un médico encantador, que la alababa todo el tiempo. Para Luján Irastorza todo estaba perfecto hasta la última consulta, pese a que ella había tenido, un par de veces, una atípica presión arterial alta. Después de un parto previo en agua, ella prefería que esta vez no fuera en ese medio, pero sí natural con anestesia.

Hacia el final de su embarazo, ‘Marina’ amaneció un día con un cólico muy fuerte, sostenido. Había tenido un bebé antes y podía reconocer la anormalidad de la sensación. “No era el dolor normal de una contracción”, subraya. Trató de comunicarse con el médico y no le contestó. Su asistente le recetó únicamente un medicamento para el dolor y le indicó que se metiera a bañar. Su mamá, que llegaba a su casa para cuidar a su hija de dos años, la encontró tirada en el piso de la regadera y la llevó de inmediato al hospital.

Una vez enterado, su esposo también intentó comunicarse en múltiples ocasiones con Luján Irastorza. ‘Marina’ insistía en que algo era diferente a su primer parto. Ningún médico estaba disponible. Cuando el bebé empezó a hacerse visible, por fin le pusieron la epidural, sin tomar ningún análisis ni muestra de sangre. Tenía 20 mil plaquetas y, en el momento de meterle la aguja, le dio un derrame.

El médico llegó casi al momento que nació su hija. Eran las 4:45 de la tarde. Aunque su sangrado era inusual por la falta de plaquetas, aun después de eso la llevaron a un cuarto. Solo recuerda que sentía mareo, veía borroso y pasó toda la noche en vela. Hasta la mañana siguiente, al tomarle los signos vitales, le detectaron presión alta y por fin alguien reconoció que “algo” no estaba bien. Lo que siguió fue la terapia intensiva.

‘Marina’ tenía síndrome de Hellp. El dolor que había sentido —más tarde lo supo— provenía del hígado. “‘O sea que tu hígado va a envenenar todos tus órganos, se te va a echar a perder todo y probablemente mueras’. Así me lo dijeron, pero eso me salvó la vida porque yo ahí dije: ‘Yo no me voy a morir’. Nunca perdí la conciencia; me meten a un cuartucho que decía terapia intensiva, no había intensivista, lo mandan a llamar; tenía los pies engarrotados, no los podía mover, estaba toda contracturada”, relata.

La asistente del doctor Luján insistía en que no tenía nada y no estaba poniendo de su parte. Su esposo habló con el director del hospital, sin que lo dejaran entrar a verla. Su familia luchó por sacarla, ya con amagos, ante la insistencia del hospital para que se quedara. Cuando llegó a otro hospital, su presión era muy alta y estaba al borde de un paro cardiaco. Prácticamente estaba desahuciada. De Luján nunca volvió a saber nada.

“Después estuve en el ABC 23 días, obviamente me quedé paralítica por el derrame, se me paralizó la vejiga, estuve todo el tiempo con sonda, me dio neumonía… Una historia de terror: me daban ataques epilépticos por toda la sangre que tenía derramada en la cabeza, estar en terapia intensiva es una cosa espeluznante porque tienes que estar todo el tiempo despierta. Si te duermes, baja la saturación; todo el tiempo están manipulando”, recuerda.

No pudo conocer a su hija hasta que salió del hospital. En ese momento, en medio del shock, no pensó en denunciar formalmente. Estuvo lejos de su hija casi un mes, tardó varios más en dejar por completo la sonda y tuvo que reaprender a caminar. Pero alrededor de un año después, gracias a la insistencia de uno de sus tíos, que era abogado y tenía la seguridad de cómo hacerlo, se convenció de iniciar una demanda civil.

En 2018, nueve años después del nacimiento de su hija —justo un 10 de mayo—, recibió una compensación económica, determinada por una tercera instancia, por el daño ocasionado. Hubo una cadena de errores. Si al menos uno hubiera sido leído como alarma, se habría salvado el problema. Todos se dejaron pasar. Para ella, ese es uno de los mejores ejemplos de que solo hay justicia para quienes tienen dinero y, aun así, significa sobrevivir a un largo proceso de revictimizaciones.

Al paso de los años, lo que más lamenta es que después del desgaste económico, físico y emocional de la demanda, y de las prácticas que otras mujeres han vivido, Luján sigue dando consulta, ahora por cuenta propia, luego de que el Santa Teresa cerrara. Otras dos muertes de bebés, una cuya denuncia se perdió en la tercera instancia y otra que no fue denunciada, se dieron también en aquel hospital, a cargo del mismo doctor y en la misma época.

“Las tendencias actuales van en contra de nosotros”: Consejo Mexicano de Ginecología 

En las oficinas centrales del Consejo Mexicano de Ginecología, lo primero que salta a la vista son los marcos que encuadran las fotografías de todos los hombres que lo han presidido desde su fundación en 1971 hasta hoy. Son también tres hombres quienes conceden una entrevista donde se pretende abordar el tema de la violencia obstétrica. Sin embargo, de entrada rechazan el término: aseguran que es estigmatizante.

“Nosotros, en principio, tenemos que señalar que consideramos el término de violencia obstétrica como un término que tiene una connotación peyorativa, porque está dirigido exclusivamente a los profesionales de la salud que nos dedicamos precisamente a la asistencia de la mujer durante el evento obstétrico. Cuando uno lee los preceptos legales, jurídicos, que se están intentando desarrollar, o en ocasiones ya están desarrollados, encuentra uno graves falacias y deficiencias”, asegura el médico Francisco Javier Robles Elías.

“Entonces, lo que entendemos como violencia obstétrica para nosotros es diferente a lo que ustedes o la mayoría de las personas señalan como actos médicos que requieren alguna sanción, hasta penal en algunas ocasiones”.

Para él y sus colegas, las malas prácticas en la ginecología y obstetricia, como la esterilización forzada o no permitir a las mujeres amamantar, ya se acabaron en México: “Eso la verdad, la verdad, ya no existe, hace muchos años se acabó, pero es un acto determinado, que fácilmente el médico entiende que va en contra de los derechos reproductivos de nuestras pacientes”.

Ante un trato indigno, una queja administrativa es un procedimiento adecuado, dice, pero antes habría que evaluarlo porque, según él, existen diferencias geográficas en el significado de las palabras, relatividad y evolución en los conceptos, además de que las mujeres “están en un evento emocionalmente no óptimo para contestar si fueron o no tratadas bien”. Una denuncia penal, en cambio, está fuera de todo orden, incluso de los principios del derecho, asegura.

—La ENDIREH tiene un bloque destinado al maltrato en la atención obstétrica y muestra una prevalencia en anticoncepción forzada o no consentida, igual que en cesáreas no consentidas. Hay índices de que todavía existen. ¿Ustedes lo considerarían un error, una mala apreciación del INEGI o de las encuestadas, o cómo sería compatible con esta visión? —se le pregunta.

—Lo que yo pienso es que la situación de las encuestas y la situación de la recepción de percepciones en este tipo de temas tendría que ser apoyada por nosotros los obstetras, porque, mire, cuántas personas de acuerdo a esa encuesta tuvieron esterilización forzosa, ¿una, dos, 10, cuántas? Usted que la leyó, recuérdenos.

—Entre 2016 y 2021, 3 millones 718 mil mujeres tuvieron un hijo o hija por cesárea, entre las cuales 319 mil 319 no dieron permiso para que se las practicaran. Por otro lado, a 759 mil mujeres las presionaron para que aceptaran algún dispositivo o cirugía como método anticonceptivo, mientras que a 333 mil las esterilizaron sin su consentimiento —se le recuerda.

—Yo me atrevo a señalar que muchos de esos datos son datos numéricos pero tienen falta del análisis médico, que es el que tendría que ser el primero… Se da un problema de la teoría a la realidad, ¿cuánto tiempo cree usted que yo puedo tardar para hacer un consentimiento informado como la Suprema Corte de Justicia dice que lo debemos hacer? ¿Cuánto tiempo cree usted que pasa? Y si la muchacha está en una condición de salud psicológica en crisis, cuánto es el tiempo que pasa entre una cosa y otra, y cuál es la validez de conseguir un consentimiento cuando la paciente está en una situación de crisis emocional por el nacimiento de un bebé? Esas situaciones hacen que las estadísticas que presentan tengan un fundamento médico distinto… Hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas.

El médico asegura que la Federación y el Consejo trabajan en esos temas, pero cuando las organizaciones no gubernamentales y las legislaturas quieren únicamente dirigir su esfuerzo hacia el resultado final y no hacia los precedentes, se comete un error en derecho y justicia, “porque nosotros los médicos obstetras también somos justiciables, también tenemos derechos humanos y cuando nos atribuyen situaciones que las hacen de buena fe, pero sin fundamento adecuado, violentan nuestros derechos humanos”.

E insiste: “No respetan precisamente lo que tanto busca la Constitución, que se respeten los derechos humanos de las dos partes, y las tendencias actuales van en contra de nosotros”.

La Conamed, una institución sin “dientes”

Mientras la representación del gremio en el ámbito privado descalifica la violencia obstétrica y la posibilidad de que las mujeres sepan qué es el mal trato, la Conamed es la única dependencia oficial a la que se podría recurrir para reclamar la mala práctica médica, solo que no tiene ninguna capacidad para determinar responsabilidad o sancionar directamente a los profesionales de la salud.

En su propia misión, el organismo establece que es la institución gubernamental que ofrece mecanismos alternativos de solución de controversias entre usuarios y prestadores de servicios médicos, lo cual significa que solo llevan a cabo procesos de conciliación con los que ambas partes deben estar de acuerdo, es decir, si el médico no accede, el caso no puede seguir por esa vía.

Por otro lado, colabora con autoridades de procuración e impartición de justicia —cuando, como parte de un juicio, se les solicita un peritaje específico— y participa en la investigación, fomento a la calidad de la atención médica y seguridad del paciente. La dependencia no accedió a una petición de entrevista para conocer a detalle sus procedimientos y resultados.

De acuerdo con sus estadísticas oficiales, en el último año recibió 51 quejas referidas a la especialidad de ginecología, 28 en el sector público y 23 en el sector privado. De entre 87 especialidades, esta ocupa el quinto lugar, únicamente superada por traumatología (75), urgencias médicas (74) cirugía general (61) y ortopedia general (59). Para la especialidad de obstetricia se contabilizaron 19 quejas: 13 en el sector público y seis en el privado.

En cuanto a los motivos, para la atención del parto y puerperio, la dependencia únicamente consigna siete quejas en total, seis en el sector público y una en el privado. Además, pese a las 70 quejas que suman en total las especialidades de ginecología y obstetricia, la Conamed solo emitió un laudo.

Exfuncionarios de Conamed revelaron que no solo no tiene atribuciones de sanción y sus procesos conciliatorios dependen de la aceptación del médico, sino que en los últimos años se le ha mermado en estructura y capacidades. Desde 1996, el organismo se creó con la idea de que la mediación, la conciliación y el arbitraje serían medios mucho más eficaces que las denuncias en tribunales, que suelen prolongarse demasiado.

En su momento, fue muy innovadora como solución, considera una de las exfuncionarias consultadas, que ocupó un puesto directivo. El problema ha sido, dice, que muchos de los propios médicos no están convencidos, además de que a aseguradoras y abogados no les conviene que los asuntos se solucionen de manera rápida y eficaz.

A esto se suma que, desde su perspectiva, nunca ha habido una difusión fuerte del trabajo de la institución. “Cada vez se reduce más, se le desprecia más y no dudes que en un futuro ya ni siquiera exista”, señaló. Además, Durango, Zacatecas y Quintana Roo no cuentan con comisión de arbitraje médico estatal, por la oposición de los propios colegios de profesionales de la salud.

Sin opciones

Pese a que la violencia obstétrica ya es parte del marco jurídico mexicano, y está tipificada y sancionada en varios estados como delito, incluida la capital, “la ley puede ser letra muerta si no sucede nada”, señala el doctor José Antonio Moreno Sánchez, coordinador de Bioética de la Federación Mexicana de Colegios de Obstetricia y Ginecología. Para él, los factores que influyen en ello son el desconocimiento de la ley y su inaplicación en las unidades médicas.

“También hay una gran deficiencia en los servicios privados, aunque se dé menos, porque ahí las personas pagan por los servicios y se supone que consienten antes, pero se da, y a menos que un usuario presente una queja ante la dirección de un hospital privado, muchas veces a lo más que llega el hospital privado es a restringirle o eliminarle los derechos, o los privilegios, que le llaman ellos, para atender ahí, pero no van más allá”, reconoce el médico.

Por eso, termina requiriéndose la denuncia de hechos por otras vías. Por otra parte, en el ámbito público, especifica, hay una gran carencia de supervisión y falta de compromiso de las personas que tienen una responsabilidad. Esto da origen, dice, a una serie de inercias que prevalecen y dificultan la aplicación de la ley, aunado a la falta de denuncia, sobre todo cuando se trata de servicios de salud que se perciben como “gratuitos”.

De las comisiones de arbitraje médico pueden salir dictámenes que demuestran que hubo mala práctica, pero estos todavía llegan a fiscalías, juzgados o comisiones de derechos humanos frente a las cuales existe la posibilidad del amparo, que conduce a una vía judicial que puede prolongar las demandas por años. “Acaba en lo que acaba cualquier delito: si hay dinero de por medio, y abogados, al final no pasó nada”, lamenta.

Para el abogado Arturo Manuel López Ramírez, que litiga temas de negligencia médica, las demandas por la vía civil siempre pondrán en desventaja a las pacientes. Ese tipo de demanda las pone en igualdad de condiciones que el médico, pero al no ser expertas o peritas en la materia, tendrán que contactar otros profesionales de la salud que demuestren lo contrario de lo que sostiene el demandado, lo que genera una desigualdad total.

“La mejor vía es la vía penal, porque existen daños, pusieron en riesgo tu vida y tu salud”, asegura. Desde su perspectiva, hay mayor facilidad de generar pruebas plenas al ser realizadas por instancias públicas y se reduce el gasto que implica ponerse en condiciones de igualdad frente a un médico. “Si se demuestra que existió ese daño médico con una documental pública, tienes que demostrar que no lo cometiste y que llevaste a cabo todos los protocolos”, explica.

Además, recuerda que cuando existe una violación a derechos humanos, las víctimas no tienen la obligación de demostrarla. Quien agredió tiene que demostrar que no lo hizo. “La carga de la prueba se revierte: el médico tiene que demostrar que no violentó mis derechos humanos, yo no tengo la carga de la prueba; el que la tiene es él. Yo tengo al Estado, en la materia penal, que va a aportar o a recabar todos los elementos probatorios para demostrar que sí fue él”, subraya.

Al igual que ‘Marina’, en poco más de una década, más de 10 mujeres se ubicaron unas a otras para compartir entre ellas diferentes experiencias de violencia como pacientes de Jesús E. Luján Irastorza, que van desde el suministro de medicamentos sin consentimiento para inducir el parto hasta la muerte de dos bebés que, acusan, fue producto de negligencia.

Consultado al respecto, el médico no dio respuesta. Hasta hoy, solo una demanda civil ha prosperado; otras personas siguen evaluando, hasta la fecha, la posibilidad de iniciar acciones legales. Todas lamentan que esas prácticas se sigan replicando, en el suyo y otros consultorios, con plena impunidad.

 

Cierra convocatoria a médicos con 64% de vacantes vacías en las seis especialidades con más falta de personal

Médicos alegan falta de condiciones para realizar su labor en zonas peligrosas o alejadas. “No solo es cuestión de inseguridad, es que falta material, infraestructura y medicamentos para poder realizar bien nuestro trabajo”, señalan.


Texto: Andrea Vega / Animal Político

Fotografía:

6 de junio de 2022

 

Con 64% de vacantes vacías en las seis especialidades en las que más hacen falta médicos cerró, en el último minuto de este viernes 3 de junio, la convocatoria que lanzó el gobierno federal el pasado 24 de mayo para reclutar a médicos especialistas de los que hay una importante carencia en varios estados del país.

Animal Político realizó una revisión del total de vacantes por cada una de las seis especialidades con más falta de médicos –medicina interna, urgencias médico quirúrgicas, ginecología y obstetricia, pediatría, anestesiología y cirugía general, que en total concentraban 66% de las plazas– y encontró que de 8 mil 775 disponibles, 5 mil 613 (63.9%) no recibieron la postulación de ningún interesado.

En la revisión hecha dentro de la plataforma donde se lanzó la convocatoria se encontró que en la especialidad de medicina interna, la de mayor número de vacantes ofertadas, con más de mil 700, el 76.4% no recibió ninguna postulación. La situación en esta especialidad es más crítica en entidades como Veracruz, donde 96.8% de las vacantes se quedaron vacías. En Baja California fue el 94.4%; Nayarit, 93.9%; Morelos, 89.8%; Coahuila, 89.6%. En todos los casos, la falta de postulación de los médicos es mayor en las zonas alejadas de las ciudades.

En Veracruz, para medicina interna, solo recibieron postulaciones (cinco) las vacantes en el puerto de Veracruz, Poza Rica, Cardel, Minatitlán y Tuxpan. Y se quedaron vacías el resto en lugares como: Perote, Entabladero, Misantla, Naolinco, Naranjos, Tierra Blanca, Huatusco, entre muchas otras.

El Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), en su Estudio diagnóstico del derecho a la salud 2018, el último disponible, ya advertía sobre esta inequitativa distribución de los médicos.

Uno de los retos fundamentales que enfrenta el Sistema Nacional de Salud es una tendencia a la concentración de los recursos humanos en las zonas urbanas, que se debe, en parte, a la falta de incentivos adecuados para promover el establecimiento del personal en sitios de difícil acceso, señala el Coneval.

Juan Luis Salgado Loza, presidente del Colegio de Medicina Interna de México señala que los especialistas quieren apoyar a llevar atención a la salud a toda la población, pero no pueden forzar a los médicos a que vayan a zonas de riesgo, donde no se les garantiza su seguridad.

En el estudio, Los médicos especialistas en México , de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, se explica que la distribución inequitativa de los recursos humanos en salud es más notoria en entidades federativas con altos índices de violencia.

“Además –dice Salgado Loza– el problema es todavía más complejo, trae aparejadas cuestiones de que no hay la infraestructura suficiente para dar una buena atención ni los recursos materiales necesarios”.

En 2018, dice el reporte del Coneval, las unidades de hospitalización sumaban un total de 4 mil 571 en el sector público en todo el país; 97.7% de estas se encontraban en localidades urbanas y solo 1.5% en poblaciones rurales, un poco menos de cuatro unidades por cada 100 mil habitantes.

Si bien esta alta concentración urbana podría determinar desigualdades entre localidades y regiones del país, esto no debe entenderse, subraya el Coneval, como un llamado a expandir la oferta hospitalaria de forma improvisada a las regiones más dispersas sino a promover una adecuada planeación de la infraestructura sanitaria que sea accesible, asequible y con calidad para toda la población sin importar la localidad en que habite.

Otro factor son las condiciones de vida y de opciones laborales alternas a las que tendrían que ajustarse los médicos y sus familias en las zonas alejadas. El estudio sobre los médicos especialistas de la Facultad de Medicina de la UNAM precisa que en algunas entidades federativas del país hay un menor ingreso per cápita, escaso o nulo acceso a educación básica de calidad (pensando en las familias), poca disponibilidad de servicios básicos (alimentación, vivienda, etcétera), carencia de infraestructura física para el ejercicio adecuado de la profesión y escasa o nula posibilidad de ejercer la práctica privada en conjunción con el ejercicio público.

Falta de información 

Una cuestión que ha generado mucha incertidumbre y especulaciones –porque en la convocatoria solo vienen los salarios que se ofrecen, que llegan hasta 36 mil pesos– es no saber bajo qué esquema se les va a contratar a los médicos especialistas. Esto no se ha especificado.

Que una persona se mueva de entidad, mueva a su familia, mude toda su vida es algo muy complejo como para que solo vayan por unos meses, señala Daniela de la Rosa, vicepresidenta de la Asociación Mexicana para el Estudio de las Infecciones Nosocomiales (AMEIN).

“Hasta ahora –subraya– no sabemos por cuánto tiempo son los contratos. Y muchas de las vacantes que se estaban ofertando en la convocatoria eran vacantes que ya ofrecía el Insabi (Instituto Nacional de Salud para el Bienestar) y eran temporales”.

Sonia López Álvarez, directora ejecutiva de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, refrenda lo anterior. “Sí está pesando mucho la cuestión de la inseguridad, pero también la incertidumbre de que no se sabe de qué tipo de contrataciones estamos hablando. Muchas de las vacantes que se ofertaron son las mismas que tenía el Insabi en convocatorias anteriores y esas eran con contratos de solo cuatro meses”.

Además, como el mismo director del IMSS, Zoé Robledo, lo admitió en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, del martes 31 de mayo, en México, para alcanzar las recomendaciones internacionales de 230 médicos por cada 100 mil habitantes, hay un déficit de 154 mil 786 especialistas y 33 mil 832 generales. Es decir, el universo de médicos no es tan grande como para tener más candidatos dispuestos a llenar las vacantes.

La falta de médicos es mucho más grave en estados como Chiapas, donde solo hay 32.2 por cada 100 mil habitantes; Guerrero, con 37; Tlaxcala con 49.4; Oaxaca, 51.1 y Veracruz, 52 por cada 100 mil habitantes.

La situación seguirá siendo crítica en estos estados. En Veracruz, en las regiones de la Huasteca, Montaña y Papaloapan-olmeca hay cero pediatras para atender a más de 2.4 millones de niños. En ese estado no hubo una sola postulación para las 147 vacantes de pediatría ofertadas, todas se quedaron vacías.

En una posición un tanto mejor quedaron Chiapas, con 73.9% vacías, Guerrero, con 69.4% y Oaxaca, con 55.2% sin un solo médico interesado.

En el caso de ginecología y obstetricia, el 60% de las vacantes en todo el país se quedaron sin postulaciones. Veracruz es también en esta especialidad el estado con la situación más alarmante, ahí se quedaron vacías el 100% de las 149 que se ofertaron. En tanto que Chiapas se quedó con el 82.1% de las vacantes para ginecólogos vacías.

Un médico especialista que pidió mantener su nombre bajo reserva aseguró a Animal Político que no se iría a Veracruz por todos los factores que ya se mencionaron, en las zonas donde se requieren médicos no hay seguridad ni infraestructura adecuada para dar una buena atención a los pacientes, tampoco la garantía de buenas escuelas para sus hijos ni de vivienda y servicios adecuados.

¿Qué hacer?

En el artículo Recursos humanos para la salud en el contexto de la reforma sanitaria en México, de los investigadores Gustavo Nigenda, Laura Magaña-Valladares y Doris Verónica Ortega-Altamirano, los autores concluyen que no es posible ordenar el campo de los recursos humanos en salud sin planificación.

La formación de nuevos recursos requiere de periodos largos: para un técnico pueden ser dos años y para un médico especialista hasta 12 años. Además de la temporalidad de la formación, debe considerarse qué función debe desempeñar cada categoría y en qué nivel de atención deben participar.

En un escenario de integración del sistema de salud mexicano, la planeación de los recursos humanos en salud debe ser una función clave, que no solo debe considerar la dinámica demográfica y poblacional sino también los cambios organizacionales en el propio sistema de salud.

En México se debe garantizar que las escuelas de medicina formen al personal que tanto la población como las instituciones de salud requieren, mientras que estas –se precisa en el artículo– deben definir claramente el tipo de profesionales y técnicos que necesitan a partir de los cambios que experimentarán en los próximos años.

Si la integración del sistema se lleva a cabo, la planificación se hará en un escenario de mayor certeza en términos de la definición de requerimientos para lograr una asignación equitativa entre instituciones y regiones y un alto nivel de calidad de su desempeño, dice el estudio.

El Coneval, por su parte, señala que se debe buscar crear las condiciones para hacer más atractivo a los especialistas el ejercicio en zonas semiurbanas y rurales y esto incluso generar las condiciones para realizar bien su trabajo pero también escuelas con buen nivel donde inscribir a sus hijos, viviendas dignas y servicios adecuados, así como garantía de seguridad.


Este texto es propiedad de Animal Político y lo reproducimos con su autorización. Puedes leer el original en este enlace

De Tijuana a Chilapa, ciudades peligrosas reciben pocos aspirantes a plazas médicas; gobierno ofrece sueldos de hasta 36 mil pesos

De las 13 mil 765 plazas que se están ofertando, solo han recibido postulación 4 mil 040, apenas el 29.3% del total. La falta de interés en esas vacantes es más notoria en ciudades con alta inseguridad.


Texto: Andrea Vega / Animal Político

Fotografía: José Luis de la Cruz (Archivo)

1 de junio de 2022

 

A una semana de que el gobierno federal lanzó la convocatoria para llenar las vacantes de médicos especialistas en el país, hay ciudades donde las postulaciones son pocas o incluso nulas. Hay casos como Tijuana, la ciudad número uno en homicidios, donde nadie se ha interesado en las plazas para medicina interna, la especialidad con más demanda en México.

Durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, el titular del IMSS, Zoé Robledo, admitió que la convocatoria no ha tenido una buena respuesta. De las 13 mil 765 plazas que se están ofertando, solo han recibido postulación 4 mil 040 (el 29.3%).

Esto, pese a que, de acuerdo con una revisión de Animal Político en el portal donde está publicada la convocatoria, se encontró que se están ofreciendo salarios de hasta 36 mil pesos.

Tijuana tiene tres vacantes para medicina interna, en el Hospital General de Tijuana, con un salario neto mensual de 33 mil 744 pesos, pero nadie ha aplicado todavía.

El estado de Baja California tiene 63 vacantes en medicina interna. Solo cuatro interesados han aplicado, aunque en el caso de la especialidad de urgencias médico quirúrgicas, la segunda con más demanda en el país, hay 25 vacantes y 19 interesados.

Asociaciones de médicos y médicos en lo individual han solicitado que se les garantice su seguridad para poder trabajar en estas zonas. Hasta ahora, el gobierno federal no ha presentado una estrategia relacionada con esto.

La Ciudad de México concentra 5 mil 258 postulaciones, mientras que estados como Chihuahua tienen menos de 300. En Ciudad Juárez, la segunda urbe con más homicidios, hay 12 vacantes para médicos internistas, con un salario de hasta 36 mil pesos. Para estas plazas, solo han aplicado tres interesados: uno para el Hospital General de Zona 35 de Ciudad Juárez, del IMSS, para el turno matutino, otro para el vespertino y uno más, aunque este tendría un sueldo de 30 mil 721 pesos, para el Hospital General Regional 1.

En tanto, para la especialidad de urgencias médico quirúrgicas hay 88 vacantes en total en Chihuahua, 13 de estas en Ciudad Juárez, en el Hospital General de Zona 35, del IMSS, y en el número 36, con un sueldo de 36 mil 841 pesos. Para estas plazas no hay postulaciones.

Un estado donde ha estado repuntando la inseguridad, hasta colocarlo en la novena posición en el país en homicidios dolosos, es Zacatecas. En esta entidad, hay 25 vacantes para medicina interna y solo cuatro postulaciones: una en Ojo Caliente, otra en Fresnillo, una más en Tlaltenango y la última en Loreto, con sueldos que van de los 33 mil 744 a los 28 mil 964.

En la especialidad de ginecología y obstetricia, la tercera con más demanda en el país, en Zacatecas hay 28 vacantes. Hasta el momento, el estado ha recibido 23 postulaciones, pero una misma vacante tiene siete. Está en el municipio de Guadalupe, en el Hospital de la Mujer Zacatecana, turno matutino, con un salario de 33 mil 744 pesos.

No van a alcanzar

El problema de la carencia de médicos especialistas no se resolvería ni aunque se cubrieran las 13 mil 765 plazas ofertadas y llegaran los 500 médicos cubanos que el presidente López Obrador aseguró que vendrán, porque en el país no hay especialistas suficientes que quieran cubrir las plazas que hay. Tal como informó Zoé Robledo, México tiene un déficit, para alcanzar las recomendaciones internacionales, de 154 mil 786 especialistas y de 33 mil 832 médicos generales.

Las cifras que dio ayer el director del IMSS contrastan con sus declaraciones, hechas en entrevistas para diversos medios, donde aseguró la semana pasada que de médicos generales no había tanto déficit y por eso no se estaban contratando en este momento.

En cambio, ahora asegura que faltan, mientras decenas de médicos generales se quedaron sin contratos después de estar trabajando durante casi dos años atendiendo enfermos de COVID-19.

Hay estados donde los déficit son más altos. En Guanajuato, por ejemplo, hay 73.6 médicos especialistas por cada 100 mil habitantes, cuando la recomendación internacional es de 230 médicos por cada 100 mil habitantes. En León, la tercera ciudad con más homicidios en el país, sí hay interesados en las plazas, pese al riesgo que existe. En ginecología y obstetricia, por ejemplo, hay dos vacantes y 42 interesados para el Hospital de Gineco Obstetricia 48, del IMSS, para los turnos vespertino y nocturno, con un sueldo de 29 mil 744 pesos.

Las ciudades más grandes, aunque tengan situaciones de inseguridad, están recibiendo algunas postulaciones. Lo contrario sucede en lugares más pequeños y alejados. Zoé Robledo informó que Veracruz es el estado con más necesidad de pediatras. En las zonas de La Huasteca, La Montaña y Papaloapan, no hay de estos especialistas para atender a más de 2.4 millones de niños y niñas.

De acuerdo con la plataforma donde está publicada la convocatoria, en Veracruz se están ofertando 150 vacantes para pediatras, con un sueldo neto de 33 mil 744 pesos al mes, y no hay postulaciones.

Guerrero, otro estado donde se reportó que no hay pediatras en las regiones Norte y Tierra Caliente ni en la región Montaña y Costa Chica, se están solicitando 49 de estos especialistas.

En este caso sí hay interesados, 21, pero nueve aplicaron para Acapulco y cuatro para el Centro. Chilapa de Álvarez, por ejemplo, donde hay ocho vacantes, tiene cero postulaciones, pese al salario que se oferta de 33 mil 744 pesos.

Robledo informó que 3 mil 339 vacantes localizadas en municipios con una población menor a 200 mil habitantes no cuentan con ninguna postulación; el 38% de estas vacantes se encuentra en Chiapas, Michoacán y Veracruz.

Además, 787 vacantes localizadas en municipios con rezago social de medio a muy alto no cuentan con ninguna postulación; el 57% de estas vacantes se encuentra en los estados de Chiapas, que tiene solo 32.2 especialistas certificados por cada 100 mil habitantes; Oaxaca, con 51.1, y Veracruz, con 52.0.

Quedan apenas cuatro días para llenar las vacantes. La convocatoria se cierra en el último minuto del próximo viernes 3 de junio. El martes 7 de junio se presentarán los resultados y el sábado 11 de junio se colocarán mesas en cada estado para recepción y revisión de documentos. Los postulantes seleccionados iniciarán el proceso de contratación.

Personal de salud durante una protesta para exigir contratos laborales y seguridad social a la administración pasada del priista Héctor Astudillo Flores. Foto: José Luis de la Cruz

Este texto es propiedad de Animal Político y lo reproducimos con su autorización. Puedes leer el original dando click en este enlace. 

Médicos: «Queremos trabajar en estados, pero necesitamos seguridad»

En lo individual y agrupados en colectivos, médicos señalan que, contrario a lo que dice el presidente López Obrador, sí están dispuestos a trabajar en comunidades lejanas, pero piden garantías de seguridad para su día a día.


Texto: Samedi Aguirre, Manu Ureste y Andrea Vega / Animal Político

Fotografía: José Luis de la Cruz / Archivo 

20 de mayo de 2022

 

“¿Qué se necesita para que los médicos queramos trabajar en las zonas rurales? Para empezar, que no nos maten”.

La respuesta tajante la da Nora, una doctora que estudió la especialidad en el Hospital Universitario de su ciudad, del que prefiere no dar detalles, así como tampoco de su identidad, para evitar posibles represalias laborales.

Poco antes de terminar su especialidad, se enteró de que había tres plazas en un hospital de una pequeña localidad ubicada en el norte del país. Se trataba de unas de las más de 2 mil 600 plazas que, según datos del IMSS Bienestar, quedaban vacantes para médicos especialistas. Antes de acceder a una plaza de ese tipo, Nora explica que tuvo que acudir a un sorteo anual, donde los médicos egresados de programas educativos del IMSS tienen preferencia. Pero, aun así, la mujer dice que no le importó, pues la plaza que quería estaba en un estado muy poco demandado por los médicos: Tamaulipas.

“Al ser tierra del narco, nadie quería venir para acá. Por eso, el hospital llevaba años sin que un médico llegara a trabajar”, expone.

Sin embargo, pese a cumplir con todos los requisitos, y pese a la escasa demanda en ese centro médico, el resultado no fue el que Nora esperaba: “Aunque yo tenía el certificado del Consejo de Medicina Interna, no me quisieron dar la plaza porque decían que no era egresada del IMSS”.

Finalmente, ante la falta de médicos y la necesidad latente de personal, la directora del hospital tamaulipeco tuvo que saltar por encima de la burocracia e intercedió por Nora ante el sindicato. Y fue así como empezó a trabajar, aunque con un contrato tipo 08, es decir, un contrato que se debe renovar cada 15 días, que por ello no genera antigüedad y que no ofrece ningún tipo de prestación, además de que la paga no está garantizada.

“Yo sí me salí de mi ciudad para trabajar en las comunidades, pero, aun así, no me querían dar la base”, dice Nora, quien asegura que, al contrario de lo expresado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando el pasado 16 de mayo justificó la reciente contratación de 500 médicos cubanos diciendo que los especialistas mexicanos no quieren ir a las zonas serranas a trabajar, sí hay doctores que, como ella, están dispuestos a ir a zonas alejadas de las grandes urbes, a pesar del enorme reto que supone para ellos en todos los niveles, tanto económicos como de seguridad.

Nora recalca que sabe muy bien de lo que habla, pues realizó sus prácticas como pasante en la sierra, también en el norte del país. “Sí queremos trabajar en zonas rurales, pero necesitamos seguridad, que no nos maten”, insiste. “A mí, por ejemplo, me amenazaron con machetearme, y nadie está ahí para cuidarte. Además, yo tenía que cubrir mi traslado a la sierra, mi alimentación, y no había medicamentos. Tenías tú que pedírselos a los pacientes”.

No es la única que decidió alzar la voz. Otro ejemplo es la iniciativa #AquíEstamos, a la que se sumaron organizaciones como Nosotrxs. Dicha iniciativa, que surgió en protesta por las declaraciones del presidente y la contratación de 500 médicos cubanos, suma más de 2 mil testimonios recabados en una base de datos a la que Animal Político tuvo acceso.

Otro ejemplo es el testimonio de Samuel, médico especialista en neurología pediátrica, quien, al igual que Nora, expone que “un gran problema” que enfrentan los médicos a diario es la inseguridad que se vive en múltiples puntos del país, especialmente en las zonas más remotas y alejadas, donde el crimen organizado domina el terreno.

“Nos enfrentamos a zonas de extrema carencia y donde la gente es muy agresiva”, dice Samuel. A él, por ejemplo, lo mandaron durante su especialidad a una comunidad de Veracruz. Ahí, sin apenas medicinas ni recursos para atender a la población, un día se le presentó una urgencia: había que trasladar a un recién nacido a un hospital con personal especializado y que tuviera los insumos necesarios.

El padre del niño se negó y lo amenazó para que lo atendiera ahí mismo. Por su seguridad, Samuel tuvo que ser retirado de inmediato de ese centro y fue trasladado a otro lugar en Michoacán, otro estado con altos niveles de violencia.

“Mi primer día fue una balacera”

Al margen de los testimonios de la base de #AquíEstamos, Animal Político entrevistó a otros doctores, que coinciden en señalar que las condiciones de inseguridad y de falta de recursos son una constante que enfrentan a diario.

‘Alicia’, quien pidió ser identificada con un pseudónimo, narra que, en su primer día como médica pasante en San José del Rincón, en la delicada zona limítrofe entre el Estado de México y Michoacán —donde el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Familia Michoacana se disputan el control—, el recibimiento que tuvo le metió miedo.

“Mi primer día fue una balacera”, recuerda aún con una risa nerviosa.

Después, una vez cumplida su pasantía, comenzó a trabajar como médica general en otra clínica de una comunidad, también en la zona limítrofe con Michoacán. Y su situación, asegura, no ha mejorado mucho.

“Una vez estaba atendiendo a un hombre que llegó herido, cuando se metieron a la fuerza a la clínica otros hombres. Y claro, ahí no tenemos seguridad ni nada. Y pues no sabes si son familiares o si son de los contrarios que vienen a rematar a esa persona. El caso es que me dijeron: ‘Si no lo salvas, ahora vienen todos los demás a por ti’”.

En cuanto a las condiciones en las que trabaja, la doctora asegura que el lugar donde despacha “es una unidad que se está cayendo a pedazos”.

“Tratas de hablar y de negociar con la misma comunidad, pero la gente no tiene dinero, ni tampoco la intención de remodelarla. De hecho, el mismo municipio te dice: ‘Tú tienes que traer tu computadora, tu impresora y hasta las hojas’”. Y todo, hace hincapié ‘Alicia’, por un salario de apenas 3 mil pesos y un contrato que tampoco genera antigüedad.

“Nosotros nos estamos jugando la vida, literal, por ayudar en las comunidades, y con un sueldo muy bajo. Por eso hay una gran indignación cuando escuchamos que quieren traer a médicos cubanos, a los que, además, les darán sus prestaciones”, asegura ‘Alicia’. “¿Quién va a garantizar la seguridad de esos médicos cubanos, cuando a nosotros nadie nos cuida?”.

No faltan médicos, sino mejores salarios

“No sé cómo van a meter a esa zona a los cubanos”, dice ‘Ángela’, doctora especialista en el Hospital de Alta Especialidad de Veracruz, y a la que también se le modificó el nombre. “Porque los van a llevar a zonas sin condiciones y sin seguridad. Y, además, quién sabe lo que les vayan a pagar, porque a los pasantes mexicanos les dan 2 mil pesos míseros por arriesgar su vida”.

Para ‘Ángela’, contrario a lo dicho por el presidente, el problema no es la falta de médicos ni de doctores que quieran ir a trabajar a las comunidades más alejadas y vulnerables. “El problema son los salarios tan bajos. El problema es que, deja tú las clínicas rurales, los hospitales, incluyendo el mío, que se supone que es de primer nivel, se están cayendo a pedazos, y que no hay medicamentos ni insumos básicos con los que atender a la gente”.

“No es posible, por ejemplo, que un neuropediatra esté cobrando 8 mil pesos quincenales. Y que de contrato no te ofrezcan base, ni nada. Por eso, luego de estudiar tanto, y de arriesgar tanto tu vida, muchos doctores ya no se avientan a jugársela. Y si te ofrecen irte a un pueblito, pues menos, porque la inseguridad es terrible, y por supuesto que nadie se la rifa por una beca de 2 mil pesos”, agrega.

Sobre los salarios, de acuerdo con el último informe de la OCDE, mientras en otros países la remuneración para médicos especialistas se incrementó hasta en 10% (en el caso de Chile) de 2010 a 2019, en México los sueldos para especialistas se han visto disminuidos en 0.1% y en 0.4% para médicos generales.

“No tenemos ni el mínimo básico para trabajar”

Julia es médico general y labora en la Sierra de Oaxaca. Dice que cuenta con una base en un hospital de primer nivel, es decir, donde se otorga la atención médica básica. Pero incluso eso se complica.

“No tenemos un mínimo básico que deberíamos tener. No tenemos jeringa de insulina, ni siquiera vendas o agua oxigenada. La mayoría de las ocasiones tengo que ser yo quien solicita al paciente que si puede apoyar comprando lo que requiere y, al estar a ocho horas del centro de la ciudad, las cosas se tornan un poco más costosas”, señala.

Julia narra que la zona donde se encuentra se considera un foco rojo para la muerte materna. Además, hay violencia y falta de acceso.

“A veces se dice que el médico no quiere venir, pero no se trata de que no quiera. Bueno, llega y aquí está, pero si no tiene esto, no tiene lo otro, y todo es que el paciente lo compre, entonces, ¿a qué viene?”.

Julia dice que ella ha buscado cursar la especialidad, pero no alcanzó vacante.

En 2021, 49 mil 479 médicos presentaron el examen para ingresar al Sistema Nacional de Residencias Médicas (SNRM), pero solo se ofertaron 17 mil 940 plazas, según informó la Secretaría de Salud en un comunicado.

Mauricio Sarmiento, médico y abogado especializado en defensa de los derechos de los médicos en formación, generales y especialistas, explica en entrevista que uno de los grandes problemas con los médicos generales es que, en efecto, los mandan a trabajar a lugares donde no tienen insumos para atender a la población, ni las condiciones de seguridad. Además, dice, la atención a la salud se debe hacer en equipo con varios especialistas, y estar solos les dificulta la tarea de tratar ciertas enfermedades.

Lo otro es que les dan contratos por seis meses o por un año. No tienen estabilidad laboral y esto lo hacen para que no hagan antigüedad y no tengan derecho a su pensión. Así que los médicos generales que trabajan en zonas alejadas lo hacen sin los insumos y medicamentos necesarios, sin el respaldo de un equipo formado por otros médicos, y con sueldos bajos y variados, porque como el sistema de salud todavía está fragmentado, hay una diversidad de instituciones de salud contratando y cada una fija sus sueldos.

Andrés Castañeda, coordinador del Colectivo de Médicos en Formación, señala que para que los médicos quieran ir a trabajar a una comunidad alejada se tienen que crear primero las condiciones adecuadas. Y no solo es una cuestión de salarios, puntualiza, sino que hacen falta infraestructura, insumos y seguridad. Sin eso, concluye, los médicos no pueden hacer bien su trabajo: garantizar a las personas el acceso a la salud.


Este texto es propiedad de Animal Político y lo reproducimos con su autorización. Puedes leer el original en el siguiente enlace.

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