En el centro de Chilpancingo, a un costado de la catedral Asunción de María, un puesto de aguas frescas de diferentes sabores resalta entre el resto de los locales, es la Refresquería Armida que desde hace 37 años quita la sed de muchos que cruzan por el zócalo.
Felícita Mayares Armenta es la encargada de ese puesto, antes de ser ella la encargada estuvieron sus hermanas: Armida, quien le puso el nombre al puesto, después Rosa María y Reyna. Pero antes de todas ellas, Adolfina Armenta Villegas, madre de Felicita, a quien le dan el crédito de fundadora de la refresquería.
Al principio el puesto estuvo cerca de lo que ahora es la sede el Ejecutivo estatal.
En 1985, con la remodelación del zócalo, reubicaron el puesto al lugar actual.
Los colores de las aguas frescas que visten los vitroleros es el principal atractivo del puesto. Felícita prepara entre 11 y 13 sabores de agua diferentes todos los días. Naranja, jamaica, melón, horchata, guanábana, frutas de temporada son las sabores que más ofrece.
En los vitroleros se enfrían con grandes trozos de hielo, lo que hace más atractivas las aguas al mediodía, sobre todo en esta temporada de calor. En los últimos días Chilpancingo la temperatura alcanzó los 29 grados centígrados.
De acuerdo con habitantes de Chilpancingo hace algunos años eran tres puestos de aguas frescas los que estaban en este lugar. Se convirtió en un punto de referencia para los chilpancingueños.
“Era un punto de referencia. Alguien decía, ¿dónde nos vemos? y, pues, respondíamos ahí en las aguas, y ya todos sabían dónde”, mencionó Roberto Juárez, un habitante de Chilpancingo.
De los tres puestos de aguas frescas sólo queda Refresquería Armida.
“Las meras originales, pues, fallecieron, y la siguiente generación, pues, se casaron o se dedicaron a otros trabajos”, comentó Felicita.
Ella dedica su mayor tiempo a la venta de aguas frescas. Es el ingreso que la mantiene a ella y a su familia.
La mejor temporada es la de calor; las aguas que más vende en esta temporada son las de naranja y sandía.
“En temporada de calor es cuando tenemos que aprovechar para hacer nuestro guardadito, porque llegando las lluvias ya, se acaba”.
Los precios varían, el litro cuesta 28 pesos y el medio 17; Felicita trata de mantener los precios accesibles. Atiende su puesto de nueve de la mañana a nueve de la noche.
Pero el trabajo no comienza a las nueve de la mañana, desde una noche antes Felicita comienza a preparar las aguas que son las más “laboriosas”.
Pone a remojar el arroz para el agua de horchata, hierve la jamaica y llega al puesto a las siete de la mañana, ahí prepara todo.
La temporada en la que menos tuvo ventas fue en la pandemia por la Covid-19, la gente no salía, las ventas bajaron y ella cerró su local.
Las aguas de Felícita son hechas con frutas naturales y frescas como las hacía su mamá. Trata de mantener esa esencia y darle lo mejor a sus clientes.
Por diferentes circunstancias el puesto de Felícita es el único que queda en ese lugar y genera empleos; paga a dos empleadas que la ayudan.
“Es mi negocio, es mi trabajo, de aquí comemos, de aquí vestimos”, mencionó.
El grupo de penitentes lo fundaron hace 30 años, tenía 22 integrantes, con los años ha disminuido la participación
Texto: Itzel Urieta Fotografía: Oscar Guerrero 07 de abril del 2022
Chilpancingo
Claudia Yanet Aponte Mateos carga una cruz de unos 40 kilogramos cada Viernes Santo. Forma parte de la hermandad de penitentes del barrio de San Antonio desde hace 12 años, es quien lleva más tiempo en el grupo.
Este Viernes Santo, Claudia acudió al recorrido del viacrucis; cargó su cruz, utilizó una túnica blanca, una corona de espinas e hizo el recorrido descalza.
Para Claudia este es un acto de fe anual para pedir o agradecer por algo.
Comenzó desde los 12 años a participar en las actividades de Semana Santa de la parroquia; inició en las representaciones con el papel de mujer piadosa.
La primera vez que participó como penitente pidió al dios de la religión católica por la salud de una persona cercana a ella. De ahí se sumó todos los años.
Su abuela le inculcó y enseñó sobre la iglesia católica, siempre le dijo que la Semana Santa era la más importante y que debía «guardarse y respetarse».
«El recorrido es cansado por los factores que hay en el medio ambiente. Antes de salir yo me encomiendo a dios, voy rezando, creo mucho en él, yo siento que él me da la fuerza para soportar lo caliente del piso», comenta Claudia.
El grupo de penitentes tiene 30 años de haberse fundado, tenía 22 integrantes pero, de acuerdo con Claudia, ha disminuido la participación.
Los penitentes no sólo participan en Semana Santa, todo el año tienen participaciones en la parroquia. San Antonio es el único barrio que tiene un grupo de penitentes.
«Todos hacemos esto por alguna penitencia o alguna manda que tengamos. Muchos damos gracias, otros por algo que les pasó».
Claudia ya cumplió su manda, pero acude por fe; cada año sale para darle gracias por sus hijas y por su familia. Además, porque le gusta.
En el grupo hay hombres y mujeres, cada quien decide cuánto pesará la cruz que cargarán, también si irán o no descalzos.
«Algunos llevan la cruz menos pesada, pero su penitencia puede ser ir todo el camino descalzos, otros pueden ir con huaraches, pero con más peso en la cruz; cada quien decide».
Cualquier persona puede unirse al grupo de penitentes, sólo hay una condición, aportar y apoyarlo en sus actividades.
«Yo espero seguir hasta que dios me permita y pueda».
Los penitentes del barrio de San Antonio caminan descalzos sobre el asfalto. Foto: Oscar Guerrero.
María de la Luz N caminaba en una de las laterales del bulevar Vicente Guerrero, al sur de Chilpancingo. Cuando estaba a unos metros de su centro de trabajo, un individuo armado a bordo de una motocicleta se paró frente a ella y le disparó.
La mujer quedó tendida en el piso y su agresor huyó en su motocicleta y a su víctima la dejó agonizante. «Todos corrimos porque escuchamos varios balazos», dijo una vendedora ambulante de la avenida Ruffo Figueroa, ubicada al sur de esta ciudad.
Un niño de 13 años dijo que él escuchó siete disparos y que el agresor huyó en una motocicleta. La agresión contra la empleada de la empresa de automóviles ocurrió alrededor de las nueve de la mañana, pero casi media hora después llegó una ambulancia de la Cruz Roja y los paramédicos verificaron había fallecido.
«Aquí venía a almorzar y yo le decía Dulcecita», dijo una señora que tiene un puesto de comida a unos 50 metros de distancia de la empresa automotriz donde María de la Luz laboraba.
Poco después del asesinato llegaron dos de sus familiares.
Una agente de la Policía Estatal le decía a una de las familiares de la trabajadora de la empresa automotriz los trámites que tenía que realizar para reclamar el cadáver. «Mire tiene que ir a la Agencia del Ministerio Público a donde tiene que llevar su identificación; eso será rápido y después va ir al Servicio Médico Forense para que identifique el cuerpo y se lo entregarán», le dijo la policía a una señora que notaba triste.
La mujer de avanzada de edad que se identificó como familiar de María de la Luz ni se percató de que al pie de ella pasó la camioneta de Semefo con el cadáver de la trabajadora.
«¿A qué hora se van a llevar el cuerpo?», preguntó la mujer.
«No, ya se lo llevaron», le respondió un señor, quien se identificó como suegro de María de la Luz.
Una muchacha que estuvo cerca del escena del crimen dijo que muchas personas no escucharon con claridad las detonaciones por el ruido de los automóviles que transitaban sobre la Autopista del Sol.
Cientos de automovilistas que pasaban por la vía de cuota vieron el nutrido grupo de elementos del Ejército, Policía Estatal y Policía Ministerial que realizaban las diligencias.
Personas que estaban cerca del lugar del asesinato contaron que aun cuando Palacio de Gobierno está cerca y repleto de policías ningún agente acudió a prestar auxilio a la mujer baleada.
«Estuvo un buen rato agonizando y no llegó la Cruz Roja ni la policía», dijo un joven.
La que sí llegó rápido fue la camioneta del Semefo. Se supo que en la Secretaría de Salud y en la Fiscalía General del Estado (FGE) hay la orden de que cuando ocurre un asesinato durante el día en una vía transitada de la ciudad, deben agilizar el levantamiento del cadáver para evitar el morbo y no obstaculizar el tránsito vehicular.
Este lunes ocurrieron dos asesinatos a tiros en distintos puntos de Chilpancingo, y una sola camioneta del Semefo realizó las diligencias.
María de la Luz tenía entre 35 y 40 años; dejó en la horfandad a dos niños.
«¿Era madre soltera?», se le preguntó a una mujer que la conocía.
«No, tenía esposo», contestó.
Otra de las versiones que contaron en la escena del crimen es que María de la Luz apenas había ascendido a cajera de la empresa y que su futuro laboral era promisorio.
La Asociación Guerrerense contra la Violencia hacia las Mujeres tenía un recuento de 33 mujeres asesinadas en Guerrero en lo que va de este año. María de la Luz, es la número 34.
La violencia Chilpancingo se ha desatado en los últimos tres meses en Chilpancingo, y queda expuesta en los asesinatos y en la inacción de las autoridades de los tres niveles de gobierno que no han tomado medidas para detenerlo.
La mañana de este viernes en la avenida Benito Juárez, un ex policía municipal de esta capital que iba acompañado de su esposa y tres hijos en un automóvil Chevrolet Cavalier color gris fue asesinado a balazos ante muchos testigos que caminaban por esta vía o iban en sus autos.
Este hecho ocurrió a las 8:45 horas a una cuadra del Ayuntamiento municipal y frente al edificio Vicente Guerrero que alberga oficinas del gobierno del estado.
Pero este no es el único hecho de violencia que se ha registrado en el primer cuadro de Chilpancingo.
El pasado 14 de marzo dos personas fueron asesinadas dentro del billar El Verde, ubicado en la calle Valerio Trujano, a escasos 30 metros del Ayuntamiento.
En dicho crimen, de acuerdo con los reportes policiales, un hombre armado llegó al billar y disparó contra dos hombres que estaban en lugar.
Las autoridades informaron que las víctimas fueron identificadas como Emmanuel N de 45 años y Christopher N de 21 años, quienes fallecieron posteriormente.
Otro asesinato en el primer cuadro de esta capital fue el pasado 24 de febrero, en la avenida Guerrero, cuando un individuo armado entró a una tienda de venta y renta de teléfonos celulares y disparó contra el dueño del establecimiento, quien posteriormente murió cuando era atendido en el Hospital General Raymundo Absrca Alarcón, ubicado al norte de esta ciudad.
La madrugada del 20 de febrero, individuos armados incendiaron 13 locales del mercado Baltasar R. Leyva Mancilla y ese mismo día, casi de manera sincronizada, otro grupo de personas le prendieron fuego a una marisquería, donde murió calcinado el velador de este negocio ubicado al norte de esta ciudad.
Una de las versiones que dieron a conocer los familiares de las víctimas es que integrantes de un grupo del crimen organizado los quería extorsionar y debido a que se negaron actuaron contra ellos.
En esta temporada de violencia en las calles de esta ciudad los últimos tres meses han asesinado a tiros dos trabajadores de combis de transporte público y a un taxista.
Para la alcaldesa morenista, Norma Otilia Hernández Martínez, es la Fiscalía General del Estado (FGE) la que se encarga de realizar las investigaciones sobre los hechos de violencia; rehuyó decir qué tipo de medidas de prevención ha tomado su gobierno para frenar las acciones delictivas.
«Tenemos pocos policías municipales y con esos no podemos», dijo la edil.
Reconoció que en cuando menos cuatro billares ubicados en el primer cuadro de la ciudad, donde han ocurrido tiroteos y asesinatos, se convirtieron en un foco de violencia. Dijo que ya les propuso a los dueños de estos establecimientos su reubicación.
«Estamos dialogando con ellos (los dueños de los billares) para que se reubiquen y en caso de que no quieran les vamos a cancelar su permiso o licencia», advirtió la alcaldesa en entrevista.
Sobre el tema de reducir la violencia en Chilpancingo, Hernández Martínez mencionó que su gobierno cumple con su parte en el tema de la prevención del delito, pero es la FGE la encargada de investigar y resolver los casos.
«Muchas veces quieren tergiversar la información y culpar al Ayuntamiento, pero es la FGE la encargada de resolver y hacer el procedimiento de muchos de estos casos», mencionó Hernández Martínez.
El informe de febrero de este año que presentó el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública y Protección Ciudadana ubica a Chilpancingo, la capital del estado de Gurrero, dentro de las 50 ciudades del país como las más inseguras. También en este ranking está Acapulco.
Familiares de una de las víctimas asesinadas a balazos en el centro de Chilpancingo se abrazan en la escena del crimen.
Consuelo Alonso Cabrera adquirió en 2019 un predio en la Colonia Las Terrazas, el vendedor le dijo que todo estaba en regla y que al ser una colonia en expansión pronto tendrían los servicios básico.
En 2021 intentó escriturar su terreno pero en el Ayuntamiento capitalino le informaron que la solicitud no procedía porque la colonia era irregular y que incluso estaba en litigio.
“Tenemos papeles, compramos con todas las de ley y nadie nos advirtió de nada”, mencionó Consuelo Alonso.
En casos similares están 1,500 familias de cuatro colonias del noreste de Chilpancingo; se trata de Las Terrazas, Cumbres del Pedregal, Nueva Esperanza y Flores Baños.
Estas cuatro colonias del norte de la capital que no están regularizadas sufren desabasto de agua, luz eléctrica y no pueden escriturar desde hace 25 años “por decidía gubernamental”, porque no las han incorporado al Plan de Desarrollo Urbano Municipal.
Es por esa razón que les niegan la obra pública, la red sanitaria, el acceso a luz eléctrica, de acuerdo con Urbano Lucas Santamaría, vocero del Bloque de Colonias del Norponiente de Chilpancingo.
Ante tal situación, los colonos de estás cuatro demarcaciones protestaron el pasado lunes y bloquearon las entradas de Ayuntamiento de Chilpancingo para que las autoridades municipales les den una alternativa.
Dijeron que conforman el Bloque de Colonias Noroeste y Comunidades de Chilpancingo, y acusaron que la alcaldesa, Norma Otilia Hernández Martínez, de no cumplirles con lo que les prometió en campaña, la regularización de las cuatro colonias.
“Desde 25 años por decidía gubernamental no llegan los servicios de agua, energía eléctrica ni obra pública, todo por un desinterés gubernamental que sabemos no comenzó con esta administración pero si tiene la obligación de resolver”, mencionó Lucas Santamaría.
En las zonas más alejadas como la Nueva Esperanza y Las Terrazas se vive una obscuridad total, “aquí en la noche, después de las 7:30 ya no podemos salir porque no tenemos alumbrado público, queda todo oscuro y, pues, nos sentimos inseguros”, mencionó Consuelo.
Tampoco tienen acceso al agua potable. “No solamente es comprar pipas cada quince días o cada mes, además lidiamos que por la lejanía de las colonias, las pipas aumentan sus precios, la pipa pequeña que está entre los 300 y 400 pesos a nosotros nos la cobran a 700, solamente por la distancia, y muchos de los que habitan son de bajos recursos”, dijo Lucas Santamaría en entrevista.
Estás colonias tampoco tienen drenaje, utilizan fosas sépticas, y sólo la calle principal está pavimentada.
Los colonos explicaron que con la regularización de las colonias tendrán acceso a servicios como agua, drenaje, electrificación y obras, “por eso pedimos ser integrados al Plan de Desarrollo Urbano”.
Por la protesta, los colonos fueron atendidos por los integrantes del Cabildo Municipal y funcionarios estatales, pero nunca llegaron a acuerdos significativos.
“Esta lucha va a seguir y no será fácil, en esa reunión nos prometieron que funcionarios municipales y estatales acudirán a las colonias a revisar caso por caso, en un periodo no mayor a un mes, pero es sólo el compromiso, vamos a ver si cumplen”, dijo Lucas Santamaría.
Las 1,500 personas de las cuatro colonias ya mencionadas no son las únicas, está el caso de 179 personas defraudadas en 2018 por la entonces administración del perredista Antonio Gaspar Beltrán, a través del Instituto Municipal de la Vivienda de Chilpancingo (Imvich).
Habitantes de unas 25 colonias de la capital acusaron de fraude a Gaspar Beltrán por pedirles, a través de un programa de vivienda, 20,000 pesos para la construcción de su hogar, pero no les cumplieron. Por los 179 personas defraudadas acumulan 3 millones de pesos que nadie sabe dónde están.
Carlos Villanueva Torres, uno colonos defraudados, contó que él entró al programa porque quería su casa, ya tenía el terreno y consideró una buena oportunidad pagar 20,000 pesos para la construcción de su casa.
“Había planos, nos dieron a elegir de tres planos, todo parecía muy bonito y, sí fue demasiado bueno para ser verdad, se supone que Ayuntamiento pondría la cantidad restante, pero jamás la puso”, contó.
“Nosotros sostenemos que fuimos defraudados por el Imvich, no es posible que se hayan robado nuestro dinero y nadie sepa dónde está, ni esta administración sabe y nos dice que fue un problema generado por anteriores funcionarios y se niegan a darnos una solución”, agregó.
Hace mes y medio los colonos bloquearon por varias horas vialidades del centro de la ciudad, y se retiraron con el compromiso de la presidenta municipal, Norma Otilia Hernández Martínez, de convocar a una reunión a las dependencias federales involucradas en el proyecto de vivienda, pero hasta ahora no avanza la petición.
El costo de cada vivienda fue calculado en alrededor de 110,000 pesos, de los cuales los beneficiados aportarían el 30 por ciento y el resto el Ayuntamiento que, finalmente, no cumplió el compromiso, de lo cual responsabilizan al Imvich y a la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu).
Villanueva Torres recordó que varios colonos demolieron las casas modestas en las que vivían, porque uno de los requisitos fue que el terreno debía estar listo para iniciar la obra.
Muchas de esas personas ahora pagan renta, y reconstruyeron su casa y gastaron más de los 20,000 pesos que aportaron al Ayuntamiento.
Casos como estos se repiten en la ciudad, otro caso es el de la colonia Nuevo Mirador, una zona destinada para las familias afectadas de los huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel en 2013.
Este asentamiento, donde viven alrededor de 300 personas, a lo largo de los años ha presentado un sinfín de irregularidades, tanto legales como de infraestructura.
Marcos Briones Vázquez, habitante del Nuevo Mirador, cuenta los problemas a los que se enfrentan al ser un predio irregular, a pesar de que les fue donado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) en el período del ex presidente Enrique Peña Nieto.
“Las casas comenzaron a mostrar deslizamiento y cuarteaduras, finalmente en 2018 se derrumbó una sección habitacional porque el suelo era muy inestable”, contó Marcos.
Hasta la fecha, casi nueve años después de su llegada al Nuevo Mirador, Marcos y sus vecinos no tienen escrituras y sus casas están en riesgo porque desconocen si existió un estudio previo del suelo para determinar su factibilidad, es decir, si era apto para que levantaran las viviendas en la zona.
Marcos recordó que cuando Sedatu compró el predio, el vendedor no les extendió un recibo de compra-venta, por lo que aún no está regularizado. “Sin regularización no podemos hacer nada, no podemos ni formar un Comité de Desarrollo porque no entramos en el marco legal del Ayuntamiento”.
Al no estar oficialmente registrados como colonia ante el Ayuntamiento capitalino los habitantes del Nuevo Mirador no tienen acceso a nada. La vigilancia de la Policía Municipal no les llega, no tienen agua entubada ni centro de salud.
Aquí se ofrecen rasgos de cómo esta ciudad pasó de la abundancia a la falta de agua, pero también de cómo la misma población ha sorteado este reto que las autoridades sólo administran
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Héctor Gutiérrez Muñoz tienen 80 años, es originario de Chilpancingo y toda su vida ha radicado aquí. Recuerda la abundancia de agua que había en 1950 y como ha disminuido.
Sentado en la sala de su casa, ubicada en el barrio de San Antonio, en el centro de la ciudad, dice que hace unos 50 años el agua no era un problema, aun cuando no contaban con tuberías ni un sistema para su distribución.
“Antes toda el agua que generaban las partes altas de Chilpancingo bajaba por las barrancas, se hacían pozas y de ahí íbamos a traerla, y también había conchitas (espacios públicos destinados para el almacenamiento de agua), donde también podíamos ir a colectar, y realmente nos alcanzaba muy bien”.
Héctor cuenta que las casas cerca de los cauces de las barrancas tenían un pozo de agua para abastecimiento propio.
Con el paso del tiempo y ante el crecimiento urbano acelerado en Chilpancingo durante las décadas de 1980 y 1990, las autoridades estatales y municipales comenzaron a embovedar las barrancas, las convirtieron en drenaje y el agua la entubaron.
Para Héctor ese fue el principio del problema. Durante su infancia y adolescencia nunca sufrió por agua en su hogar, el cual era abastecido por dos manantiales que estaban en los antiguos viveros del gobierno del estado, hoy ese predio es el llamado recinto ferial que está en remodelación desde hace un año.
“De los manantiales nadie sabe qué pasó, después de ser vivero se hizo feria y parece que desaparecieron por arte de magia, y nosotros a partir de ahí comenzamos a sufrir por falta de agua”, comenta.
En el hogar de Héctor nunca se vieron en la necesidad de construir una cisterna para almacenar agua, pero con los años esa fue necesidad y, después, un problema. Su casa ya estaba construida, nunca pensó que una cisterna sería necesaria.
Ahora Héctor cuenta con dos tinacos de 1,000 litros y tres tambos, en donde recolecta el agua desde hace 20 años. Debe comprar una pipa de agua cada mes, que le cuesta 700 pesos.
En lo que va del año, sólo en enero la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPACH) le suministró agua en su calle, para febrero y marzo ha comprado pipas.
“En Chilpancingo hay agua, yo sé y me consta porque lo vi, pero la duda es, ¿por qué nos la escondieron? Ahora nosotros no tenemos pero hay pipas y embotelladoras que nos la venden, ahí está lo raro”, menciona.
Los métodos que emplea Héctor para ahorrar agua son diversos, además del almacenamiento que forzosamente realiza, el agua que sale de lavar ropa y platos la almacenan para utilizarla en el baño.
“Es obvio que no podemos comparar una población de 80,000 personas de hace 50 años a una de 200,000 que tiene actual, pero el desabasto se generó precisamente por una desatención al desarrollo urbano”, comenta.
En Chilpancingo sí hay agua, coinciden especialistas y activistas
El especialista en hidrología y catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), German Urbano Navarrete, asegura que Chilpancingo no tendría por qué sufrir por escasez de agua.
En entrevista para Amapola, periodismo transgresor, el catedrático de la Uagro explico que existe agua suficiente, no sólo de los cuatro puntos de captación con los que actualmente se abastece Chilpancingo si no que debajo hay suficiente agua para surtir a todos los hogares de los capitalinos.
Considera que las autoridades no quieren invertir en investigación y desarrollo para extraer el agua que hay debajo de la ciudad y que puede asegurar el suministro de agua. Atribuye la escasez de agua en la capital a factores políticos que a la falta del recurso natural.
Un factor favorable para la capital, explica, es que Chilpancingo es la zona que más recibe agua durante la temporada de lluvia de la región Centro, lo que garantiza el agua en el subsuelo, mantos acuíferos y ríos de la zona.
“Aquí debajo hay bastante agua, lo que no hay es voluntad de hacer las cosas, en Monterrey todo el tiempo hay escasez y perforan pozos a más de 200 metros bajo tierra, y aquí no quieren hacer eso”.
“Nosotros tenemos un proyecto con varias soluciones, a las autoridades sólo le costaría 3 millones de pesos perforar y saber si debajo de Chilpancingo hay agua, pero prefieren gastar cientos de millones pensando que pueden traer agua del río Balsas o del Papagayo que, por cierto, ya están contaminadísimos”, plantea el académico.
El director de la CAPACH, Carlos Balbuena Schiaffini, en una entrevista para este medio el pasado 22 de enero expuso que la falta de agua en la capital es por falta de inversión en el mantenimiento de las tuberías.
Chilpancingo necesita, menciona, entre 500 y 600 litros de agua por segundo para abastecer de manera eficiente a la población.
En época de lluvias, de acuerdo con el funcionario, a Chilpancingo llegan a ingresar 500 litros por segundo, y la mitad se pierde en fugas por falta de mantenimiento en la red.
El desabasto
Por la falta de agua, cientos de colonias de Chilpancingo reciben el agua una vez al mes, hay en otras que pasan hasta tres meses y continúan esperándola.
El desabasto genera protestas y bloqueos en calles y avenidas. El bloqueo de calles en el centro de la ciudad en reclamo de agua son casi cotidianos.
Para el arquitecto Victor Antonio Luviano Gutiérrez existe una desatención total de parte de las autoridades al tema del agua. El desabasto en realidad, expone, lo administra y resuelve la propia ciudadanía con sus medidas y gastos adicionales.
“Ya es cultural el tema de la construcción de cisternas, una casa actual que se construye en Chilpancingo tiene que tener su cisterna y sus tinacos para resistir el desabasto”, explica Luviano Gutiérrez.
La falta de agua genera gastos en las familias; las pipas de agua van desde los 300 hasta los 700 pesos, depende del tamaño y la zona.
Hay colonias donde ni siquiera existe una red de agua, menos de drenaje. Como en la Nueva Esperanza, la colonia más alejada del oriente de Chilpancingo, quizá porque está ubicada en los más alto, además de que es una colonia irregular.
El derecho adquirido
Si el Ayuntamiento de Chilpancingo no garantiza el suministro de agua, hay ejemplos de autogestión en la ciudad que les permitió acceder al agua entubada.
Por ejemplo, la comunidad Emperador Cuauhtémoc, un asentamiento al sur de la capital fundado por personas de los cuatro pueblos originarios de Guerrero que se asentaron en la ciudad. Sus habitantes construyeron su propia red de agua para garantizarse el suministro.
Graciela Juárez, integrante de la Comisión Colectiva de la Comunidad Emperador Cuauhtémoc, contó que fueron los mismos colonos que se conectaron a la red de agua de los fraccionamientos contiguos.
“A base de cooperaciones y organización logramos hacer nuestra propia red. CAPACH nunca se hizo responsable y fue que nosotros fuimos y les notificamos; sólo nos hicieron un descuento de un año por hacerles el trabajo”, cuenta Graciela Juárez.
A partir de ahí cada 20 días, aproximadamente, les llega el agua, lapso en que el organismo bombea el agua a los fraccionamientos Río Azul y Villas Vicente. “Si no existieran esos fraccionamientos yo creo no tendríamos agua”, dice.
Falta legislación para garantizar el agua como un derecho humano
Guerrero cuenta con la Ley 574 de Aguas del Estado que, de acuerdo con la diputada y presidenta de la Comisión de Agua, Infraestructura y Recursos Hidráulicos, Nora Yanek Velázquez Martínez, está obsoleta y se necesita una nueva, que ya construye, para garantizar a la población su derecho de acceso al agua.
En entrevista, al término del foro Diálogo por el Derecho Humano al Agua, realizado en el Congreso local, Velázquez Martínez mencionó que ya se trabaja en una nueva Ley de Aguas que garantice una transversalidad de temas que la anterior no contempla.
“El asunto de esta ley tiene que ver con temas muy transversales como el medio ambiente, género, bienestar animal, justicia social y justicia ambiental, que no están en la ley actual”, explica.
Velázquez Martínez cree que esta ley ampara a todos los sectores afectados por la falta de agua.
Hoy que se celebra el Día Mundial del Agua, la autogestión y una nueva ley que la garantice, quizá sean algunas alternativas para el desabasto.
Lo que exponen especialistas y funcionarios es que sin recursos económicos para atender la fata de agua no resolverán el desabasto.
El árbol de laurel de la India, ubicado en el atrio de la Catedral de la Asunción de María es un árbol grande, de unos 10 metros de altura, tiene unas hojas verdes y unas raíces grandes que parece nunca se desprenderán.
Es un árbol que a muchos chilpancingueños ha dado sombra por años. Para muchos pasa inadvertido, para Arnulfo Salgado Ayala «es su hijo más chiquito». Lo sembró en 1974.
Trabajó en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en el área de reforestación y después en un vivero.
Por su experiencia, un amigo le pidió que lo apoyara a recuperar el laurel del atrio de la catedral; se secaba, tenía unos 100 años.
«Apenas empezaba el abono químico y se lo eché, lo repartí en tres drenes. Pedí la única pipa que había para los Bomberos y le eché el agua suficiente. Después pedí la pipa y ya no me la prestaron», recuerda.
Pasaron unos meses y el laurel no mejoró. Cree que por el abono químico que le puso –hasta la fecha lo lamenta–, además de que estaba muy seco. «Ya no hubo más remedio, el laurel se estaban secando».
Cuando le preguntaron qué más podían hacer, Arnulfo contestó que tirarlo y sembrar otro. Eso hicieron.
Para la siembra del nuevo laurel, Arnulfo tuvo el apoyo del área de deforestación de la secretaría. Utilizó tierra de monte para sembrarlo.
Arnulfo llevó un árbol ya de siete metros, con la única grúa que había en ese entonces, propiedad de una persona apodada El Güero Juais.
Al ser unas calles muy angostas, la grúa no pudo ingresar hasta el atrio con el árbol, por lo que Arnulfo, con ayuda, arrastró el laurel hasta el lugar donde lo sembró y donde a la fecha sigue.
Arnulfo le dedicó tiempo durante los primeros años de su vida. Asumió toda la responsabilidad. «A las 5:30 de la mañana me iba a mi trabajo y había una toma de agua ahí, al lado donde le abría, y lo regué de manera seguida por dos años, después lo dejé a su suerte y, pues, ahí sigue; ya tienen 48 años».
Arnulfo tenía 30 años cuando sembró el laurel. Ahora, a sus 84, todavía acude a visitarlo. «Es mi hijo más chiquito», insiste.
En una de sus visitas recientes notó que el laurel tenía una plaga, acudió con el párroco de la catedral para solicitarle que lo fumigara.
«Sí lo fumigaron, quedó limpio, ahorita ya no tiene nada de plaga».
Muchas personas desconocen que hubo un cambio de árbol hace 48 años, creen que es el mismo que siempre estuvo en el atrio.
Arnulfo se siente contento de que el laurel haya crecido tanto y le brinde sombra a las personas que se sientan en el atrio de la catedral.
Conserva una serie de fotografías del proceso del árbol: una de cuando lo sembró en 1974, otra a los 10 años, en 1984, y la más actual es del 2019. Todas las tiene enmarcadas.
«El antiguo laurel ya estaba muy alto, casi le llegaba a las torres de la iglesia y sus ramas cruzaban la calle hasta donde quedaba el ayuntamiento (hoy Museo Regional)», cuenta.
Las ramas del laurel actual rosan con el edificio del Museo Regional. Arnulfo cree que puede crecer más, pero ya es un distintivo del zócalo de la ciudad.
Hasta existe un poema escrito por Lamberto Alarcón Catalán, titulado Canto al laurel del templo de Chilpancingo, dedicado al laurel.
«He vuelto a mi ciudad sólo por verte, por estar a tu sombra, por escuchar bajo tus verdes ramas la charla de mi novia, mientras arriba de nosotros tiemblan la seda de las de los pájaros, el cantar de la brisa, como un río de corriente lejana y rumorosa», es una parte del poema que está completo debajo del laurel en el atrio de la catedral de Chilpancingo.
A lo largo de los años, su sombra fue sede de diversos acontecimientos, como protestas y actos políticos. Es un lugar de memoria en el zócalo de Chilpancingo
Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
El conocido «árbol de los huevones» es un enorme laurel de la india de 10 metros de alto que da sombra a los chilpancingueños, y la tradición lo colocó como uno de los puntos más emblemáticos del centro de la capital.
Este árbol es frondoso, con hojas verdes. Algunos habitantes dicen que nunca lo han visto seco.
Su apodo lo obtuvo porque muchas personas, en su tiempo libre acuden a descansar a su lado. Mañana, tarde y noche hay personas sentadas en la jardinera que lo rodea, que hace la función de banca.
La realidad es que muchas de las personas que se sientan sí tienen ocupaciones, pero se toman unos minutos para descansar bajo la sombra de uno de los árboles más grandes del centro de la ciudad.
Vicente Cabrera Alonso es una persona muy asidua a tomar un descanso en la sombra del árbol.
Es maestro e imparte clases en Tlanipatla, Eduardo Neri, un lugar ubicado a unos 40 minutos de la capital, por la Autopista del Sol.
Todas las mañanas sale desde Apango hasta Tlanipatla, de donde es originario y por las tardes, a su regreso y paso por Chilpancingo, pasa unos minutos a leer bajo la sombra del árbol de los huevones.
“Llevo como 10 años pasando a descansar aquí, me distraigo un rato de mi trabajo, paso a leer mi libro y me regresó a Apango para llegar a comer a mi casa”, comenta.
Pasados unos minutos Vicente cierra su libro, toma su mochila y se retira, inmediatamente llega otra persona a ocupar su lugar.
Esta escena se repite una y otra vez todo el día debajo del árbol.
Nadie sabe con exactitud cuántos años tiene este árbol ni quién lo sembró. Para muchas personas siempre estuvo ahí.
El registro visual más cercano que tiene el veterano periodista de la ciudad, Héctor Contreras Organista, sobre el árbol es una foto que data de la década de 1950.
A inicios de 1980, el primer cuadro de la ciudad fue remodelado por completo, por órdenes del entonces gobernador Alejandro Cervantes Delgado.
Entonces las calles que cruzaban por lo que hoy es la Plaza Cívica y el zócalo capitalino fueron cerradas y crearon el paso a desnivel, lo que permitió que los carros no cruzaran por el zócalo.
«En aquel entonces intentaron quitar el árbol, pero al final lo dejaron y colocaron la jardinera que funciona como banca donde las personas acuden a descansar», comparte Contreras Organista en una consulta para Amapola Periodismo.
El árbol está frente a la Catedral Santa María de la Asunción y es un punto de referencia para los chilpancingueños.
“Yo desde que vengo aquí hace como hace 15 años ya existía el árbol y siempre es lo mismo, la gente viene a sentarse”, menciona un bolero de zapatos que trabaja a un costado del árbol.
A lo largo de los años, la sombra del árbol fue y es sede de diversos acontecimientos, como protestas, actos políticos y hasta comerciales. Es un lugar de memoria en el zócalo de Chilpancingo.
El más representativo fue un plantón de 2007 a 2011 de los integrantes del Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco) y el Comité de Familiares y Amigos de Desaparecidos de Asesinados del Estado de Guerrero.
Tadeco fue la primera asociación que apoyó la búsqueda de personas desaparecidas en Guerrero.
Dicho plantón lo colocaron ahí a raíz de la desaparición de Jorge Gabriel Cerón Silva, activista del Tadeco, ocurrida en marzo del 2007.
Durante cuatro años, a ese plantón llegaban denuncias de personas desaparecidas; contabilizaron 500 personas no localizadas, de acuerdo con lo relatado a los reporteros en esos años el dirigente de Tadeco, Javier Monroy Hernández, fallecido en 2019 por complicaciones de cáncer.
Esta información fue consultó en diversos periódicos que dieron cobertura al plantón.
En el plantón los activistas vendían discos con música de protesta, documentales de izquierda, libros de segunda mano y artículos reciclados para mantener su movimiento.
Los activistas impulsores nombraron al árbol de la dignidad.
En 2011, por órdenes del entonces alcalde de Chilpancingo, Héctor Astudillo Flores, hubo una operación policiaca en el que la Secretaría de Gobernación Municipal desalojó a comerciantes del primer cuadro de la ciudad, incluyendo al plantón de la dignidad.
Actualmente, las personas acuden al árbol a sentarse, descansar y pasar el rato viendo pasar a otras personas.
Ignacio López Rayón fue uno de los primeros legisladores constituyentes. Junto con José Maria y Pavón conformaron el Primer Congreso de Anáhuac, además es considerado el abogado del movimiento independentista y el impulsor de diversos periódicos liberales de la época.
Su nombre está inscrito con letras doradas en la entrada del salón de sesiones del Congreso de Guerrero, junto con los ocho diputados constituyentes que conformaron el Primer Congreso de Anáhuac.
Nació en Tlalpujahua, Michoacán, el 31 de julio de 1773, cursó la carrera de jurisprudencia en el Colegio de San Ildefonso y retornó a su tierra natal, época en la que consolidó sus relaciones con antiguos compañeros de escuela, como los hermanos Juan e Ignacio Aldama, y con José María Chico, grupo que mostraba sus simpatías por las ideas independentistas.
López Rayón es reconocido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) como el «abogado ideólogo y comandante del Ejército Insurgente», de acuerdo a un artículo publicado su sitio oficial.
Este artículo de la CNDH da cuenta que López Rayón, en octubre de 1810, se unió al movimiento insurgente comandado por Miguel Hidalgo, en el que debido a su profesión de abogado fue nombrado secretario de Estado y del Despacho en el gobierno provisional que Hidalgo instaló en Guadalajara.
Desde dichos nombramientos, López Rayón expidió decretos sobre abolición de la esclavitud y de los tributos, y promovió la publicación del periódico insurgente El Despertador Americano, publicación en la que se difundía el pensamiento liberal e independentista.
Estos decretos sirvieron años después a Morelos para redactar en 1813 los Sentimientos de la Nación, considerado el primer marco jurídico de América.
Con la muerte de Miguel Hidalgo, en 1811, López Rayón quedó al frente del movimiento insurgente en el centro del país.
Logró mantener unido al movimiento y continuar los combates en el centro del país, «al ser un conocedor de que todo movimiento que pretenda alcanzar la reivindicación de los derechos y establecer límites al poder absoluto debe tener formas jurídicas y políticas que lo sustenten, el 21 de agosto de 1811 decidió formar la Suprema Junta Nacional Americana de Zitácuaro, representando un primer paso muy importante en el proceso de emancipación política», se lee en artículo de la CNDH.
De acuerdo con la enciclopedia Memoria Política de México, escrito por Doralicia Carmona Dávila, la idea de López Rayón de crear un gobierno fue compartida por Morelos, quien convocó al Congreso de Chilpancingo en 1813.
Al Congreso de Chilpancingo, realizado el 13 de septiembre de 1813, asistió López Rayón como diputado por Guadalajara.
Sus textos y proclamas que hizo desde la Suprema Junta Nacional sirvieron de base a Morelos para la redacción de los Sentimientos de la Nación y posteriormente para la Constitución de Apatzingán.
Ahora, después de la muerte de Morelos en 1815, López Rayón continuó en la lucha independentista hasta 1817, año en que se rebeló contra la junta de Jaujilla, que era conformada por otros líderes indepedentistas como Vicente Guerrero y Nicolás Bravo, donde no quisieron reconocerlo como jefe supremo de los ejércitos insurgentes.
Lo anterior provocó que fuera detenido por Bravo y en diciembre de ese mismo año por las tropas realistas que lo enviaron a la Ciudad de México donde estuvo preso.
Ahí fue sentenciado a muerte por los españoles «pero su ejecución fue aplazada y no fue fusilado, como había ocurrido con otros caudillos independentistas, sino que permaneció preso en la Ciudad de México hasta el 15 de noviembre de 1820», según los datos disponibles en la Memoria Política de México.
López Rayón volvió a la política después de la caída de Agustín de Iturbide en 1825.
Ya consumada la independencia ocupó diversos cargos como intendente de la Provincia de San Luis Potosí en 1823; diputado al Congreso Constituyente de 1823 a 1824 y comandante militar de Jalisco en 1825.
«Fue un hombre adelantado a su época, como abogado visionario entendió que el mejor mecanismo para legitimar y consumar un movimiento libertario es el derecho», rememora el artículo que le fue dedicado por la CNDH.
López Rayón falleció el 2 de febrero de 1832 por causas naturales.
Fue por decreto del Congreso de la Unión que su nombre quedó inscrito en la Cámara de Diputados con letras de oro, el 16 de septiembre de 1842 donde hasta la fecha continúa.
En el Congreso de Guerrero su nombre está en la entrada junto a los demás diputados integrantes del Primer Congreso de Anáhuac.
Este contenido es patrocinado por el Congreso del estado de Guerrero
Juan Felipe Aguilar es uno de los boleros que realizan esta labor en el zócalo de Chilpancingo. Lleva 38 años con este oficio.
Es originario de Alcozauca, en la región de la Montaña; vive en Chilpancingo desde hace 30 años.
Además de que es uno de los boleros con más experiencia del zócalo, Juan tiene una manera única y peculiar de bolear los zapatos, les prende fuego.
Esta técnica la aprendió en Ciudad de México, de acuerdo con sus clientes, don Juan es el único bolero del zócalo que realiza esta técnica.
Es la técnica del flameado. Juan comienza por limpiar los zapatos, depende de lo que el cliente le pida, sigue con la pintura o tinta, después les prende fuego encima.
“Con esto quedan más brillosos los zapatos y también sirve para que cualquier pelada o si está rayado se le quite”.
Juan comparte anécdotas de sus años como bolero, por ejemplo que cuando el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa (1993-1996, porque no terminó u periodo de seis años), no era permitido que los boleros se colocaran en el zócalo. «Los policías nos quitaban, hasta que hicimos una marcha para que nos permitieran ponernos».
El oficio de bolero lo aprendió en la Ciudad de México, allá radicó ocho años. Recuerda que le tocó vivir el terremoto de 1985. “Tenía 15 días de que había salido del hospital porque me enfermé”.
Los servicios y los precios que da Juan son varados, depende que tan dañados lleven los zapatos.
Cobra entre 25 y 40 pesos la boleada.
“La piel es como un enfermo y uno como el doctor, si ve que la piel viene muy dañada o muy grave le pone la mejor pintura”.
La temporada que menos clientes es en los periodos de vacaciones, porque quienes más acuden a bolear sus zapatos son los burócratas.
Estás en el zócalo desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde.
Al momento de la charla lustra unos zapatos.
–Me está quemando mis zapatos, –dice un niño al que su madre llevó a lustrarse los zapatos.
–Me quemo yo, no se queman ustedes, –le contesta Juan.
Los hechos ocurrieron a las siete y media de la tarde, uno de los momentos donde más personas, incluidos las niñas y niños que juegan en plaza, transitan por el centro de la ciudad
Texto: Amapola periodismo
Fotografía: Óscar Guerrero
Chilpancingo
A dos cuadras del Ayuntamiento de Chilpancingo, un hombre hirió de cuatro balazos al propietario de un negocio de telefonía celular dentro de su local, ubicado en la avenida Guerrero, quien más tarde murió por las heridas.
Se trata de Luis Alberto Salazar, de 42 años. Los hechos ocurrieron esta tarde, alrededor de las siete y media.
En el lugar de los hechos se supo que por la mañana el comerciante recibió llamadas telefónicas de una persona para extorsionarlo. Ahí supusieron que se negó y ese fue le motivo del ataque.
Las personas que caminaban por esta avenida y por la vía adyacente del andador Zapata se detuvieron cuando escucharon las detonaciones. Los testigos dijeron que fueron cinco, en total, cuatro balas directas contra el comerciante.
Después el ruido de una motocicleta; agresor se escapó por la calle Galo Soberón y Parra.
Muchas personas corrieron por el andador Zapata para huir del lugar. Los dueños de los establecimientos comerciales empezaron a bajar las cortinas; cerraron.
Algunos peatones se metieron a los negocios para protegerse. Era un caos. Alrededor del lugar de los hechos no se vio ningún policía estatal o municipal.
“¿Ya acabó la balacera?”, preguntaba una joven que parecía tener una crisis nerviosa.
Después de unos 15 minutos que ocurrió el ataque llegó una patrulla de la Policía Municipal con seis agentes estatales. También una ambulancia de la Cruz Roja con paramédicos.
El hombre herido, que vestía unos pantalones deportivos y playera negra, estaba tirado en el piso.
«Aguanta, aguanta», le decía una joven. Otra mujer lloraba.
Más tarde se supo desde el hospital donde lo atendían que el hombre murió.
El hombre que lo hirió vestía una sudadera color rojo; la motocicleta en la que escapó la tenía estacionada unos 20 metros.
Como una reacción inmediata, los comerciantes cerraron sus establecimientos. Las personas que salieron al zócalo con sus niñas y niños se retiraron.
Sólo los bares y antros del primer cuadro de la ciudad quedaron abiertos.
Este miércoles en la noche, un grupo de hombres armados irrumpieron en un taller de motocicletas y asesinaron a balazos al dueño del negocio e hirieron a sus dos hijos.
La desaparición ocurrió hace un año y las presiones les llegaron al número telefónico que dejaron en la denuncia
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero
23 de febrero 2023
Chilpancingo
Jesús Antonio Moyao Guerrero era chofer del transporte público en su natal Chilapa, pero la tarde del 23 de febrero del 2022 sujetos armados lo bajaron de su unidad, lo subieron a una camioneta y se lo llevaron con rumbo, hasta hoy, desconocido.
Por los hechos, la madre de Jesús Antonio, María Guerrero López, intentó interponer una denuncia esa misma tarde del 2022, «pero la Agencia del Ministerio Público estaba cerrada con candado, a otro día fui y estaba igual», recuerda.
Tuvo que viajar hasta Chilpancingo, a una hora de distancia, para hacerlo.
En ese momento le abrieron un expediente por el caso y le tomaron muestras para una prueba de ADN, también entregó el número de celular de Jesús Antonio para, según le dijeron, rastrearlo.
Una semana después María comenzó a recibir amenazas supuestamente de los captores, quienes le pedían que no interviniera la Fiscalía. Además de otros mensajes donde le pedían dinero por su hijo.
Por dichas amenazas y líneas de investigación, la FGE no le ha presentado resultados.
A un año de dicho proceso la familia no sabe nada de paradero de Jesús Antonio y la FGE no les da alguna esperanza de justicia.
Desde hace tres meses la FGE les dejó de notificar a la familia las condiciones y avances del caso.
En primer plano, una lona con el rostro de Jesús Antonio Moya Guerrero, desaparecido el 23 de febrero del 2022, al fondo María Guerrero López, madre de Jesús, en un mitin afuera de la Fiscalía General del Estado, en Chilpancingo esta mañana.
Toda la información que hay de la desaparición de Jesús Antonio la recabó su madre con apoyo del Colectivo de Familiares de Desaparecidos Lupita Rodríguez Narciso.
«La FGE no ha hecho nada, ellos esperan que nosotros vayamos y les digamos, aquí está mi hijo, vengan a buscarlo aquí», cuenta María.
Por dicha razón y a un año de su desaparición, la familia de Jesús Antonio, acompañada del Colectivo de Personas Desaparecidas Lupita Rodríguez y de una comisión de estudiantes de la Normal Raul Isidro Burgos, de Ayotzinapa, realizaron un mitin en la entrada principal del edificio de la FGE, al sur de Chilpancingo.
Durante un mitin afuera de la FGE, María exigió a la fiscal del estado, Sandra Luz Valdovinos Salmerón, que resuelva la desaparición de su hijo y actúe ante las amenazas que recibió porque, dijo, teme por su integridad física.
«A un año de la desaparición de mi hijo sigue la tristeza y la esperanza de que regrese con vida, pues él dejó a su esposa con dos hijos de 11 y ocho años de edad», agregó María.
Integrantes del Colectivo Lupita Rodríguez Narciso en una protesta afuera de la Fiscalía General del Estado esta mañana.
A ese mitin llegaron integrantes de otros colectivos en apoyo a María. Abrieron el micrófono a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, quienes aprovecharon por exigir la aparición con vida de sus 43 compañeros desaparecidos en la ciudad de Iguala, el 26 de septiembre del 2014.
Durante el mitin un elemento de la FGE les tomó los datos a varios de los manifestantes que tiene un familiar desaparecido para revisar su caso de manera particular, según le dijo el agente.
En la protesta participaron alrededor de 100 personas, entre integrantes del Colectivo Lupita Rodríguez y la comisión de alumnos de Ayotzinapa.
El mitin concluyó a las 12 del día y los manifestantes se retiraron sin que ninguna autoridad los recibiera.