Empleadas del hogar: pierden su trabajo por pandemia, ahora se autoemplean para vivir

Texto: Beatriz García

Fotografía: Oscar Guerrero

30 de marzo de 2022

Chilpancingo

 

Aureliana Aguilar Mosso es originaria de El Epazote, municipio de Chilapa, tiene 59 años y 30 de éstos lleva empleándose en lavar ropa a mano. Durante la pandemia por la Covid-19, se quedó sin empleo junto a muchas de sus compañeras.

Aureliana es una de las 800 integrantes de la Red de Mujeres Empleadas del Hogar, tras dos años de pandemia decidieron emprender para generar recursos económicos.

La Red de Mujeres Empleadas del Hogar, con sede en Chilpancingo, busca el respeto de los derechos laborales de estas 800 mujeres, pero también que los conozcan para evitar que sufran la explotación laboral.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Guerrero, hay 60,000 trabajadoras del hogar.

Desde hace siete años, Aureliana forma parte de la Red de Mujeres Empleadas del Hogar. Una vez llegaron a Chilapa y le explicaron sus derechos para que no permitiera la explotación laboral.

A Aureliana le gustó la idea de organizarse con otras mujeres para buscar su bienestar. La red llegó en un momento oportuno: cuando más le estresaba su trabajo.

“Gracias a las compañeras que me invitaron, antes no platicaba con nadie, estaba estresada y aquí gracias a las compañeras que me invitaron, salgo”, manifestó.

Ahora, Aureliana trata de mantenerse activa en la red asistiendo a talleres y reuniones en Chilpancingo.

Aureliana perdió su empleo durante la pandemia. En estos meses, como muchas de su compañera, experimentó como se negaban a contratarlas cuando se enteraban que tenía un contagio de coronavirus, como cuando su hija se enfermó.

“Mi hija se me enfermó, ella trabaja en Iguala en un Tribunal, dice que le agarró el Covid, se vino a la casa, ni modo que le dijera que no, es mi hija. Sí nos afectó, si se dan cuenta que te dio la enfermedad no te dan el trabajo piensan que tú también tienes Covid, yo me quedaba callada, no decía nada”, explica la trabajadora.

Ante la pandemia, Aureliana y sus compañeras idearon emprender, para buscar cómo generar ingresos económicos y fue que buscaron apoyos económicos mediante convocatorias y así producir lo que saben hacer: pasta de mole, comida, postres, dulces, bordados. La producción la iniciaron el pasado 19 de marzo.

En el caso de Aureliana produjo pasta de mole, porque lo sabe hacer. Hizo equipo para producir mole con dos de sus compañeras, también de Chilapa: Olivia Bello Aguilar y Casilda Juárez Sánchez.

Las tres trabajadoras se han distribuido en su comunidad, en el trabajo de la hija de Aureliana en Iguala, con sus mismas compañeras. Las tres están motivadas para continuar emprendiendo y poco poco volver a reactivar su economía y su empleo en el lavado de ropa.

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Desde hace 30 años, Aureliana se dedica a lavar ropa a mano, con eso junto con su esposo mantuvo a sus ocho hijos.

Empezó a lavar ropa por invitación de una amiga, que al mudarse le dejó a su cargo las lavadas de ropa de las clientas que ya tenía. Aurelina aceptó.

“Ahí empecé a sobresalir con mis hijos, los mantuve con la lavada, les di estudios como pude porque la licenciatura ya no, eso ya es otro dinero, nomás le di secundaria y prepa. Ahorita gracias a Dios entre mis hijos los más grandes apoyaron a los demás, son dos los que se prepararon”, cuenta.

En Chilapa, Aureliana asiste a lavaderos públicos, donde por 2 pesos lava el tiempo que desee y utiliza el agua que necesita.

Ella pone en costales la ropa que tiene que lavar y se traslada a los lavaderos públicos, ubicados en el barrio de San Antonio.

Al inicio, Aureliana lavó hasta 12 docenas de ropa al día. Poco a poco la conocieron más personas porque todos los días la veían cargando los bultos con ropa e identificaban que a eso se dedicaba y la contrataban.

Ahora que los hijos de Aureliana crecieron y ya no dependen de ella, no abandona su trabajo, aunque lava menos, unas siete docenas diarias.

Al principio lavaba en las casas de quienes la contrataban pero no le gustó, porque los lavaderos eran pequeños y eso le complicaba más el trabajo.

Todavía recuerda a cuánto cobraba la docena de ropa al principio: 8 pesos; actualmente a 45 pesos.

“Cada año le vamos subiendo, porque decimos que entre más sube y más suben de precio las cosas no nos alcanza, a luchas algunos sí van pagado”, dijo.

—¿A raíz de este trabajo que implica fuerza usted padece alguna enfermedad?

—Hasta ahorita gracias a Dios no, pero sí ya me empieza a doler mi riñón, pero no he ido al médico. Me dolían las rodillas pero como me estoy tomando un tecito se me quita, además ya no lavo igual.

Las empleadas del hogar no cuentan con prestaciones de ley, mucho menos, con seguro social, solo perciben el pago, como el caso de Aureliana, por el lavado de la ropa.

Apoyo insuficiente: la red

La coordinadora de Proyectos en la Red de Mujeres Empleadas del Hogar, Petra Hermillo Martínez expuso que la iniciativa de emprender surgió porque las trabajadoras del hogar fueron despedidas de sus trabajos y a otras más les dijeron que después les llamaban, pero desde hace dos años no les llaman.

Las trabajadoras han ido a sus antiguos empleos pero les dicen que no hay trabajo y es por ello que comenzaron a trabajar en la propuesta para autoemplearse.

“Es como empezamos a trabajar una propuesta, una idea, una convocatoria que sacó la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH). Nos aceptaron”, expresó.

El pasado 8 de marzo recibieron el dinero, a los equipos, de tres o cuatro integrantes, les tocó de entre 7,000 a 10,000 pesos para comenzar su negocio.

Petra Hermillo destacó que las mujeres sí necesitan más apoyo ante las consecuencias que viven por la pandemia y así puedan generar sus propios recursos económicos, la mayoría de las 800 de sus compañeras perdieron su empleo y pocas han regresado.

La representante destacó las carencias de las trabajadoras del hogar, principalmente el de no contar con seguridad social, además de la lucha constante de que el pago que perciban sea proporcional al trabajo que hacen.

El 12 de diciembre del 2012, entró en vigor del Convenio 189 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) sobre Trabajadoras del Hogar, que determina que los funcionarios de todos los niveles sin pretexto deben intervenir y hacer valer los derechos que desde hace décadas pelean las trabajadoras: seguridad social, salario digno, respeto y cero discriminación.

Petra Hermillo lamentó que la pandemia haya impidio accionar este convenio y exigir para que las autoridades lo cumplan, sin embargo, dice, ya es momento de retomarlo así como su lucha para hacer valer sus derechos como trabajadoras del hogar.

 

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