Texto y Foto: Margena de la O
Chilpancingo
Martes 18 de marzo del 2025
Las madres buscadoras de Guerrero se organizan en sus colectivos para acudir a Jalisco y cerciorarse, a partir de la revisión de las prendas halladas, si sus hijos estuvieron o no en el Rancho Izaguirre, de Teuchitlán, un lugar que pudo ser utilizado para entrenamiento forzado y exterminio.
Están a la espera de conocer más información de la Fiscalía General de la República (FGR), ahora que tomó el caso, sobre cuál será el mecanismo o método de cotejo o identificación, porque entre los familiares de buscadores locales comenzaron a brotar sospechas o inquietudes de que los suyos pudieron ser llevados a ese sitio ubicado en La Estanzuela, municipio de Teuchitlán, Jalisco.
Francisca Mayo Ramírez, quien fundó el colectivo Guerrero No+Desaparecidos en busca de su hijo Jonathan Munivez Mayo, desaparecido desde el 3 de noviembre del 2008 que policías municipales de Chilpancingo lo sacaron de la casa que rentaba el joven, tiene la sospecha de que su hijo pudo estar en el Rancho Izaguirre por dos coincidencias que escuchó durante el hallazgo.
Durante la narración que hicieron integrantes del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco desde el interior del rancho, quienes descubrieron este sitio que antes fue cateado por autoridades, supo que en unas libretas halladas estaba el escrito el apellido Mayo y el apodo de Pelón que, coincidentemente, tienen relación con su hijo.
Contó que Mayo, su primer apellido y, por ende, el segundo de su hijo, no suele ser común, además le apodaban Pelón desde pequeño, porque le hicieron una cirugía y le raparon el pelo. Para la madre buscadora son dos elementos de peso que la tiene determinada ir a Jalisco aun si el resto de los integrantes del colectivo no se deciden.
Solo dará espacio a que la FGR proporcione más información después de documentar todas las prendas e indicios localizados en el rancho. Antes de que la federación tomará el caso, Francisca ya había notificado a la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas en Guerrero sobre su inquietud para que hiciera enlace con su par de Jalisco, pero ahora deben esperar los procedimientos que establezca la federación.
En otros colectivos locales circulan otras sospechas, pero esperarán hasta que tengan certezas.
El descubrimiento del rancho y las posibles operaciones que ahí realizaban volvió a trastocar las heridas de las madres buscadoras, incluidas las de Guerrero.
Francisca, de entrada, ha compartido que trae las emociones alteradas desde entonces. No sabe si es coraje, impotencia, dolor o, quizá, una mezcla de todo.
En eso coinciden otras madres que están al frente de otros colectivos en el estado, donde la desaparición de personas es consecuencia de un entorno atravesado por muchas violencias. “Es un sentimiento…creo que todas estamos, ay, yo lo tocó otra vez y me vuelve a afectar. Es un sentimiento de que ya nada más estamos en espera que nos digan de nuestros hijos, nuestros familiares”, dice Gema Antúnez Flores, presidenta del colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera, quien busca a su hijo Sebastián García Antúnez, desaparecido el 27 de febrero de 2011.
“En estos días no he podido dormir pensando que a lo mejor mi hijo pudo haber pasado por una situación así, de que lo torturaron, sabrá Dios en qué situación le quitaron la vida. Mientras no los encontremos siempre vamos a torturarnos; es una tortura sicológica la que vivimos todos los días, porque todo el tiempo estamos pensando si lo habrán hecho sufrir, si murió instantáneo y no sufrió, tal vez es mejor, pero no lo sabemos y todo el tiempo estamos torturándonos”, menciona Socorro Gil Guzmán, quien preside el Colectivo Memoria, Verdad y Justicia, y busca a su hijo Jonathan Romero Gil, desaparecido el 5 de diciembre 2018.
El caso de Teuchitlán también les confirma a las madres buscadoras que los servidores públicos de los diferentes niveles de gobierno no cumplen con una de las responsabilidades máximas, brindar seguridad a la ciudadanía, porque “sabemos que salimos de casa, pero no sabemos si vamos a regresar”, agrega Socorro.
Ante ese panorama de desatención, las madres y demás familiares buscadores de personas desaparecidas han tomado un papel trascendental en las acciones de búsqueda de los suyos. “La verdad que ese trabajo no tendríamos por qué hacerlo las familias o las mamás, sin embargo, lo hacemos porque es a nosotras a quienes nos faltan nuestros hijos. Las autoridades han dejado a un lado esto de las desapariciones, los tres niveles de gobierno se hacen de vista gorda, nos están minimizando, revictimizando”, insiste.
Francisca coincide con Socorro sin haberla escuchado, porque fueron entrevistadas por separado. “Nosotros somos los que los buscamos porque las autoridades no lo hacen, y si lo hacen, no como nosotros”, menciona.
El Rancho Teuchitlán fue revisado antes por servidores públicos y nunca reportaron los hallazgos que el colectivo de Jalisco expuso.
Hay algo más en lo que coinciden estas tres madres al frente de colectivos de familiares de desaparecidos en Guerrero, viajarán a Jalisco en busca de indicios en los hallazgos del rancho para ver si algo tienen que ver con sus hijos.
“Sí hay posibilidad de ir, yo creo que iremos algunas personas del colectivo”, menciona Gema.
Socorro ya tiene planeado junto a otras integrantes de su colectivo viajar a fin de mes a Jalisco, porque ha sabido por los medios de comunicación de la FGR también intenta bloquear la intervención de las madres buscadoras de Jalisco, cuando son ellas las que descubrieron ese lugar de entrenamiento forzado y exterminio.
“Yo no voy a esperar mucho tiempo”, agrega Francisca después de confirmar que el colectivo que dirige pedirá formalmente que le permitan tener acceso a los hallazgos del rancho.