Sin Límites. La Galería, una comunidad de arte en Chilpancingo

Texto: Margena de la O

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

En la esquina que hacen la avenida Alemán y la calle Antonia Nava de Catalán, un mural en tonos grises con caras de miradas caídas y flores de pétalos apagados cubre casi toda una pared. Es una pieza de Raúl Aguas que comparte espacio con un trabajo de Ángel Guzmán en tonos rosados y lilas, lo que hace de ese muro un gran contraste de valor artístico. Ambas obras de estos artistas plásticos son la invitación a un pequeño espacio en un primer piso con estrecho balcón en esa esquina del centro de la ciudad: La Galería, un café donde se exhibe y reposa arte.

La fachada sólo es una gran muestra, porque todas las paredes y rincones de ese espacio en renta están impregnadas del trabajo de los artistas plásticos, particularmente guerrerenses. Fueron sus lienzos.

En las paredes del pasillo con gradas que llevan a ese primer piso está, entre varias, una pintura de Hugo de la Rosa, quien además tiene cualidades para la prosa desde una irreverente construcción de oraciones, de lo que deja constancia en sus redes sociales. Es una pieza que representa una secuencia de su trabajo por 2019, año en que abrió La Galería: elementos de la ritualidad de transformación del nahual, que representa la cosmovisión de nuestros antepasados, envueltos en una lluvia de tonos rojos.

En la punta más alta de ese mismo camino –de tal manera que antes de descender de la cafetería te queda de frente– está el retrato de una mujer con el rostro distorsionado que lleva la firma del artista Jorge Cerros. Quienes lo conocen, saben que su trabajo está basado en la figura humana, donde también pone de manifiesto las emociones, las sensaciones y hasta los sentimientos.

Esto es sólo al entrar, porque en las paredes del balcón hay más. En una de ellas está Froster, un artista originario de San Luis Acatlán radicado en Chilpancingo, que tiene los cimientos colados en el arte urbano. Sólo sus amigos saben que se llama Ricardo Bustos Guzmán. Él con una ave representó el vuelo que se emprendió con este proyecto. “No es una obra de mayor complejidad, pero en su momento, la intención era plasmar algo en apoyo a una iniciativa que se gestaba”, comenta Froster.

A la vuelta de su nombre está el de Santiago Memije con una pintura construida con muchos de los símbolos que bien podrían representar una realidad de Guerrero: la osamenta de una res, unas aves y unos bulbos de amapola.

Pero cuando se dice que los rincones de este lugar están impregnados de arte no es adulación. Basta con sólo voltear la mirada al techo del balcón y te toparás con otra cara de arte visual: la fotografía. En el vinilo que hace el rol de un techo interior hay imágenes de los fotorreporteros José Luis de la Cruz y Franyeli García, también del fotógrafo nacido en el norte del país que radicó en Guerrero, Armando Vega, quien ahora es un explorador de National Geographic.

También hay fotografías del veterano fotógrafo local, Ramiro Reyna Aguilar, quien tiene el mayor de los méritos en este sitio. Además de sus más de 25 años de experiencia en la fotografía, es el creador de este espacio que nació el 7 de septiembre del 2019 y que pone en otro radar el arte guerrerense.

Construir comunidad, un ejercicio cotidiano

Es 16 de julio por la tarde y en La Galería hay mucho movimiento, porque Cloro al óleo –su nombre oficial Ernesto Carbajal, de quien Amapola. Periodismo transgresor ya contó su historia– expone Monocromo, una serie de pinturas donde destacan las siluetas de cuerpos humanos –“él es quien más trabaja la anatomía humana”, comparte uno de sus amigos– a un tono, ya sea blanco o negro.

En el centro de la cafetería hay un caos adicional al de los preparativos normales de una exposición. Resulta que recién terminaron los trabajos de ampliación de la sala principal de la cafetería, en realidad la única, porque La Galería es pequeña, pero singular, porque además de que se sirve buen café –que fue sembrado a unos 1,300 metros sobre el nivel del mar en La Pintada, la sierra de Atoyac, una de la zonas cafetaleras más importantes de Guerrero, y que es tostado de manera artesanal en tres niveles–, cumple con su rol de galería de arte: se exhibe, promociona y vende arte visual.

El caos es porque derrumbaron el muro que separaba la estancia o el corazón del lugar, con el cuarto donde Ramiro monta los marcos, portarretratos, marialuisas y caballetes, otra de sus varias facetas dentro del mismo gremio, y terminan de limpiar el polvo y algo de escombro. La ampliación tiene que ver con que Ramiro tiene más planes con el mismo propósito de incentivar el arte.

El primero de éstos fue ampliar el espacio de exposición para los artistas, de tal manera que la obra de Cloro ya se pudo apreciar desde dos propuestas dentro de su misma exhibición monocromática, uno en donde, efectivamente, destacó la anatomía humana, y en otro donde saltaron símbolos de la identidad guerrerense, según el lugar en el que te plantaras de la sala ampliada. Otro propósito es extender las actividades en el café.

Pero el caos puso otros elementos de manifiesto alrededor de La Galería, el ejercicio de comunidad.

Esa tarde en que se estrenó la exposición, Ramiro llegó apresurado y comenzó a pender las pinturas de Cloro en los carretes sostenidos desde el techo, para que reposaran en las paredes. Faltaban menos de dos horas para la inauguración, que se convocó a las siete de la tarde. Además de Soledad Valenzo, Adalid Abarca y José Guadalupe Dimas, quienes hacen posible el funcionamiento del lugar, pronto hubo varios sumados para sacar los pendientes.

Ahí andaba, acercándole las pinturas a Ramiro para que terminara de montarlas, mientras el artista que expone se preparaba para la presentación, Alan Díaz, un joven cineasta chilpancinguense, también con formación de antropólogo, quien inaugurará las nuevas actividades de La Galería. Entre el 15 y 16 próximo arrancará en la cafetería el taller Sembrando cine y así el lugar se estrenará como escuela de cine. Esta actividad estaba prevista arrancarla este martes 3, pero por la pandemia las fechas fueron modificadas.

Díaz es un creador audiovisual que “se ha centrado en la hibridación del género de ficción, el cine documental y la docencia académica”, según se lee en la publicidad de las redes sociales de La Galería.

A la dinámica de colaboración se sumó el cubano Rubén Iglesias Segrera, un creador visual, lo mismo se mueve en el diseño gráfico que en los lienzos con el pincel, la herencia familiar. Él lleva fácil la mitad de su vida en Guerrero y esta tarde también colabora para que Ramiro continúe con la secuencia que sugirió el artista para exhibir su obra.

Ramiro comenta entre grandes pausas que “aquí creas comunidad. Comunidad artística. Se promueve el arte”. Después comparte que Rubén fue quien diseñó el logo de la cafetería. Rubén, por su parte, aseguró que él tiene un espacio reservado en las paredes del pasillo de escaleras para una pintura, pero que él prefirió plasmarla en un lienzo con bastidor, para no dejarla en un muro sin posibilidades de mudanza; muestra lo que lleva hasta ahora: es un homenaje al maestro Toledo. El inmortal artista oaxaqueño está montado sobre un caballito de mar, con un pincel gigante de lanza y un papalote de escudo.

Amor al arte y a la cultura

Baltazar Castellano, Javier Téllez, Rogelio González y José Luis Correa son los artistas plásticos que han expuesto en La Galería y a quienes Ramiro menciona de corrido al seguir montando las pinturas esta misma tarde que toca el turno a Cloro.

La dinámica que se ha impuesto sola en este café –porque aquí no hay reglas ni protocolos. “Yo no tengo claridad de nada, yo sólo vivo y soy”, comenta Ramiro después de preguntarle cómo es que creó este lugar, y después ataja: “Es por amor al arte y a la cultura” –, es que los artistas llevan sus pinturas con el concepto que ellos deciden, Ramiro las monta, y ambos, el artista y el responsable del lugar, hacen un acto de inauguración donde se degusta el café de los pueblos serranos de Atoyac y mezcal de Tlacotepec (Heliodoro Castillo), el lugar de donde es originario Ramiro. A partir de entonces las obras se quedan en exhibición para su apreciación y venta.

Estos actos de inauguración generan otra posibilidad: reúnen a gran parte de la comunidad de artistas plásticos de Guerrero. Esta tarde-noche del 16 de julio, casi todos los artistas citados en este texto están presentes y varios más que no. Uno de ellos es Aarón Cabañas, otro joven artista a quien, cuenta Ramiro, le vio madera cuando lo conoció en la Escuela Superior de Artes de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), donde dio clases de fotografía. Ahí también conoció a Cloro y a otros tantos de los que estaban presentes.

Es, de entrada, la fotografía y su experiencia lo que pone a Ramiro de frente al arte, pero, sobre todo, su gusto por ella; también es un coleccionador. Fácil, a lo largo de estos años de su carrera personal, ha reunido unas 60 obras de diferentes tipos y tamaños, particularmente de artistas guerrerenses.

La Galería se ha tejido casi de manera independiente y le ha permitido a Ramiro reunir todas las facetas en las que se mueve, personales y colectivas y, a la vez, ha concedido un espacio flexible, casi inexistentes o inaccesibles en Guerrero, para los artistas plásticos locales. “Por la conexión que he tenido con los chavos, con los artistas, hemos construido esto. Honestamente yo no hice un proyecto para que existiera este espacio”, agrega Ramiro.

De tal manera que si quieres saber más de ellos y de su arte, sólo resta visitar La Galería.

 

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Los cigarros feos de Chilpancingo que son medicinales

Biyu, el creador de estos cigarros hechos a base de tabaco, menta, romero y pericón, intenta mostrar que desde lo local se puede generar una resistencia a las grandes tabacaleras


Texto: Beatriz García

Foto: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Como una manera de hacerle frente a las tabacaleras tradicionales, con un producto menos dañino para la salud y el ambiente, es que Biyu Marcos López creó los Cigarros feos, unos cigarros artesanales que hace a base de tabaco y yerbas, como la menta, el romero y el pericón.

Desde una mesa de lo que todavía es Sita, la cafetería alternativa que también creó aquí en Chilpancingo, pero que cerró en marzo del año pasado por la pandemia de la Covid-19, contó que fue en la crisis sanitaria por qué decidió hacer estos cigarros feos, como una manera de continuar con una dinámica que se trazó, la de cuestionar y modificar 43 hábitos.

En realidad esto tiene que ver con un tema más profundo, lo que de alguna manera pone evidencia su nivel de consciencia y compromiso social.

En la charla mencionó que cuando desaparecieron los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, él se sumó al movimiento de exigencia de la búsqueda y localización con vida de los muchachos. Fue entonces que decidió tomar el número 43 como un símbolo para modificar cosas de él y de sus entorno.

“Tenemos que crear 43 semillas de independencia, en cuestión sistemática, ya no tanto del estado o del gobierno, sino del sistema capitalista que envuelve todo esto que es la democracia mexicana. Esa fue la idea, se la platiqué a amigos cercanos y empecé con 43 hábitos, empezarlos a cuestionar y empezarlos a tratar de cambiar”, dijo en la entrevista.

Primero dejó de usar transporte público y comenzó a usar la bicicleta como medio de transporte.

Otra de las semillas que se planteó fue crear un espacio alternativo, no un café convencional, debía ser un espacio en el que se expresara el arte, libros, conocimientos. Así fue como nació Sita, sala de infusiones. “No es que haya cumplido los 43, estamos en proceso”, advirtió.

Ya en Sita, en 2017, otro hábito personal que se cuestionó fue el fumar. Al día llegó a fumarse hasta 24 cigarros comerciales, lo cual ya le provocaba malestares físicos. Pensó en dejar de fumar definitivamente, pero una de sus amigas, originaria de Xochistlahuaca, Costa Chica, le sugirió sustituir el tabaco comercial por tabaco natural. En esa zona de la Costa Chica es común la siembra de tabaco.

A Biyu le agradó la idea y de ahí surgieron los cigarros feos.

En la entrevista explicó que parte de las características del tabaco es que tiene un aroma y sabor fuerte. Ya con la idea de crear sus propios cigarros platicó con una amiga naturopata (quienes se dedican a la medicina alternativa) y ella le dijo que también se podía fumar la menta. Entonces ideó mezclar el tabaco con la menta, para restarle intensidad al sabor y al aroma, y comenzó a forjarlos.

Recordó que las primeras veces que comenzó a hacer los Cigarros feos llegó uno de sus amigos a Sita y lo vio forjándolos, le preguntó qué hacía; creyó que eran cigarros de marihuana, pero eran los artesanales de tabaco y menta. Biyu aceptó que el aspecto de sus cigarros era parecido al de un porro.

Después de eso Biyu le invitó un cigarro al amigo y le gustó. Después, cada vez que visitaba la cafetería, le pedía un cigarro; al principio no se los cobraba, pero el amigo, que a la vez era cliente del café, le pidió que lo hiciera. Así fue cómo vendió cigarros artesanales la primera vez en el 2018.

Antes, Biyu investigó sobre el mercado del cigarro artesanal, porque en Guerrero todavía es poco explorado, a diferencia, dijo, de Morelos, Puebla y Michoacán, donde un cigarro artesanal cuesta entre ocho y 10 pesos. Biyu los vende en 10 pesos.

Después su amigo fue con otros amigos y esos otros amigos comenzaron a consumir los cigarros artesanales.

Biyu solía hacer los cigarros en el café, y era común que quienes llegaran lo vieran haciéndolos. Aquella escena con su amigo se repitió, alguien más creyó que forjaba cigarros de marihuana, y recordó lo que exclamó: “‘¡Están bien feos tus cigarros!’”. De ahí surgió el nombre de sus cigarros artesanales.

Pero expuso que al final compró una pequeña máquina para que creara los cigarros y le diera mejor aspecto. También les incorporó un sello: una máscara de la danza de los diablos de la Costa Chica, con el grabado de Cigarros feos.

–¿Alguna vez has tenido problemas por el aspecto de los cigarros?, –se le preguntó.

–En lo personal a mí sí, de hecho me corrieron de un bar conocido de la capital por estar fumando los cigarros, porque se acercó un amigo y me pidió, él los conoce y los fuma, porque sabe que es tabaco. En corto llega un mesero: retírate estás vendiendo droga.

También recordó que otro de sus clientes le contó que después de pasar a comprarle unos cigarros se fue al zócalo de la ciudad y encendió, pero una policía se acercó para decirles que no lo podían hacer, porque pensó que era marihuana; le advirtió que lo detendría. Él le alegó que era tabaco en cigarros artesanales; la policía lo olió y lo dejó ir.

Aun cuando la aprobación de la marihuana para términos medicinales y lúdicos ocurrió en noviembre del 2020 en México, su consumo aun es un tema social con claroscuros.

Características de los feos

Una de las características de los feos es que si lo dejas de fumar se apagan solos, pero un cigarro comercial, según Biyu, por el nivel de alquitrán que contiene, se mantiene encendido. El alquitrán es una sustancia química nociva que, según se sabe, es lo que pueda causar cáncer.

A diferencia de los Cigarros feos que, según su creador, podrían tener una función medicinal, por la combinación con otras yerbas que puede funcionar para algunos malestares. También, expuso, tienen funciones terapéuticas.

–¿Qué fines medicinales tienen?, –se le preguntó.

–La combinación de las plantas, me informé con una naturópata terapeuta, Tensis Lara, ella me dijo que la menta no tenía ningún problema de consumirla, quemada, ni el romero. Le pregunté del romero porque a mí me encanta, y le dije me lo quiero fumar.

Las plantas tienen mucho poder, el tabaco, la nicotina que es el activo del tabaco es bueno para las migrañas. La menta tiene múltiples beneficios, relajarte. El romero en la herbolaria es para cólicos, dolor de cabeza, para relajarte; para la memoria, digestión.

Los Cigarros feos también contienen pericón, una planta que tiene beneficios para la digestión y para la migraña, además de que es aromática.

Biyu tiene en proceso experimental la combinación con lavanda y manzanilla.

“Estos cigarros ya tienen su receta establecida; sí nos costó un poco. La cuestión es la estandarización, tú puedes mezclarlo en un platito, te sale bien, pero a ver ármate 200 gramos. Esa es la clave y secreto de los cigarros artesanales, la mezcla, cómo lo hacen”, explicó.

Él antes de venderlos los prueba, es parte del experimento para poderlos vender. Los cigarros tienen entre un gramo a gramo y medio de cada mezcla.

“Esa es la premisa principal, hacerle frente a las tabacaleras, frenar ese consumo de parte de los fumadores y dar una alternativa. Estamos en la idea de crear otras marcas, crear una diversidad de productos”, adelantó.

En sus planes próximos está impulsar algunos talleres experimentales donde puedan salir nuevas mezclas para más Cigarros feos.

Por ahora estos cigarros que hace Biyu se pueden conseguir en lugares alternativos de Chilpancingo, Chilapa y Taxco. Algunos de estos lugares en la ciudad donde los pueden conseguir son: La Galería, Mar Coral, Xaman Café, en Selva Verde, Delicia Boba y con la artesana Moni Frutitas.

 

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La alameda Granados Maldonado, el paseo de los capitalinos, era un terreno de Nicolás Bravo

Este espacio no siempre se llamó Alameda Granados Maldonado y en su historia está uno de los personajes más importantes que hubo en el Guerra de Independencia.


Texto: José Miguel Sánchez

Foto: Isaac Rodríguez

26 de mayo de 2021

Chilpancingo

La actual Alameda Granados Maldonado cumple 170 años de existencia. De acuerdo con fuentes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue Nicolás Bravo Rueda, el caudillo de la independencia y originario de esta ciudad quien pensó que a Chilpancingo le hacían falta espacios para el descanso de los habitantes.

En la actualidad es muy común ver a personas paseando o descansando en la alameda. Por el día disfrutando de un raspado y, en la tarde, un elote o esquite.

Este espacio no siempre se llamó Alameda Granados Maldonado y en su historia está uno de los personajes más importantes que hubo en el Guerra de Independencia.

El 10 de noviembre de 1850 Nicolás Bravo convoco a una reunión a los pobladores de Chilpancingo donde comentó la importancia de espacios públicos para el descanso de la población.

“Es deber de las autoridades y el vecindario procurar por cuantos medios sean posibles la comodidad, ornato y decoro de una población”, dijo el general Bravo en aquella reunión, según la historiadora del INAH, María Teresa Pavía Miller.

Fue así como Nicolás Bravo dona a la ciudad de Chilpancingo un predio destinado a la creación de espacios públicos. Dicha donación consta en un acta de asamblea que conserva el archivo del INAH, delegación Guerrero.

La alameda, lugar histórico

El terreno que donó era de su propiedad. Se ubicaba en un área conocida en ese entonces como El Chapitel. Dicho predio se extendía desde el río Huacapa hasta lo que hoy es la avenida Vicente Guerrero.

El espacio que donó Nicolás Bravo es la manzana donde actualmente se ubica el zoológico Zoochilpan, las instalaciones de la Universidad Autónoma de Guerrero, la Escuela de Música Margarito Damián Vargas y por supuesto la alameda Granados Maldonado.

Por mucho tiempo la alameda fungió como parque central de la ciudad y se le llamaba Alameda del Chapital. De acuerdo con datos de Pavía Miller, el 2 de febrero de 1912, en sesión del cabildo municipal se propuso el cambio de nombre por Jardín Francisco Granados Maldonado.

El cabildo de la ciudad invitó a la población a participar en la remodelación del jardín donando plantas y bancas, o ayudando en el construcción de las jardineras.

Meses después, en la sesión del 27 de abril, los regidores decidieron que el Jardín Francisco Granados Maldonado fuera inaugurado el 5 de mayo de ese año. Así la Alameda del Chapitel cambió su nombre a Alameda Granados Maldonado.

De acuerdo con la Enciclopedia Guerrerense, Francisco Granados Maldonado fue un educador, poeta y dramaturgo. Primer director del Instituto del Estado de Guerrero. Publicó junto con Francisco González Bocanegra una revista literaria titulada Semana de las Señoritas.

Se desconoce la fecha y lugar de su nacimiento solo se sabe que murió el 2 de febrero de 1872 en Chilpancingo.

En la historia moderna del estado, la Alameda Granados Maldonado ha tenido algunos papeles protagónicos.

El 30 de diciembre de 1960, tropas del ejército federal reprimieron el movimiento estudiantil y popular que se había organizado en los meses de octubre, noviembre y diciembre.

Dicho movimiento pretendía la autonomía del Colegio del Estado. En la represión, el ejército asesinó a 19 manifestantes ese día.

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